Los
Embajadores,
de Hans Holbein, 1533, National Gallery, Londres.
Este cuadro es el
ejemplo más famoso de lo que se denomina pintura anamórfica. Se
trata de una pintura que no sigue una forma natural, sino que está
deformada y solo se puede apreciar con un espejo distorsionador o
mirándola desde una determinada posición.
En efecto, en la
parte inferior observamos una extraña forma alargada que no reconocemos
pero que si miramos lateralmente identificaremos con una calavera.
Lo que le ha
sucedido a la imagen de la calavera se puede expresar matemáticamente
como una transformación geométrica que no ha conservado las proporciones
ni los ángulos.
Si deformamos la imagen o la
miramos lateralmente, observaremos lo siguiente:
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