Pitágoras fue filósofo, matemático, teólogo, profeta,
psicólogo, orador. Pitágoras es un personaje de carne y hueso, pero a la vez
es una figura mítica, cuyos perfiles se desdibujan en el ámbito de la leyenda.
Creó la escuela de los pitagóricos, y en ella fue reverenciado con fervor
religioso, como un Gran Maestro. Se ha llegado a dudar incluso
de su existencia, pero esto no nos debe extrañar, porque también han sido
motivo de dudas el mismo Jesús de Nazareth, el Rey Arturo Pendragón, el poeta
Homero, y tantos otros personajes de
la antigüedad.
Nació en Samos, se cree que en el año 569 a. de
C. Era hijo de Mnesarco, un rico comerciante fenicio, y de Pitia, de
origen griego. Se educó en su isla natal bajo la dirección de los filósofos
Ferecides y Hermodomas, y probablemente visitó a Tales de Mileto para aprender
directamente de él. Viajó con su padre por el Mediterráneo, visitando
Fenicia, Caldea y el sur de Italia. Más tarde, aconsejado por el propio Tales,
se dirigió a Egipto y Mesopotamia, donde conoció al mismo Zoroastro. En estos
lugares aprendió ciencia exotérica-práctica y esotérica-mística. Se
afirma que llegó hasta la India, donde conoció las doctrinas de la
reencarnación y de la transmigración de las almas, e incluso, de vuelta en el
Mediterráneo, cruzó las columnas de Hércules, esto es, el estrecho de
Gibraltar, para dirigirse a las Galias y Gran Bretaña, y allí aprender la
ciencia de los druidas. Con
una edad de más de cuarenta años regresó a
Samos, y allí empezó a impartir su doctrina, que fue mal comprendida y le
indispuso con el gobernante de la isla, el tirano Polícrates. Ante esta
situación Pitágoras
decidió abandonar su isla natal y se trasladó a Crotona, en el sudeste de
Italia, una ciudad arruinada por la derrota que le había infringido la vecina
Lócride. Al llegar a Crotona, y a requerimiento de sus habitantes, Pitágoras
dio cuatro discursos públicos, que forman la base de lo que posteriormente
sería la doctrina pitagórica. Dichos discursos están dirigidos a los
jóvenes, a los gobernantes, a los niños y a las mujeres, respectivamente.
El
pitagorismo propugna la búsqueda de la virtud en el interior del hombre. Para
la elevación moral del ser humano, Pitágoras propone el estudio de la
filosofía, las matemáticas y la cosmología. Para él los valores del hombre
han de constituir un orden perfecto en su interior, de la misma manera que
existe en el universo un orden perfecto o cosmos. Conforme el ser humano va
descubriendo y contemplando ese orden perfecto, como un reflejo del cosmos su
vida se vuelve armoniosa y llena de virtud. Con el pitagorismo se fusiona el
espíritu místico oriental con la contemplación científica occidental,
creando un movimiento cultural cuyas influencias llegan hasta nuestros días.
Las
palabras matemáticas (lo que se conoce, lo que se aprende), filosofía
(amor a la sabiduría) y cosmos (orden universal)
son invención del mismo Pitágoras, quien era descrito en las leyendas como un
maestro austero y sereno, siempre en busca de la sabiduría. A pesar de ello,
nunca aceptó que se le llamara sabio, sino que prefirió llamarse filósofo,
esto es, amante de la sabiduría, pues, en sus mismas palabras,
"ningún hombre es sabio sino Dios".
En
Crotona, Pitágoras fue
acogido en casa de Milón, quien había sido un famoso atleta de gran fortaleza,
doce veces campeón de los Juegos Olímpicos. Milón tenía una hija llamada
Teano; ella se convirtió en una de las primeras discípulas de Pitágoras y
posteriormente se casó
con él, teniendo el matrimonio dos hijas y un hijo. Se afirma que Teano
escribió una biografía de su esposo, que desgraciadamente se ha perdido.
Pitágoras
fundó en Crotona una sociedad científica y religiosa, los pitagóricos, cuya
influencia se dejó sentir en toda la Magna Grecia y en Roma, y que en cierto
sentido ha sido precursora de numerosos aspectos de la civilización
occidental. La muerte de Pitágoras
no se conoce bien. La ciudad de Crotona
entró en guerra en el año 510 con su vecina Sibaris, famosa por su lujo y
refinamiento (de dicha ciudad histórica proviene el adjetivo sibarita).
Milón dirigió victoriosamente a las tropas de Crotona, y cuando llegó el
momento de repartir el jugoso botín, el tirano Cilón empleó la demagogia para
azuzar a la muchedumbre contra Milón y los pitagóricos. Al parecer Cilón
estaba resentido con ellos por haber sido rechazado de la comunidad pitagórica.
La masa enardecida prendió fuego a la casa de Milón, y algunas versiones
afirman que Pitágoras murió en el incendio junto a muchos de sus discípulos.
Otras versiones cuentan que logró escapar a la vecina Lócride, para
trasladarse posteriormente a Metaponto, donde moriría en el año 500.
Los
pitagóricos constituían una comunidad con unas normas morales y de
vida muy estrictas, y su código de conducta se recogió en los llamados
Versos Áureos. Vivían en fraternidad,
cultivando la música, la poesía metafísica, la meditación, el
diálogo, el estudio de las matemáticas, la práctica de ritos
religiosos y el atletismo. Comían de forma frugal y eran vegetarianos.
Los pitagóricos fueron pioneros en ecologismo, pues transmitieron un
profundo respeto hacia la vida de animales y plantas. Su principal
objetivo era la purificación o catarsis del alma, y para ello se
dedicaban con intensidad a estudios filosóficos y matemáticos.
Los
preceptos recogidos en los Versos Áureos
eran leídos por la mañana, como declaración de intenciones para la
conducta durante el día, y luego se volvían a leer por la noche como
examen de conciencia antes del descanso nocturno. Siglos más tarde, en
plena época romana, todavía eran leídos y practicados por personajes
de la talla de Cicerón, Horacio o Séneca.
En
la fraternidad pitagórica, como hecho sorprendente y excepcional en el
mundo antiguo, se admitía y se trataba a las mujeres con total igualdad
que a los hombres. Teano, la esposa de Pitágoras, es la primera mujer
científica de la que se tiene noticia.
Los
pitagóricos creían en la inmortalidad del alma y utilizaban símbolos
matemáticos como emblemas de conceptos metafísicos. Su símbolo
fundamental era el pentagrama o estrella de cinco puntas, a la que
atribuían cualidades mágicas; también veneraban la tetractys, o
triángulo formado por diez puntos, el dodecaedro y el
número áureo.
Sobre el número áureo basaron la escala musical de las siete notas,
que es la que todavía se utiliza hoy en día.
Pitágoras
y los pitagóricos desaparecieron, pero su legado se ha mantenido y
perdurado a lo largo de los siglos hasta nuestros días. Su ley
universal "todo es número", se manifiesta cada día en la
base de todas las ciencias. Ellos fueron los primeros en percibir el
universo como algo ordenado y sometido a leyes comprensibles por el
intelecto humano, y le dieron al hombre la fe de poder explorar y
aprender dichas leyes.
La
forma de vida de la comunidad pitagórica fue seguida y adoptada por
numerosos grupos religiosos, como los esenios y los cristianos en sus
órdenes monásticas. Los símbolos numéricos y la doctrina mística de
los números serían adoptados por escuelas secretas o herméticas, como
cabalistas, gnósticos, cátaros o albigenses, templarios, alquimistas,
masones, rosacruces, etc. La magia pitagórica aparece en las obras de
Paracelso, de Goethe y de muchos otros.
Es posible que Pitágoras sea el hombre con el que está
más en deuda la ciencia y la filosofía occidental en todos sus aspectos. |