La región tiene una escasez de profesionales endémica. Sólo hay comerciantes, mineros, guerrilleros, campesinos y funcionarios públicos. Los jóvenes bachilleres que salen del único colegio en su mayoría son contratados por el estado como profesores para otras poblaciones. Algunos llegan a conseguir trabajo recién salidos de primaria, porque no hay quién enseñe a los más pequeños. La "contratada" (es decir, la Iglesia) controla una tercera parte de la educación del departamento, y a punta de internados. La dispersión de la población y la escasez de recursos hacen imposible otra modalidad. Casi que se arranca a los jóvenes de su medio sólo para darles una enseñanza de muy baja calidad. Si van a la universidad, en Villavicencio o Bogotá, es para acabar de transplantarse.