Los mineros hablaban muy bien de su actividad, pero no todos compartían su opinión. El río Inírida era el lugar preferido para escarbar en su lecho con las dragas, pero el alcalde de Inírida decidió vetar el lugar. Las comunidades indígenas ribereñas estaban molestas con sus borracheras, sus armas, sus riñas y las prostitutas que venían detrás de ellos.
Como cosa rara, las prostitutas no son el grupo profesional más aceptado socialmente; por lo menos de frente. Las mujeres "de la vida" tienen su sede principal en el bar "Firulais", a tres cuadras de la Gobernación, como es normal en cualquier pueblo del país. Pero sus sucursales en el área rural no lo son. Cerca a la mina se pueden ver carpas hechas con plásticos y palos, donde las señoras guindan sus hamacas y se guarecen del sol y la lluvia. Cobran según su experiencia, belleza y popularidad, siempre en oro, en gramos o en rayas (0.8 de gramo)9. El oro de los buzos es tan atrayente que siempre hay mujeres dispuestas a perseguirlos.
La mayoría de las comunidades nativas son evangélicas, muy estrictas con respecto a la sexualidad ilícita y el consumo de alcohol. Además, la minería contamina sus fuentes de agua y genera dispersión entre los jóvenes. Como me dijo uno de ellos: «trabajar la tierra es muy cansón. La suda uno mucho y no gana nada. En cambio en la mina se gana más del triple y en menos tiempo». La novedad y la posibilidad de ingresar en la sociedad nacional en condiciones de superioridad económica, son para ellas fortísimos alicientes.
También entre los colonos la contaminación con mercurio comienza a ser una preocupación. Las poblaciones en el Guaviare y el Inírida ya se daban cuenta y no les gustaba. Comienzan a aparecer enfermedades en la piel, inflamaciones en los pliegues del cuerpo y escasean o disminuyen de tamaño algunas especies de peces. El origen de tales cosas no es ningún misterio. El buzo utiliza el azogue para purificar el oro y, cuando no derrama el líquido resultante en el río, lo quema. A fin de cuentas, el químico va a dar a las fuentes de agua que se usan para cocinar y beber. A los comerciantes, encantados con el consumo de cerveza y lo mucho que les compran los mineros, no les gustaba la idea de dejar de verlos.
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