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SAN ROQUE

CONTENIDO:

- Patrón de El Coronil
-
Panecillos de San Roque
-
Historia del Santo


         San Roque es el patrón de El Coronil desde el siglo XVII. Por aquellas fechas, las imágenes de éste y de San Sebastián que hoy se encuentran en el Altar Mayor de la Iglesia, estaban en una capilla propia por las inmediaciones del actual Callejón del Santo (de ahí su nombre).

         Los dos mártires alcanzaron una gran devoción entre los coronileños, entre otras causas, por rogativas para las numerosas epidemias que se sucedían y que asolaban ciudades cercanas como Morón o Utrera, careciendo muchas de éstas, sorprendentemente, de efectos en El Coronil.

        Así, San Roque fue nombrado patrón de El Coronil en la sesión del Cabildo celebrada el 5 de Abril de 1649, junto con San Sebastián, siendo declarada su festividad como día no laborable en el pueblo, aunque fue una decisión sólo municipal y sin la confirmación del poder eclesiástico. Posteriormente, y tras la presión ejercida por pueblo ya que la Iglesia tenía la intención de establecer a San José, se llega a un acuerdo aceptando a San Roque como patrón de El Coronil tanto por parte del Concejo Municipal como de la Iglesia.


PANECILLOS DE SAN ROQUE

       Como hemos dicho, El Coronil salió inmune de numerosas epidemias que del siglo XV al XIX fueron causando estragos en el sur de la península.

       A primeros del siglo XVI el pueblo se vio afectado por la peste a pesar de haberse nombrado guardas en las entradas de la villa para controlar las entradas y salidas, por lo que se establece en abril de 1601 un Hospital en la Capilla de la Vera Cruz por encontrarse ésta en aquellas fechas a las afueras del pueblo. La epidemia cesó en El Coronil el 20 de Junio del mismo año y consta que las autoridades salieron por las calles acompañado a la procesión de San Roque en señal de agradecimiento.

       A lo largo del tiempo siguieron apareciendo focos de peste en distintas ciudades pero ya no volvieron a afectar a El Coronil ya que el Concejo Municipal adoptó fuertes medidas de prevención, y los contemporáneos hablaban también de la milagrosidad de los "Panecitos de San Roque". Se cuenta que se consumían entre los vecinos de El Coronil y algunos apestados de pueblos de los alrededores, especialmente Morón y Utrera, que debido a su fuerte demanda, habían días en los que llegaba a amasarse media fanega. Queda constancia de que llagaron noticias directas individuales al pueblo de contagiados al borde de la muerte que con sólo degustarlos empezaban a sentirse mejor y llegaban a recuperarse completamente.

        Estos panecillos estaban hechos a base de huevo, azúcar, harina, clavo y canela, y se les imprimía un sello en el que aparecía la figura del patrón de El Coronil.


HISTORIA DE SAN ROQUE

San Roque fue un hombre natural de la región francesa de Langüedoc, pues había nacido en la ciudad de Montpellier en 1284 y pertenecía a una noble y rica familia, ya que su padre fue e gobernador de esta ciudad, administrándola en nombre de los Reyes de la Corona de Aragón a la que por entonces pertenecían dichas tierras. Según se cuenta en los relatos sobre este Santo, él fue hijo único de esta acaudalada y fervorosa familia, mostrando desde su mismo nacimiento una mancha rojiza en forma de cruz sobre su vientre, lo cual se interpretó como que éste había sido el fruto de las numerosas oraciones de sus padres para tener un hijo a su avanzada edad.

Al morir sus padres, tenía 20 años y como legítimo y único heredero obtuvo todos los bienes de su familia que los distribuyó entre los pobres, mientras que las tierras al no tener todavía edad suficiente para disponer de ellas, las confió a la administración de su tío.

Entonces, ése marchó a Roma en secreto vestido de peregrino y mendigando como cualquier pobre y no como a su linaje le correspondía. Una vez llegó a la región italiana de la Toscana observó el dolor que en esta zona estaba produciendo una epidemia de peste. Ésto le movió el corazón a atender a los contagiados (…). Cuando la epidemia abandonó la ciudad, Roque continuó su camino, acudiendo a todas aquellas ciudades que estaban afectadas por la enfermedad, para ofrecer sus servicios, pero pronto esta enfermedad comenzó a desaparecer nada más llegaba a éstas el futuro Santo, por lo que su fama comenzó a extenderse.

(…) Posteriormente Roque fue llevado ante la presencia del Sumo Pontífice, el Papa Benedicto XI, quien lo recibió y le dio su bendición, pidiéndole que orase por todos ya que había demostrado con sus milagros que Dios se había fijado en él. Sin embargo, éste no contestó a la pregunta del Papa de cuál era su patria y su familia, temeroso de que fuese descubierto.

Tres años estuvo en Roma, luego recorrió media Italia, curando y sirviendo a los demás hasta que en la ciudad Italiana de Plasencia, él mismo se contagió. (…) Fue entonces cuando tras andar con dificultad apoyándose sólo en un cayado, llegó a un bosque cercano, donde encontró una choza ruinosa en la que permaneció hasta su curación. Durante el tiempo que permaneció enfermo en la choza obtuvo el alimento necesario para sobrevivir gracias a un perro que le traía comida. Este animal pertenecía a un rico señor llamado Gotardo (...).

Al llegar a Montpellier, su ciudad, estaba tan demacrado por lo sufrido que nadie lo reconoció, sino que al encontrarse el país en la preparación de una guerra, se le tomó por un espía, llevándolo ante la presencia del gobernador de la ciudad que era precisamente su tío, a quien Roque había dejado en este puesto al morir su padre. Tampoco su tío lo reconoció y al no desvelar quién era su familia se le consideró como tal espía, siendo maltratado y encarcelado, pasando cinco años en un estrecho y oscuro calabozo dedicado a la oración y comiendo sólo pan y agua. Fue entonces, cuando tras obtener la revelación de cuál sería el día y hora de su muerte, pidió al carcelero le enviasen a un sacerdote. Éste al entrar en el calabozo quedó perplejo del resplandor que desprendía el Santo en el oscuro calabozo. Le confesó y al salir de la habitación comunicó al gobernador lo que había visto, que fue considerado como una simple alucinación del sacerdote. Sin embargo, pronto se extendió por el pueblo la noticia. El pueblo se agrupó en torno a la cárcel por lo que se dio la orden al carcelero de que se sacase a este hombre del calabozo, pero al llegar a él se encontró con que el Santo acababa de fallecer y junto a él se encontraba una tablilla donde ponía: “Los que tocados de la peste invocasen a mi siervo Roque, se librarán por su intercesión de esta cruel enfermedad”. (…) Había fallecido San Roque en 1319 cuando apenas tenía 34 años (…) celebrándose el 16 de Agosto, fecha de su muerte, su festividad.

El texto en cursiva está extraído literalmente del libro Historia de la Villa de El Coronil, por Antonio Ruiz Pérez; Ed. Parroquia de Ntra. Sra. de Consolación, 1998 (págs. 147, 363 y 364).

 

 

 

 

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