Un encuentro con el sí mismo.
Alberto Pinto Uribe
Psicólogo

“No digo que sea cómodo, pero es vitalizante.”
Rodney Collin, Teoría de la Consciencia Armónica


 
        A veces despertamos y sentimos que nada nuevo pasa, que las cosas que estamos experimentando son parte de una repetición constante, desvitalizada, una versión plástica de lo que realmente podríamos ser.

        A veces despertamos y podemos tomar consciencia de cómo es que eso se produce. El automatismo en nuestras vidas, esa programación que poco tiene que ver con nuestra real profundidad y vitalidad.

        A veces despertamos, paramos en seco y nos damos cuenta de cómo estamos viviendo; entonces podemos preguntarnos: ¿Soy yo éste? Lo habitual es que nos consideremos este ego que nos circunda, este que se cree infinitamente importante, este que está apegado a las cosas, que es dependiente, que es ajustado, adaptado para no perder el amor. Que está inmerso en el miedo; porque el ego actúa desde ahí, desde la intención de sobrevivir aunque no sea vital; de estar, aunque no sea capaz de conectarse con el presente.

        Hay algo que sí permanece, algo que mira la realidad que vivimos sin apegarse a los afectos ni a las convenciones y que sin embargo actúa desde el amor, desde la integridad y que es capaz de palpar la realidad de las cosas. Algo que nos quita la venda de los ojos y nos hace ver de nuevo los colores. Algo que está siempre presente en el aquí y el ahora. Lo que podemos llamar nuestra alma, nuestro ser esencial. Ahí no hay programaciones, solo creatividad, innovación, revitalización.

        Es cuando dejamos de sostener ese diálogo en nuestra cabeza y nos dejamos ser. Ahí están nuestros recursos. Nuestros tesoros; la luz interna que es capaz de reconectarnos con lo vital.

        Esta experiencia es siempre renovable, siempre nueva, y es un estado para el que planteamos nuestra intención; nuestra intención de estar despiertos, de salir del espejismo que nos muestra el ego, de la separación que sentimos al vivir desde él.

        Muchas veces salir del ego resulta una tarea compleja. Es más fácil reaccionar como siempre y sin embargo si somos capaces de ser creativos, de renovar nuestra mirada, nos daremos cuenta que el trabajo que tiene más sentido en la vida es el de desarrollar nuestra consciencia y habitar el mundo despiertos.
 
 


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