Para nosotros fue un obstáculo llegar a un departamento donde no había delegación PNR. Las personas encargadas de los programas de la red en planeación departamental sabían muy poco al respecto y esperaban mucho de nosotros. Como fuimos capacitados en Bogotá a velocidades fantásticas, la ventaja que les llevábamos era bien pequeña. Encima teníamos que pedir todo prestado: Computadores, papel, máquinas de escribir, teléfono, etc. Menos mal que en el departamento fueron muy amables y no se quejaron de las incomodidades que les causamos.
Casi todas las decisiones teníamos que consultarlas con el nivel central; las comunicaciones telefónicas son difíciles y las congestiones son pan de cada día por la precariedad del equipo de Telecom local. Tuvimos la suerte de encontrarnos en el aeropuerto personas que conocían la región, de no ser así, hubiéramos llegado sin siquiera saber donde quedaba la gobernación. De todos modos, el departamento nos colaboró con 2 meses de arrendamiento y alimentación.
Otro obstáculo fue la escasa posibilidad de visitar las comunidades indígenas directamente, por la distancia y el consumo descomunal de gasolina que significan los motores fuera de borda. Sólo pude estar con las comunidades en tres ocasiones, de dos días cada una. En el departamento la centralización es muy difícil de evitar, pues hay comunidades a una distancia de 15 días por río y las que están conectadas por aire sólo tienen vuelo cada 15 días, como son las poblaciones de Barrancominas y San Felipe.
En cuanto a los niveles centrales, las regionales de los institutos "descentralizados" están todas en Bogotá o en Villavicencio, lo que complica mucho las vainas. Muchas veces los funcionarios no estaban, después de 40 minutos de insistencia (cuando menos), o no querían responder porque "estaban muy ocupados", lo que tampoco sería de extrañar, pues las regionales atienden toda la orinoquia o la orinoquia y la amazonia juntas.