Cocola: la tormenta
En mi hervoroso espíritu se sienta;
Y mi espíritu, lleno
De fe inmortal, sopórtala sereno,.
Cuando mi fe, perdida
En las sendas oscuras de la vida,
Ingrata, me abandone,
Siempre en tu hogar habrá quien me perdone.
Mas no habré de perderla,
Gallarda niña, enamorada perla:
Cuando me halle el honor flojo y cansado,
Veré a tu hogar, donde obligado dejo
El alma amante, y en tan claro espejo
¡Fuerza hallaré para vivir honrado!
¡Oh niña, en cuerpo y alma
Al bien ardiente, y a los ojos bella;
Nunca hasta ver tu hogar, supe la calma
Que se goza en el seno de una estrella!