La Página de Orestes 

 

Máximo Gómez junto a José Martí

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Encuentro Gómez-Martí
abril de 1895

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Encuentro Gómez-Martí-Maceo, en La Mejorana
(mayo de 1895)

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Residencia de Máximo Gómez en "La Quinta de los Molinos"


El Arte de la Comunicación

Guantánamo: las claves están en el pasado (VI)

        Tal y como tenía previsto el plan norteamericano de “divide y vencerás”, la presencia de Máximo Gómez –y su tajante posición frente al empréstito que gestionaba la Asamblea del Cerro- profundizó las tensiones y los enfrentamientos entre ambas partes. Algunos miembros de la Asamblea visitaron al General, en su residencia de la Quinta de los Molinos, tratando de convencerlo para que cambiara su actitud, pero sus esfuerzos fueron inútiles; ante la negativa del Jefe del ELC, la Asamblea procedió a su destitución.

   El 12 de marzo de 1899 Gómez publicó un manifiesto en el que señalaba: “Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho por haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Y en donde quiera que el destino me imponga plantar mi tienda, allí pueden los cubanos contar con un amigo”..... Al mismo tiempo que la Asamblea del Cerro decidía la destitución de Gómez, perdía el apoyo de la mayoría del pueblo cubano y sentenciaba por ello, su propio final, lo que indefectiblemente sucedería el 4 de abril de 1899.

   La estrategia yanqui triunfaba; a finales del mes de mayo de aquel año se procedió al licenciamiento del ELC y a la distribución de los tres millones de pesos que tan “generosamente” había “donado” el gobierno de los Estados Unidos. Un tiempo antes, habían procedido a desarmar a los antiguos defensores del gobierno colonial, debido a la desconfianza norteamericana hacia aquellos y al temor de que en un momento determinado pudiera existir alguna reacción a sus actividades en la Isla; con ello demostraban los yanquis sus verdaderas intenciones de dominio absoluto de Cuba y de desprecio a todos sus habitantes.

   Despejado el camino, los yanquis continuaron ejecutando su estrategia para lograr la anexión de Cuba. Sin embargo, a pesar de las diferencias de criterios entre la Asamblea del Cerro y el General en Jefe del ELC, en cuanto a la forma de licenciar al Ejército, ambos mantenían igual criterio sobre la defensa de la independencia del país y se oponían por consiguiente a la prolongación de la ocupación norteamericana. Por otra parte, no cesaban las manifestaciones de los cubanos por alcanzar la ansiada independencia y cada vez que algún político gringo se refería velada o directamente a la posible anexión de Cuba a la Unión Americana, recibía una contundente respuesta por parte de los cubanos; los yanquis llegaron entonces a la conclusión –muy a su pesar- de que la anexión de Cuba solo la podían lograr por la fuerza. 

   No obstante, eran varios los factores que jugaban en contra de la utilización de la violencia para lograr la anexión: el arraigo del sentimiento independentista en un pueblo con una demostrada trayectoria de lucha guerrera, que no aceptaría fácilmente la sumisión;  la violación que ello constituiría del compromiso adoptado por el Congreso Norteamericano en la Resolución Conjunta; su estrategia geopolítica, que en aquellos momentos apuntaba a la construcción de un canal interoceánico, arrebatándole a Colombia el territorio de Panamá; en política interna, las aspiraciones reeleccionistas del presidente McKinley, a las que les vendrían muy mal el empleo de la fuerza militar; así como la actitud hostil a la posible anexión, por parte de los productores azucareros asentados en el sur de los Estados Unidos, que veían como una amenaza la posible futura concurrencia de ese producto en los mercados yanquis. Visto lo visto, decidieron entonces continuar su política de doble discurso y mientras hablaban de mantener sus compromisos expuestos en la Resolución Conjunta, en cuanto a la Independencia  del país, buscaban la forma de que en realidad esta fuera lo más limitada posible.

   Un dato más a tomar en consideración: en el mes de junio de 1900 el gobierno de ocupación convocó a efectuar unas elecciones municipales; sus resultados no fueron nada halagüeños para los yanquis: a pesar de los métodos que pusieron en práctica para que salieran “sus” candidatos, la inmensa mayoría de los que fueron elegidos representaban el espíritu independentista de su pueblo.

Orestes Martí
Las Palmas de Gran Canaria