Padrenuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  Venga a nosotros tu reino.  Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.  Dadnos hoy nuestro pan de cada día.  Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.  No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, Amén.  Dios te salve María, llena eres de gracia.  El Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre, Jesús.  Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
ATRAS  |  PORTADA  |  INDICE  |  CONTINUAR

 

Gotas de lluvia

El último día me despedí del arquitecto argentino de obras públicas y su esposa bogotana, de planeación.  También me despedí de la gente de la casa donde alquilaba el cuarto.  Partí con el mañoco, unas flores de Inírida mal cosechadas y las maletas de mi ropa, que ya se me desbarataban.  Me despedí de Cecilia, que había decidido quedarse.  Me pidió que le perdonara lo malo y yo le respondí que me perdonara por dejarla sola con tanto trabajo.  Yo la perdoné, ella no.  A sus ojos mi falta era muy grave.

En el camino al aeropuerto nos encontramos con el diputado por Barrancominas, en su carrito café oscuro.  Le pedí que me llevara al aeropuerto pero me dijo que no.  Todos los funcionarios de las entidades del estado iban a reunirse con el gobernador y él no podía faltar.  Cecilia se fue con él y yo seguí mi camino.   Cargué con todo hasta la calle en medio de las casas fiscales de salud y el hospital.  Ahí la bolsa donde llevaba el mañoco se rompió y casi me hernio cargando tres maletas desbaratadas con sólo dos manos.  Como pude, llegué a la vía al aeropuerto y me senté a esperar el microbús.

Era una ironía.  Justo cuando decidía irme, empezaban las fiestas del Matro en las comunidades y el gobernador llegaba a hacer una reunión urgente con todos los empleados públicos.  ¿Qué era lo que iba a pasar en Inírida? Sólo una cosa sabía y era que, fuera lo que fuera, yo iba a perdérmelo.  Pasó el microbús y me llevó en medio de miradas desconfiadas.  Debí parecer un loco, con todas esas maletas desbaratándose en mis manos.  En el aeropuerto me bajé como pude y me encontré con Lizarazu, un empleado de la UDECO.  Me advirtió que los tiquetes enviados desde Bogotá ya habían dejado mal parado a más de uno.  "No se ilusione mucho con viajar" me dijo.

De todos modos, hice cola en ventanilla y, para mi alegría, el mío sí había llegado.  A mis espaldas una señora me ofreció un ramo de 15 Iníridas, ordenado y recién cosechado.  Las que yo llevaba estaban chamuscadas, medio rotas y en una chuspa.  El precio era favorable, pero yo estaba encañengado con tanto paquete.   Caminé y caminé mientras llegaba el avión; lo pensé mejor y le compré las flores.  Después, en Bogotá, vería las duras y las maduras para cargar cuatro cosas con sólo dos manos.  Pero al llegar a casa concluiría que el esfuerzo valió la pena.

Ahí, en el aeropuerto se juntaban un mundo de conocidos, unos viajaban, otros venían a recibir.  Justo cuando yo salía para el avión llegaba el costeño, Manuel Consuegra.  Hacía poco lo habían ascendido a jefe de planeación.  Le dieron la noticia de la reunión y él la tomó como una mala.  «Hermano, eso me huele a más trabajo» exclamó.  Lizarazu lo llevó rapidito a Inírida, pues el gobernador lo necesitaba urgente.

Vi como se cargaban mis maletas entre muchas, con preocupación.  Irían en el compartimiento de carga y sólo  sabía si llegarían usables a su destino.  Hice la cola para subir al jetcito de Satena, en medio del asfalto de la pista, como todos.  Eché una última mirada al sol y las nubes en el cielo y subí.

Llevaba cierta tristeza en el corazón.  A los primeros habitantes de Los Libertadores que les conté que me iba, la idea no les gustó.  A Josefina tampoco.   Para ellos no era sino otra manifestación del incumplimiento de la red con sus compromisos.  Después tomarían las cosas con resignación.

A la gente de Inírida no le gusta que la gente se vaya.  Le preguntan a uno «¿por qué se va? ¿qué fue lo que no le gustó?».  Otros dicen «todos dicen que se van, pero a la final regresan y se quedan».  Todos coinciden en que es una tierra muy amañadora.  Algunos me pidieron que me quedara, que yo era buena gente, que no tenían queja de mí.  Yo les dije que regresaría cuando fuera un profesional y tuviera el dinero suficiente para hacerlo, que sabía que iba a volver, pero no cuando.  Manuel, el costeño de planeación, me pidió que me quedara y me encargara de la oficina del SISBEN, contratado, como uno de los de planeación.  Yo me negué.  Insistí en que volvería, pero como un profesional.  El delegado de la red también me pidió que me quedara, pero después aceptó lo mío como una decisión personal.  La mañana de ese día había transmitido el programa de promoción de la red, donde se hablaba en tucano, en puinave y curripaco.  En ese mismo programa había emitido el último éxito del grupo Niche, porque era el que la gente más pedía.  No tenía nada que ver conmigo, pero en el avión, dentro de mí sentía como si todo el Guainía me lo dedicara.


Gotas de lluvia, no es el rocío
lágrimas que vienen del corazón
Gotas de lluvia, no es el rocío
lágrimas que brotan porque ya no hay amor

Pudiste haberme dicho que no
que no sentías nada de mí
que lo nuestro nunca fue algo especial
la vida cambia y todo final

Una aventura fui para tí
y fácilmente entre tus redes caí
un trago amargo que de tí recibí
ahora no sé no sé que será de mí

Gotas de lluvia...

Quisiera saber, saber por qué se escapó
de mis brazos toda la felicidad
a toda máquina corriendo voló
no dejó huella, se desapareció

no le importó que yo sintiera temor
de verme así llorando de amor
y por su mente pienso que no pasó
que por su culpa yo sintiera dolor

Gotas de lluvia...

Verano azul que me calentó
otoño gris que con el frío llegó

Poco a poco
me fui quedando sin respiración
sin una explicación

Mucho te quise tal vez
el mundo me quedó al revés
ya no quiero vivir
sin tí para que existir

verano azul que me calentó
otoño gris que con el frío llegó

Dame el valor
que yo quiero saber la forma
de olvidar tu amor

Gotas, gotas, gotas
no fue el rocío
fue desilusión

 

Música

 

ATRAS  |  TITULO  |  PORTADA  |  INDICE  |  CONTINUAR
Padrenuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  Venga a nosotros tu reino.  Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.  Dadnos hoy nuestro pan de cada día.  Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.  No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, Amén.  Dios te salve María, llena eres de gracia.  El Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre, Jesús.  Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.