El bosque

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La niebla y la humedad son las señas de identidad de los hayedos españoles, ¿quién no ha sentido una extraña sensación interna cuando ha penetrado en un hayedo? ,   te encuentras en un santuario de la Naturaleza.


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Todo tan claro y tan oscuro a la vez. Sólo son unos árboles, las hayas, rodeados de misterio, aunque éste proceda de algo tan sencillo como la humedad y la niebla. En España existen unos 40 hayedos, propios de regiones húmedas con climas templados, que cada año prolongan  el espectáculo de colores que supone la caída de sus hojas.

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Ordesa. Este hayedo, localizado en Huesca, se encuentra -junto al de Añisclo y Pineta- en la zona del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Los tres son distintos, pero todos están encajados en cañones de suelos calcáreos y les acompañan especies vegetales muy variadas. La presencia de grandes pendientes ofrece un panorama de gran belleza.


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Irati. Es el más extenso de España -y, posiblemente, de Europa- y uno de los más característicos pese a estar en zonas más bien bajas. Cuenta con dos reservas de acceso restringido (Lizardoya y Mendilaz), y es el más parecido a los del resto de Europa. En otoño, el paisaje se completa con las bandadas de aves que vuelan hacia África hasta la primavera.


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QUINTO REAL  Este macizo montañoso, situado a caballo entre España y Francia, pertenece por igual a los valles españoles de Baztán, Erro y Esteríbar y al francés de Alduides. 

Su bosque es fascinante y se caracteriza por tupidas y abundantes hayas que tiñen al conjunto con los más variados colores, que van desde el verde esmeralda de la primavera hasta la embriagadora explosión multicolor del otoño.

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Otoño es también el tiempo de la berrea, o sea la época de celo del ciervo, cuando los machos hacen escuchar sus berridos mientras buscan una hembra con la cual aparearse.  El encuentro no es fácil y solo llegarán a ella tras haber vencido a sus otros contrincantes en sonoros combates que se pueden escuchar a gran distancia.

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Belagua. Se trata de uno de los parajes donde los hayedos alcanzan su más bello esplendor. Éstos se entremezclan con pinos silvestres, tal como sucede en todo el valle de Belagua, que es el más oriental de Navarra. El hayedo de Belagua se encuentra , junto con los de Hecho y Ansó, en el límite de la provincia de Huesca.


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Saja. Al suroeste de Cantabria, en la actualidad sigue ofreciendo un aspecto imponente, a pesar de haber perdido gran parte de su terreno inicial. En la espesura de sus árboles viven, además del oso, el urogallo. Tiene una gran cascada, un puente medieval y, en la parte superior, un borde de acebos espectacular que le hace aún más atractivo.

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Urbasa. Ubicado en el noroeste de Navarra, en él se dan algunas actividades tradicionales como el pastoreo intensivo. Este bosque recuerda a una dehesa de encinas. Y aunque mantiene las peculiaridades características de los hayedos, es completamente distinto a todos los demás, de troncos altísimos, enormes ramas y la falla de Zunbeltz, un enclave que lo convierte en uno de los más atractivos


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Cameros. Al bajar del puerto de Piqueras, yendo a La Rioja por Soria aparece la sierra de Cameros, donde predomina el haya sobre todos los demás árboles, integrada en hayedos densos que forman bosques espesos en los que es fácil encontrar acebo. Dentro de él son habituales las nieblas intensas, ya que apenas llega el sol porque lo impide el cierre apretado de sus ramas, así como la humedad.


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Valderejo. Se encuentra situado en la provincia de Álava, en una zona considerada por los expertos "crítica", ya que se trata de un área de transición entre los hayedos del norte -propios de climas atlánticos- y los del sur. También en estos bosques las hayas crecen junto a otros árboles diferentes y el paisaje no es totalmente homogéneo.


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Riaño. Se encuentra situado en el entorno del embalse de Riaño, justo en el extremo más oriental de León y en el límite con la provincia de Palencia. El hayedo de Riaño ocupa una zona más occidental, por lo que posee características más mediterráneas que el resto de este tipo de bosques que se encuentran al norte. En Riaño, además de hayedo se, se observa la presencia de arbustos y plantas herbáceas características.


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Somiedo. Al suroeste de Asturias, podemos incluir este hayedo entre los más protegidos de la península Ibérica. Está prohibido pasear por el interior. La razón es la existencia de un catálogo completo de la fauna forestal y, por encima de todo, el oso pardo. Este veto no tiene por qué impedirle disfrutar de su belleza, eso sí, sin internarse entre sus árboles, por el sendero que sube al lago.



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En Jordá. Al sur de Girona, se encuentra a solamente unos 300 metros sobre el nivel del mar y es uno de los bosques de hayedos más bajos que existen en la península Ibérica. Sin embargo, se trata del único que crece sobre un suelo volcánico, que todavía se atreve a temblar levemente de vez en cuando. Tiene grandes extensiones horizontales y se puede recorrer a pie o en carro de caballos.


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Bertiz. Se encuentra al norte de Navarra y en este enclave concreto, la humedad ambiental facilita el crecimiento de otras especies vegetales. Así, las hayas aparecen acompañadas de otros árboles, especialmente de robles. En el interior del hayedo de Bertiz se puede ver el palacio de Aizkolergi, rodeado de un jardín botánico. Pero la gran belleza, un poco más allá, se erige en el espectacular paisaje agreste lleno de hayedos y robledales.

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Hayedos de Redes

 


El hayedo es la formación vegetal dominante en los montes de Redes, aunque éstos albergan también importantes manchas de roble albar. A su vez, estos bosques, fragmentados por áreas de pasto y matorral, son los más destacados de las cuencas altas de los rios Nalón, Ponga y Sella, al lado de los de Peloño y Valle del Moro.

Las masas forestales de haya acostumbran a ser monotípicas -aunque algunas acogen pequeños abedulares en su parte más alta y madura y ocupan vertientes umbrias de las montañas para corregir la alta transpiración de sus hojas. En la mitad centro-oriental del territorio se establecen en suelos carbonatados, profundos y muy humificados mientras que en el sector occidental ocupan sustratos siliceos. El haya es un árbol alto, alcanzando con facilidad los 35-40 metros, de corteza lisa usualmente cenicienta y tronco recto, ramificado a media altura en los ejemplares aislados, dando lugar a una copa redondeada, y en la parte superior en las zonas más densas de los bosques, donde su follaje adquiere un perfil más afilado. Crece rápido en los primeros años, pero poco a poco su nitmo de desarrollo se va haciendo más lento; se le estima una longevidad superior a los 300 años.

Montejo. Al norte de Madrid, este hayedo es uno de los más famosos, y sin embargo, es uno de los más pequeños(minucia), en realidad se un bosque mixto hayedo- abetal . Para visitarlo es imprescindible fijar la fecha y se recorre en visita guiada como un grupo de japoneses en el  Prado. Puedes evitarlo y verlo mucho mejor si subes por la orilla opuesta del Jarama y llegas hasta el nacimiento del río por camino salvaje pero bellísimo.

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Tejera Negra. El parque está configurado por los ríos Lillas y Zarzas, que nacen en el valle glaciar de la Buitrera y por un representativo y excepcional bosque de hayas, uno de los más meridionales de Europa. Encontramos las hayas acompañadas de otras especies protegidas como el tejo ( el Barranco de Tejera Negra da nombre al Parque), el acebo y el abedul, además de robles, serbales, mostajos, avellanos y pinos; bajo los mismos se encuentra un sotobosque con brezales, ecobonales y jaralesLas hayas de Tejera Negra se establecieron en épocas remotas, cuando el clima era más frío y húmedo que en la actualidad. Hoy día estos árboles encuentran refugio en valles umbríos, laderas norte, con nieblas, vientos, lluvia y escasamente expuesto al sol. En un recorrido por el parque es muy aconsejable con paneles informativos d especies, puede observarse en el estado más puro hayas centenarias, algunas de más de 300 años compartiendo el espacio con hayas más jóvenes y homogéneas junto con característicos y oscuros tejos, algunos de más de 600 años.

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La Predosa Pequeño hayedo en la carretera de Riaza a Majaelrayo, se puede recorrer y ver jóvenes hayas .Ampliar la visita con subida al pico de la Buitrera (cuidado con la niebla) y observar las laderas de la Tejera Negra en otoño.

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EL SOTOBOSQUE


El interior de los hayedos alberga una vegetación muy condicionada por la poca luz que dejan pasar los árboles. Este sotobosque es más rico en sustratos carbonatados, donde aparecen tejos, acebos, espinos, mostajos y zarzas; en los hayedos silíceos sólo el versátil arándano adquiere una extensión significativa entre la flora superior. Por el contrario, los musgos y, sobre todo, los líquenes proliferan extraordinariamente, habiéndose identificado más de setenta especies de estos últimos, con representación especialmente nutrida del género Usnea. Los hongos también ostentan una gran diversidad, al amparo de la permanente umbría del suelo.

 

LAS HOJAS, FILTROS DE LUZ


La doble disposición de las hojas del haya, alterna agrupada en el extremo de las ramas -de posición horizontal-, hace que sólo el 2 por ciento de la radiación que reciben las copas llegue al suelo. Este peculiar sistema de parasol responde a la sensibilidad térmica de esta especie, que soporta bien las bajas temperaturas pero tolera muy mal el calor y la sequedad. Si, a pesar de todo, la insolación resulta demasiado fuerte, el árbol posee la capacidad de hacer girar las hojas y colocarlas en un plano oblicuo que la atenúa y evita la transpiración excesiva de agua.


Las hayas producen un fruto muy nutritivo, el hayuco, que madura entre finales del verano y las primeras fechas del otoño, y está formado por dos o tres pequeñas nueces cobijadas en el interior de una cápsula leñosa; la cosecha suele ser más abundante después de veranos calurosos. El hayuco, que contiene un 43 por ciento de aceites comestibles, es muy apetecido por el oso pardo, el urogallo, los carboneros, la paloma torcaz y diversas especies de roedores, por lo que adquiere gran importancia en la ecologia otoño-invernal de los hayedos cantábricos.

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Son los bosques en los que el árbol predominante es el haya (Fagus sylvatica). Este árbol es endémico de Europa y tiene una distribución centroeuropea y atlántica aunque también llega hasta el Mediterráneo. Los hayedos ocupan en España una superficie de alrededor de 300.000 hectáreas.
Los bosques de hayas suelen situarse en las vertientes de las montañas que queden bien expuestas a vientos húmedos, con precipitaciones abundantes y buen drenaje del terreno. En España los hayedos se sitúan en montañas septentrionales preferentemente. Los hayedos más extensos de España están en los Pirineos y en la cordillera Cantábrica, sobre todo de Navarra a los Picos de Europa. También aparecen otros de menor tamaño en el norte de la cordillera Catalana (Montseny) y en la cordillera Ibérica (de sierra de la Demanda a Moncayo). Los hayedos más meridionales quedan como pequeñas manchas en el Sistema Central (Montejo, Cantalojas, puerto de la Quesera) y en el sur de Tarragona (puertos de Beceite). Estos últimos se consideran hayedos relictos. La comunidad española con mayor representación de hayedos es Navarra y una de las zonas más conocidas en ella, la del valle del Irati.

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                                                    En las áreas montañosas, los hayedos se desarrollan sobre sustratos calizos, graníticos, pizarras, areniscas, etc. ya que el haya está clasificada como indiferente edáfica.
    Los terrenos ocupados por hayedos, independientemente de la zona en la que estén, suelen ser tierras pardas, ricas en materia orgánica bien humificada, con buena estructura, elevada tasa de saturación y un pH próximo a la neutralidad.
El hayedo se caracteriza por ser un bosque húmedo y de mucha sombra, donde el estrato arbóreo es denso a diferencia del arbustivo que es escaso. Existen numerosas especies herbáceas, entre las que destacan: Scilla lilio-hyacinthus, Asperula odorata, Melica uniflora, Anemone nemorosa, Actaea spicata, Helleborus viridis subsp. occidentalis, etc.
Algunas de estas especies herbáceas sirven para distinguir unos hayedos de otros. Así, Corydalis bulbosa, Millium effusum o Pulmonaria affinis, son especies típicas de hayedos cantábricos y faltan o son escasas en los pirenaicos. Macizos de Montnegre y Montseny. 1. Fagus sylvatica, 2. Abies alba, 3. Juniperus comunis subsp nana, 4. Quercus petrea, 5. Quercus ilex subsp. ilex, 6. Quercus suber y 7. Quercus canariensis.
Además, en los hayedos pirenaicos junto a las hayas a veces se encuentran otros árboles como arces (Acer platanoides) o abetos (Abies alba) que no suelen aparecer en hayedos cantábricos. En los hayedos más meridionales aparecen robles (Quercus petrea o Q. pyrenaica), además de especies arbustivas como el acebo (Ilex aquifolium) o serbales (Sorbus aucuparia), como en los del macizo de Ayllón.

 

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           Cuando el hayedo se instala sobre suelos calizos y el clima es más seco, aparecen en el sotobosque otras especies como el boj (Buxus sempervirens), guillomo (Amelanchier ovalis) o Daphne laureola. En estos suelos el Helleboro viridis subsp. occidentalis es sustituido por el H. foetidus, como ocurre en los hayedos del puerto de Beceite.La primera etapa de sustitución de un hayedo es un matorral rico en especies espinosas, sobre todo rosáceas. Cuando el hayedo se va aclarando abre camino a pinares secundarios, generalmente de pino albar.

 

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