La posibilidad de interactuar, aprender con otros a través de las distancias, se vuelve realidad -aunque virtual- al mismo tiempo que  se banaliza pedagógicamente (como muchas modas en el campo educativo).

Esta atención creciente en las interacciones mediadas por computadoras, y con ellas en el aprendizaje entre pares, viene de la mano del permanente aumento y desarrollo de las plataformas de e-learning. Éstas “prometen” sistemas en que el aprendizaje colaborativo / cooperativo se constituya en eje privilegiado de la usualmente denominada educación virtual.

Pues bien, es cierto que las actuales herramientas tecnológicas posibilitan propuestas educativas a distancia que contemplen la interacción entre pares, superando al menos en parte la limitación que en este sentido encontrábamos en las generaciones anteriores de educación a distancia. Sin embargo, este panorama me invita a realizar algunas consideraciones que propongo aquí para su reflexión.

Tradicionalmente, en Educación a Distancia se han venido desarrollando distintas estrategias tendientes a reemplazar el encuentro "cara a cara" característico de los sistemas presenciales: desde un adecuado diseño de los materiales de estudio, hasta una estrecha comunicación bidireccional entre el alumno con su tutor y con la institución que imparte los estudios. Complementariamente, los encuentros de tutorías presenciales grupales se han señalado como una estrategia valiosa para permitir la socialización de los alumnos y para aminorar -en parte- la sensación de soledad que embarga a mucho estudiantes de esta modalidad.

Como es sabido, las TIC introducen un cambio fundamental en los sistemas de Educación a Distancia, no sólo en cuanto al modo de distribuir los contenidos y de propiciar la vinculación del tutor con sus alumnos, sino, además, incluyendo un nuevo tipo de diálogo, un diálogo real entre pares principalmente asincrónico, un diálogo que puede caracterizarse como de muchos-a-muchos y que se produce por intermediación de diversas herramientas tecnológicas. Estas herramientas, suelen estar agrupadas en la actualidad, en el marco de los entornos virtuales de formación (o como suele denominarse las plataformas de e-learning). De este modo es posible afirmar que están dadas, en parte, las condiciones de posibilidad para que se produzcan interacciones entre pares.

Ahora bien, que estén dadas las condiciones de posibilidad a través de una mediación instrumental adecuada (por intermedio de las TIC), no resulta suficiente para que se obtenga el aprendizaje entre pares.

Para que las interacciones entre pares sean un elemento clave en la construcción social de conocimientos por parte de cada estudiante es indispensable “algo más”. Me refiero, básicamente a algo simple, pero por ello mismo muchas veces olvidado: se requieren buenas estrategias docentes. Serán éstas las que determinen la utilización de las herramientas disponibles estableciendo cuáles son necesarias, con qué nuevas tecnologías sería conveniente contar y cómo disponer de las mismas a fin de tender a la consecución de las finalidades educativas. Considero por tanto fundamental que los especialistas en Educación a Distancia nos aboquemos, en lo que a estas cuestiones se refiere, al desarrollo de estudios, investigaciones y propuestas que definan en qué consisten esas buenas estrategias didácticas, cuáles son, a qué tipo de procesos de aprendizaje dan lugar y con qué características y, entonces sí, cuáles son las herramientas mediadoras que se precisan.

A fin de develar estas cuestiones será conveniente interrogarse sobre la posibilidad de traspolar las diversas técnicas y lineamientos desarrollados y probados en la educación presencial. Si esto fuera posible, ¿sería válido?

Algunas voces pretenden -gracias a la telemática y al desarrollo de los Campus Virtuales- reducir la Educación a Distancia a una "imitación" de la educación presencial, intentado emular cada una de las condiciones de enseñanza y de aprendizaje que se dan en esta última. Sin embargo no podemos dejar de notar que también en lo que respecta a la interacción entre pares la educación a distancia tiene su especificidad. Evidentemente, aunque la comunicación fluida se ha vuelto posible, no es lo mismo que interactuar cara a cara en un espacio común donde el intercambio trasciende por mucho lo verbal, no son las mismas habilidades cognitivas las que se involucran para comunicarnos por medio de la escritura ni por este lenguaje mediado por computadoras. Es preciso considerar los efectos de y con las tecnologías (Salomón, Perkins y Gloverson, 1992 (2)) a fin de comprender las posibilidades que se abren al estudiar mediante computadoras y redes informáticas.

Queda pendiente, por lo tanto, profundizar en una aproximación a la especificidad de las situaciones educativas a distancia desde esta perspectiva. Quizás el análisis de las distintas propuestas existentes para los entornos presenciales (conflicto socio-cognitivo, comprensión conjunta, co-construcción de soluciones, apropiación y negociación mutua, diálogo guiado, enseñanza recíproca, las técnicas de aprendizaje cooperativo y el aprendizaje colaborativo) pueda constituirse en un punto de partida, a fin de comprobar o rechazar su utilidad en Educación a Distancia, analizando su optimización de los procesos de aprendizaje en esta modalidad. Pero al mismo tiempo, será esencial evaluar las prácticas que se están desarrollando en entornos virtuales de formación. Una investigación que indague acerca de las buenas estrategias didácticas que propicien la construcción de conocimientos individual y colectivamente deberá desarrollarse conjugando adecuadamente las prácticas con las teorías ya consolidadas, a fin de elaborar nuevos conocimientos pertinentes y valiosos para procurar Sistemas de Educación a Distancia de calidad.

Por supuesto que aquí también se ponen en juego opciones metodológicas, ideológicas y pedagógicas de los docentes y diseñadores de un Programa. En todos los casos, será una función indelegable del docente o del equipo diseñador del Sistema ponderar los beneficios de la promoción o indispensabilidad de interactuar con pares a fin de resolver las diversas instancias académicas por las que atraviesan los alumnos, en equilibrio con un respeto por la autonomía, flexibilidad y posibilidades de los alumnos. Nada puede reemplazar el análisis que se debe realizar en función de unos destinatarios específicos, para lograr unos objetivos determinados de formación. Pero para que los docentes puedan optar, deben contar con una gama amplia de recursos a fin de diseñar un curso acorde a dichas condiciones. Me estoy refiriendo a que en función de unos destinatarios, contenidos y objetivos, deben disponerse de todas las alternativas. Para ello, los profesores deben formarse para apropiarse de un modo de pensar que integre estrategias para estos nuevos espacios donde lo colectivo se vuelve posible aún a la distancia. También será crucial la disponibilidad de recursos tanto por parte de los docentes como por parte de los destinatarios. De nada sirve pensar en eficaces estrategias que no son viables debido a la escasez de recursos que está atravesando, por sobre todo, gran parte de los países de América Latina.

Evidentemente, estamos ante un momento de grandes cambios. Tenemos ante nosotros la oportunidad de recuperar lo mejor de las tradiciones de la Educación a Distancia tal como la conocimos hasta hace poco y de sumar las nuevas posibilidades que se abren, entre las que ocupan un lugar relevante las interacciones entre pares promotoras de aprendizajes valiosos y significativos. Una integración adecuada de lo ya probado y de lo que está comenzando a surgir, junto a un trabajo serio de permanente reflexión, investigación y evaluación de nuestras prácticas, permitirá que esta modalidad educativa continúe desarrollándose hacia un modelo educativo que crezca en calidad, brinde experiencias enriquecedoras y sea fiel a sus principios de democratización de la educación para todas las personas.