MANIFIESTO
Por la protección de las montañas

Un distinguido grupo de montañeros y alpinistas han firmado un nuevo llamamiento para la defensa efectiva del medio natural. - 25.11.2002


Estamos en Año Internacional de las Montañas, y aprovechando esta declaración de la Asamblea de las Naciones Unidas para 2002, un selecto colectivo de alpinistas, montañeros, geógrafos, especialistas medioambientales, periodistas de montaña, etcétera, suscribe un nuevo Manifiesto por la protección positiva y efectiva de las montañas y el medio natural.

Se trata de sensibilizar a todos de la necesidad de conseguir un modelo de conservación que posibilite el encuentro entre el hombre y la naturaleza, y aleje la explotación económica y financiera de nuestra montañas, a favor los valores espirituales y deportivos que deben prevalecer en ellas. Eso sí, los espacios naturales no impiden una explotación racional y sostenible de sus recursos, con aquellas actividades tradicionales que sean acordes con su conservación.

Nombres importantes de nuestro alpinismo ya han dado su apoyo a este llamamiento, como el Catedrático en Geografía y montañero Eduardo Martínez de Pisón, Juanito Oiarzábal, Juan Vallejo, José Carlos Tamayo, Óscar Cadiach, Cecilia Buil, Pedro Nicolás, Sebastián Álvaro, José Isidro Gordito, Ferran Latorre, Manel de la Matta...Desde aquí, invitamos a todos aquellos que se identifiquen con esta iniciativa, a mostrar también su apoyo firmando este manifiesto, que reproducimos íntegro a continuación:


Manifiesto de Alpinistas Españoles para la Protección de las Montañas

Aprovechando la declaración en el 2002 por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas como Año Internacional de las Montañas, los alpinistas, montañeros y personas vinculadas a la vivencia sensible de los más altos paisajes de España y de la Tierra, abajo firmantes, REIVINDICAMOS LA PROTECCIÓN EFECTIVA DE LOS PAISAJES Y LOS ECOSISTEMAS NATURALES DE LAS MONTAÑAS.

Por tanto, abogamos por un modelo de montaña que sea un espacio regenerador, un territorio de encuentro entre el hombre y la Naturaleza en el que deben primar los valores espirituales y deportivos sobre cualquier tipo de ambición empresarial, mercantilista, económica o financiera. Somos conscientes de que la montaña posee unos valores ambientales, sociales y culturales únicos, constituyendo un almacén de agua potable y un reservorio de flora y fauna salvaje, pero, sobre todo, siendo un símbolo de belleza y de pureza que transforma el sentimiento de los hombres. Defendemos, no obstante, una explotación racional y sostenible de los recursos naturales, promoviendo aquellas actividades tradicionales que sean compatibles con la conservación de un medio frágil y valioso.

El aprovechamiento hidroeléctrico de los torrentes de montaña -que forman el nacimiento de los ríos-, la construcción y ampliación de pistas de esquí, o la implantación de un modelo de turismo masivo, son algunas de las actuaciones humanas que contribuyen a la degradación de los cada vez más escasos espacios vírgenes de la alta montaña, lugares donde reina el silencio, la soledad, el misterio y donde es posible el encuentro del hombre consigo mismo. Cuando contaminamos o destruimos las montañas no sólo acabamos con un rico y valioso patrimonio natural que deberíamos legar a las generaciones venideras para su disfrute, sino que también hipotecamos la posibilidad que nos ofrecen para la observación, la vivencia y la comunicación.


Como alpinistas, amantes de la aventura y del gusto por la soledad de los grandes paisajes de la naturaleza, abogamos por un modelo noble, y no vulgarizado, de alta montaña, ajeno a la mecanización, el sobreequipamiento y la construcción de nuevas infraestructuras humanas que domestican los paisajes, hacen más accesibles las cumbres y endulzan las vivencias que éstas producen (grandes refugios, remontes, pistas de acceso motorizado, etc.). El aislamiento y el peligro son condiciones inherentes a los precipicios, los glaciares y las cumbres elevadas de nuestro país y de la Tierra, y nos permiten un diálogo silencioso de los alpinistas con las montañas.

Propugnamos la defensa de los valores emocionales y sociales de la montaña. La historia, la toponimia, la etnología montañesa,... deben ser conocidas y estudiadas para comprender mejor el mundo que nos rodea. La montaña tiene un gran valor educativo y también científico, como campo de observación y experimentación en un mundo - el de alta montaña - todavía bien conservado.

Las montañas son auténticas catedrales de la Tierra, de aspecto sublime y poderoso, pero al mismo tiempo vulnerables a la acción perturbadora de los hombres. Las montañas son templos de encuentro del hombre consigo mismo y con la Naturaleza, por lo que no sólo deben ser preservado su armazón físico sino también respetar el ambiente y la esencia de estos parajes.

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