Casi todos nos hemos visto
envueltos en la típica situación en la que, encontrándonos un grupo de
personas realizando alguna tarea, hay alguno que empieza con las
excusas... intenta disimular... le parece que le llaman... o que
repentinamente destaca por su ausencia. Es a la hora de realizar el
comentario pertinente en este tipo de momentos, cuando se puede decir
que existen, al menos, tres tipos de coronileños:
- Están los que dicen “este
tío es más flojo que un muelle ‘guita”,
una frase hecha en cuya pronunciación se destaca la supresión del «de»
entre «muelle» y «guita», característica del habla de El Coronil, sin
la cual, el punto de gracia que se esconde en ella desaparecería y
que, dependiendo quien la pronuncia, incluso puede dar lugar a la
aparición de la “palabra” «molleguita». En cuanto a su significado,
tan sólo tenemos que imaginar cómo trabaja un muelle de guita o
cuerda...
- Incluso cuando el que se escapa del trabajo suele
hacerlo siempre, se arriesga a que le digan que “trabaja
menos que los Reyes Magos”,
debido a la poca frecuencia con la que éstos llevan a cabo su
cometido.
- Pero también hay quien te echa en cara que “eres
más flojo que la matraca”.
Este tipo de coronileño tal vez sea el más original, ya que tras
varios años del uso de la expresión en diversas situaciones y lugares,
únicamente son los nativos de El Coronil los que no preguntan por su
significado. Me atrevo por ello, arriesgándome a tener que retractarme
algún día de esto, a decir que “ser
más flojo que la matraca”
es algo exclusivo de nuestro pueblo.
Ahora cabe hacerse la pregunta de la
que incluso algunos coronileños desconocen la respuesta: ¿Qué es la
matraca y para qué sirve?
Pues la matraca es un instrumento
musical idiófono percutido de uso mayormente litúrgico, que puede ser
de mano o de campanario (de grandes dimensiones). En El Coronil
podemos complacernos de conservar aún la de nuestra Iglesia. Consta de
una cruz hueca de madera provista de ocho pequeños martillos de hierro,
dos para cada
brazo, además del eje horizontal que la permite girar, de forma que al
hacerla dar vueltas, los martillos golpean la madera y provocan un
sonido continuo similar al de unos timbales destemplados.
Se utilizaba en sustitución del toque de las campanas
desde el Gloria del Jueves hasta el del Sábado Santo, ya que se
suprimían
los alegres tintineos de las esquilas en esos solemnes días en señal
de luto. Además se prescinde de la utilización de las campanas en
estos días «porque éstas son símbolos de los Prelados, Pastores y
Predicadores Evangélicos, y todos huyeron durante la Pasión en
aquellos tres días que estuvo Cristo en el Sepulcro. De este modo,
durante el tiempo de Pasión debían enmudecer las campanas y sólo
“hablar los leños”, en recuerdo del árbol de la cruz donde murió
Cristo.»
Desgraciadamente, en nuestro pueblo
esta matraca elaborada por el carpintero Cristóbal Millán a finales
del siglo XVIII y que aún se conserva en el campanario, no ha vuelto a
sonar desde que Francisca Macías (entrevistada en el anterior número
de la
Revista*) dejó la Iglesia y con ello el toque de las campanas.
Es por el hecho de tocarse sólo dos
días completos al año, por lo que se asocia la matraca con trabajar
poco, y aunque hoy ya no se utilice, este instrumento sigue vivo en
las expresiones del día a día de los coronileños, ojalá que por muchos
años.