Sean, Jimmy y Dave,
tres jovencitos que se divierten escribiendo en el pavimento
húmedo sus nombres, una de esas travesuras de chiquillo que
quiebra las reglas del buen comportamiento. Jimmy es al
parecer el más tremendo, pues incita a los demás a cometer la
falta. Mientras lo hacen, un automóvil se estaciona a su lado,
un hombre con placa de policía los asusta y hace que Dave suba
al vehículo. La mente de Dave nunca podrá escapar de este
viaje en donde fue secuestrado y violado por dos depravados.
Río Místico es la
historia de estos tres amigos que 25 años después se reúnen
nuevamente movidos por el asesinato de la hija de Jimmy (Sean
Penn), quien es, aparentemente, un comerciante común. Sean
(Kevin Bacon) es el policía intachable que se encarga del caso
de asesinato y Dave (Tim Robbins) lleva una vida tranquila con
su esposa e hijo, pero las circunstancias lo convierten en uno
de los sospechosos del crimen.
Aunque el misterio
del asesinato pareciera ser el centro del film, son las
historias de cada uno de estos tres compañeros las que marcan
cada centímetro de celuloide. Las vidas cruzadas de los tres
amigos son apenas una especie de escudo ante la sociedad: Dave
se refugia en una rutina y un estilo de vida común para
olvidarse del trauma de su infancia que nunca supera; Jimmy
tiene una bella familia y es propietario de una tienda de
víveres, una fachada que construyó luego de salir de la cárcel
por un robo jamás esclarecido, y Sean es un agente de policía
correcto que está destrozado por el abandono de su esposa y
que se convierte en cómplice de dos crímenes. Dos vidas al
margen de la ley y otra tortuosa que sufre porque la ley no lo
pudo proteger.
La amistad entre
Jimmy y Sean no se rompe sino que se convierte en complicidad.
Dave es la figura desamparada que sigue solitario, con el
grave peso del recuerdo en su memoria. Los cuestionamientos de
los individuos sobre sus acciones le aportan a la trama
momentos de angustia y desasosiego que se transmiten
eficientemente al espectador.
La mentira parece
ser el elemento esencial de un film que esconde un misterio
tan sutil como un velo, pues a pesar de que el crimen se
resuelva, nada parece estar esclarecido ante la ley. La
ambigüedad juega con los personajes - que se delinean poco a
poco en la pantalla y se descubren por medio de pequeñas
reacciones - y juega, vale decir, con el mismo espectador que
intenta atar cabos sin solución aparente.
La metáfora del
film se explaya sobre sus propios protagonistas que siguen
siendo tan cómplices como lo fueron cuando escribieron sus
nombres en el pavimento. Jimmy sigue siendo la oveja negra,
Sean sigue callado sus pasos y Dave es una persona incompleta,
o mejor dicho es otra persona, trastornado por aquella
fatídica tarde en la que dejó su nombre, también incompleto,
sobre el cemento fresco.
Clint Eastwood,
director del film, nos ofrece su visión sobre una sociedad
resquebrajada por hacer justicia con la propia mano, por
componerse de familias incompletas e incomunicadas y por
encubrir los secretos, tan bien guardados, entre dos amigos.
Sus acertados planos detalle y sus zoom in tan frecuentes
hacia los rostros de los personajes cuentan una historia que
mantiene la tensión y la atención del espectador durante toda
la película.
Las inmejorables
actuaciones de Penn – con su cara de travieso e intrigante- ,
Bacon – cuyo personaje se mueve por la frialdad e indiferencia
ante los hechos - y Robbins – cargando la cruz de su pesadilla
infantil - pasan a completar el cuadro de virtudes de una
cinta que dista mucho de las producciones norteamericanas a
las que nos ha acostumbrado la maquinaria hollywoodense.
Río Místico es una
obra negra que destiñe los colores de la bandera
estadounidense que aparece al final, es una mirada crítica a
nuestros estilos de vida, a nuestros valores humanos y a una
sociedad sumida en el pesimismo de seres oscuros que se
arropan con la cotidianidad.
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