El Carisma en las Congregaciones e Institutos
Cuando la misión no es el principio fundante de nuestra vida y nuestro carisma, entonces tenemos que buscar el tema del momento, la preocupación que está de moda. Interesan cuestiones como la postmodernidad, o la espiritualidad new age, o la globalización y el desarrollo sostenido o el marxismo... Pero no se abordan las cuestiones seriamente en clave de misión, sino mas bien como curiosidad intelectual, sin efectos prácticos, ni repercusiones misioneras. Estas reflexiones ejercen ordinariamente un influjo bastante superficial, dado que después se busca la moda siguiente, el tema de actualidad posterior y los demás quedan atrás, desactivados. Se ven los problemas de la sociedad desde fuera, no desde dentro para transformarnos, como pedía Pablo VI en la Evangeli Nuntiandi (n 14)
La falta de espiritu misionero auténtico hace que las personas se centren en sus instereses privados. Una forma de camuflar el espiritu apostólico y misionero, consiste paradogicamente en centrarse en el trabajo, en "mi trabajo", por lo que existen personas realmente adictas al trabajo. Hay personas que son adictas al trabajo, pero no en la misma medida son adictas a la misión. Es lo que en otra ocasion se denominó la heregia de la accion. Lo que se busca con ello no es servir a los demás que sería lo más propio, sino la auto-realización. Todo esto no tiene que ver nada o casi nada con la realizacion del Reino.
Sin perspectiva de mision el gobierno, la formación, y la misma teología, sociología o psicología, son entendidos de forma muy deficiente.
Todo esto tiene que ver con el carisma. Cada día los religiosos de la Diocesis se levantan para contribuir con sus carismas individuales y comunitarios a la construccion, a la realizacion del Reino. Ese Reino que tiene que ser diariamente la preocupacion, y el absoluto de todo su apostolado. Las demas cosas, así como los estudios, las reuniones, etc tiene que ser entendido como un medio para consecución de la misión.
Incluso el gobierno y la autoridad. Un gobierno dedicado más a lo inmediato que a lo que verdaderamente genera el futuro, mata la sensibilidad profética lentamente. No atiende a las necesidades urgentes de la Iglesia y la Sociedad