El encuadre es un de las principales ayudas compositivas para el fotógrafo y sirve para concentrar la atención del espectador en la imagen. Cualquiera que tome una cámara por primera vez se da cuenta de inmediato del impacto que tiene el visor sobre el marco. Es una ventana abierta al mundo, que oculta de la vista todo aquello que queda fuera de sus bordes.
Los formatos de las películas son cuadrados o rectangulares. Por lo general se admite que una forma rectangular tiene más interés porque evoca una sensación de tensión y energía, mientras que el formato cuadrado es más estático y más limitado en cuanto a lo que abarca. El formato paisaje, es decir, el formato horizontal, produce un sentimiento de serenidad y de espacio, mientras que el formato retrato, o sea vertical, tiende a sugerir un sentimiento de fuerza.
El rectángulo de 35 mm, con su relación de lados 2:3, es bastante alargado y resulta una forma tentadora para componer imágenes dentro de él. El peligro consiste en que todas nuestras fotografías tendrán el mismo "estilo" si no se recortan de alguna manera. El recorte es muy importante si estamos utilizando un formato de 6X6, ya que permite superar las limitaciones del cuadrado. No es fácil tratar de superar el hábito de dejarse llevar por el formato de la cámara a la hora de hacer una toma y, aun muchos fotógrafos experimentados, se quedan en el formato paisaje y olvidan la alternativa del formato retrato.
También podemos crear "marcos" dentro del área de la imagen para enfatizar o reforzar el formato general, pero no es necesario replicar el formato rectangular para reforzar su impacto; estos formatos pueden contrastar en cuanto a forma y, no obstante, añadir claridad. Por lo general, una estructura geométrica fuerte funciona bien: por ejemplo, colocar al sujeto en la base de una uve o usar un círculo, tal como un sombrero de alas anchas, para enmarcar la cara.
El posicionamiento del objeto dentro del marco tiene un profundo efecto en el equilibrio compositivo. Muchos artistas sitúan instintivamente el centro de interés a aproximadamente un tercio de cualquiera de los dos bordes del cuadro. La "regla de los tercios" es un recurso útil y vale la pena seguirla a veces. Los horizontes responden bien a este tratamiento, pero la clave consiste en experimentar. Como todas las reglas, las de la composición no son inflexibles y han sido creadas para ser rotas. Muchas imágenes excelentes tienen el sujeto colocado justo en el centro.
Las imágenes de la derecha ilustran varias de las guías básicas de la composición, pero hay que recordar que éstas no son inflexibles y no deben poner una limitación a nuestra creatividad, sino que deben ser consideradas como un punto de partida. La colocación de las líneas del horizonte cerca de la parte superior o de la parte inferior del cuadro resulta más dinámica que situarlas en el centro.
El uso de formas fuertes como marcos concentra la atención en el sujeto, mientras que la división del cuadro en tercios, para luego acomodar la composición para que coincida con esas divisiones, ayuda a un equilibrio de la imagen.
Probemos a trazar el diafragma y superponerlo en cada una de estas fotografías para ver cómo funciona la "regla de los tercios".
Cuando en una imagen hay vigorosas líneas diagonales, su impacto se refuerza si se encuadran de tal forma que entren desde una esquina. En la imagen de la izquierda, el puente y la línea del horizonte se encuentran donde se interceptarían dos líneas imaginarias dibujadas a 1/3 de la parte inferior y del lateral derecho.
Cómo llenar el cuadro:
La cámara es un observador que no discrimina; nunca diferencia entre lo que es visualmente importante y lo que no lo es. Un error muy común es que el tema de la imagen queda a menudo muy pequeño, mezclándose con el fondo y se encuentra rodeado por detalles que distraen la atención y que habían pasado inadvertidos en el momento de fotografiar.
La mejor manera de encarar el problema consiste en llenar el cuadro con el tema. La importancia de un tema está íntimamente vinculada a su tamaño en relación a otros objetos que están dentro de la imagen. Los temas pequeños parecen carecer de importancia, mientras que los grandes parecen importantes. Sin embargo, el tamaño del tema debe equilibrarse con las restricciones de la composición. A menudo se le puede dar más importancia a un tema utilizando simplemente una lente más larga o aproximándose a él. La aproximación al tema tiene la ventaja de que se puede restringir o excluir por completo un entorno que nos distrae. Por lo general, un gran angular moderado es la mejor lente para esto; al tener un campo de visión más amplio, el fotógrafo puede acercarse lo suficiente para dejar fuera los detalles no deseados y, sin embargo, incluir la parte más importante de la escena.
A veces es imposible aislar el tema de esta manera. La respuesta en tal caso consiste en usar una puesta en foco selectiva, restringiendo la profundidad de foco al plano del tema, de forma que éste se destaque en foco nítido contra un fondo borroso. Se desprende de esto que, cuanto más corta es la profundidad de campo, más pronunciado será el efecto. Por lo tanto, las grandes aberturas de diafragma y los teleobjetivos producen los mejores efectos.
Una lente gran angular puede usarse para aislar un sujeto acercándose a él para excluir elementos del entorno que puedan distraer. En la imagen vertical la vista que proporciona una lente gran angular cambiante de 28 mm da suficiente cobertura para abarcar todo el edificio, pero excluye los edificios de los alrededores. A menudo, un fondo que contiene detalles complicados distrae y puede confundir la silueta del sujeto principal. En la imagen superior derecha el fondo ha quedado reducido a un borrón al acercar la cámara y al seleccionar una abertura de diafragma grande. Utilizaremos el visor de la cámara para controlar el efecto antes de hacer la exposición.
En las fotografías con objetivo macro, los sujetos se destacan porque la profundidad de campo es muy limitada, como ocurre en la imagen inferior derecha.
