Revista Latina de Comunicación Social 50 – mayo de 2002

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 5º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54

 

Apuntes sobre la educación virtual

Lic. Carolina Ortiz ©
Bogotá (Colombia)

Resumen

La educación virtual es una actividad humana que se lleva a cabo a distancia, según un modelo de adquisición de conocimiento, en función de unos objetivos educacionales, mediante tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, brindando gran flexibilidad al uso del tiempo, otorgando una libertad geográfica y locativa casi total, y generando una tónica de trabajo colaborativo capaz de moldear muchos aspectos de la sociedad tal como hoy la conocemos.

Palabras claves: Virtualidad, educación, modelo pedagógico, nuevas tecnologías.

Muchas voces condenatorias se alzan contra la educación virtual debido a la primera de sus características. Ocurre a distancia. Se le desprecia o menosprecia porque vulnera la relación maestro-alumno. Se le considera un subproducto social y científicamente inferior.

Deshumaniza o, al menos, despersonaliza. Todo ello por que no es presencial.

Pero la distancia es una consecuencia de las realidades y circunstancias humanas. Surge de las migraciones causadas por otros fenómenos, humanos o naturales: guerras, pobreza, enfermedad. Surge de los desplazamientos, porque se ha encontrado un buen trabajo en otra parte o porque se ha perdido el que se tenía. Surge de la política y la economía, de las más hondas emociones humanas: la avaricia, y la generosidad, el odio y el afecto, la admiración y la envidia. No despersonaliza. Se adapta a las personas reales dentro de un orden social real. De hecho, es personal. Tan personal como la presenciabilidad.

Además, ¿quién valida la peregrina afirmación de que aquella educación en la cual el maestro y el alumno se ven cara a cara es mejor que la educación a distancia o virtual? ¿Con que autoridad se atribuyen privilegios de juez a quien solo a experimentado una de las tres posibilidades? La distancia ha generado procesos creativos para que los seres humanos logren hacer las cosas: están los golpes de tambor de los bosquimanos, las señales de humo de los pieles rojas, las cartas que por siglos y siglos han sido medios para extraordinarias relaciones a distancia, estan los pitidos cortos y largos de la clave Morse, está el teléfono que tantos acaloramientos comerciales, políticos y románticos ha patrocinado, está la televisión que aún no ha despersonalizado al fútbol, ni le ha quitado pasión humana al erotismo.

McLuhan invita a no confundirse en el carrusel donde el mensaje es el medio deviene masaje sobre el criterio y la autonomía. La única verdad es el medio y el medio deviene masaje sobre el criterio y la autonomía. La única verdad es que la mayor parte de lo que se aprende, se aprende en relación directa con los materiales y contenidos a asimilar, no necesariamente en charlas peripatéticas con el maestro. Los fracasos humanizados por un maestro presencial son tan fracasos como los sufridos en las aulas virtuales. Seguramente hay cursos virtuales vacíos, superficiales u obsoletos, igual que muchísimos maestros presenciales, sin ir más lejos.

Lo virtual no es magia ni engaño. Quien nos ofrece una realidad virtual no pretende darnos gato por liebre. La virtualidad se basa en la aceptación por un grupo de personas –al menos dos– de una metáfora con elementos simbólicos o simulados. Se trata de aceptar esa metáfora como si fuera la realidad, tal como aceptamos el cine y la televisión como si fueran entornos tridimensionales cuando, como muy bien lo sabemos, se trata de representaciones bidimensionales donde tamaño y velocidad representan percepciones de movimiento o estatismo, de distancia o cercanía. Así, se acepta un simulador de vuelo, de tráfico terrestre, de juego empresaria, de diagnostico clínico o de diseño mecánico.

Parte del concepto mismo de virtualidad lo hemos recibido, a modo de legado, de un maestro que jamás veremos presencialmente y con el cual solo tendremos relación mediante un dispositivo virtual: El libro. Precisamente, el libro V de la República, de Platón, traza un mito que insinúa que incluso aquellas percepciones y experiencias que consideramos más reales pueden ser simples reflejos –apariencias superficiales– de realidad "real" –esencias de fondo-. El mito de la caverna nos hace sentir como más real una carrera de fórmula 1 que el desayuno que hemos tomado en la mañana. A veces, el reflejo es más sensible que la realidad real. En fin, la educación virtual ocurre a distancia porque los nodos de nuestra aldea global están al alcance de un botón, pero pueden quedar muy lejos para caminar hasta ellos. Es cuestión de dimensiones... y de circunstancias humanas.

En ese mismo primer párrafo se dice que la educación virtual tiene unos modelos que le son propios. Y es verdad, le son propios en tanto que educación, no en tanto que virtual, ni en tanto que a distancia.

La educación es una relación epistemológica entre un sujeto, la persona humana, y un objeto que puede ser gnoseológico o actitudinal. La composición de la persona es extremadamente compleja. Por tal razón se toma de ella, por política metodológica, unas pocas variables, de modo que su seguimiento y administración no se vuelva imposible. Como variable obvia, está la inteligencia sin la cual no hay cognición. Menos obvio es el papel de la memoria, pero su papel es crucial en la retención de lo inteligido. La motivación aparece como una estrategia apuntada hacia una variable conformada por los componentes emocionales y afectivos de la persona. El modelo, con la adición de los elementos pedagógicos, podrían representarse mediante el esquema que sigue:

 

                                                          Inteligencia

Sujeto                                                 Memoria                                           objeto

                                                          afectividad

 

 

Ante esta representación se puede pensar que a diversas facetas del Sujeto deben corresponder diferentes Medios pedagógicos. Por ejemplo, se sigue que todo discurso educativo que se dirija  a  la inteligencia debe estar previamente estructurado y ser sumamente Inteligible. Análogamente, contenidos que por cualquier razón merezcan ser retenidos en la memoria deberán repetirse de manera planificada hasta conseguir su fijación. De igual modo, mensajes que pretenden motivar al sujeto deben tocar sus emociones, su afectividad. En otras palabras, no son los medios tecnológicos los que direccionan la metodología , sino el punto focal del sujeto, al cual se dirige el pedagogo, el que exige determinados métodos y medios. La  tecnología, lo que ha hecho es esclarecer y potenciar el alcance de los medios. La construcción, estrategia y táctica del discurso pedagógico sigue siendo responsabilidad de un ser humano.

De todos modos, si hubiera que buscar diferencias, en el paradigma que subyace al modelo donde se encuentran más divergencias entre la tradición presencial y la innovación virtual: de un modelo con pasos concretos en una secuencia específica, propio del paradigma algorítmico que sirve de plataforma a la presencialidad, se pasa a privilegiar los procesos personales de construcción allí donde sea posible. Las demandas de la sociedad siempre exigirán más, en menos tiempo, pero se dejan espacios suficientes para el descubrimiento, dentro de las aproximaciones auto-activas y constructivitas que se tejen con el nuevo paradigma heurístico de la educación a distancia. Desafortunadamente, el constructivismo es susceptible de interpretaciones cómodas, perezosas y permisivas que adjudican al estudiante casi todo el trabajo, incluso el que le corresponde al "facilitador". Bajo la excusa de que el estudiante es quien debe operar sobre los materiales de aprendizaje, el antiguo maestro cambia de nombre y deja reinar su inercia desde la cátedra. Así "orienta"... inercialmente.

No se ha mencionado aún la educación virtual, es decir, la educación llevada a efecto desde la no- presencialidad y en entornos mayoritariamente virtuales, pues no toda la educación a distancia es virtual. En cualquier caso, la educación virtual no se inscribe obligatoriamente dentro de ninguna "confesión" pedagógica. Comparte con la presencialidad una reversibilidad que permite la convivencia de orientaciones didácticas diferentes, en tanto que éstas actúen de modo coherente con los fines de la educación. el aprendizaje en ambientes virtuales es la resultante de un proceso en el cual el estudiante construye su saber. Pude también surgir de la practica, como puede ocurrir  con las simulaciones económicas, políticas, administrativas, médicas o tecnológicas. Como quiere que sea , hay que admitir que las competencias más elevadas no se logran sin la compañía del análisis crítico. En otras palabras, así como la presencialidad privilegia diversos enfoques analíticos de la educación, estos también son necesarios y posibles en los escenarios virtuales.

Se decía al comienzo de este documento que la educación virtual hace uso de las nuevas tecnologías informáticas y de telecomunicaciones (NTTIT), y ello es muy cierto porque se articula y concreta en la simulación y re-creación de contextos y escenarios que no son reales y dependen de la multimedialidad y de la transmisibilidad para existir, pero no es allí donde radica la mayor diferencia entre lo virtual y lo presencial, Más aún es posible "ser" presencial al tiempo que virtual, como ocurre con las especies, después de la transubstanciación en la eucarística cristiana: hay presencialidad real en hostias y vino, y hay virtualidad- más que simbolismo- en el cuerpo y la sangre de Cristo.

La diferencia más importante entre la educación presencial y al virtual radica en la diversidad de medios y en el potencial educativo que rinde la optimización de cada uno de ellos. No se puede seguir haciendo en un medio muevo lo que se sabía hacer en un medio viejo, aunque el fin educativo y el resultado buscado sea el mismo. Lo que sí tenemos que saber antes de empezar es que las técnicas y los procedimientos son distintos. Quien se niega a aceptar esta diferencia medial o quien simule a aceptarla, pero se aferre a sus propios saberes trillados, va al fracaso en su quehacer pedagógico, hará mucho más el profesor tradicional que no reniega de sus métodos.

Educación y virtualidad devienen, pues, más complementarias que antagónicas, pues la educación puede utilizar el arsenal creativo de la virtualidad y ésta se beneficia, en tanto que sistema, de la metodología de trabajo comunicativo y pedagógico que abunda en aquella.

Volviendo al nuevo paradigma educativo, que confiere una plataforma heurística a la virtualidad,  hay que decir que no es totalmente nuevo. Su valor estriba en la oportunidad de reflexionar y re-inventar la educación y sus métodos. Todas las teorías psicológicas del aprendizaje, todas las metodologías, las didácticas especiales, las teorías de la comunicación, las técnicas de diseño, en fin, todas las disciplinas auxiliares de la educación,  se resignifican ante la virtualidad, abierta a cualquier categoría de creación.

Este nuevo paradigma se apalanca sobre el modelo pedagógico y el modelo organizacional, muy estrechamente vinculados y condicionados en una correspondencia puntual y biunívoca.

El modelo pedagógico se ha enfocado en la relación sujeto objeto y la idea resulta atractiva por si misma. Pero la reingeniería organizacional que presupone el montaje de un paradigma heurístico virtual es costosa, poco obvia y rodeada de resistencias internas.

Un modelo organizacional que sirva de base a la implementación de un modelo pedagógico virtual deberá garantizar a todas las personas que quieran educarse, el acceso a la educación mediante el mayor número posible de conductos, motivo por el cual se hace imperativa una mirada prospectiva y constante sobre el desarrollo, la evolución y las ofertas de las NTIT. Dicho modelo también debe aplicarse al mejoramiento de los modelos pedagógicos des-centrándolos del modo de aprendizaje, pues la metodología que se debe aplicar en entornos virtuales globales no puede ser la misma de las actuales universidades, locales y muchas veces parroquiales. Los escenarios web vinculan culturas diferentes y el problema lingüístico es cada vez menor. Es la mentalidad y la concepción cultural la que plantea grandes desafíos transculturales a la globalidad.

La educación virtual está abierta, pues, a entornos globales, pese a lo cual vale la pena considerar algunos comportamientos locales. En efecto, hay proyecciones –trazadas a partir de estadísticas comerciales de Internet– que muestran que Hispanoamérica pasará de tener un 4.8% del total de instituciones de educación virtual del mundo al 25 % global dentro de cuatro años, quintuplicando su actual grado de participación en el campo, lo cual reducirá drásticamente la distancia entre los países desarrollados  y los países en vía de desarrollo en cuanto a mercados del conocimiento se refiere.

En el terreno de las universidades virtuales se ha empezado ya a diferenciar varias alternativas y modalidades. Hay una enorme cantidad de cursos virtuales en Internet. Los hay excelentes, buenos, regulares, malos y malísimos. La mayaría parece en sitios gratuitos y no gozan de la bendición de ninguna universidad, si bien sus creadores  son generalmente docentes universitarios. Hay sitios web que van más lejos y ponen herramienta de autoría a disposición de profesores – autores  potenciales. Incluso se dan sugerencias sobre el diseño instruccional, tema que goza de la antipatía de los educadores de la post-modernidad. El paquete completo se redondea con espacios comunes para la colocación de los cursos así creados. En una palabra, sitios gratuitos para virtualistas aficionados que proceden a título individual, sin un modelo coherente, y sin amparos legales de los derechos de autor.

Otra modalidad se logra mediante el establecimiento de acuerdos o convenios de diferentes universidades, sin que importe si son de un mismo país o de continentes diferentes. Este esquema organizacional de universidad virtual es sumamente sencillo pues puede ir, desde una configuración mínima de estructura virtual que se mediatiza la puesta en red de diversos cursos realizados en distintas universidades, hasta la suscripción de acuerdos políticos y de protocolos informáticos entre distintas instituciones de educación superior. Dentro de esta última escena surge incluso posibilidades de convenios académico-económicos para el montaje con fondos conjuntos de plataformas tecnológicas potentes y ambiciosas, destinadas a servir, en primera instancia, a los suscriptores del convenio, pero abiertas a toda la institución de educación superior, formal o no,  mediante un esquema  de regalías que las libera de inversiones cuantiosas al tiempo que les ofrece una virtualidad de primerísima línea.

Lo cierto es que el entorno de la educación tiende a convertirse en un mercado global del conocimiento y avanza vertiginosamente hacia su encuentro con lo que alguna vez llamamos el futuro. Estar en este espacio digital de educación superior es ya una realidad. Como seres humanos que somos, personas con principios éticos y valores, y como miembros de diversas instituciones con visiones, misiones, estilos y valores propios, también tenemos la obligación de garantizar que ese espacio cumpla con su propósito primario, es decir, la formación integral de personas para la construcción de nuevos ordenes sociales, comerciales y tecnológicos y humanos, de la diferencia, el reconocimiento y el respeto por la diversidad. Al fin y al cabo, eso es lo que necesitamos todos. Virtualmente todos.


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:

Ortiz, Carolina (2002): Apuntes sobre la educación virtual. Revista Latina de Comunicación Social, 50. Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina50mayo/5009ortiz.htm