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Félix Sautié

 

Algo sobre la ética en el debate revolucionario
00:04h. del Martes, 31 de julio 

Al respecto de algunas de las opiniones que he planteado con toda sinceridad en mis artículos en la República, que han suscitado algunos ataque personales, incluso con el uso de mi nombre en titulares en otros espacios distintos a este diario en el cual publico regularmente, y sin pretender sentar cátedra ni imponerle a nadie principios éticos, abordaré algunos elementos que –a mi juicio- deberían tenerse en muy cuenta en el debate entre revolucionarios sobre el socialismo, su presente y su futuro. Lo creo necesario para el mejor ánimo constructivo a favor de un diálogo fructífero y respetuoso, que desde las izquierdas todos necesitamos al objeto de consensuar un futuro que pertenece a todos y no sólo a los que escribimos y hablamos porque tenemos ciertas posibilidades de oficio y espacio para hacerlo públicamente.

En este orden de pensamiento, creo que lo más importante del debate debería ser buscar lo mejor para el futuro que tenemos por delante sin detenernos en las descalificaciones, las adjetivaciones personales, ni mucho menos las amenazas veladas o recurrir a los antecedentes personales que pueden haber sido o no felices, que al menos yo, no tengo ningún interés en ocultar y los cuales siempre he estado dispuesto a rectificar según trato de hacerlo en la medida de mis posibilidades y circunstancias. Al respecto opino que por lo menos en el medio habanero en donde me desenvuelvo, nadie podría tirar una primera piedra al tejado de vidrio que todos tenemos encima.

Yo pienso que la agresividad en la palabra contra las personas que no comparten nuestros criterios, no es sano ni constructivo. Esto tradicionalmente, ha hecho mucho daño al Socialismo y ha afectado su prestigio entre las masas. El uso de vocablos agresivos no es útil ni siquiera para criticar las peores manifestaciones del comportamiento humano o social. Poca comprensión se logra de alguien, ofendiéndole con desautorizaciones pontificiales y calificativos peyorativos e insultantes.

En este aspecto quisiera citar algo que ha escrito un amigo a quien aprecio y respeto (que nadie se moleste porque que digo que lo aprecio y respeto, al igual que lo dije sobre Heinz Dieterich en La República), en este caso es Pedro C. Campos, con motivo del Primer Encuentro de los Pueblos y Estados por la Liberación de la Patria Grande celebrado en Bolivia el año pasado. Cito textual: “Es evidente que el Imperialismo es el enemigo principal, pero si no somos capaces de hacer avanzar la revolución social en nuestros países, hacer más efectiva la participación de las grandes masas en las decisiones políticas económicas y sociales y en los beneficios concretos de las conquistas, el respaldo popular logrado en las urnas puede irse perdiendo, y revertirse de nuevo la situación continental a favor del neoliberalismo.”. Aunque referido a otro contexto, considero que este párrafo contiene una suma de importantes conceptos que en mi modesta opinión, todos los revolucionarios deberíamos tomar muy en consideración y que debería ser un factor importante para con un verdadero sentido táctico y estratégico, no despedazarnos unos a otros ante la reacción y el imperialismo que pujan a imponer sus intereses hegemónicos sobre los pueblos del mundo.

Por eso resulta desagradable que en vez de ir a los conceptos para analizarlos serenamente, se haga uso de la descalificación y los ataques personales con tergiversaciones y añadiduras a lo que cada cual expresa; en lugar de opinar específicamente sobre los problemas que se plantean. Y si se hacen preguntas como las que hago en algunos de mis artículos en La República, no parece ético ni provechoso evadir el tema y acudir a alusiones personales con la intención de dañar el prestigio de quien las plantea (Ver El Socialismo del Siglo XXI interrogantes y preocupaciones, htpp://www.larepublica.es/slip?article6131). La pregunta no daña ni es indiscreta nunca, sino que interroga y cuando se interroga si se quiere dialogar de verdad se debería responder a las preguntas planteadas con todo respeto como las que hice, y tampoco deberían inferirse presuntas respuestas de las preguntas que se plantean. Si hay dudas en vez de precipitarse con palabras duras e hirientes, lo que habría que hacer es pedir aclaraciones sobre el contenido de la pregunta. En este sentido, modestamente considero, que es en la respuesta donde estaría la cuestión fundamental para que el diálogo continúe de forma fructífera y no en forma de ataques e insinuaciones personales que crean crispación en las personas.

Lo que yo soy y lo que era antes, es lo que es y no es ético que se incursione en mi vida personal que nunca he negado y sobre la que tengo libros con testimonios escritos y publicados, así como otros en proceso editorial, en vez de buscar el encuentro y el diálogo fraternal entre personas de izquierda y partidarias de un mismo futuro, si bien pueden existir diferencias en la forma de lograrlo. La biodiversidad natural y social es algo muy importante. El Socialismo del Siglo XXI está por construirse y debería hacerse por sobre las ruinas de nuestros propios errores para rectificarlos, sin mirar hacia atrás a los efectos de no quedarnos convertidos en estatuas de sal. La crítica a nuestro pasado no es para destruir nuestro presente, sino para perfeccionar lo que estamos haciendo. Quizás sería muy interesante releer bien por parte de todos nosotros, el discurso de Raúl Castro en Camagüey el 26 de julio del 2007. Yo fui tan constructor del Socialismo Real en Cuba como lo pueden haber sido los que me increpan y defiendo al verdadero Socialismo como el que más. Pero pienso que defenderlo es plantear sin miedo y sin ambages los errores que consideramos que hay que rectificar, lo que es un derecho y un deber inalienable, porque en mi opinión son esos errores y esos fracasos los que pueden llevarnos efectivamente a nuestra autodestrucción y eso no es original mío, quien primero lo dijo con fuerza fue Fidel y planteó un problema a debatir que aún internamente por un motivo u otro no se ha logrado realizar. Yo no culpo de nada a los académicos ni soy enemigo de la academia, como teólogo laico y sociólogo, trabajo cuestiones académicas sin prejuicios de ningún tipo. Estoy plenamente de acuerdo, en que es necesario que el resultado de sus investigaciones académicas se publique en la prensa, pero hasta ahora está por ver que se publiquen todas y creo que después de haber trabajado efectivamente dentro de la prensa cubana en donde he tenido algunas responsabilidades concretas, no hablo por hablar. Bienvenido el debate sobre El socialismo del siglo XXI a la prensa cubana, sin insultos, ni descalificaciones, ni amenazas, ni consecuencias. Albricias por ello. Lo digo de todo corazón.

Finalmente quiero decir que no soy seguidor de Heinz Dieterich ni de persona viva alguna, sino de ideas. Soy comunista y cristiano, específicamente católico y al igual que lo hizo Alfonso Comín en la España de su tiempo, trato de hacerlo yo (sin hacer uso del nos mayestático) en la Cuba de hoy, cuando llegando al final de mi peregrinaje terrenal he regresado a la Casa del Padre Creador, como el hijo pródigo de la parábola y que por favor nadie se escandalice por esto que es algo muy íntimo que no niego y que espero que se me respete como yo respeto cualquier creencia de los demás. Según Don Benito Juárez en el respeto al derecho ajeno está la paz, lo cual me he permitido parafrasear para dar por mi parte terminado este asunto y extenderle la mano a quienes me han increpado y a todos los revolucionarios que siempre deberíamos luchar juntos sin despedazarnos unos a otros porque las fuerzas de la reacción y del imperialismo son muy grandes para dividirnos nosotros mismos.