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El
tenor de los sueños
Santiago
Spinosa, León Tenenbaum y Dolores Zorreguieta, en el Museo de Bellas Artes
Santiago
Spinosa (1961) y León Tenenbaum (1951) comparten una exposición. No es
la primera vez que exponen juntos; en ese sentido, repiten una experiencia
que tuvieron en el Centro de Arte y Comunicación hace aproximadamente
una década. Si hubiese que comparar sus trabajos, se diría que provienen
de lenguajes
ligados
a la figuración de manera tan distinta que podrían dar origen
a una contraposición estilística. Es tanto lo que he perdido
que hasta la cuenta perdí . Allí representa a un hombre
rodeado de ovejas cuya cabeza se trifurca. Sin embargo, suele mantener
una línea que se resuelve más por el clima de sus trabajos
que por su alejamiento formal de lo que reconocemos. Temáticamente,
representa personas o animales en escenas interiores o exteriores. Pero
lo que revelan sus imágenes está ahí sin nombrarlo
directamente, como si se colase más que en sus formas, poco cuidadas
en los detalles, en su sentido y en la atmósfera que las envuelve.
Tenenbaum, por lo contrario, pinta esquemáticas estructuras edilicias
con prolijidad. Sus barrios se erigen sin otro vestigio de lo humano que
su propia finalidad ya que, difícilmente no podríamos imaginar
construcciones como ésas sin alguien que las hubiese pensado. Las
envuelve la soledad y el silencio. Por lo demás, trabaja con formas
netas y bordes definidos que limitan geométricamente los colores
a superficies planas que se complementan.
Ambos tienen un propósito comunicativo cuya intensidad es evidente,
pero Spinosa parece más interesado en destacar directamente la
fuerza de los contenidos con un fin crítico; Tenenbaum, en cambio,
accede a aquéllos por un camino más esquemático y
de significado más general. Apunta a destacar de modo menos puntual
los problemas de quienes viven en el mundo del cemento. Resulta, en ese
aspecto, más metafísico e intelectual, y comprometido con
un programa estético de argumentaciones metafóricas que
pueden interpretarse en dos sentidos, uno recto (las casas, las escaleras,
los puentes) y otro figurado, que destaca la ausencia de quienes los hicieron.
Los une una fuerte cercanía con el mundo de los sueños.
En Spinosa, esa aproximación tiende a repetir las imágenes,
como se ve en el irónico título ¿Algún veneno
oculto en su sangre? Allí, dos bebes duermen en posiciones cambiantes
dentro de una serie de anaqueles que limitan sus movimientos. Algo análogo
puede decirse de Equinoccio , una pieza bastante anterior que muestra
varios gallináceos en un terreno lleno de agujeros circulares que
les impiden caminar libremente y en los que pueden caer.
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El cuerpo
herido, de Zorreguieta
su propósito
es alcanzar por el conocimiento de lo propio un grado de conciencia integral
que revela sin concesiones. Como si asistiera a la disección de sus
propios sentimientos y pensamientos desnuda las causas profundas que la mueven.
A medio camino entre el realismo crítico y el neoexpresionismo, transmite
verdades íntimas que desliga de toda intención esteticista o
académica.
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Exploraciones
del psiquismo
La pintura de Dolores Zorreguieta está realizada mediante procedimientos
mixtos, en los que convergen la pintura, la fotografía y el collage.
Pero no es ese aspecto formal el que más la diferencia de otros
artistas, sino la precisión de sus fines. Vuelca lo que lleva dentro
de sí, no para descifrar su significado, que conoce bien; su propósito
es alcanzar por el conocimiento de lo propio un grado de conciencia integral
que revela sin concesiones. Como si asistiera a la disección de
sus propios sentimientos y pensamientos desnuda las causas profundas que
la mueven. A medio camino entre el realismo crítico y el neoexpresionismo,
transmite verdades íntimas que desliga de toda intención
esteticista o académica.
La terribilidad de los temas de 1995 y 1996, en los que combina lo corporal
y lo psíquico descarnadamente, bastaría para identificarla.
Muestra lo monstruoso de la psiquis, capaz de darles forma a desaforados
engendros. Pero aun cuando representa seres escalofriantes por su anormal
contextura, como el que amenaza a la niña de El cuerpo herido ,
el eje está centrado en lo humano.
Trabaja con materiales extraños como, por ejemplo, pelos y curitas,
y con colores sanguinolentos que les confieren a las formas una apariencia
visceral. Los imperativos interiores se le imponen obsesivamente, con
la sinceridad de las heridas a las que dedica una serie.
Dolores Zorreguieta (1965) es argentina, pero reside en Nueva York desde
1991. Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano
Pueyrredón y posteriormente hizo diversos cursos en varios lugares
de los Estados Unidos. En 1995, la Franklin Furnace de Nueva York la distinguió
como Artista del Año.
Para
apreciar la obra de Spinosa, por favor, haga clic aca
Por Aldo Galli, La Nacion, 2 de junio de 2002
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