LOS BOSQUES IBÉRICOS
Abetales
Los abetales españoles son los bosques dominados por el abeto (Abies alba)
que se distribuye por los Pirineos y puntualmente aparece en Montseny.Los abetos son
altimontanos, con exigencias parecidas a las del haya aunque requieren aún más lluvias
que ésta, sobre todo en la época estival. Por esta razón se sitúan en zonas de
umbrías y valles húmedos en la vertiente septentrional.
Dependiendo de la naturaleza del sustrato sobre el que se asientan, se diferencian tres
tipos de abetales: acidófilo, calcícola, y subalpino.El acidófilo se encuentra en
España entre los 1.000 y 1.600 m de altura, principalmente en la vertiente septentrional
del Pirineo. Es un bosque dominado por el pinabete (Abies alba) y en el que pueden
encontrarse otros árboles como el haya o el roble peciolado. Entre los arbustos, que
escasean en los bosques densos, suele encontrarse el serbal (Sorbus aucuparia), la
zarzamora (Rubus sp.), el grosellero (Ribes petreum), el arándano (Vaccinium myrtillus),
etc.
Una característica destacable de estos bosques es la intensa sombra que existe en su
interior, que añadida a la humedad, proporciona las condiciones adecuadas para el
desarrollo de numerosos musgos. De ellos, los más comunes son los de los géneros
Hycocomium, Rhytidiadelphus, Ptilium, etc.
Los abetales calcícolas están casi ausentes en el Pirineo central y en cambio se
encuentran en el Pirineo oriental, en la sierra del Cadí y en algunos puntos del valle de
Ribes. En este caso el bosque no es tan denso ni el abeto domina tanto como en el caso
anterior. Por el contrario hay tanta mezcla que se puede hablar de bosques mixtos de
abetos y hayas.
Estos abetales tienen menor riqueza florística que los anteriores y entre las plantas que
encontramos en ellos destacan: boj (Buxus sempervirens), fresa silvestre (Fragaria vesca),
Veronica officinalis, Helleborus occidentalis, etc.
El abetal subalpino ocupa solo el tramo inferior de este piso y se caracteriza porque
muchas de las especies que acompañan a los abetos son especies típicas de los pinares de
pino negro con rododendro.Entre ellas destacan: rododendro (Rhododendrom ferrugineum),
arándano (Vaccinium myrtillus), Homogyne alpina, etc.
Pinsapares
Aunque estos bosques tienen una reducida extensión en España, son sin embargo, de
considerable valor botánico y paisajístico.El árbol dominante, el pinsapo (Abies
pinsapo), se considera casi endémico y representa una de las especies que se refugiaron
en España tras las últimas glaciaciones. Se localiza exclusivamente en montañas del
sur-sureste de España. En concreto, en tres zonas: sierra de las Nieves y sierra Bermeja
en Málaga y sierra de Grazalema en Cádiz.
Estas zonas son las que tienen mayor pluviosidad de toda
España, registrándose entre 2.000 y 3.000 milímetros o incluso más algunos años.
Esto, unido a la altitud que ocupan los pinsapares (1.000-1.800 m) permite la existencia
de ambientes húmedos y frescos necesarios para los abetos.
Los pinsapares se instalan sobre calizas blancas o grisáceas o bien sobre peridotitas
rojizas, por lo que en estos bosques se crea un marcado contraste de colores entre el
sustrato y el tono verde oscuro de las copas de los árboles.
Son bosques oscuros y umbríos que parecen mucho más propios del norte de España que de
la región Mediterránea. Puesto que el pinsapo requiere un alto grado de humedad
atmosférica busca las laderas norte y oeste de las montañas donde sufre mucho menos la
sequedad estival propia del clima mediterráneo.
Por esta misma razón no suele situarse por encima
de los 1.800 m de altitud, ya que sufriría la desecación que producen los fuertes
vientos de la cima de las montañas. En estos bosques no suele nevar durante periodos
largos y las temperaturas no son extremadamente bajas. Así, la temperatura media en el
mes de enero está entre 0 y 5 º centígrados y son pocos los días en que hay heladas.
Aunque estos bosques se caracterizan por su homogeneidad, en algunos casos, los pinsapos
escapan algo de sus densos bosques y se mezclan con encinas, alcornoques o pinos, como
ocurre en la dehesa de Bornoque (sierra Bermeja).
Abies Pinsapo, detalle.
De todos los pinsapares españoles, los que poseen ejemplares más viejos y de mayor
tamaño son los de Ronda. En general, el grado de conservación y su extensión han ido
sufriendo un retroceso en los dos últimos siglos. En algunas zonas estos bosques son
realmente puntuales, como en la sierra de Ojén (sierra Bermeja).
En estos bosques la densidad del estrato arbóreo es muy grande
y, además, el suelo está cubierto de acículas que se descomponen muy mal. Por esto, las
especies arbustivas o herbáceas que acompañan al pinsapo son menos variadas que en el
caso de otro tipo de bosques. Pueden encontrarse peonías (Peonia broteri, P. coriacea),
adelfillas (Daphne laureola subsp. latifolia), rusco (Ruscus aculeatus), rubia (Rubia
peregrina), etc. También pueden encontrarse helechos como Cryopteris fragilis o Asplenium
onopteris.
Aunque los estratos arbustivo y herbáceo no sean muy ricos, sin embargo hay abundancia de
musgos y líquenes que cubren tanto el suelo como los troncos y ramas de los árboles,
especialmente cuando éstos son ya viejos.
En los lugares donde el pinsapar se hace menos denso aparecen plantas como Bupleurum
spinosum, Astragalus granatensis, Echinospartum boissieri o incluso la aromática
Lavandula lanata.
Cuando se acentúa el grado de degradación de estos bosques aparecen matorrales
almohadillados o bien especies típicas de orlas espinosas como el agracejo (Berberis
comunis subsp. australis), el majuelo (Crataegus monogyna) o la madreselva (Lonicera
etrusca).
Además de los pinsapares españoles, existen pinsapares en el norte de África (de mayor
extensión), cuya principal diferencia es la mezcla de los pinsapos con cedros (Cedrus
atlantica).
Distribución de los pinsapares en España.
Hayedos
Son los bosques en los que el árbol predominante es el haya (Fagus
sylvatica). Este árbol es endémico de Europa y tiene una distribución centroeuropea y
atlántica aunque también llega hasta el Mediterráneo. Los hayedos ocupan en España una
superficie de alrededor de 300.000 hectáreas.
Los bosques de hayas suelen situarse en las vertientes de las montañas que queden bien
expuestas a vientos húmedos, con precipitaciones abundantes y buen drenaje del terreno.
En España los hayedos se sitúan en montañas septentrionales preferentemente. Los
hayedos más extensos de España están en los Pirineos y en la cordillera Cantábrica,
sobre todo de Navarra a los Picos de Europa. También aparecen otros de menor tamaño en
el norte de la cordillera Catalana (Montseny) y en la cordillera Ibérica (de sierra de la
Demanda a Moncayo). Los hayedos más meridionales quedan como pequeñas manchas en el
Sistema Central (Montejo, Cantalojas, puerto de la Quesera) y en el sur de Tarragona
(puertos de Beceite). Estos últimos se consideran hayedos relictos. La comunidad
española con mayor representación de hayedos es Navarra y una de las zonas más
conocidas en ella, la del valle del Irati.
Hayedo de Tejera Negra en Guadalajara
En las áreas montañosas, los hayedos se
desarrollan sobre sustratos calizos, graníticos, pizarras, areniscas, etc. ya que el haya
está clasificada como indiferente edáfica.
Los terrenos ocupados por hayedos, independientemente de la zona en la
que estén, suelen ser tierras pardas, ricas en materia orgánica bien humificada, con
buena estructura, elevada tasa de saturación y un pH próximo a la neutralidad.
El hayedo se caracteriza por ser un bosque húmedo y de mucha sombra, donde el estrato
arbóreo es denso a diferencia del arbustivo que es escaso. Existen numerosas especies
herbáceas, entre las que destacan: Scilla lilio-hyacinthus, Asperula odorata, Melica
uniflora, Anemone nemorosa, Actaea spicata, Helleborus viridis subsp. occidentalis, etc.
Algunas de estas especies herbáceas sirven para distinguir unos hayedos de otros. Así,
Corydalis bulbosa, Millium effusum o Pulmonaria affinis, son especies típicas de hayedos
cantábricos y faltan o son escasas en los pirenaicos.
Macizos de Montnegre y Montseny. 1. Fagus sylvatica, 2. Abies alba, 3.
Juniperus comunis subsp nana, 4. Quercus petrea, 5. Quercus ilex subsp. ilex, 6. Quercus
suber y 7. Quercus canariensis.
Además, en los hayedos pirenaicos junto a las hayas a veces se encuentran otros árboles
como arces (Acer platanoides) o abetos (Abies alba) que no suelen aparecer en hayedos
cantábricos. En los hayedos más meridionales aparecen robles (Quercus petrea o Q.
pyrenaica), además de especies arbustivas como el acebo (Ilex aquifolium) o serbales
(Sorbus aucuparia), como en los del macizo de Ayllón.
Cuando el hayedo se instala
sobre suelos calizos y el clima es más seco, aparecen en el sotobosque otras especies
como el boj (Buxus sempervirens), guillomo (Amelanchier ovalis) o Daphne laureola. En
estos suelos el Helleboro viridis subsp. occidentalis es sustituido por el H. foetidus,
como ocurre en los hayedos del puerto de Beceite.La primera etapa de sustitución de un
hayedo es un matorral rico en especies espinosas, sobre todo rosáceas. Cuando el hayedo
se va aclarando abre camino a pinares secundarios, generalmente de pino albar.
Robledales
En el caso de estos bosques aunque el árbol dominante es el roble, éste puede pertenecer
a más de una especie. De hecho, en España tenemos tres especies que habitualmente se
consideran robles en sentido estricto: Quercus robur o carballo (roble pedunculado), Q.
petrea o roble albar (peciolado) y Q. humilis o roble pubescente.
Las diferencias morfológicas entre las tres especies están descritas en las fichas
correspondientes. Sin embargo, hay que decir que a veces se producen hibridaciones y que
en las distintas especies pueden aparecer diferencias morfológicas debidas a las
condiciones que soportan, por lo que a veces puede no resultar tan evidente su distinción
.
Robledal mixto
El carballo (Quercus robur) se instala preferentemente sobre suelos de
valles y parte inferior de las vertientes, teniendo poca tolerancia al frío en su época
de actividad, en verano. En España se extiende por la franja costera cantábrica y
Galicia y en menor grado por el noroeste de Cataluña. Suele estar por debajo del haya
entre 0 y 500 m de altitud. El robledal de este tipo más extenso de España se encuentra
en el bosque de Muniellos, en Cangas de Narcea.
En estos robledales pueden aparecer a veces otros árboles, sobre todo fresnos (Fraxinus
excelsior), y suele ocurrir esto cuando los suelos son ricos, calizos y con un grado de
humedad elevado.
También aparecen arbustos como los cornejos (Cornus sanguinea),
boneteros (Euonimus europaeus), endrinos (Prunus spinosa), majuelos (Crataegus monogyna),
etc., así como otras especies de menor talla como la nueza negra (Tammus comunis) o la
hierba de los pordioseros (Clematis vitalva).
Estos bosques se caracterizan por ser muy productivos, lo que les ha llevado en muchas
ocasiones a ser objeto de transformación en pastos y cultivos.
En la parte oriental de España, en los lugares en que va disminuyendo la presencia del
haya (hacia el oeste de Asturias) y sobre suelos pobres, el robledal de carballo se
caracteriza por ser un robledal acidófilo y tener como especies acompañantes Quercus
petrea o roble albar, acebo (Ilex aquifolium), serbal (Sorbus aucuparia), etc.
El roble albar (Quercus petrea) cubre en España menos extensión que el anterior, suele
ocupar suelos bien aireados y se instala a mayor altura que aquél (1.500 m). Por sus
exigencias se dice que es una especie montana y éstas recuerdan bastante a las del haya.
Su distribución es España en sobre todo septentrional.
En las montañas del norte de España se extiende desde el este de Galicia hasta Cataluña
y suele mezclarse con hayas, otros robles y abedules. En el interior, en las montañas del
sistema Ibérico, Demanda, Moncayo, etc.
El roble pubescente (Quercus humilis) tiene exigencias ligeramente distintas a los
anteriores. Presenta mayores exigencias térmicas, menores exigencias hídricas y
preferencia por los suelos calizos.
En España se distribuye a lo largo de la zona de contacto de la vegetación mediterránea
y la eurosiberiana, desde Navarra a Cataluña entre los 600 y 1.500 m.
En su estado natural es un bosque de cobertura no siempre completa y altura media (10 a 15
m), con un estrato arbustivo denso y elevado y uno herbáceo no siempre completo. Es un
bosque típicamente caducifolio en el que las especies perennes son raras, aunque dada su
importancia hay que citar la excepción que supone el boj (Buxus sempervirens), que suele
acompañar a los robles.
Valle de Arán. 1. Salix eleagnus, 2. Alnus glutinosa, 3. Quercus robur, 4. Quercus petrea, 5. Fagus sylvatica, 6. Abies alba, 7. Betula pubescens, 8. Pinus pinaster, 9. Carex curvula.
Además de los robles, en estos bosques se pueden
encontrar arce (Acer opalus), pino silvestre (Pinus sylvestris) y alguna encina. En el
estrato arbustivo suele encontrarse guillomo (Amelanchier ovalis), aligustre (Ligustrum
vulgare), cornejos (Cornus sanguinea) y Viburnum lantana, así como numerosas plantas
espinosas.
Otra de las especies del género Quercus formadora de bosques, que algunos llaman
robledales, es Q. pyrenaica, formadora de rebollares o melojares.
Es necesario aclarar que Quercus faginea es también denominado rebollo y en las
zonas en que existen las dos especies, Q. pyrenaica y Q. faginea, el nombre de rebollo se
reserva para ésta última y se llama roble a secas al primero. Por otro lado, a Q.
faginea se le denomina en otras zonas quejigo.
Pinares
Los pinares son los bosques de
coníferas más extendidos en la Península. Aunque entre las coníferas existen otras
familias (Cupressaceae y Taxaceae) cuyos representantes forman bosques en España, la
extensión que ocupan no es comparable a la de los pinos.
Perteneciente a la familia Pinaceae, el
género Pinus se encuentra extendido por zonas de condiciones climáticas y edafológicas
muy distintas.
En España forman bosques ocho especies de pinos diferentes, si bien es posible encontrar
mayor número de las mismas creciendo aisladas o en pequeños grupos en jardines, plazas o
parques de numerosas ciudades o pueblos. Las especies formadoras de pinares en España son
las que aparecen en el siguiente cuadro:
ESPECIE |
NOMBRE COMÚN |
Pinus uncinata | Pino negro, Pino de montaña, Pino moro |
Pinus sylvestris | Pino albar, Pino silvestre, Pino de Valsaín |
Pinus nigra | Pino laricio, Pino salgareño |
Pinus pinaster | Pino resinero, Pino negral, Pino gallego |
Pinus pinea | Pino piñonero, Pino doncel, Pino albar |
Pinus halepensis | Pino marítimo, Pino carrasco, Pino de Alepo |
Pinus canariensis | Pino canario |
Pinus radiata | Pino de Monterrey |
De estas ocho especies, sólo una (Pinus radiata) es introducida y las otras siete se consideran autóctonas. Todas ellas forman bosques con características parecidas, pero que, sin embargo, podemos agrupar en dos grupos: pinares eurosiberianos y pinares mediterráneos.
* Pinares eurosiberianos
Son aquellos que ocupan la región eurosiberiana en España y son conocidos a veces como
pinares de montaña. En esta región la característica más destacable es la ausencia de
veranos secos, típica de la España mediterránea. Se encuentran en Pirineos y, formando
pequeñas manchas, en las sierras de la Demanda y Gudar y las especies que dominan estos
pinares son Pinus uncinata (pino negro) y P. sylvestris (pino albar).
Los pinares de pino negro suelen situarse entre 1.800 y 2.400 m, por encima de los
abetales, mientras que los de pino albar se sitúan entre los 1.000 y 1.700 m de altitud,
en zonas frías y húmedas con frecuencia cubiertas de nieve. En realidad, existen muchas
zonas en las que los dos tipos de pinos se llegan a mezclar.
En general son pinares ácidos, aunque estos pinos pueden ocupar sustratos de distinta
naturaleza, sobre todo en el caso del pino albar, que es el pino español de mayor
amplitud ecológica y geográfica. Suelen ser, además, bosques no muy densos en los que
se pueden distinguir los tres estratos: arbóreo, arbustivo y herbáceo. El estrato
arbóreo no suele ser muy denso, sobre todo en los pinares de pino albar, a diferencia del
estrato arbustivo que presenta gran densidad y diversidad de especies, entre las que
destacan: Rhododendron ferrugineum, Homogyne alpina, Viola biflora, Hypericum burseri,
etc. en las zonas de umbría y Artostaphylos uva-ursi, Calluna vulgaris, Lonicera
xylosteum, Viburnum lantana, etc., en las zonas de solana.
Pinar de Pinus sylvestris en Valsaín, Segovia.
En el estrato herbáceo aparecen muchas especies que también se encuentran en abetales o hayedos, entre las que destacan: Deschampsia flexuosa, Veronica officinalis, Fragaria vesca, Anemone hepatica, Atropa belladona, Digitalis purpurea, etc. En los pinares eurosiberianos es característica, además, la presencia de musgos como Rhytidiadelphus triquetus o Hylocomium splendens.
* Pinares mediterráneos
Aunque es difícil saber cuál es la distribución natural de estos pinares, debido a la
prolongada intervención del hombre, se sabe que los pinos que ahora se encuentran en el
Mediterráneo aparecían ya a finales de la última era glaciar y su distribución está
determinada por factores edáficos, litológicos, geomorfológicos y climáticos.
En general estos pinares están integrados por especies resistentes a condiciones
ecológicas que resultan muy limitantes para otros tipos de árboles. Estas especies son:
Pinus nigra (laricio), P. pinaster (resinero), P. pinea (piñonero) y P. halepensis
(carrasco).
Los pinares de pino laricio se localizan en España en tres zonas principalmente: en el Pirineo y Cataluña, en la serranía de Cuenca y la mitad sur de la cordillera Ibérica y en las cordilleras Béticas (Segura y Cazorla); el pino resinero es un pino del mediterráneo occidental; el piñonero se localiza sobre todo en cuatro grandes zonas: Andalucía, Castilla, La Mancha y Cataluña. Por último, el pino carrasco es el que menos se aleja de la costa ya que necesita más calor para vivir y es el que se puede encontrar en Baleares, sobre todo en las zonas de degradación de encinares. Repartición de los bosques en España: bosques caducifolios de frondosas, bosques de coníferas, montes bajos y otros.
Sabinares y enebrales
Se denomina sabinar al
bosque en el que el estrato arbóreo está dominado por la sabina y enebral al que tiene
al enebro como árbol dominante. Estos dos tipos de bosque tienen una característica que
los diferencia del resto de los bosques. Incluso cuando el sabinar o el enebral están
bien conservados y son bosques maduros recuerdan más a una dehesa que a un bosque natural
de robles o castaños.
Este parecido con una dehesa se debe a que estos árboles nunca forman estratos arbóreos
compactos, donde las copas de los árboles se llegan a tocar y el paso de la luz a las
capas inferiores es escaso en algunos puntos del bosque.
Por el contrario, en los enebrales y sabinares, los árboles se encuentran alejados unos
de otros como si el bosque hubiera sido adehesado por el hombre mediante la eliminación
de algunos árboles. Esto es patente en los sabinares y es más suave en el caso de los
enebrales, ya que estos se mezclan más que los primeros con otros tipos de árboles
aumentando la cobertura del estrato arbóreo.
En el caso de los sabinares, lo más frecuente es encontrar entre 15 y 30 pies de árbol
por hectárea, lo que representa una densidad de arbolado muy baja. Sólo en algunos
casos, como ocurre en el sabinar de Calatañazor, en Soria, se llega a una densidad de
150-200 pies por hectárea.
Pero, aunque presenten algunas características comunes, los dos tipos de bosques que se
tratan aquí presentan suficientes diferencias como para analizarlos por separado.
Sabinares
En España las sabinas que forman bosques son Juniperus thurifera (sabina albar), J.
phoenicea (sabina negral) y J. sabina (sabina rastrera), siendo la primera la que forma
mayores bosques.
La sabina albar adquiere formas muy heterogéneas cuando envejece y teniendo en cuenta que
es un árbol muy longevo, los sabinares se convierten en un pequeño muestrario de portes
y alturas diferentes que confieren al bosque un aspecto como el que se muestra en la
fotografía.
Sabinar de Calatañazor, Soria
Los sabinares de sabina albar se pueden encontrar repartidos por la geografía
española, pero la zona centro es la que tiene mejores representaciones. Se sitúan sobre
todo entre los 900 y 1.200 m de altitud, aunque pueden aparecer desde los 400 a los 1.800
m. Los mejores sabinares se encuentran en las provincias de León, Soria, Albacete, Teruel
y Guadalajara.
Ocupan parameras del interior peninsular, muchas veces pedregosas y de suelos pobres que
soportan, además, unas condiciones climatológicas duras. Esto les permite evitar la
competencia marcada por el sustrato que se da entre las plantas en otros tipos de bosques.
Y es también el motivo por el que la sabina es considerada un árbol austero y rústico.
Gracias a su potente sistema radicular, la sabina se puede instalar sobre suelos duros en
los que la capa freática es bastante profunda.
Aunque estos bosques no representan más del 1% de la superficie arbolada en España, son
bosques muy representativos en nuestro país, ya que se cree que forman parte del paisaje
vegetal desde hace miles de años.
El estrato arbóreo es muy homogéneo puesto que pocas especies arbóreas pueden soportar
las condiciones que soportan las sabinas. Así, las especies que se suelen encontrar en un
sabinar, además de las sabinas, se reducen al pino salgareño (Pinus nigra subsp.
Salzmannii), la encina (Quercus ilex subsp. ballota) y a los enebros. Este estrato no
suele superar los 4 m de altura y se considera pobre en especies.
El estrato arbustivo, en el que los arbustos miden alrededor de 50 cm de altura, está
compuesto generalmente por las siguientes especies: agracejo (Bereris vulgaris), rosa
(Rosa spp.), espino (Rhamnus saxatilis), romero (Rosmarinus officinalis), aulagas (Genista
scorpius), salvia (Salvia lavandulifolia), tomillo (Thymus spp.), ajedrea (Satureja
cuneifolia subsp. gracilis), etc.
El estrato herbáceo no suele superar los 12 cm y en él es fácil encontrar las
siguientes especies: Achillea odorata, Phlomis lychnitis, Potentilla cranzii, Euphorbia
nicaeensis, así como numerosas gramíneas, entre las que destacan: Vallesiana, Dactylis
glomerata o Avenula bromoides. Por debajo del estrato herbáceo, se encuentra un estrato,
generalmente bastante denso, de musgos y líquenes.
Esta composición de los distintos estratos de un sabinar puede variar ligeramente según
el tipo de sabinar de que se trate. Por ejemplo, en los sabinares de suelo ácido, en el
estrato arbustivo aparecen además de las especies citadas anteriormente, Cistus ladanifer
y C. laurifolius, Lavandula stoechas subsp. pedunculata, Thymus mastichina, Helichrysum
stoechas, etc.
En los sabinares cantábricos, que suelen
presentar una escasa capa de suelo, en el estrato arbustivo hay Viburnum lantana, Rhamnus
alaternus, Prunus espinosa, etc. En el estrato arbóreo no suelen encontrarse enebros, que
sí aparecen en otros sabinares alternando con las sabinas.
En los sabinares termófilos (de sabina negral), que se sitúan sobre todo en Cuenca,
Teruel y Valencia, son características las especies: Asparagus acutifolia, Rubia
peregrina subsp. longifolia y Ephedra fragilis.
El hecho de que aparezcan unas especies u otras está más condicionado por las duras
condiciones climáticas y por las propiedades del suelo que por la existencia de un tipo
de sabina o de otro.
De las tres sabinas citadas al principio, la sabina albar es la más frecuente en España
y se sitúa en la zona central de la península. La sabina negral es más escasa pero a
pesar de ello se pueden encontrar dos subespecies: Juniperus phoenicea subsp. phoenicea,
que se sitúa principalmente en la mitad oriental de la península y J. phoenicea subsp.
turbinata que es más propia de suelos arenosos y zonas costeras. Por último, la sabina
rastrera (Juniperus sabina) se encuentra normalmente en los límites superiores de los
bosques de sabina albar.
Aunque todas ellas tienen una extraordinaria resistencia al frío y el viento, la que
mejor soporta este último es la sabina rastrera. Las dos subespecies de sabina negral son
especialmente resistentes a la falta de agua en el suelo y la sabina albar tiene unos
caracteres intermedios soportando el frío y el viento mejor que la negral pero peor que
la rastrera.
Enebrales
Aunque en España viven varias especies y subespecies de enebros, sólo Juniperus
oxycedrus subsp. badia es formador de bosques, como los que pueden encontrarse en
Salamanca o en Madrid. Los demás se suelen encontrar como especies acompañantes en
número más o menos elevado según las zonas. Se mezclan principalmente con los
sabinares, pero también se pueden encontrar formando parte de otros bosques, como por
ejemplo, encinares.
Los enebrales se pueden encontrar por toda la península pero escasean en el norte. Igual
que los sabinares, muchas veces ocupan terrenos pobres (tanto ácidos como básicos) que
otras especies no pueden ocupar.
Existen dos especies de enebros en nuestro país, que a su vez presentan subespecies.
Estas especies son Juniperus comunis (enebro común) y J. oxycedrus (enebro de la miera).
Del enebro común se pueden distinguir tres subespecies: J. comunis subsp. hemisphaerica,
J. comunis subsp alpina (enebro rastrero) y J. comunis subsp. comunis. De Juniperus
oxycedrus de distinguen las subespecies: J. oxycedrus subsp. oxycedrus, J. oxycedrus
subsp. badia y J. oxycedrus subsp. macrocarpa.
El enebro común puede encontrarse por casi todas las provincias de España, sobre todo
por el norte y cuando aparece en el sur, se refugia en las montañas.
Las subespecies nana y
hemisphaerica pueden llegar incluso por encima de muchos árboles de montaña, en zonas de
hasta 3.000 m de altitud.
Otras veces Juniperus comunis se encuentra formando parte del matorral espinoso
almohadillado de las partes altas de las cordilleras y se mezcla con pinos, encinas,
sabinas, e incluso robles y hayas en alguna ocasión.
En cuanto al enebro de la miera es una especie mucho más mediterránea y de hecho en
España no suele sobrepasar los 1.000 m de altitud, a pesar de ser bastante resistente al
frío. Es abundante en el centro, sur y levante español, ocupando zonas llanas o
montañas bajas.
El enebro de la miera puede verse mezclado con robles, quejigos, abetos, cedros e incluso
pinsapos, aunque suele dejar a éstos las zonas más umbrías para ocupar él las solanas.
Otras veces, cuando se encuentra en zonas arenosas litorales se mezcla con sabina negral,
pino piñonero y negral y alcornoques.
Enebrales de enebro de la miera en Aldea del Fresno.
Aunque en general, como se decía al principio, tanto el enebro común
como el de la miera son
árboles poco formadores de bosques por sí solos y más bien se encuentran como
acompañantes por lo que a veces se dice que son árboles de relleno.
Encinares
Los encinares son los bosques en los que el árbol dominante es la
encina. En España ocupan una superficie entre 20.000 y 30.000 hectáreas, existiendo casi
en todas las provincias españolas. De hecho, su extensa distribución hace que se
consideren los bosques más típicos de nuestro país.
Los encinares han sido y siguen siendo, probablemente, los bosques más explotados por el
hombre. Éste ha transformado la inmensa mayoría de estos bosques en una formación
vegetal que le aporta beneficios mayores que los que le aportaban los bosques naturales.
Esta
transformación es la que da lugar a las dehesas o comunidades vegetales en las que el
hombre ha conseguido un equilibrio entre la explotación ganadera y la agrícola. Así,
son tan importantes los recursos vegetales que se obtienen de ellas (bellotas, pastos,
etc.) como los recursos animales derivados del pastoreo o la alimentación del ganado,
especialmente del porcino.
En términos generales se puede decir que en nuestro país existen dos tipos de encinares:
los de la España húmeda y el litoral y los de la España seca. Los primeros mucho menos
extensos y representados por Quercus ilex subsp. ilex y los segundos muy extendidos y
representados por Quercus ilex subsp. ballota. Cuando están bien conservados presentan
una densidad vegetal grande y los estratos arbustivo y arbóreo forman un entramado
complejo que deja pasar poca luz al interior del bosque.
Encinar extremadurense en Las Picadas.
Esto, sin embargo, es difícil de ver, ya que la mayor parte de ellos
están transformados en dehesas en las que se han aclarado los árboles existentes en un
principio, sobre todo cuando se pretenden intercalar cultivos y es necesario dejar
suficiente espacio para el paso de maquinaria agrícola. Únicamente los encinares que se
sitúan en zonas rocosas o poco accesibles aún presentan un aspecto natural de bosque
cerrado y tupido.
Una de las consecuencias más inmediatas de la transformación de un encinar en una dehesa
es (además de la disminución del número de árboles) el aumento del estrato arbustivo
que, sin tener tantas copas de árboles alrededor, dispone de más luz y espacio para
desarrollarse.
Se analiza a continuación la estructura de un encinar denso. Se pueden observar encinares
densos bien conservados, por ejemplo, en la sierra norte de Mallorca (Quercus ilex subsp.
ilex) o en la sierra de San Pedro en Extremadura (Quecus ilex subsp. ballota).
Encinares de la España húmeda y del litoral.
Estos encinares se distribuyen en España en la zona norte, desde Galicia a Cataluña en
las zonas litorales o con influencia litoral aunque, a veces, se internan un poco en las
provincias de Soria y Burgos. En el este español bajan hasta las provincias de Valencia y
Alicante. Se instalan desde el nivel del mar hasta los 400 m de altitud.
El estrato arbóreo está dominado por la encina (Quercus ilex subsp. ilex) que forma una
estructura tupida con sus copas a unos 10-15 m de altura. Aunque esta encina es parecida a
la encina continental, se puede distinguir porque tiene unas hojas con mayor número de
nervios y con silueta más esbelta que la otra. Además, cuando el bosque se observa desde
lejos, el tono de los árboles es de un verde brillante y oscuro bastante diferente al
tono verde azulado de los encinares continentales.
En estos bosques el árbol dominante, la encina, puede aparecer compartiendo su sitio con
otros árboles, como arces (Acer opalus, A. monspessulanum), o pinos (Pinus halepensis)
sobre todo. Pero, con estrato arbóreo monoespecífico o no, estos bosques son frescos y
más o menos umbríos en su interior por la gran densidad de arbustos perennes que viven
en ellos.
Efectivamente, el estrato arbustivo es rico, no solo en cantidad de arbustos, sino
también en la variedad que existe de ellos. Aparecen arbustos grandes como aladiernos
(Rhamnus alternus), agracejos (Phyllirea latifolia), madroños (Arbutus unedo) o lentiscos
(Pistachia lentiscus). Otros abundantes también pero de menor porte son: rusco (Ruscus
aculeatus), esparraguera (Asparagus acutifolius) o rubia (Rubia peregrina).
Entremezclado con los estratos arbóreo y arbustivo pueden encontrarse diversas plantas
trepadoras que forman un estrato lianoide. De ellas son especialmente abundantes las
madreselvas (Lonicera sp), la hiedra (Hedera helix), la rosa (Rosa sempervirens), la
hierba de los pordioseros (Clematis flammunla) y la zarzaparrilla (Smilax aspera).
Estos dos últimos estratos reflejan las condiciones termo húmedas que requieren estos
encinares. En conjunto forman un tapiz tan denso que el estrato
herbáceo tiene dificultades para recibir la luz y generalmente es muy pobre, presentando
especies como Viola alba o Carex distachia.
Cuando estos encinares se sitúan dentro de la zona norte española en áreas de montaña
(700-1.200 m) su composición florística varía ligeramente. Hay una pérdida de especies
termófilas mediterráneas (madroño, durillo, etc.) y en cambio, un enriquecimiento en
especies típicas del robledal submediterráneo (helechos, heleboros, etc.).
Por último, encontramos también encinares de Quercus ilex subsp. ilex en Baleares,
especialmente en Mallorca. Allí, el cambio más destacable es la aparición de algunas
especies endémicas como Lotus tetraphyllus, Hypericum balearicum, Peonia cambessedesii o
Cyclamen balearicum. En Menorca estos encinares no tienen buena representación y en
Formentera e Ibiza no aparecen para nada.
Encinares de la España seca.
Son los encinares de Quercus ilex subsp. ballota que requiere ambientes subcontinentales y
es menos exigente en humedad que la subespecie anterior. Se pueden encontrar casi por toda
la Península, aunque escasean en el norte, oeste, sudoeste árido, en altas montañas y
en las parameras muy continentales.
Parece que esta encina evolucionó a partir de la subspecie ilex para adaptarse a las
condiciones más xéricas del interior de España. Esta encina, conocida comúnmente como
carrasca, presenta modificaciones particulares para soportar el frío invernal, la
irregularidad de las precipitaciones y la coincidencia, nada favorable para las plantas,
de la época de menores lluvias con la época de mayores temperaturas.
Entre estas modificaciones cabe destacar la particular estructura y función de las hojas
que se vuelven extraordinariamente coriáceas, cubiertas de pelos o ceras y pinchudas y
que permiten a la encina el ahorro de agua y nutrientes. Gracias a ello, la encina puede
acumular nutrientes en las hojas en los periodos favorables para utilizarlos en los
desfavorables.
Además, en estas hojas los estomas se disponen de forma estratégica y sobre todo se
abren o cierran de forma que se evita la excesiva transpiración y pérdida de agua en los
momentos de máximas temperaturas. En general, estas modificaciones se observan de forma
más pronunciada en las hojas externas de la copa de los árboles que en la zona interna.
Es curioso que aunque las hojas de encina tengan un alto nivel de clorofila, la eficiencia
de la fotosíntesis sea baja. Como consecuencia, la encina es un árbol de crecimiento
lento, pero en cambio, soporta condiciones duras que otros árboles no toleran.
En muchos casos la encina puede competir con otros árboles en terrenos pobres, como por
ejemplo, con los pinos. Otras veces comparte su área de distribución con coscojas o
quejigos y a veces, llega a mezclarse con pinsapos en el sur peninsular, donde ocupa los
terrenos más altos.
Puesto que este tipo de encinar tiene una amplia distribución
por España, en muchos lugares se encuentra sometido a gran presión tanto humana como por
parte del ganado. Cuando esto ocurre, los suelos resultan nitrificados y en el encinar
aparecen plantas indicadoras como Anthriscus caucalis, Galium parisiense o Geranium molle.
Si el encinar continental está bien conservado, se pueden apreciar igual que en el
anterior varios estratos, aunque en general, presentan menor riqueza de especies que el
encinar litoral.
El estrato arbóreo está formado por la encina (Quercus ilex subsp. ballota) que comparte
el terreno con otro tipo de árboles como quejigos, coscojas, alcornoques, etc., en
función de su localización geográfica.
El estrato arbustivo está representado por cistáceas, ericáceas, leguminosas, etc.,
como Cistus laurifolius, Halimium umbellatum, Thymus mastichina, T. zygis, Lavandula
stoechas subsp. pedunculata, etc. Estas especies van desapareciendo progresivamente a
medida que el encinar se degrada y son sustituidas por tomillares y cantuesares.
Entre las lianas destacan Lonicera etrusca, Vitis vinifera var. sylvestris y Tamus
comunis. En el estrato herbáceo destacan Peonia broteri, Thapsia maxima, Aristolochia
pistolochia, Geranium lucidum, etc. En las zonas de umbría también aparecen helechos
como Asplenium adiantum-nigrum.
Quejigares
Son los bosques dominados por el quejigo
(Quercus faginea) que se hayan en casi todas las regiones españolas, si bien existen
varias subespecies de esta especie que se distribuyen formando quejigares que presentan
pequeñas diferencias de unas zonas a otras.
La subespecie faginea, llamada quejigo a secas, está en las dos mesetas y en el piso de
media montaña de todas las cordilleras de la Iberia caliza, mientras que la subespecie
broteroi, el quejigo lusitano, es el de las cuencas fluviales y zonas húmedas de la
provincia luso-extremadurense.
La primera de ellas vive normalmente entre 500 y 1.500 metros altura, mientras que la
subespecie broteroi se instala desde el nivel del mar y no sube a más de 1.000 metros.
Además, el quejigo lusitano no soporta la sequedad y el calor como lo soporta el quejigo.
Los quejigos en general pueden convivir con otras especies del género Quercus, así como
con pinos, pinsapos, sabinas, etc. Por tanto, el estrato arbóreo de los quejigares no
será monoespecífico sino que supondrá una variada muestra arbórea, presentando
este estrato una cobertura del 60 al 100 por 100. El estrato arbustivo suele estar formado
por majuelo, boj, guillomo, agracejo, etc. y suele suponer una cobertura del 80 al 100 por
100.
Algunas especies típicas del estrato herbáceo de los
quejigares son: Helleborus foetidus, Peonia officinalis, Viola willkmmii, V. hirta,
Epipactis helleborine, etc.También aparecen en estos bosques si son de Quercus lusitanica
algunos helechos como Davallia canariensis y algunos musgos y líquenes. Estas plantas no
podrían soportar la sequedad de los quejigares no lusitánicos.
En general los quejigares presentan árboles con mejor talla y porte
que los encinares y además el cambio de colorido que se observa en un quejigar en las
distintas estaciones del año confiere a estos bosques una particular belleza.
Los montes bajos de quejigos y los claros con pastizales son uno de los
lugares donde mejor viven conejos, liebres, perdices, etc. lo que representa un valor
añadido a estos bosques.
Las distintas estirpes de Quercus faginea tienen gran facilidad para cruzarse entre sí y
esto complica a veces su identificación.
Alcornocales
Los alcornocales son
los bosques dominados por el alcornoque (Quercus suber) y en España cubren unas 480.000
hectáreas, siendo la mayor parte de estos bosques fincas privadas que se sitúan en dos
focos principalmente. Por un lado el área suroccidental, en las provincias de Badajoz,
Huelva, Sevilla y Cádiz principalmente. Los más exuberantes y mejor conservados son los
de Cádiz. Por otro lado existe también una buena representación de alcornocales en la
provincia de Gerona.
Los de la zona suroccidental se sitúan desde 0 a 800 m de altitud porque las condiciones
climáticas que requieren son las de un clima oceánico suave, siendo el número de días
de heladas y la intensidad de éstas el factor limitante del desarrollo del alcornocal.
Los de la provincia de Gerona suelen aparecer entre 500 y 800 m de altitud.
Estos bosques son bastante densos y recuerdan en composición a los encinares de Quercus
ilex subsp. ilex, pueden aparecer tanto sobre suelos ácidos como sobre suelos básicos.
En general, tienen una composición bastante homogénea, estando el estrato arbóreo
dominado por el alcornoque pero mezclado, en la mayoría de los casos, con otros árboles
como el pino piñonero y los eucaliptos en Huelva, el roble (Quercus humilis) en Gerona, o
las encinas y quejigos por casi toda Extremadura.
El estrato arbustivo
está formado principalmente por Cytissus multiflorus, Genista hirsuta, Adenocarpus
telonensis, Astragalus lusitanicus, etc., aunque pueden aparecer otro tipo de arbustos
como el madroño, el brezo o la adelfa si la zona de alcornocal es de clima fresco.
También aparece un estrato lianoide representado por Lonicera implexa, L. etrusca, Hedera
helix, Smilax aspera, etc.
En el estrato herbáceo hay gran variedad de ericáceas, cistáceas y leguminosas, entre
las que destacan: Teline linifolia, Halimium lasianthum, Teucrium fruticans subsp.
baeticum, Anemone palmata, Scilla monophyllos, etc. Algunas plantas como la olivilla
(Teucrium fruticans) o Lavanda viridis aparecen cuando el alcornocal se instala en
vaguadas especialmente húmedas.
Esta composición típica de alcornocal del suroeste de España se ve algo modificada si
se trata de alcornocales catalanes. De hecho, en realidad la composición florística de
estos últimos se parece mucho a la de los encinares catalanes (de Quercus ilex subsp.
ilex).
Se pueden encontrar arbustos como Viburnum tinus, Arbutus unedo, Erica arborea, E.
scoparia, Phyllirea angustifolia, Cytisus triflorus, Calicotome spinosa, etc. En el
estrato lianoide aparecen algunas especies también presentes en los otros alcornocales
como Hedera helix o Lonicera implexa.
En el estrato herbáceo aparecen: Brachyoidium
sylvaticum, Carex olbiensis, etc. Y por último la variedad de helechos presentes es
mayor, pudiendo encontrarse Asplenium onopteris, A. adiantum-nigrum y a veces Osmunda
regalis.
Aunque se han descrito las principales zonas de alcornocal, existen
pequeños puntos distribuidos por la Península con bosquetes de menor importancia como
los de Galicia, Valencia o Valladolid.
Bosques de ribera
Los
bosques de ribera presentan una serie de características que los hacen distintos a
cualquier otro tipo de bosques. En primer lugar, se dice que son bosques azonales. Esto
quiere decir que presentan mucha menos influencia de las condiciones climáticas
circundantes que los demás bosques. De hecho, en ellos existe un microclima creado por
las condiciones especiales que reinan en el interior de un bosque de ribera.
El hecho de disponer de agua en abundancia lleva consigo (cuando no hay un fuerte
deterioro) el desarrollo de abundante vegetación que hace que el ambiente en el interior
de ellos sea fresco y húmedo, incluso cuando estos bosques se sitúan en zonas de clima
mediterráneo con periodos cálidos y secos prolongados.
Bosque de ribera en los márgenes del río Eume, Coruña.
En segundo lugar, en estos bosques se observa que la vegetación se dispone en bandas, en función de su proximidad al cauce del río. Aunque lo mas frecuente es que en nuestros bosques de ribera falten una o más bandas de vegetación, por la alteración a que han estado sometidos, se describen a continuación todas las bandas que aparecerían en un bosque de ribera bien conservado.
Hidrófitos
Son aquellas plantas acuáticas que tienen sus raíces fijadas en el fondo, con gran parte
de su aparato vegetativo sumergido. Sus representantes son principalmente de las familias
Ranunculáceas, Potamogetonáceas y Ninfeáceas.
Vegetación halofítica
Está formada por grandes hierbas enraizadas en el fondo pero con gran parte emergente,
que suele situarse en zonas de aguas tranquilas y no muy profundas. Sus representantes son
principalmente de las familias Juncáceas, Cyperáceas, Gramíneas y Tifáceas.
Vegetación arbustiva
Formada por arbustos que se establecen entre la banda de vegetación halofítica y la
vegetación arbórea que ocupa la siguiente banda. En este grupo se incluye la vegetación
lianoide que sube por los troncos de los árboles o se enreda en otros vegetales
arbustivos.
Vegetación arbórea
Formada por los árboles de ribera que se instalan a mayor o menor distancia del cauce
según sus necesidades. Entre los que resisten tener la base del tronco más o menos
inundada destacan los sauces arbustivos y alisos. Más alejados se instalan los chopos,
sauces arbóreos, etc. En las zonas donde el nivel freático es más profundo se instalan
olmos y fresnos, prefiriendo los primeros los suelos más básicos y los segundos los
suelos menos básicos.
En tercer lugar, la vegetación de ribera está expuesta a unas variaciones en sus
condiciones de vida mayores que las del resto de la vegetación circundante. Esto es
debido a que en los márgenes de los ríos suceden fenómenos (crecidas, bajadas de nivel
del cauce, depósitos de sedimentos, erosión, etc.) que afectan al desarrollo de los
vegetales de forma directa.
Una de las principales
manifestaciones de esto es el hecho de que la vegetación de ribera tenga menor longevidad
que la vegetación circundante. Esto se deduce al observar que los árboles más cercanos
al río, que sufren envites y acometidas del agua continuas, tienen una vida más corta
que los que se sitúan más alejados de él.
Por último, en la vegetación de ribera se
producen sucesiones de comunidades vegetales con gran rapidez, pasando de zonas con suelo
casi descubierto a zonas con tapiz vegetal continuo en pocos meses, debido precisamente a
los fenómenos anteriores.
Sin duda, la mayor
influencia sobre la vegetación de ribera es la que se debe a la actuación del hombre.
Especialmente las grandes obras, como presas, embalses, etc. alteran las condiciones de
las riberas hasta tal punto que pueden hacer cambiar totalmente las comunidades vegetales.
Cuando las alteraciones son demasiado grandes, estas comunidades pueden desaparecer para
dejar paso a riberas peladas o con escasa vegetación.
En general, la intervención del hombre ha llevado consigo la
reducción de la diversidad y de la complejidad estructural de estas comunidades, que no
obstante, pueden regenerarse en gran medida si las condiciones iniciales se recuperan.Las
especies más representativas de la vegetación de ribera son las que se citan a
continuación, si bien, estas especies podemos encontrarlas también en España en
ocasiones creciendo en otros tipos de bosques.
En el estrato arbóreo es frecuente encontrar las especies: numerosos sauces tanto
arbustivos como arbóreos, tales como: Salix atrocinerea, S. triandra, S. eleagnos subsp.
angustifolia, S. bicolor, S. fragilis, S. daphnoides, S. salviifolia, S. purpurea, S.
pedicellata y S. viminalis. Entre los chopos destacan: Populus tremula, P. alba, P. nigra,
P. deltoides y Populus x canadensis, que es en realidad el nombre que se otorga a un grupo
de híbridos entre las diferentes estirpes de P. deltoides y P. nigra.
Además, otros árboles
que componen estos estratos son: Alnus glutinosa, Carpinus betulus, Celtis australis,
Fraxinus angustifolia, Corylus avellana, Ulmus minor, Ulmus glabra, Tamarix gallica, T.
africana, T. canariensis, T. boveana, Betula alba.
En el estrato arbustivo es frecuente encontrar: Laurus nobilis, Frangula alnus, Cornus
sanguinea, Euonimus europaeus y Crataegus monogyna.El estrato lianoide está compuesto por
trepadoras como Lonicera periclymenum, Hedera helix, Clematis vitalba, Humulus lupulus,
Tamus comunis y Athyrium filix-femina.
Por último, entre las herbáceas destacan:
Bryonia dioica, Solanum dulcamara, Arum italicum, A. maculatum, Brachypodium sylvaticum,
Carex sp. y Gallium broterianum.También suelen acompañar a estas especies algunos
helechos, sobre todo en los bosques ribereños de la mitad norte española, entre los que
suelen abundar Osmunda regalis y Dryopteris filix-mas.