Duros o light, he ahí un dilema

Se me ha endilgado, como si se tratara de un estigma de mi pasado como dirigente político, el calificativo de "trabajador ideológico de la Línea Dura". En cuanto a esa categoría laboral no me tomaré el trabajo de elucidarla; formando parte de ella estoy históricamente muy bien acompañado. La noción de dureza en los dilatados márgenes de la ideología está acuñada como sinónimo de intolerancia y dogmatismo; no está tan claro, sin embargo, en esa dicotomía, con qué debemos asociar a la blandura. ¿Tendrá, al cabo, alguna relación subconsciente con el Ying y el Yang?

Este maniqueísmo que reduce a "duros" y "blandos" a los actores de la trama social, sobre todo en el ámbito de la cultura artística, es un dilema planetario, de profundo significado para una opción de vida, de pensamiento y de acción desde tiempos inmemoriales, y, al mismo tiempo un modo expedito, como regla peyorativo e insultante de clasificar individuos que releva de la demostración al que coloca la etiqueta. En lo que a las disyuntivas históricas concierne, la verdad sea dicha, han sido los "duros" quienes han encarnado los sujetos sociales del cambio, del progreso, de la revolución. En nuestro país, remontándonos momentáneamente al siglo XIX, ¿en qué grupo clasificaríamos a los independentistas y a los autonomistas, respectivamente? Medio siglo después, al producirse el cuartelazo de Fulgencio Batista, ¿cuál era la línea "dura"? ¿La politiquería corrupta o la insurrección armada? Desde luego, los que no se equivocan en estas clasificaciones son los dueños del mundo; así, Fidel Castro y Hugo Chávez, son exponentes de la línea dura contra la globalización neoliberal.

Yo no me considero en modo alguno un "duro" en su acepción intolerante y dogmática, aplicada sobre todo al ejercicio del poder en una revolución, pero, ojo, no me ofendería menos que me clasificaran de "blando". Y en el dilema contemporáneo estoy por el socialismo democrático y, por estarlo, me creo más "duro" ―en el sentido que lo fue el Che ― que los fanáticos estalinistas. Pese a toda la rémora del epíteto prefiero que me lo endilguen los que desde la derecha bendicen a los "blandos" con el crédito de "Light".

En una conferencia que dictó en La Habana Don Pedro Casaldáliga, Obispo emérito de Sao Félix do Araguaia en el Matto Grosso brasileño, exquisito poeta, místico de vida comprometida y uno de los grandes de la Teología de la Liberación, el 12 de febrero de 1999, con el título “Macro ecumenismo, Ecología y Opción por los pobres", expresó textualmente:"…hay una gran tentación incluso en sectores de la teología o de la pastoral de la liberación, la gran tentación épica del éxodo y de pensar en el exilio, y ¡ojo!, tenemos actitudes en medio del neoliberalismo de estar vencidos, cansados de la lucha, cansados de la militancia. Hoy en día todo es light el pensamiento único es también un pensamiento light<…>En este momento sería muy peligroso que nosotros, cristianos y cristianas, aceptáramos el juego: irse al éxodo, como si ya no hubiera más criterios, como si no hubiera hambre, como si no hubiera Dios de verdad." (Evangelio y Revolución, Pedro Casaldáliga, Félix Sautié, Benjamín Forcano. Editorial Nueva Utopía, Madrid, 2000, página 72).

En otras intervenciones y escritos Don Pedro se ha referido con fuerza al mundo "light" que el neoliberalismo nos quiere imponer y a la actitud dura y militante con la que hay que enfrentarlo, porque esto desde el punto de vista teológico fue muy bien definido primero, por Jesús de Nazaret en el Evangelio, en donde además de otras perícopas al respecto, hay una secuencia muy concentrada de planteamientos en línea que recoge Mateo, tales como: "No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profeta, no he venido a abolir sino a dar cumplimiento" (Mt 5,17) "Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos." (Mt. 5,20) "Otro de sus discípulos le dijo:<<Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre>> Dísele Jesús: <<Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos " (Mt. 8,21) "No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz sino espada." (Mt 10,34)

Yo pienso que en estos momentos de inflexión, en los que las tendencias de un relativismo galopante que puja por concebirlo todo con fórmulas que se amplían tanto en sus concepciones y en su modo de actuar, al punto que llegan a aceptarlo todo, a justificarlo todo y a como se dice popularmente en Cuba a no coger lucha por nada, es imprescindible definirse claramente en nuestras posiciones y puntos de vistas, si bien siempre es necesario tener una dosis adecuada de tolerancia y compresión que nos permita ser inclusivos y ver las virtudes y las potencialidades que se encuentran en los otros, de acuerdo con sus posibilidades y circunstancias.

Por eso considero muy importante, tratar de ver que es lo que verdaderamente se esconde detrás de los calificativos de "duros" que algunos se han dedicado a endilgar a los demás de acuerdo con sus concepciones e intencionalidad muy definida, no pocas veces para justificar su evasión de los compromisos y responsabilidades y no buscarse problemas por nada ni por nadie,

Hay una frase latina muy precisa que para los cristianos tiene un sentido muy claro con el compromiso puro y duro, que deberíamos afrontar en la vida de acuerdo con el mensaje del Evangelio, sobre todo en los momentos que requieren definiciones claras e inequívocas sobre la actitudes que debemos adoptar ante las pruebas y problemas que pone la vida por delante de nosotros. Esa expresión es DUC IN ALTUM, que se traduce "boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar" expresión que se inspira en el Evangelio de Lucas 5,4.

Es mi criterio que en estas coyunturas y circunstancias que atravesamos en el mundo de hoy a nivel planetario, sin que Cuba sea una excepción de ellos sino más bien un espacio donde hoy se hacen más necesarias las definiciones de todos, hay que hacerlo claramente sin dejar entornos debilitados y actuar con decisión y firmeza en pos de un futuro mejor posible con amor, paz, equidad distributiva y justicia social. Este es mi criterio y así lo afirmo con toda la responsabilidad que me es posible, haciendo uso del yo teresiano que desdeña al nos mayestático que puede encubrir tantas cosas