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Luis
Federico Leloir (1906-1987)
Bioquímico
Nacido en París (Francia) el 6 de setiembre de 1906, fallecio en
Buenos Aires el 2 de diciembre de 1987.
En el año 1970 los argentinos se sorprendieron con la noticia del
otorgamiento de la más famosa distinción internacional en
el campo de la ciencia y la cultura, el Premio Nobel, a uno de sus compatriotas,
cuyo nombre y actuación eran absolutamente desconocida por la inmensa
mayoría de ellos. Aunque los inicios de su carrera de investigador
estuvieron firmemente ligados a la figura de Bernardo A. Houssay -también
premio Nobel-, Luis Federico Leloir brilló luego con luz propia
y llevó a la ciencia argentina tan alto como su maestro y amigo.
Leloir habia nacido
en París el 6 de setiembre de 1906, durante una estadia de sus
padres, durante la cual el Dr. Leloir se someteria a una intervencion
quirurgica, ambos argentinos y en aquella ciudad transcurrieron sus primeros
dos años de su vida, de todos modos, posteriormente el Dr. Leloir
adopto la ciudadania argentina.. Una vez en Buenos Aires y desde muy chico
se interesó por la naturaleza, a la que tenía fácil
acceso ya que su familia poseía grandes extensiones de campo y
se dedicaba a actividades agropecuarias.
Terminados los
estudios primarios y secundarios se inscribió en la Universidad
de Buenos Aires, graduándose en Medicina en 1932. En sus inicios
como practicante trabajó en el Hospital Municipal José María
Ramos Mejía, donde participó de la creación de una
sociedad en parte científica y en parte social llamada como el
hospital y cuya principal actividad era el dictado de conferencias.
Ya graduado pasó
a formar parte del plantel del Servicio de la Cátedra de Semiología
y Clínica Propedéutica que funcionaba en el Hospital Nacional
de Clínicas, dedicándose a la gastroenterología durante
dos años. Pero poco tiempo después -inquieto por su deseo
de encontrar respuestas a algunos enigmas de la naturaleza- abandonó
la práctica médica para consagrarse a la investigación
científica pura.
Conociendo bien
los trabajos del profesor de Fisiología Bernardo A. Houssay, resolvió
incorporarse al instituto que éste dirigía, y que funcionaba
en el viejo edificio de la Facultad de Medicina. Así, Leloir comenzó
a trabajar en el Instituto de Fisiología para realizar su tesis
de doctorado, que a propuesta de Houssay trató sobre Las glándulas
suprarrenales en el metabolismo de los hidratos de carbono -y que resultó
ganadora del Premio de la Facultad de Medicina de Buenos Aires en 1934.
Para llevar adelante esta investigación se necesitaba contar con
conocimientos de técnica bioquímica, por lo que Leloir siguió
algunos cursos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. En esta
Facultad, aunque no llegó a completar la carrera, sí adquirió
los conocimientos que serían luego la base de sus notables trabajos
de investigación y también definió su futuro científico:
pasó de la Medicina a la Bioquímica. Esta disciplina, rama
de la Química, había nacido en los inicios del presente
siglo y se desarrolló en forma acelerada. Gracias a ella se pudieron
conocer la estructura química de la mayor parte de las vitaminas
y hormonas.
Luego de doctorarse
en medicina Leloir partió a Inglaterra, al Biochemical Laboratory,
de la Universidad de Cambridge, que dirigía el profesor Frederick
Gowland Hopkins, ganador del Premio Nobel en 1929 por su descubrimiento
de las vitaminas.
Cuando regresó,
en 1937, se reincorporó al Instituto de Fisiología, desempeñándose
como ayudante de investigaciones hasta 1943. En un ámbito con marcadas
limitaciones materiales investigaba metódica e intensamente y se
integraba muy bien a los equipos de trabajo. Con el doctor Juan María
Muñoz -químico de personalidad original, ya que era además
odontólogo y médico- realizaron experiencias sobre el metabolismo
del alcohol.
Después
se sumó a Juan Carlos Fasciolo, Eduardo Braun Menéndez,
Juan María Muñoz y Alberto Taquini para llevar adelante
observaciones sobre aspectos fundamentales de la hipertensión arterial.
Cuando el riñón sufre una disminución de la irrigación
sanguínea libera una sustancia -renina- vinculada al aumento de
la presión arterial. El grupo logró comprobar que la renina
actuaba sobre una proteína de la sangre y es ésta la que
produce la hipertensión: la llamaron hipertensina. También
descubrieron que en los tejidos y en la sangre existía otra sustancia
que destruía la hipertensina. De estas investigaciones surgió
el libro Hipertensión Arterial Nefrógena, publicado en 1943,
que obtuvo el tercer premio Nacional de Ciencias y que fue traducido al
inglés y publicado en los Estados Unidos en 1946.
En 1941, paralelamente
a sus investigaciones, Leloir comenzó su carrera de profesorado
de Fisiología en la cátedra de Houssay, pero la abandonó
en 1943, cuando su maestro fue destituido por haber firmado junto a otros
profesores un manifiesto en el que pedían el restablecimiento de
la democracia después del golpe de estado del 4 de junio de ese
mismo año. Como protesta también renunció a su cargo
en el Instituto de Fisiología y decidió irse a seguir su
labor en el exterior. El laboratorio de Carl Gerty Cori -Premio Nobel
de Medicina- en St. Louis, Estados Unidos, fue el sitio elegido. Allí
trabajó durante seis meses en el estudio de la formación
del ácido cítrico. Luego fue al Colegio de Médicos
y Cirujanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Cuando regresó
a la Argentina volvió a trabajar con Houssay, pero esta vez en
el ámbito del Instituto de Biología y Medicina Experimental,
una institución creada gracias al apoyo de fundaciones privadas.
Por iniciativa
de Jaime Campomar, propietario de una importante industria textil, se
fundó un instituto de investigación especializado en bioquímica
que Leloir dirigiría desde su creación en 1947 y por 40
años. Este organismo empezó a funcionar en una pequeña
casa de cuatro habitaciones separada sólo por una pared medianera
del Instituto de Biología y Medicina Experimental. Como se trataba
de una casa antigua y en mal estado, durante los días de lluvia,
caía abundante agua en su interior, pero nada de esto desanimaba
a Leloir. Poco tiempo después la sede del instituto se trasladó
a un edificio mejor, naciendo así el Instituto de Investigaciones
Bioquímicas, Fundación Campomar. Con la puesta en marcha
de este Instituto se inició el capítulo más importante
de la obra científica del doctor Leloir, que culminaría
con la obtención del Premio Nobel de Química en 1970.
Con una excepcional
voluntad, las investigaciones de Leloir en el Instituto avanzaron superando
los inconvenientes que provocaba el muy modesto presupuesto disponible.
Esta circunstancia lo exigía a usar toda su creatividad para concebir,
en forma artesanal, parte del complejo instrumental necesario. En estas
condiciones, su trabajo se orientó a un aspecto científico
hasta entonces postergado: el proceso interno por el cual el hígado
recibe glucosa -azúcar común- y produce glucógeno,
el material de reserva energética del organismo.
A principios de
1948, el equipo de Leloir identificó los azúcar-nucleótidos,
compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo
(transformación por el cuerpo de los hidratos de carbono). Pocos
descubrimientos han tenido tanta influencia en la investigación
bioquímica como este, que convirtió al laboratorio del Instituto
en un centro de investigación mundialmente reconocido.
Leloir recibió
inmediatamente el Premio de la Sociedad Científica Argentina, el
primero de una larga lista de reconocimientos nacionales y extranjeros
previos y posteriores al Premio Nobel de Química de 1970. En el
vocabulario científico internacional se denomina "el camino
de Leloir" al conjunto de descubrimientos que llevó al
gran científico argentino a determinar cómo los alimentos
se transforman en azúcares y sirven de combustible a la vida humana.
La fundación
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
en el año 1958, permitió asociar al Instituto de Bioquímica
con la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires
y aumentar el número de investigadores. A su vez, esta Facultad
creó su propio Instituto de Investigaciones Bioquímicas
y designó director al doctor Leloir, quien también fue nombrado
Profesor Extraordinario.
Numerosas instituciones
científicas lo incorporaron como miembro: la Academia Nacional
de Ciencias de los Estados Unidos, la Academia de Ciencias de Chile, la
Academia Pontificia de Ciencias, la Biochemical Society, la Royal Society
de Londres, la Societé de Biologie de París, la Academia
de Ciencias de Francia y la Academia de Ciencias de Buenos Aires.
La resonancia que
provocó en nuestro país la adjudicación del Premio
Nobel al doctor Leloir despertó el interés de las autoridades
que dotaron a su laboratorio con los elementos y el equipamiento necesario
para que pudiera continuar su labor científica y transmitir su
saber a un importante grupo de colaboradores y discípulos. El equipo
de investigación dirigido por Leloir también inició
el estudio de las glicoproteínas -una familia de proteínas
asociadas con los azúcares- y determinó la causa de la galactosemia,
una grave enfermedad manifestada en la intolerancia a la leche.
Luis Federico Leloir
-como su maestro, el también Premio Nobel Bernardo A. Houssay-
hizo del trabajo disciplinado y constante una rutina y sus admirables
logros no lo apartaron de la sencillez, su otra costumbre. Pocos años
antes de su muerte Leloir pudo inaugurar, frente al Parque Centenario,
un nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones Bioquímicas,
que se veía desbordado por la gran cantidad de estudiantes, becarios
e investigadores que querían trabajar en él. Sus valores
éticos y sus ciencias siguen siendo un ejemplo para el mundo y
un orgullo para los argentinos.
Leloir formó
parte de la escuela de Houssay, de quien fue discípulo y amigo.
Pero su trayectoria fue tan importante como la de su maestro.
Recibido de médico, y mientras era interno del hospital Ramos Mejía,
se interesó por la tarea de laboratorio. Leloir se especializó
en el metabolismo de los hidratos de carbono.
Fue a principios de los años - 40 cuando se acercó al Instituto
dirigido por Houssay, antecedente del Instituto de Investigaciones Bioquímicas
de la Fundación Campomar, que Leloir dirigiría desde su
creación en 1947 y durante 40 años.
Por ese entonces, Leloir compartía sus trabajos de laboratorio
con la docencia como profesor externo de la Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales, tarea que sólo interrumpió para realizar viajes
al exterior con el fin de completar estudios en Cambridge, el Enzime Research
Laboratory de los Estados Unidos y otros importantes centros científicos
del mundo.
Con una excepcional voluntad, las investigaciones de Leloir en el Instituto
superaron los escollos de un presupuesto modesto que obligaba a usar cajones
de madera como sillas y a fabricar complejos instrumentos de forma casera.
En estas condiciones, su trabajó se orientó a un aspecto
científico hasta entonces postergado: el proceso interno por el
cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno, el material
de reserva energética del organismo.
A principios de 1948, el equipo de Leloir identificó los azucarnucleótidos,
compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo
de los hidratos de carbono, descubrimiento que convirtió al laboratorio
del Instituto en un centro de investigación mundialmente reconocido. |
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