"...la única manera para que la historia no se repita es manteniéndola viva".

 

 

Eduardo Galeano                galeano2.jpg (14496 bytes)



  Biografia

    Su nombre completo es Eduardo Hughes Galeano. Nació en Montevideo (Uruguay) en 1940. A los 14 años entró en el mundo del periodismo, publicando dibujos que firmaba "Gius", para la dificultosa pronunciación castellana de su primer apellido. Algún tiempo después empezó a publicar artículos.  Se firmó Galeano y así se le conoce.  Ha hecho de todo : fué mensajero y dibujante, peón en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo, cajero de banco, diagramador, editor y peregrino por los caminos de América.

    En su ciudad natal fué colaborador y posteriormente redactor jefe (1960 - 1964) del semanario "Marcha" y director del diario "Época". En Buenos Aires, Argentina, fundó y dirigió la revista "Crisis". Estuvo exiliado en Argentina y España desde 1973; a principios de 1985 regresó al Uruguay; desde entonces reside en Montevideo.

    Es autor de diversos libros traducidos a más de 20 lenguas y de una extensa obra periodística. Ha recibido el premio "Casa de las Américas" en 1975 y 1978, y el premio "Aloa" de los editores daneses en 1993. La trilogía "Memoria del fuego" fue premiada por el Ministerio de Cultura de Uruguay y recibio el American Book Award (Washington University, USA) en 1998. En 1999, Galeano fue el primer escritor galardonado por la Fundación Lannan (Santa Fe, USA) con el premio a la libertad cultural.

galeano4.jpg (61184 bytes)
"La realidad es cuando se parece a lo que vemos y ella es cuando la realidad delira y se expresa en sueños y pesadillas. Y seguiré enamorado y escribiendo sobre ella mientras me sienta vivo"

  

1 Somos todos culpables de la ruina del planeta

La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es. Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al 'sacrificio de todos' en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible. Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.

2 Es verde lo que se pinta de verde

Ahora, los gigantes de la industria química hace su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos. "En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación. Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera. Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente. El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete. La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

 

3 Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral

Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas... Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno. En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen. De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba-Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana. La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden pagarlos. Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988, en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil. Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior.Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados del campo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

 

4 La naturaleza está fuera de nosotros

En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoníaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.
Eduardo Galeano       

Bibliografía                    .l

galeano3.jpg (16333 bytes)

 

 

 

Obras  


  • Los días siguientes. 1962
  • China 1964: Crónica de un desafío. 1964
  • Los fantasmas del día del león y otros relatos. 1967
  • Guatemala: Clave de Latinoamérica. 1967
  • Reportajes: Tierras de Latinoamérica, otros puntos cardinales, y algo más. 1967
  • Siete imágenes de Bolivia. 1971
  • Las venas abiertas de América Latina. 1971

Contraportada

  • Crónicas latinoamericanas. 1972

  • Vagamundo. 1973

  • La canción de nosotros. 1975

  • Conversaciones con Raimon. 1977

  • Días y noches de amor y de guerra. 1978
  • La piedra que arde. 1980

  • Voces de nuestro tiempo. 1981

  • Contraseña. 1985

  • Aventuras de los jóvenes dioses. 1986

  • Nosotros decimos no: Crónicas (1963-1988). 1989

  • Las palabras andantes. 1993

  • Amares (Antología de relatos). 1993

  • Úselo y tírelo. 1994

  • Las aventuras de los dioses. 1995

  • Mujeres (antología de textos). 1995

  • Patas arriba. La escuela del mundo al revés. 1998

  • Las aventuras de los jóvenes dioses. 1998

 

Los textos que siguen son artículos y ensayos que Eduardo escribió entre 1989 y 1992, que " tienen por tema la memoria, la realidad y la profecía de América " y que fueron publicados en la editorial siglo XXI editores s.a.bajo el título: Ser como ellos y otros y otros artículos.

SER COMO ELLOS Y OTROS ARTÍCULOS

    SUMARIO
        AYER

 

        HOY

        MAÑANA

 

OTROS ARTÍCULOS

"Siento que tengo la misma capacidad de asombro e indignación que cuando empecé a escribir hace ya unos cuantos años. Ha habido sí un cambio de lenguaje, intento decir más con menos, hay una intención de síntesis más rigurosa que antes, pero en lo esencial hay una continuidad de la que no me arrepiento. Si eso es ser prehistórico, como se dice por ahí, pues lo soy. Pero estoy convencido de que no es así, es una manera de confirmar que la realidad cambia, la vida cambia, y uno también, pero se puede seguir siendo leal a ciertos principios básicos. Yo sigo creyendo en la identidad entre la ética y la estética, entre la justicia y la belleza."


"Nosotros decimos no al miedo. No al miedo de decir, al miedo de hacer, al miedo de ser".Galeano


Garabato Noticias de los nadies. La Jornada (10 de diciembre de 1995)
Garabato Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho.
Jornada (1995)
Garabato El Angel exterminador. La Jornada (31 de marzo de 1996)
Garabato Los espejos del Paraíso La Jornada (14 de abril de 1996)
Garabato El tejedor. La Jornada (16 de marzo de 1997)

Garabato A pesar de los pesares. (1992)
Garabato Otros (1992)
Garabato Resignación Brecha (22 de diciembre de 1995)
Garabato Los Prisioneros Brecha (2 de agosto de 1996)
Garabato Puntos de Vista Brecha
Garabato Paradojas
Garabato La canción de los presos


 

¿Quién se queda con el agua?

 

El mono que tiene el garrote. El mono desarmado muere de sed. Esta lección de la prehistoria abre la película 2001, odisea del espacio. Para la odisea 2003, el presidente Bush anuncia un presupuesto militar de mil millones de dólares por día. La industria armamentista es la única inversión digna de confianza.

-Las potencias dueñas del planeta razonan bombardeando.

Ellas son el poder, un poder genéticamente modificado, un gigantesco Frankenpower que humilla a la naturaleza: ejerce la libertad de convertir el aire en mugre y el derecho de dejar a la humanidad sin casa; llama errores a sus horrores, aplasta a quien se pone en su camino, es sordo a las alarmas y rompe lo que toca.

- Se alza la mar, y las tierras bajitas quedan por siempre sepultadas bajo las aguas. Esto parece una metáfora sobre el desarrollo económico en el mundo tal cual es, pero no: se trata de una fotografía del mundo tal cual será, en un futuro no tan lejano, según las previsiones de los científicos consultados por las Naciones Unidas.

- Durante más de dos décadas, las profecías de los ecologistas merecieron burla o silencio. Ahora, los científicos les dan la razón. Y el 3 de junio de este año, hasta el propio presidente Bush no tuvo más remedio que admitir, por primera vez, que ocurrirán desastres si el recalentamiento global continúa dañando el planeta. El Vaticano reconoce que Galileo no estaba equivocado, comentó el periodista Bill McKibben. Pero nadie es perfecto: al mismo tiempo, Bush anunció que Estados Unidos aumentará en un 43 por ciento, en los próximos 18 años, la emisión de los gases que intoxican la atmósfera. Al fin y al cabo, él preside un país de máquinas que ruedan comiendo petróleo y vomitando veneno: más de doscientos millones de automóviles, y menos mal que los bebés no manejan. A fines del año pasado, en un discurso, Bush exhortó a la solidaridad, y fue capaz de definirla: "Deja que tus niños laven el auto del vecino".

- La política energética del país líder del mundo está dictada por los negocios terrenales, que dicen obedecer al alto cielo. Trasmitía mensajes divinos la finada empresa Enron, fallecida por estafa, que fue la principal asesora del gobierno y la principal financista de las campañas de Bush y de la mayoría de los senadores. El gran jefe de Enron, Kenneth Lay, solía decir: "Creo en Dios y creo en el mercado". Y el mandamás anterior tenía un lema parecido: "Nosotros estamos del lado de los ángeles".

- Estados Unidos practica el terrorismo ambiental sin el menor remordimiento, como si el Señor le hubiera otorgado un certificado de impunidad porque ha dejado de fumar.

- "La naturaleza está ya muy cansada", escribió el fraile español Luis Alfonso de Carvallo. Fue en 1695. Si nos viera ahora.

- Una gran parte del mapa de España se está quedando sin tierra. La tierra se va; y más temprano que tarde, entrará la arena por las rendijas de las ventanas. De los bosques mediterráneos, queda en pie un 15 por ciento. Hace un siglo, los bosques cubrían la mitad de Etiopía, que hoy es un vasto desierto. La Amazonia brasileña ha perdido florestas del tamaño del mapa de Francia. En América Central, a este paso, pronto se contarán los árboles como el calvo cuenta sus pelos.

- La erosión expulsa a los campesinos de México, que se marchan del campo o del país. Cuanto más se degrada la tierra en el mundo, más fertilizantes y plaguicidas hay que usar. Según la Organización Mundial de la Salud, estas ayudas químicas matan tres millones de agricultores por año.

- Como las lenguas humanas y las humanas culturas, van muriendo las plantas y los animales. Las especies desaparecen a un ritmo de tres por hora, según el biólogo Edward O Wilson. Y no sólo por la deforestación y la contaminación: la producción en gran escala, la agricultura de exportación y la uniformización del consumo están aniquilando la diversidad. Cuesta creer que hace apenas un siglo había en el mundo más de quinientas variedades de lechuga y 287 tipos de zanahoria. Y 220 variedades de papa, sólo en Bolivia.

- Se pelan los bosques, la tierra se hace desierto, se envenenan los ríos, se derriten los hielos de los polos y las nieves de las altas cumbres. En muchos lugares la lluvia ha dejado de llover, y en muchos llueve como si se partiera el cielo. El clima del mundo está para el manicomio.

- Las inundaciones y las sequías, los ciclones y los incendios incontrolables son cada vez menos naturales, aunque los medios insisten, contra toda evidencia, en llamarlos así. Y parece un chiste de humor negro que las Naciones Unidas hayan llamado a los años noventa Década Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. ¿Reducción? Ésa fue la década más desastrosa. Hubo 86 catástrofes, que dejaron cinco veces más muertos que los muchos muertos de las guerras en ese período. Casi todos, el 96 por ciento para ser precisos, murieron en los países pobres, que los expertos insisten en llamar "países en vías de desarrollo".

- Con devoción y entusiasmo, el Sur del mundo copia, y multiplica, las peores costumbres del Norte. Y del Norte no recibe las virtudes, sino lo peor: hace suya la religión estadounidense del automóvil y su desprecio por el transporte público, y toda la mitología de la libertad de mercado y la sociedad de consumo. Y el Sur también recibe, con los brazos abiertos, las fábricas más cochinas, las más enemigas de la naturaleza, a cambio de salarios que dan nostalgia de la esclavitud.

- Sin embargo, cada habitante del Norte consume, en promedio, diez veces más petróleo, gas y carbón; y en el Sur sólo una de cada cien personas tiene auto propio. Gula y ayuno del menú ambiental: el 75 por ciento de la contaminación del mundo proviene del 25 por ciento de la población. Y en esa minoría no figuran, bueno fuera, los mil doscientos millones que viven sin agua potable, ni los mil cien millones que cada noche se van a dormir sin nada en la barriga. No es "la humanidad" la responsable de la devoración de los recursos naturales, ni de la pudrición del aire, la tierra y el agua.

- El poder se alza de hombros: cuando este planeta deje de ser rentable, me mudo a otro.

- La belleza es bella si se puede vender y la justicia es justa si se puede comprar. El planeta está siendo asesinado por los modelos de vida, como nos paralizan las máquinas inventadas para acelerar el movimiento y nos aíslan las ciudades nacidas para el encuentro.

- Las palabras pierden sentido, mientras pierden su color la mar verde y el cielo azul, que habían sido pintados por gentileza de las algas que echaron oxígeno durante tres mil millones de años.

 

"Patas arriba" (su último libro, 1998)

 Educando con el ejemplo  (2 subcapítulos)

Modelos para estudiar 

Derecho al delirio

ARTÍCULOS 2001

Apuntes del más allá 2/12/2001 Nuevo

La guerra en palabras 4/11/2001 

Símbolos 21/10/2001 

El teatro del bien y del mal 23/9/2001 

Algunas modestas proposiciones 26/8/2001

Hablan las paredes 12/8/2001

Humor negro 3/6/2001

Los derechos de los trabajadores, ¿un tema para los arqueólogos? 15/4/2001

Una marcha universal 11/3/2001

La era de Frankestein 11/2/2001

2000

El espejo 15/10/00

El sol que vino del oeste 7/10/00

Progresos 10/9/00

Viajes 27/8/00

La monarquía universal 13/8/00

Noticias del mundo al revés 25/6/00

Bichos 11/6/00

Manos arriba 28/5/00

Tiempos 16/4/00

El sistema 4/2/00

Aves 26/3/00

Voces 27/2/00

¿Humanique? 20/2/00

La herencia militar 6/2/00

Contravoces 9/01/00 

1999

Entrevista 1999

 

Noticias del fin del milenio 26/12/99 

Teoría de la vaca 3/12/99 

El poeta que busca y espera 14/11/99 

Una contradicción llamada Uruguay 31/10/99 

Espejos blancos para caras negras 22/8/99 

Celebraciones 1/8/99 

Palabras en el infierno 4/7/99 

 Preguntas 20/6/99 

 Fe de erratas- La guerra de Yugoslavia 16/5/99 

 La confesión de las bombas 11/4/99 

 Satanases 14/3/99 

 Ultimos tiempos 21/2/99   

El viaje 14/2/99 

1998-96

 

El poder es un señor muy distraído 12/98 

Los magos 22/11/98 

 El ojo del cíclope 1/11/98 

   Silencios 19/10/98 

 Futbol en pedacitos 7/98 

 Pierna de obra 22/8/97 

 Maradona 

 Los pecados de Haití 7/96 

 Memorias y desmemorias 4/97 

 Paradojas 7/97 

 Enemigo se busca 11/97 

 Las fábricas de la guerra 10/97 

Oficios 4/97 

Espejos 

Historia del hombre que en el alto cielo amó a una estrella... 

 Liturgia del divino motor 

Baile de máscaras 

Los prisioneros 8/96 

 Desafíos 2/97 

Las venas abiertas de América Latina (1970)

 

Introducción

Primera Parte


Entrevistas

Varios

  • Palabras pronunciadas por Eduardo Galeano ante la reunion anual de los libreros de los Estados Unidos, American Booksellers Association. Publicado en el Papel Literario de EL NACIONAL Caracas 18/10/92 p.11.
  • Letra de la canción Secreta mujer, de Joan Manuel Serrat, basada en un poema de Eduardo Galeano.