Yo he visto,
en la noche clara
de nuestras Antillas bellas,
sobre la sangre del ara
escondidas las estrellas
Yo he visto, por
una oscura
vereda del campo umbrío,
una clavellina pura
enamorada de un río.
Yo he visto, en
la misteriosa
nave del templo ferviente,
esplender, como una rosa
de luz, un cirio doliente.
Yo he visto en mi Cayo amado,
en el hogar y en la escuela,
lucir como un castigado
torvo mar, la limpia estela.