Manuel García-C. Gómez, C U Q U I S    Biografía lírica de un can

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No olvides mi historia y si pasas por San Cristobal de Valdeiguña (Cantabria) no dejes de visitarme.X.—EL TURCO

    Al que tenías verdadero odio, era al Turco. Este perrazo, de negro lomo y vientre rojizo, sí llevaba muy bien el artículo delante de su nombre. Era malo y bandido. Tenía muy malas intenciones. Bien se conocía que su abuelo había sido una alimaña montuna, dañina y carnicera, que había vivido en el monte; muriendo, tal vez, entre las mandíbulas aceradas de un dentado cepo, bien colocado en el paso por astuto alimañero. El Turco era un perrazo lobo de pinadas orejas, puntiagudas como puñales; y negro hocico con boca y garganta también negras. Mal color, perrín.

    Cuando era cachorro, grandullón y desgarbado, de gruesas y macizas patonas, te tenía miedo. Siempre le corrías tú hasta meterle en casa. Nunca quisiste ser su amigo; te repelía. Era el único perro del pueblo a quien no podías ver.

    Cuando él creció, ya era otra cosa del todo al revés; te corría él a ti. Tú le huías, sí; pero dándole la cara valientemente. No como él, que había corrido de ti, perruco, rabo entre patas, y dando la espalda, como hacen los cobardes. Tú no, perrín. Encrespabas el pelo del cuello y de la aguja; fijabas firme en el suelo tus cuatro patas y te echabas hacia adelante, ladrando agresivo y enseñando tu firme dentadura blanca. Así ibas cediendo terreno ante El Turco, defendiéndote con bravura palmo a palmo.

       Y si te veías mal (que a veces sí te veías, por tu menuda corpulencia) chillabas angustiado pidiendo auxilio. Y yo salía a defenderte. Al verme, El Turco marchaba cobarde. Tú salías detrás de él, ladrando rabioso y corajudo, sin hacer caso de mis llamadas al orden; pero no saltabas la tapia saliendo a la carretera. Tardabas en sosegarte, perruco; tal era la rabieta que cogías por no poderle vencer y hacerle, como antes, huir cobardemente.

      Y cuando vino al pueblo el nuevo Sr. Maestro, trajo un perro lobo, muy parecido al Turco. Solamente por ese parecido ya te resultó antipático. A los pocos días, te peleabas con él, que nada te había hecho, Cuquis. Obraste mal, perruco.

      Eras disculpable por la semejanza que tenía con el Turco. Le pudiste, Cuquis, le pudiste. Trabajo te costó, porque también este can era más corpulento  que tú. Tenía nube en un ojo; y así no pudo defenderse en condiciones y marchó aullando, abandonando la lucha, como los cobardes. Te reñí, perruco. Pero en mi interior te daba el parabién por tu magnífica bravura.   

La primera salida 11 La primera salida.

Te llamabas Cuquis1
Viniste a mi casa2
Te hiciste mozo3
Tu hermana Linda4
Amigo de todos5
Las niñas6
Mariposas, Gorriones y lagartijas7
La perrita Tula8
El gato atigrado9
La primera salida 11
A los Llares12
Un castigo 13
Subida al Moral14
Un atropello15
Segundo atropello16
Camino de la iglesia17
Las tristezas del cura18
Te pusiste enfermo19
Te llegó la muerte20
La tumba 21
Apéndice I.- Lápida y Flores  1
Apendice II.- La gatita Belinda  2
Apéndice III.- Tu hermano Cuquis II  3
Apéndice IV.- En Parla  4
Apéndice V.- Despedida  5