OBJETIVO DEL TRABAJO DE GRADO DE PRODUCCION PERIODISTICA
ESCRITO
El proceso
AL PRINCIPIO: OPCION COLOMBIA EN UNIVALLE
LO QUE HICIMOS
La red
Obstáculos
Y beneficiamos a...
MINEiROS
"Venga, yo le cuento..."
Mucho oro, pero...
La cercana Venezuela, el lejano
Brasil
Dime con quien administras y
te diré quien pierde
[MásInfo] | [Portada Actual] | [Principal] |
COLONOS
¿Turismo?
Animales en vías de...
¿Profesionales?
¿Servicios?
...Y el pueblo ahí
El día del...
USOS DEL SUELO Y DE LOS HOMBRES
CAMINANDO POR CALLES ARENOSAS
¿Quién manda aquí?
LAS COMUNIDADES INDIGENAS, A OJO DE PAJARO
[MásInfo] | [Portada Actual] | [Principal] |
LA MISION
El alimento del espíritu
ESTADO Y TERRITORIO
Oposiciones y corruptelas
Zaperoco
MAVICURE Y OTROS OLVIDOS
En el caño, el piso esponjoso,
la laguna de brujas
Chorro Bocón: raudales e indígenas,
pilotos y estrellas
En
la comunidad
El
regreso
Josefina, su historial oral
Las flores de Inírida
¿Carreteras? ¡No, gracias!
El OTRO LADO
Una constitución occidental
Persiguiendo matas
[MásInfo] | [Portada Actual] | [Principal] |
DESCONFIANZAS
La mesa secreta y "tranquilo que
nosotros no lo matamos"
El petroglifo del Coco, el dolor
ESOS MUNDOS QUE TAL VEZ NO CONOCERÉ...
Gotas de lluvia
GUAINIA, ESPERANZA VERDE DE COLOMBIA...
La selva
La pesadilla
Retoñar...
[MásInfo] | [Portada Actual] | [Principal] |
Las comunidades del suroriente de la nación han permanecido en
una especie de limbo, durante los casi 250 años que lleva la república.
Las marchas de los cocaleros son sólo una pequeña muestra
de su complejidad y su especial relación con el resto del país.
Los criterios económicos y políticos que han gobernado en
los últimos 50 años (y quizás antes) los discriminaron
como "habitantes de los territorios nacionales". Bogotá no es considerado
un territorio del mismo tipo; casi que se reproduce la relación
que impera entre las naciones europeas y sus "territorios de ultramar".
Que se llame "colonos" (habitantes de las colonias) a las personas que
viven allá es premonición de mayores anhelos de autonomía.
Las dominaciones dan pie a posturas agresivas cuando son de por sí
desidiosas, despectivas, y hasta les da por aumentar sus exigencias. Casos
de esclavitud bien entrado el siglo XX -como el de la Casa Arana1-
y las pésimas condiciones económicas de los labriegos de
toda la región, parecen ajenos a la realidad "nacional", pero nunca
han dejado de serlo.
Mi experiencia en el Guainía, tan pobre y tan improvisada, es
un punto pequeño de comunicación con esa realidad. Me permitió
reconsiderar mi relación personal con las áreas rurales y
contextualizarla con mis percepciones sobre la situación en el resto
del país. Además, incluyó varias relaciones con el
estado colombiano: Opción Colombia y la Red de Solidaridad Social
y las entidades territoriales con las que tuve contacto. Sólo tengo
los recuerdos de mi experiencia como fuente y lo que he hecho es explorarlos,
detallarlos y revisarlos para buscarles sus posibles riquezas. Busco exponerlos
desde mi visión, la única que tengo a mano y que responde
sin reparos cuando la consulto. Si el contacto entre el Guainía,
la universidad, los estudiantes y todos los posibles lectores de este texto
se vuelven más estrechas, podré decir que hice algo. Despertar
la curiosidad acerca de esa zona del país es un paso chiquitico,
pero también es abrir una puerta que desde que la conozco ha estado
cerrada. He visto frutas japonesas en Superley de Unicentro, mientras toda
la riqueza de las selvas amazónicas que tenemos al pie se desconocen
por completo. Todas las revistas muestran los avances tecnológicos
que se dan en los países industrializados, pero las técnicas
agrícolas, de caza y pesca de los indígenas sólo parecen
conocerlas ellos y uno que otro experto. En Cali he oído colombianos
orgullosos de ser descendientes de europeos y africanos, pero con respecto
a los nativos sólo he visto admiración por su oro.
Nuestra concepción de cultura y de estado ha sido siempre limitada
y, aunque en el discurso se manifiesta como muy abierta, en las prácticas
más pequeñas y numerosas es excluyente. De la misma manera
se comporta nuestra concepción de democracia en la academia, enarbolada
como respetuosa con las minorías, pero en realidad inmersa en las
mismas prácticas del resto del país. Nuestra cercanía
con la investigación y el análisis no han sido suficientes
para abrirnos los ojos. Muchos llamados al orden se convierten en una justificación
para la injusticia, como cuando la academia se alinea con los intereses
de nuestra jerarquía política o industrial y deja de lado
el contacto cercano con los sectores sociales más débiles.
Estos tienen en Colombia una relación casi que inexistente con la
universidad, si no en toda América Latina2.
Son objeto de estudio y análisis, pero rara vez sujeto actuante
y partícipe de las políticas que la dirigen. Ni siquiera
puedo afirmar con propiedad que tienen relación con n los pequeños
planes de estudio. Es mayor nuestro interés por Internet y Microsoft
que por la forma como se produce la papa que nos comemos todos los días
en la sopa. No hablemos pues de la madera o los materiales que sostienen
los platos, los computadores, los colchones sobre los que llevamos a cabo
nuestra vida cotidiana. Un pequeño acercamiento a las áreas
rurales y sus pobladores es necesario, indispensable, justo y todo lo que
ustedes quieran, pero, antes que nada, es una pequeñísima
respuesta a las necesidades de afecto y comprensión que allá
se viven. Puedo incluso poner los problemas económicos en un segundo
plano, porque lo que más duele es que el interés por resolverlos
sea tan desmesuradamente pequeño.
Esta es una descripción de lo que me ocurrió en el lapso
que va desde febrero 11 de 1995 hasta julio 15 del mismo año. Esas
son las fechas que recuerdo. Todo este trabajo lo he elaborado a punta
de memoria. Las fotos, las conversaciones con amigos que también
estuvieron en Opción Colombia, me dicen mucho del país como
conjunto, pero poco sobre el Guainía en especial. Traje periódicos
locales y me regalaron textos, pero sólo hablan de temas muy específicos,
son muy cortos o muy coyunturales. Es muy poco comparado con lo que aprendí
y viví allá. Los medios de comunicación, las estadísticas
y casi que cualquier dato confiable sobre ese departamento son algo muy
difícil de conseguir. Hasta el IGAC3,
en los mapas del departamento, pide que le ayuden a recolectar información.
Cuando viajé, mi objetivo era encontrar un profesional que estuviera
dispuesto a ser mi director de tesis, además de cumplir con el trabajo
asignado. Pero pasó el tiempo, los profesionales son escasos y muchas
las inquietudes y las responsabilidades.
Opción Colombia me dio la oportunidad de viajar a Inírida,
para trabajar con la Red de Solidaridad Social; no como un funcionario
estatal, si no como un estudiante en el transcurso de una práctica
interdisciplinaria. Durante el semestre de la experiencia, envié
de forma mensual un informe para la Red y, si mal no estoy, dos para Opción.
En ellos hablaba sobre las actividades relacionadas con esa institución,
siguiendo una metodología que se nos enviaba desde Bogotá.
Eso me ayudó a la hora de recordar, no tanto porque los tuviera
conmigo, sino porque tenía la costumbre de recordar y reconstruir.
Pero varios informes se perdieron en marañas de papel en Bogotá
y sólo quedaron tres, y esos los recuperé gracias a los estudiantes
de la COC4, pero casi al final
del proceso de escritura de este texto. De todas maneras, la experiencia
fue algo inolvidable, llena de cosas que llevaré por siempre conmigo.
Opción me exigía hacer una retroalimentación a la
universidad5 y el texto que
elaboré como respuesta fue el que le presenté al profesor
Julián González como mi proyecto de tesis. El estuvo de acuerdo
en que era digno de ser profundizado y hasta publicado. Me recomendó
que lo ampliara lo más que pudiera, basándome en mis recuerdos.
Lo que siguió fue exprimir y exprimir mi cerebro en busca de todos
los rastros del Guainía que hubieran quedado. Gracias a Dios, eran
muchos; después de todo, seis meses no pasan en vano. Se los presenté
a Julián y él volvió a pedirme una ampliación,
pero esta vez agrupando la información por subtemas. Yo me encontré
con que los recuerdos son como un camino arbóreo: si tomas por un
camino te encuentras con que este se subdivide en varios y estos a su vez.
Podía seguir infinitamente hablando del Guainía, discutiendo
mis propios recuerdos, analizándolos hasta la minucia más
pequeña. Me costaba cada vez más trabajo diferenciar mi vida
personal de aquello que pudiera interesar a un posible lector, fuera académico
o no. Hice una lista de temas posibles, que me faltaban por tratar y de
ahí tomé los más interesantes, los que escondían
más cosas que decir. Pero el cansancio en busca de recuerdos me
llevaba a desvariar. Es muy difícil adentrarse en la propia mente
y no decir únicamente lo que uno quiere decir. Intenté un
texto en el que decía únicamente lo que quería decir
y lo titulé Somnolencias. Casi no tenía sentido, era
muy arduo de leer y se basaba en miles de cosas que el lector no
conocía. Así que Julián me aconsejó traducir
ese primer gran texto (como 40 páginas) al lenguaje del lector que
nunca hubiera conocido el Guainía, echar tijera a todo lo que estuviera
reiterado o fuera innecesario, ampliar lo que estuviera mal explicado y
corregir lo mal redactado.
Así que, párrafo a párrafo, busqué esas
características en el texto, lo volteé al derecho y al revés,
pero conservando la intención original de mostrar el departamento
desde mi visión. Esta última era la única que tenía
para contrastar de una manera tan minuciosa, y de hecho la única
que podía mostrar en el texto.
Las dos siguientes reescrituras fueron alimentadas con textos de José
Luis Romero y conferencias de Jesús Martín Barbero. Conseguí
las canciones, cada una con un significado anclado en el texto, a mi parecer,
imprescindibles. La primera, una memoria profunda, el éxito más
grande antes de venirme. La última sólo pude oírla
en Navidad, cuando le regalaron un disco compacto a mi sobrino y entendí
el significado de la letra. Es casi el mismo que el de la tesis, pero más
folklórico y más alegre. Al leerlas se darán cuenta.
La última versión surgió de la recomendación
de Julián de llevar el texto a un nivel óptimo. No hay duda
de que no lo logre. Me falta mucho para eso; pero el camino recorrido entre
la versión anterior y lo que resultó, fue un trecho bastante
largo. Hablando en términos de calidad, claro está. Además,
una desgracia ocurrió en el camino. El texto que inició el
proceso, que quería incluir en el apéndice, a modo de testimonio,
fue devorado por un computador. Por más que traté no pude
recuperarlo, miles de veces me he arrepentido por no haberle hecho copia
de seguridad. En el transcurso de este trabajo he aprendido todas y cada
una de las razones por las que un computador puede destruir un disket.
Pero me late que todavía me faltan unos cientos por aprender.
He vuelto a organizarlo, he quitado varios párrafos en los que
primaba la especulación y la opinión; lo he resumido y vuelto
a ordenar. Pero sé que si me meto con el texto una vez más
le encontraré defectos, querré organizar algo y pensaré
que muchas de sus secciones no tienen sentido. Pero en algún lugar
tengo que detenerme. Me demoraría más de cinco años
en encontrar la pieza que yo pudiera llamar "casi perfecta", o por lo menos
decir "¡ésta es!".
En todo este proceso transcurrieron casi dos años: De noviembre de 1995 a agosto de 1997. Tiempo en el que volteé mis ojos al revés, me condené al subempleo y tuve que luchar por un espacio en computadores que no eran míos. Pero vale la pena comenzar. Estrechar lazos y sentirme más cercano, así sea sólo desde acá. Tener a todos los que conocí siempre presentes y buscar en mi mente una respuesta adecuada a los problemas que sentí de cerca. Recordar su pluralidad de orígenes y dar gracias a 6 porque sea posible. Inírida es la demostración de que podemos vivir con los indígenas, los venezolanos y los brasileños, mezclados con todo lo que somos los mestizos. Las intolerancias más terribles (y armadas) son vencidas por gentes sencillas, con su humildad. He visto la riqueza natural siempre al lado de la generosidad de corazón, tantas veces, que ya no creo que sea coincidencia. En cambio el orgullo, la reproducción de la sospecha y sobre todo la prepotencia, son tierra fértil para el dolor y la muerte. ¿Será posible que lo reconozcamos de una buena vez? No se trata de querer dominarnos mutuamente, sino de compartir y entregar sin esperar nada a cambio, de corazón. Porque todo aquel que da algo con interés pone las cosas por encima de las personas, da pie a la hipocresía y la sospecha. Si yo escondo mi interés, por muy buen actor que sea, el otro en algo se la pilla. Si opto por el descaro, mis palabras se vuelven agresión. ¿No es mejor acaso ser sincero y pensar en los demás? Mi religión es el fundamento de mi actuar, hasta en mi improvisación. Cuando he dejado de seguirla es cuando me he equivocado (me pasa a cada rato). Ella es la motivación social de esta tesis, de mi práctica, de mi anhelo de ver a los grupos minoritarios bien tratados. Las tiranías de la edad media nos hicieron mucho daño, nos torcieron el espíritu y hoy tenemos que reconstruirlo. Hay mucho charlatán en el camino, que no busca sino engordar su cuenta de ahorros. Pero ¿qué hay de los que son sinceros, que ayudan aunque los manipulen? La sociedad colombiana necesita la paz y el Guainía la tiene. ¡Acérquense! ¡Vayan y aprendan, que es su vida la que vale la pena! la que se pone en riesgo cuando triunfa el que busca la guerra... Es mucha pretensión para un texto tan pequeño, pero no para un pueblo, cuando sabe lo que quiere. Pero eso es lo que busca esta tesis. Si lo consigue tendremos otra razón para dar gracias y seguir adelante, para sonreír y vivir, pero esta vez con menos lágrimas.
¿Pon manó, apewe? es una traducción libre de ¿para dónde vas, hermano? a la lengua puinave, la misma que hablan la mayoría de las comunidades de los alrededores de Inírida. Así, desde el principio, respaldo una lengua hermosa, para que el español no la empuje hacia su extinción. De la misma manera, he reducido todos los espacios en blanco y el tamaño de la letra para reducir el consumo de papel. Sería una contradicción hablar de ecología y no hacer algo similar.
Le pido a que se cumpla su voluntad en este texto. El creó los hombres y las aguas y los puso a cada uno en su lugar. Está aquí, en la selva y en todo lugar, aunque son muchos los que Le desconocen por completo. Que este sea un paso hacia ese Ser, a Quien pretendo servir. Que nos acerquemos a su tolerancia y su paz, al descubrimiento de ese lugar desconocido que está en nosotros mismos.
Presione Ý
para regresar a la marca de nota.
1 | La Casa Arana fue una compañía
cauchera peruana que cazó y esclavizó hasta la muerte a miles
de indígenas de las selvas de Caquetá y Putumayo, en las
décadas del 30 y 40. Ý
| |
2 | Desde el mismo nombre. Carlos
Fuentes, en un artículo en el Magazín Dominical de El Espectador,
decía que llamarnos América Latina era una injusticia con
nosotros mismos. Que éramos mucho más que latinos y lo correcto
sería nombrarnos Indo/Afro/Iberoamérica, y reconocer las
otras raíces casi olvidadas y tantas veces subyugadas. Yo le alteré
el orden a esta palabra y la sinteticé en INAIA, un vocablo que
bien podría confundirse con muchos otros que se originaron en estas
tierras. Ý
| |
3 | Instituto Geográfico
Agustín Codazzi Ý
| |
4 | Corporación Opción
Colombia Ý
| |
5 | P.f. ver el apéndice.
Ý
| |
6 | Lo normal sería poner
la palabra "Dios" en este lugar, pero sería como querer meter el
mar en un balde. Porque Dios es una palabra para nombrar algo que no cabe
en una palabra, un concepto para explicar algo que no cabe en un concepto.
Todas las culturas del mundo tienen una visión especial de Quien
es el Máximo Nivel Posible de Bondad, Quien creó todo y va
más allá del mundo físico, aunque también está
en él. Utilizar la mayúscula en los pronombres que Le mencionan
es una forma de respeto, el símbolo intenta superar la precariedad
del lenguaje ante una realidad de ese tamaño. Ý
|