A mi abuela Adela
Pérez Candelaria
A mi abuela
Adela Pérez Candelaria Nacida en Islas Canarias
Hija
de Antonia y de Juan
en unión de otras mujeres
siendo niña, Adela Pérez
llegó a este verde caimán.
A
Cuba trajo el afán
del suelo en que había nacido
pasó el tiempo, y en su nido
de amor le sembró un jardín
Benito Alemán Gobín
quien fue su esposo querido.
Mi
abuela fue aquella isleña
que fuerza adquirió en los brazos
a causa de los hachazos
que daba rajando leña.
Era
una mujer trigueña
de alma generosa y pura
cuánto amor, cuánta dulzura
nos vertía a nuestro encuentro
con un cariño por dentro
más grande que su estatura.
Adela
fue una mujer
que con Benito su esposo
llena de dicha y de gozo
seis hijos llegó a tener.
Tabaco
aprendió a coser
y trabajó en la escogida
era firme y decidida
limpia, amistosa, y honrada;
una mujer abnegada
hasta el final de su vida.
Siempre
vivió en un hogar
echa de madera y guano
en un bello y fértil llano
que nunca podré olvidar.
Diariamente al aclarar
sola hacia el patio salía
y al tronco de la Baría
se recostaba feliz
con el cubo de maíz
para echárselo a la cría.
Cuando
alguien necesitaba
hallar una medicina
iba urgente a la cocina
y si la había, la daba.
Al
prójimo lo ayudaba
llena de satisfacción
y ni la cruel decepción
la hizo nunca cambiar
porque ella supo llevar
a Cristo en el corazón.
Nunca
olvidaré aquél día
triste que a su entierro fui
y el último adiós le di
frente a su bóveda fría.
Yo
era niño todavía
hoy la presiento a mi lado
y aunque el tiempo ya ha pasado
jamás me podré olvidar
de quién me supo enseñar
en la vida, ser honrado.