Animales en vías de...A mi oído llegaron opiniones inusuales, como la de un funcionario de la gobernación, que creía que era mejor legalizar el contrabando de animales. El veía que los traficantes metían micos, pájaros, culebras y otras especies en medio de toneles, matas o lo que se les ocurriera. Como tenían que sacarlos en vuelo, no los alimentaban en el avión, por miedo a ser descubiertos. Como consecuencia, sus "cargamentos" llegaban casi todos muertos por el estrés, el calor y la falta de oxígeno. A los que mejor les iba los sacaban por tierra, pero no más en el trayecto hacia Bogotá se morían por el hacinamiento, el susto o la pura tristeza.
Los afiches del INPA10 se quedan como adornos. Muestran las tallas legales para unas 21 especies, entre máximas y mínimas, pero la gente pesca lo que puede y no sabe leer. Si la policía se complica, los pescadores dan una vuelta y entran por detrás del pueblo. Se lo recorren a pie, con carretillas llenas de sus ejemplares; y gritan a todo pulmón el nombre de las especies que llevan: «¡Mojarra, mojarra!» «"¡cachirre, cachirre!» Siempre había quien les comprara, y si no, pues cobraban más barato.
Pero los pescadores no hacían tanto daño como la minería o la tala. Eran los primeros en ver las consecuencias y se asustaban al ver las escaseces y las disminuciones de tamaño. Algunos le echaban la culpa al barbasco11 de los indígenas, otros al ejército y a la policía, que se las montaban a ellos con el contrabando y se hacían los locos con los brasileños.
Hubo un rumor de que "los muchachos" (la guerrilla) habían prohibido la tala y la pesca en el Guaviare guainieño. Su repentina conciencia ecológica iba a dejar a muchos con las manos desocupadas. Algunos concejales de Inírida estaban contentos ante la posibilidad de que el pueblo creciera.
NOTASHaga clic en para regresar a la marca de nota.