Una
ciudad cubana fundada por canarios:
San
Antonio de los Baños |
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EDICIÓN:
Lilia María Sánchez García
DISEÑO: Julio C. Llópiz Ramos
CORRECCIÓN: Jorge Luís Blanco
ILUSTRACIÓN DE CUBIERTA: Paisaje cubano de Carlos Enrique(c) De
los textos: Los autores, 2002
(c) Sobre la edición: Orlando Chávez Pérez, 2002
Editorial Unicornio, 2002ISBN 959-218-070-9
Centro Provincial del Libro y la Literatura de La Habana
EDITORIAL UNICORNIO
Ave 41 No. 6204, e/ 62 y 64
San Antonio de los Baños
La Habana, CUBA. CP 32500
E-mail:
habgraf@cubarte.cult.cu
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Libros
Ángel
de la décima
Presentación
Conocí a Angelito Valiente en
una "canturía" celebrada en la playita del río Ariguanabo de San
Antonio de los Baños en 1955. Su contrincante en aquella ocasión
fue Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí. Se enfrentaron en una
controversia inolvidable.
Cuando iniciaron su duelo de melodías, la tarde se llenó de
metáforas, símiles e imágenes rutilantes y destellos sonoros.
También de cubana rebeldía y patriotismo erguido, al cantar
ambos expresando el sentir de todo el pueblo que repudiaba la
sangrienta dictadura batistiana.
Sus palabras al
viento retornaban y se hacían voz rebelde en sus gargantas. Más
que dos poetas, parecían dos gladiadores llenos de poesía, que
con fintas líricas herían el negro corazón de la tiranía. Nadie
pudo amordazarlos, a pesar de que los guardias rurales
irrumpieron en el local y amenazaron con detenerlos.
Cuando terminaron,
dejaron en el auditorio -entre el que me encontraba- una emoción
real, palpable, iridiscente. Y la raigal convicción de que la
poesía también podía ser -como lo es- un arma de combate.
Desde entonces, ambos maestros de la décima quedaron grabados en
mi corazón para hacerse ejemplos poéticos y también ejemplos de
conducta vertical e insobornable.
Si Naborí es en la espinela el bardo lírico y tronante; el dulce
guardián vigilante, el cantor rítmico y veraz que posee estilo y
voz propias, Angelito es el Ángel de la décima.
Y lo es, porque amoroso y altivo, su verbo asaeteaba el lenguaje
en comunión de imágenes; en la exacta utilización del adjetivo;
en la rima original y la precisión de sus metáforas candentes,
con las cuales aprisionaba la belleza.
Su verso fue eso: belleza, pero belleza combativa, feroz, que
jugaba con las palabras en un maridaje espontáneo, haciéndolas
suyas con cadencia y ternura. Como un novio enamorado. Ángel sin
alas ni cielo conocido, pero con amor de hombre. Ángel avanzando
en el decir de su expresión poética: la décima, que hoy está
tomando el lugar que le corresponde -por cubana y auténtica- en
esta tierra que ese Ángel tanto amó. Y este valiente Ángel de la
décima nos legó una estela de amistad que sembró a su paso por
la vida. Una estela de admiración y de cariño que pocos hombres
pueden lograr. Esos amigos -entre los cuales tengo el privilegio
de encontrarme- le rinden en este opúsculo, tributo de
entrañable cariño y de recuerdo imperecedero.
Aparecen en este libro un grupo de sus excelentes espinelas y
también la ofrenda lírica de aquellos que lo conocieron,
trataron y admiraron su humana raíz de hombre de su tiempo y de
todos los tiempos, y en su verso de hondo calado popular y
elegante.
Queremos agradecer a Orlando Chávez por habernos dado la
oportunidad de tener -en letra viva y apretado haz-, un manojo
de sus espinelas que es igual a decir un pedazo del tierno
corazón y la mente esclarecida de Ángel Valiente.
Ana Núñez Machín
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