Lo ecológico y lo social

"Tiene cada vez menos sentido tratar las cuestiones ecológica y social de manera independiente, tanto en el plano político cuanto en el reivindicativo. No podemos aceptar, o estaremos corriendo el riesgo de contradicciones explosivas, desenvolver dos conjuntos paralelos de medidas, uno para responder a las necesidades sociales ("salvar la humanidad") y otro para responder a los daños ecológicos ("salvar el planeta"). El objetivo actual es combinar estas dos exigencias solidarias en un mismo programa de acción que sea, de hecho, coherente." Pierre Rousset miembro de ATTAC-Francia, y de movimientos en defensa del medio ambiente

E-mail: prousset@europarl.eu.int Groupe Confédéral de la Gauche Unitaire Européenne

I. Algunas consideraciones iniciales

1. Una crisis de dinámica global.

El desenvolvimiento económico provocó en el pasado innumerables crisis ecológicas localizadas, pero hoy vivimos las premisas de una crisis ecológica producida por la humanidad de dinámica global. Sistemas de producción no capitalistas (por ejemplo, en la URSS) tuvieron consecuencias ecológicas desastrosas, pero la crisis contemporánea es fomentada por la lógica intrínseca al capitalismo (de la "producción por la producción"). Esta fue la base de los desarrollos económicos posteriores a la Segunda Guerra Mundial que confirieron a las crisis ecológicas localizadas una nueva dinámica global (expansión y adensamiento del mercado mundial con la petroquímica y la agroindustria, la explosión de los transportes, etc.) La globalización liberal en curso tiende a agravar todavia más las cosas.

El costo humano de la crisis ecológica ya es muy alto. Sin embargo, son las propias condiciones de existencia de la especie humana en la Tierra las que serán cualitativamente fragilizadas si no se opera un cambio radical de la dinámica productiva

2. Una cuestión de alcance universal, de consecuencias sociales en el presente.

Los efectos sociales de la crisis ecológica desde ya son percibidos en todos los países. Las generaciones futuras o las poblaciones del Tercer Mundo no son más las únicas alcanzadas. En Francia, sus efectos son perceptibles tanto en el dominio de la salud pública - cada vez más gravemente afectada por la polución de tierras, agua, aire y alimentos - cuanto en el de las exclusiones: por ejemplo: um número creciente de familias ya no puede pagar más el acceso al agua corriente por causa del aumento explosivo de los precios como consecuencia tanto de las poluciones como de la política de privatización de este sector.

La crisis ecológica contribuye, de diversas maneras, para aumentar las desigualdades norte-sur, pero también entre ricos y pobres dentro de cada país. Por lo tanto, es necesario tratarla no sólo para prevenir el futuro mas también para resolver problemas del presente. La articulación de las crisis ecológica e social es tal que se vuelve sin sentido querer establecer una jerarquía de prioridades entre ellas. Ellas deben ser tratadas conjuntamente.

3. Un combate central para la sociedad

La ecología analiza las relaciones entre las sociedade humanas y su medio ambiente, la naturaleza, la biosfera. Ella introduce una cuestión suficientemente enriquecedora para las corrientes de pensamiento socialista que ignoraron ampliamente esta dimensión esencial.Mas, si el origen de la crisis ecológica contemporanea está en el "productivismo", en el modo articulado de producción y consumo, las respuestas exigen una modificación del funcionamiento de las sociedades humanas. El combate ecológico se alía al combate de transformación social. No se trata de una esfera separada, que estaría protegida de los contrastes sociales y de las relaciones de poder.

La crítica ecológica no solamente afecta la lógica intrínseca del capitalismo, sino que también cuestiona directamente algunos de los principales pilares del sistema dominante (agro-industria, industria petrolífera, nuclear, transportes y automóviles, gigantes del manejo ambiental, química, etc...) De hecho, estamos muy lejos de los sectores marginales! Así, llevado al corazón de la sociedad, el combate ecológico no escapa a las tensiones, presiones e manipulaciones sociales. Para ser eficaz, tiene que crear relaciones de fuerza favorables. Para contribuir de forma positiva a la transformación del funcionamiento de nuestras sociedades, debe integrarse a un combate democrático colectivo más amplio. De lo contrario, corre el riesgo de perder toda su vitalidad o, peor todavía, de ser instrumentalizado por las fuerzas dominantes, de volverse contra las poblaciones y los grupos sociales dominados.

4. Una cuestión clave: la convergencia de los campos de lucha

La afirmación de las solidaridades siempre fue una dimensión esencial del combate progresista, pero adquiere un significado particular en este momento de globalización liberal. Por un lado, un sistema único de instituciones internacionales y de polos de poder se extiende por todos los continentes y en todos los dominios de las políticas ultraliberales, que son claramente identificables, lo que vuelve más fácilmente perceptible los intereses comunes de las y de los integrantes de las clases populares. Por otra parte, en numerosos países, los antiguos modelos de dominación son colocados en jaque, minados: la capacidad del Estado de establecer compromisos sociales globales es hoy em día restricta, lo que hace que los espacios en los cuales la ciudadanía opera sean desarticulados y pierdan su pertinencia.

La emergencia de un nuevo modo de dominación permanece inacabada y tal vez sea inacabable en la medida en que, por ejemplo, el neoliberalismo actual no responde a la cuestión esencial de su legitimación política. En estas condiciones, la estabilidad del sistema se basa, de una forma mucho más inmediata que en el pasado, en la fragmentación de las resistencias; de esta manera, las antiguas solidaridades deben ser destruidas y las nuevas sofocadas cuando son todavía embrionarias.

Es, en gran medida, en el campo de las solidaridades que los combates sociales y democráticos serán ganados o perdidos. El encuentro de lo ecológico y de lo social participa plenamente en esta cuestión actual: alimentar nuevas solidaridades "transversales", expresar la convergencia de los campos de lucha, dar un contenido renovado a las solidaridades y a la articulación de combates internacionales.

5. Verdes y Rojos: cuestionamentos cruzados

Una cuestión de fondo está colocada para los militantes de la transformación social: ellos serán capaces de integrar efectivamente el problema ecológico, y a todos los niveles de su reflexión y acción? A pesar del tiempo perdido, un cierto progreso se manifiesta en este dominio, pero mucho todavía queda por hacer y son numerosos los obstáculos. Y los que se apoyan en la referencia ecológica (o al menos en una referencia ecológica que se identifica como no-socialista) serán capaces de pensar la transformación social y sacar consecuencias políticas y reivindicativas? En este caso, más allá de las declaraciones de intenciones, la respuesta no es evidente.

Al introducir un dominio de conocimiento y de acción que quedó, como mínimo, marginal en la teoría socialista (las relaciones sociedad/naturaleza), la ecología política cuestiona a los "Rojos" y el pensamiento marxista. Mas, por estar intrínsecamente ligada al funcionamiento de nuestras sociedades, la ecología política cuestiona también a los "Verdes", en particular si rechazan la referencia marxista: ¿con qué instrumentos conceptuales y en relación a qué proyecto político piensan la necesaria transformación social?

II. Articulación de las luchas

La crisis ecológica y la crisis social son, en gran medida, alimentadas por mecanismos idénticos. Intereses de grandes lobbies económicos, dictaduras cada vez más exclusivas de los mercados, orden mundial encarnada por la OMC, FMI, BM, G7, etc, contribuyen para el agotamiento tanto de los seres humanos cuanto de la naturaleza. Factores comunes operan en las crisis sociales y ecológicas contemporáneas, remedios comunes pueden y deben ser desarrollados: es preciso quebrar el cerco del "liberalismo económico", colocando en el centro las elecciones que atienden a las necesidades humanas.y a las demandas ecológicas. De allí surge la convergencia inmediata que encontramos entre lo ecológico y lo social. Sin embargo, inclusive cuando nos restringimos a los puntos mas simples en estos campos de convergencia, nuevos cuestionamientos surgen anunciando la necesidad de re- evaluaciones más amplias. Tomemos aquí cinco ejemplos:

1. La defensa de los servicios públicos

El ejemplo de los transportes muestra cuánto la lógica del servicio público es necesaria para responder de forma coherente a los imperativos sociales y ecológicos. La lógica liberal exige la reducción de la red ferroviaria a las formas de líneas "rentables", favoreciendo en contrapartida el crecimiento de las rutas. Ella alimenta también una competición salvaje entre modos de transporte (ferrocarril,/rutas, pero también ferrocarril/vía aérea) que produce elecciones irracionales desde el punto de vista social y ecológico. El inmenso predominio del camión en el transporte de mercadurías se dió gracias a la enorme expansión de la red caminera y responde a las exigencias de la producción en flujo discontinuo., "just in time". La producción en flujo discontinuo ejerce, además, una considerable presión sobre la organización del tiempo de trabajo, especialmente para su variación a lo largo del año. La competición del transporte aéreo justificó la prioridad absoluta dada al TGV (tren de gran velocidad) por el SNCF (sistema nacional de rutas francés), cuyos costos ambientales (construcción de nuevas vías en área propia) y sociales (presión sobre los presupuestos y endeudamentos a expensas de la capilarización de la red) son considerables. Los salarios, las condiciones de trabajo y las normas de seguridad son totalmente desconsideradas en nombre de la rentabilidad competitiva.

Las exigencias sociales (transportes públicos baratos, red cubriendo todo el territorio, normas de trabajo y de salario aceptables) y ecológicas (reducción de los medios de transporte más poluentes, los que más destruyen físicamente y los más costosos desde el punto de vista energético) imponen la necesidad del desarrollo de transportes colectivos en la lógica del servicio público. Esto también ocurre en otras áreas.

Pero esta constatación no encierra el debate sobre la organización contemporanea del servicio público. De hecho, los monopolios de Estado están sujetos a elaborar sus políticas en función de objetivos no democráticos (en la energía, por ejemplo, relación entre empresas petrolíferas e intervención imperialista en África, o la relación entre la industria nuclear civil y militar), según los modos de gestión y los modelos productivos estrechamente capitalistas, en función de normas de rentabilidad que toman por referencia los monopolios privados. El monopolio estatal no es, por lo tanto, suficiente para garantir la ejecución de una política de servicios públicos y su carácter democrático. Un servicio público exige una política pública que no tenga como motor la busca de la maximización de los lucros.

2. La lucha contra la polución

Cada vez más tenemos consciencia de los costos humanos (con relación a la salud, alta de los precios, etc...) y naturales (con relación a la biodiversidad) de las poluciones, así como del papel que juegan numerosos intereses económicos establecidos en su agravamiento: la preponderancia del automovil, polución atmosférica y problemas crecientes de salud en los centros urbanos; la preponderancia de la agroindustria y la brutal polución de las aguas en Bretaña, o la polución difícilmente reversible de las napas freáticas en Ile de France; la preponderancia del lobby nuclear y la acumulación, de largo plazo, de residuos radioactivos en Francia; la preponderancia de los grandes intereses privados y el aumento socialmente insoportable del costo del agua potable en el norte y la masiva falta de acceso al agua potable en el sur... En cada una de estas áreas, combate ecológico y combate social exigen una lógica alternativa que se oponga a aquella de los grupos económicos dominantes.

La gravedad de los problemas de polución contribuye para la evolución de las conciencias. Se vuelve más difícil presentar las cuestiones llamadas ecológicas como marginales, extrañas a las cuestiones sociales, como preocupaciones elitistas, un lujo pequeño-burgués. La crisis de la vaca loca representó probablemente un punto de inflexión mayor, análogo a Tchernobyl para la cuestión nuclear: ella trajo a la superficie la extensión del peligro intrínseco al modo de producción de las agroindustrias. El combate contra las poluciones cuestiona en conjunto el modelo productivo, tiene implicaciones profundas para la política de ocupación del territorio y presenta diversas cuestiones sobre la relación entre la investigación científica y los poderes establecidos (institucionalizados, políticos, y económicos). Abre así un campo de reflexiones fundamental.

3. Em defensa del empleo

Una política de protección ambiental genera empleos en innumerables sectores. Y más aún. Las lógicas económicas dominantes, que superexplotan la naturaleza, crean también el desempleo. Este es claramente el caso de la agroindustria que desertifica los campos desde dos puntos de vista: el de los espacios (reducción drástica de la variedad de paisajes y de la biodiversidad) y el humano (reducción drástica del empleo y éxodo rural). Este también es el caso de la industria automobilística que despide masivamente, al mismo tiempo en que aumenta su capacidad de producción e impone su dictadura sobre los modos de transporte, de ocupación del territorio y del desarrollo urbano. Lógicas socioeconómicas alternativas permiten definir un modo de producción menos predatorio con relación a la naturaleza o a la calidad de vida, y más rico em empleos.

Una alternativa ecológica al modelo dominante permite generalmente repartir mejor (y por lo tanto aumentar) el empleo, asegurando una descentralización de la producción. Es evidente en el campo energético, la industria nuclear exige uma concentración extrema, pero eso vale también para otros sectores, como el de los transportes. Tener em cuenta las múltiples posibilidades de la cuestión ecológica aumenta la variedad de "ocupaciones". La ecología se incribe en el esfuerzo conjunto de reducción del desempleo y de redistribución de las actividades sobre el territorio.

4. Abolir el sistema de la deuda

El "desarrollo a través del endeudamiento", impulsado por las potencias financieras del norte, produjo un sistema de control de la política económica de los países deudores (sobre todo del sur) y el fortalecimiento de los poderes del FMI y del Banco Mundial (inclusive en el norte). El servicio de la deuda y los cánones ultraliberales de la OMC tienen consecuencias dramáticas para las sociedades humanas (destrucción de las protecciones sociales, de las culturas alimentícias...) así como sobre la naturaleza (destrucción de los recursos naturales para exportación...). Los mecanismos fundamentales de este sistema de dominación deben ser combatidos tanto desde el punto de vista social cuanto ecológico.

Las reglas comerciales instauradas por el GATT y después por la OMC refuerzan la dominación de las grandes multinacionales del norte. Imponiendo una abertura de los mercados locales a sus productos, ellas acentúan las dependencias (inclusive alimentícias), fragilizan los equilibrios sociales y aumentan irracionalmente los intercambios internacionales, alimentando así la crisis energética y ecológica. El proyecto del AMI negociado en la OCDE ilustra hasta dónde pueden ir las lógicas destructivas y antidemocráticas. Los famosos "mercados financieros" son incapaces de solidaridad entre personas de la misma generación (la Bolsa de Nueva York baja cuando los números del desempleo son "muy" buenos!) - y son más incapaces todavía de solidaridad entre generaciones, lo que la ecología demostró ser decisivo.

5 Largo plazo y democracia

La cuestión ecológica exige considerar los daños ambientales en un plazo muy largo, los ritmos naturales tienen tiempos muy diferentes de aquellos del mercado, necesariamente cortos. Innumerables necesidades sociales (educación, salud,...) exigen también, para ser correctamente tratadas, un tiempo más largo que el del "rey mercado" - lo que, por outra parte, es una de las principales razones para que sean servicios públicos- Daños ecológicos y necesidades humanas exigen conjuntamente que nuestras políticas alternativas integren dimensiones de tiempo de largo plazo, que la solidaridad entre generaciones destaca. La ecología, además de la defensa de las necesidades sociales, dá una nueva legitimidad a la noción de planificación ya que, ¿qué es considerar el largo plazo si no planificar? Sin embargo, la ecología también contribuyó con las críticas de fondo de las experiencias burocráticas ocurridas em el Este.

La ecología política enriquece la reflexión sobre democracia y, especialmente, las relaciones entre solidaridades y responsabilidades, entre presente y futuro, entre diversos niveles de espacios territoriales - local, regional, nacional, internacional. Ella revaloriza la política en la definición de opciones productivas y nos fuerza a renovar la concepción de planificación por otras razones, porque ésta debe, de ahora en adelante, incorporar una serie de preocupaciones y objetivos ambientales (medidas de flujos de energía, presión sobre los recursos naturales y los deyectos depositados en el ambiente, preservación de la biodiversidad y de la diversidade de ecosistemas, corrección de las peligrosas evoluciones inducidas en el equilibrio de la biosfera, etc,...

III. Algunas nuevas cuestiones

Es posible, por lo tanto, responder en un mismo movimiento a las necesidades sociales y exigencias ambientales. Entre tanto, la crisis ecológica nos presenta problemas radicalmente nuevos, o dá una dimensión radicalmente nueva a problemas antiguos. La percepción de la existencia de "límites" del planeta, de la degradación y de los riesgos ecológicos, de las consecuencias humanas dramáticas de estas degradaciones nos fuerza, desde ya, a repensar las relaciones entre sociedad-naturaleza, a considerar daños ignorados por mucho tiempo. ¿Como integrar estas nuevas cuestiones a nuestras políticas alternativas? Indicamos aquí cinco pistas para comenzar:

1. Cooperación.

Esta integración no se dará sola. Ella exige la aplicación combinada de reformas ecológicas y socioeconómicas, y por lo tanto una cooperación constante entre militantes "sociales" y "ecologistas" (sabiendo que una misma persona o un mismo movimiento puede ser simultáneamente social y ecológico...) Los "sindicalistas" deben trabajar con los "ecologistas" para tratar el impacto que los planes alternativos que ellos elaboran (por ejemplo, en el sector energético), tendrán sobre el medio ambiente. De forma recíproca, los "ecologistas" deben trabajar con los "actores sociales" para considerar los impactos humanos de sus propuestas (de la cuestión de las "tasas" a la defensa de áreas de preservación natural).

Este tipo de cooperación e intercambio es parte de la renovación de las prácticas políticas.

2. Reducción de las desigualdades sociales.

Considerando la dimensión de los intereses debatidos, el combate ecológico sólo tendrá futuro si fuera un combate democrático, y si adquiriera la fuerza de un movimiento verdaderamente "de masa". Ahora bien, él nunca conseguirá esta hazaña si las "reformas ecológicas" tuvieran por consecuencia au mentar las desigualdades sociales. Estas reformas (fiscales, de reglamentación, etc) cuando sean necesarias, deben ser concebidas de tal manera que reduzcan y no aumenten las desigualdades sociales, con la finalidad de ser integradas a un combate democrático plural. Esto es esencial tanto en el plano nacional como internacional. El combate ecológico debe reforzar la solidaridad norte-sur y no contribuir para que el sur pague el precio del desarrollo del norte.

El encuentro entre lo ecológico y lo social no puede ser únicamente um hecho de cooperación política práctica. Él exige de las dos partes un gran esfuerzo de renovación teórica.

3. Reducción del tiempo de trabajo, desenvolvimiento del tiempo libre.

¿Cómo reducir la presión sobre los recursos naturales sin reducir proporcionalmente las libertades (libertad individual de transladarse, por ejemplo)? No será facil enfrentar esta cuestión, mas um elemento de respuesta se encuentra en la reducción substancial del tiempo de trabajo - es decir, el aumento del tiempo libre. Muchas cosas podrían ser hechas de una manera social y ecológicamente menos costosa apenas consagrando a ellas más tiempo...

En el fondo, la exigencia ecológica se encuentra aquí con la cuestión del tiempo libre (contribuyendo especialmente para repensar la noción de progreso humano) y la lucha para multiplicar los puestos de trabajo gracias a la reducción de la jornada de trabajo. La cuestión se exacerba entre las luchas "defensivas" del presente contra el desempleo y un proyecto de sociedad positivo, alternativo.

4. Revolución conceptual

Necesitamos continuar repensando las relaciones entre las nociones de progreso, crecimiento, bienestar, mercaduría, etc... El "modelo occidental" de desarrollo no es generalizable en todo el planeta, y sus impedimentos muestran hasta qúe punto es necesario romper con la concepción "productivista" de progreso - lo que anima la crítica de los "criterios de crecimiento" utilizados en el cálculo del Producto Interno Bruto (PIB), por ejemplo. La cuestión ecológica contribuye para renovar la discusión en varias áreas (urbanismo, selección de tecnologías, posiciones científicas,...) que fueron dejadas de lado después de los años 70.

Innumerables ideas aceptadas están ahora sujetas a cuestionamiento. Más que de simples retoques, se trata de una verdadera revolución conceptual, inclusive para las corrientes que se dicen socialistas. La crítica estructural del capitalismo se enriquece y las propuestas de transición se modifican cuando combinamos daños ecológicos y necesidades humanas.

4. Revolución cultural

Se trata también de una revolución cultural: muchos modelos, percepciones y valores deben ser modificados, en particular los valores heredados de los años del boom económico, típicos de la "sociedad de consumo".

Pueden hacerse analogías con relación al alcance de la cuestión ecológica y la cuestión feminista. Ambas contribuyen al mismo tiempo a la crítica de comportamientos individuales y colectivos, articulan transformación de valores o modelos culturales en el curso de luchas actuales y un proyecto alternativo de sociedad.

Estas revoluciones conceptuales y culturales recién están comenzando. Y llevarán un buen tiempo...

IV. Paradigma verde, marxismo y marxismos.

Es común evocar el encuentro original no ocurrido entre marxismo y ecología en los tiempos de Marx y Engels; después de eso la socialdemocracia y el estalinismo impusieron sus concepciones mecanicistas y positivistas. Podemos también evocar el encuentro no ocurrido entre la ecología política y el socialismo cuyas premisas existían en los años 70. Después vino la "crisis de las ideologías", comenzando por la crisis de referencia marxista y socialista. Ciertamente algunos puentes fueron establecidos entre los pensamientos social y ecológico, corrientes de la ecología popular son portadoras de un proyecto de sociedad explícitamente anticapitalista y el aporte marxista a la crítica ecológica del capitalismo no puede ser negligenciado. Entre tanto, fue solamente a fines de los años 1990, - 150 años después de la redacción del Manifiesto- que una verdadera integración de los problemas sociales y ecológicos se coloca nuevamente en discusión, de manera conciente y global.

1. Actualidad y dificultad de un encuentro.

La reactualización del encuentro entre las cuestiones social y ecológica se explica evidentemente por el agravamiento conjunto de ambas crisis y su relación muy próxima, y también por la evolución de las conciencias. Con todo, la fusión de estas dos cuestiones no es una cosa fácil. Sus desenvolvimientos separados, paralelos, crearon incomprensiones, rutinas organizacionales, mecanismos de pensamiento, tradiciones de acción, que constituyen hoy innumerables obstáculos a su encuentro. Peor todavía, la falta de reflexiones críticas construidas sobre la ecología entre los marxistas, y sobre el conflicto social en la mayor parte de las corrientes de la ecología política los tornaron particularmente permeables en estas áreas a la ideología dominante.

A pesar del trabajo pionero de algunas personas (inclusive em los años 1950-1960) y las contribuciones de corrientes más o menos tercermundistas en los años 1960-1970 (época del "small is beautiful"), la mayoría de las organizaciones marxistas y socialistas se mostraron mucho más permeables a la ideología dominante en estas áreas que van desde la noción de progreso a los modelos de desarrollo, de las tecnologías a los modelos de consumo.

A pesar del compromiso socialista radical de algunos,de la riqueza de innumerables cuestionamientos y del papel central que la crítica al productivismo ocupa en sus análisis, la ecología política no fué capaz de construir una teoría social crítica, global y original, una comprensión propia de las sociedades, de sus estructuras y de los mecanismos de su transformación. Esto permite explicar la inmensa fragmentación de los movimientos que tienen esta referencia, la ambiguedad de una corriente como la ecología radical, la facilidad con que la ecología "realista" puede ser incorporada por el sistema dominante, el peso, en este medio, de la ingenuidad de una visión corta y la dificultad que tiene, con notables excepciones, de pensar el conflicto social.

Una exigencia de radicalidad

La crítica ecológica es bastante difícil de ser digerida por las corrientes socialistas reformistas, gestoras del capitalismo, más aún cuando ella se presenta como marxista. Lo mismo vale para la crítica social. El primer obstáculo es de naturaleza política: la negativa a colocar en jaque al sistema dominante, su lógica descarada. ¿Tener en cuenta efectivamente los daños ecológicos no nos opone, como en el caso de las necesidades sociales, a la lógica expresada por los tratados de Maastricht-Amsterdam, de la Comunidad Económica Europea, por la OMC o por el FMI?

Un proceso inacabado.

El atraso en el debate sobre las relaciones entre sociedad y naturaleza está acumulado en el pensamiento socialista, inclusive en el más dinámico, y será necesario tiempo para superarlo. Sobre todo si entendemos por eso un pensamiento colectivo, elaborado por movimientos y organizaciones que sean capaces de actuar.

Bajo diversos aspectos, las cuestiones ecológica y social se interpelan en la actualidad, y este diálogo se muestra particularmente esencial para el futuro del marxismo y de la transformación social.

Fuente http://www.rebelion.org/ecologia/rousset170401.htm


Las raíces del desequilibrio

"En la agricultura moderna como en la industria urbana, el crecimiento de la producción y de la cantidad de trabajo ejecutado se hace al precio de la destrucción de amplios espacios y del deterioro de la fuerza de trabajo por enfermedad. Por otra parte, todos los progresos de la agricultura capitalista son progresos en el arte de robar, no sólo a los trabajadores sino también al suelo; cualquier progreso referido al incremento de la fertilidad del suelo por un tiempo dado, es un progresohacia la ruina de los fundamentos mismos de la fertilidad. Cuanto más un país inicia su desarrolloa partir de la industria moderna -como Estados Unidos, por ejemplo-, tanto más rápido es ese proceso de destrucción. La producción capitalista, porconsiguiente, desarrolla la tecnología ... sólo que lo hace destruyendo la fuente original de la riqueza: el suelo y el trabajador".

K. Marx 1ºtomo. EL CAPITAL

Fuente: http://www.fortunecity.com/victorian/carmelita/379/papers/alfalfa.htm . Artemio Baigorri

Enzensberger ha sintetizado una hipótesis central: "Las sociedades industrializadas de la Tierra engendran contradicciones ecológicas que en un plazo no lejano conducirán a su destrucción". A partir de ahí, todo consiste en la aplicación de la dialéctica. Hablar de sociedad industrial hoy es hablar de sistema capitalista; entendiendo el capitalismo no como simple sistema de propiedad, sino exactamente como modo de producción: como sistema de relaciones entre los hombres y las cosas, ya sean individuos privados, o el Estado, quienes detenten la propiedad de los medios de producción. Con el fin de mantener altas las tasas de beneficios, el sistema debe ir recurriendo sistemáticamente a nuevas fuentes de producción y consumo, y en consecuencia a nuevos recursos. Puede decirse que existe una relación proporcional entre el descenso coyuntural de la tasa de beneficios y la utilización de recursos escasos, aunque en realidad todos los recursos han dejado de ser abundantes. Y si cuando hablamos de recursos entendemos entre ellos al agua, el suelo o el aire, entenderemos mejor en qué medida la disminución de los recursos implica la degradación del medio ambiente. La contaminación no es otra cosa que una apropiación de recursos sociales, ya sean el agua, el aire o el suelo los elementos contaminados.

Por otra parte, puede afirmarse hoy sin riesgo de error que el agotamiento gradual de los recursos, y su previsión por los tecnócratas del sistema, han sido la causa primordial de la nueva ola de imperialismo político y económico que a partir dela crisis mundial de 1973 ha sobrevenido. Previendo el agotamiento de los propios recursos, los países imperialistas se han lanzado de nuevo a la caza y captura de las colonias. Ya no son hoy en día los factores determinantes del imperialismo ni la necesidad de importar fuerza de trabajo (esclavismo), ni la necesidad de exportar capitales para evitar el rendimiento decreciente, ni la necesidad de colocar una superproducción en los mercados coloniales, ni mucho menos la lucha política de bloques. Se trata sencilla y llanamente de arrancar los minerales, el agua, la energía, de allí donde se encuentren, reservando los propios recursos de las metrópolis para tiempos peores. Estamos viendo cómo en los últimos años el volumen de producción de minerales y energía viene descendiendo en los países desarrollados, mientras aumenta de forma impresionante el volumen de importaciones de carácter energético. Ello no es debido tanto a la crisis mundial, ni al agotamiento de los recursos, cuanto que a la necesidad de ahorrarlos mientras existan países de los que se puedan extraer a bajo coste.

Los mecanismos por los que se lleva a cabo la degradación ecológica, a través de los tres frentes de la economía (agricultura, industria y servicios) no creo que sea necesario desarrollarlos, por cuanto en los últimos tiempos están siendo descritos hasta la saciedad: privatización de los espacios naturales, degradación de los mares y destrucción de los litorales, desaparición de especies animales y vegetales, potencial peligro nuclear, desaparición de suelo agrícola, contaminación de los ríos, polución del aire y del suelo, deficientes condiciones de trabajo en las fábricas... son algunos de esos mecanismos. El capitalismo no puede evitar el despilfarro; no puede adotar el conglomerado que viene en denominarse "tecnología blanda", porque este mismo concepto atenta contra la esencia del capitalismo. El desastre ecológico va implícito en el propio capitalismo.

Ecología y lucha de clases

La primera preocupación ecológica surge precisamente dentro de la derecha: nostálgicos del feudalismo, y desocupados amantes de los pajaritos,son los primeros en señalar, ya a principios de siglo, los peligros del maquinismo (ello sin que tengamos en cuenta ahora la batalla teórica librada entre los primeros ideólogos de la burguesía y los del Antiguo Régimen desde finales del siglo XVII hasta mediados del XIX). Sin embargo, la degradación del planeta que se opera por la acción del capitalismo no la sufren, sino en muy corta medida, las clases explotadoras, al menos a corto plazo, porque siempre conservan para sí, privatizándolas, parcelas, cotos de naturaleza virgen. Sí que la sufren, y desde el principio del maquinismo, las clases trabajadoras, primero los obreros, después también los campesinos y las llamadas clases medias. Para el sistema capitalista la salud, la seguridad y el medio ambiente son factores de tercer orden. La tecnología no se desarrolló ni se introdujo en el proceso de producción a partir de la consideración de las necesidades humanas, sino solamente para defender y aumentar las ganancias. Es el beneficio -y sólo él- lo que determina la introducción de las innovaciones técnicas y su utilización en el capitalismo. Cuando una innovación es provechosa -como la clase dominante cree que lo son las centrales nucleares, a condición de que las subvenciones estatales sean suficiente-, entonces se la introduce en el sistema económico. Cuando una innovación no se considera suficientemente provechosa -como la energía solar o los vehículos eléctricos-se la ignora simplemente -no se la integra en la producción. Las necesidades humanas, como tales, no pueden entrar en esta ecuación sin minar y desordenar el sistema capitalista. Es por eso que la burguesía teme a los que afirman que la salud y la preservación del medio ambiente deben ser condiderados en primer lugar. La introducción de nuevas tecnologías en el capitalismo es también, como Commoner -cada vez más cerca del análisis marxista- así lo entiende, un ataque contra el nivel de vida de los trabajadores.


MMECANISMOS DE MERCADO Y CAPITALIZACIÓN DE LA NATURALEZA.

Fuente http://movambientalistacol.freeservers.com/Multilateralismo.htm
Dos procesos como son la globalización y la crisis ambiental han revalorizado elementos de la naturaleza hasta antes considerados simplemente como parte del proceso productivo sin valor monetario alguno; los genes, el aire, el agua son importantes insumos de los bienes producidos con un valor en el mercado; también han entrado en este proceso de revalorización y fruto de la presión de los movimientos sociales las "externalidades" negativas como la contaminación en sus diferentes formas; esta readecuación del escenario capitalista desde una perspectiva ambiental se ha producido a través de los mecanismos de mercado.

El proceso de capitalización de la naturaleza como respuesta en el seno del capitalismo al ostensible problema de oferta que acarrea la disminución de los recursos naturales y la degradación de los servicios ambientales que se requiere para sustentar la producción de bienes de consumo; la resistencia por parte de comunidades y sociedades enteras a la depredación ecológica y cultural provocada por la expansión del capital. Por capitalización se entiende la representación del medio biofísico (naturaleza) y de las economías no industrializadas, así como de la esfera humana doméstica (naturaleza humana) como reservas de capital, y la codificación de estos stocks como propiedad susceptible de ser comercializada en el mercado, es decir que puede venderse a un precio que represente el valor de (utilidad) del flujo de bienes y servicios como factores de producción (inputs) de artículos básicos y en el consumo.

No obstante la capitalización de la naturaleza no es sinónima de resolución de la crisis ambiental global y de las crisis ambientales locales, por el contrario la competencia internacional significa presión sobre la base ecosistémica y deterioro ambiental; En términos de James O´Connor la carrera por la acumulación produce deterioro de las condiciones de producción bien sean laborales o ambientales.

Salvo experiencias aisladas de recuperación de la naturaleza los datos que se publican día a día demuestran todo lo contrario. La negativa de Estados Unidos a firmar el protocolo de Kyoto y los limitados acuerdos de reducción de un 5% de los gases que provocan el efecto invernadero con base en los datos de 1990 son una prueba fehaciente de la contradicción entre preservación de la naturaleza y mejora en la calidad ambiental y crecimiento económico por otro lado.

Esta contradicción entre crecimiento y preservación se observa en el caso de la diversidad biológica; donde se enfrentan la forma moderna y postmoderna del capital ecológico; en la primera forma la diversidad se deteriora por la realización de grandes proyectos de desarrollo industrial, minero, de infraestructura. Por el contrario bajo la lógica postmoderna del capital ecológico la diversidad biológica y cultural es estratégica para la industria biotecnológica moderna controlada por unas pocas multinacionales

GLOBALIZACIÓN Y MULTILATERALISMO AMBIENTAL.

El multilateralismo ambiental debe verse como una parte reducida de los escenarios donde se trazan medidas de política ambiental; las políticas relacionadas con la globalización tienen un efecto mayor sobre el medio ambiente que las propuestas en las cumbres de medio ambiente.

Desde una perspectiva ambiental la globalización tiene varias implicaciones sobre el medio ambiente: 1) Presión sobre los recursos naturales a escala planetaria 2.) Implantación de megaproyectos de infraestructura física que deterioran la base ecosistemica y cultural 3) Flexibilización y transnacionalización legal de las normas ambientales. 4) Violación de los derechos humanos; 5) homogeneización de las practica de consumo y deterioro de la diversidad cultural, 6) Agudización de los conflictos internos armados provocados por la escasez de recursos naturales básicos para la sobrevivencia 7.) Crecimiento de ciudades como receptáculo de los problemas del modelo de desarrollo.

Los países pobres con sus nulas o bajas normativas ambientales y fiscales se convierten en paraísos para las transnacionales. Los intereses de las compañías mineras, petrolíferas, de los terratenientes del lugar, y de los políticos corruptos de turno, no dudan en asesinar indígenas y campesinos con el fin de obtener beneficios. Pero la nueva colonización de los países pobres no se consigue sólo a través de las balas, a veces sus métodos son más refinados, aunque igualmente criminales. En Latinoamérica los ejércitos reclutan mano de obra para los cultivos destinados a la exportación, mientras la población nativa pasa hambre o padece enfermedades por malas condiciones de vida y de trabajo, la contaminación sin control, el vertido indiscriminado de residuos tóxicos o el empleo de plaguicidas. Todas estas prácticas prohibidas en los países "desarrollados" están prohibidas en la periferia. En Guatemala, según lo ha denunciado Rigoberta Menchú, las mujeres tienen la leche contaminada a causa de los plaguicidas empleados en las plantaciones.

Hay causas directas que contribuyen a la degradación del ecosistema: la promoción del comercio internacional y la liberalización económica cuyas reglas de funcionamiento se basan exclusivamente en la ampliación de los mercados, sin tomar en consideración sus funestas consecuencias ambientales y sociales. Para la lógica actual, el uso sostenible de los ecosistemas, la utilización colectiva de la biodiversidad, la protección del conocimiento, la preservación de la seguridad alimentaria y la existencia de sistemas justos y equitativos de distribución de la riqueza y los recursos son considerados como limitaciones al comercio

La globalización cuenta con sus propios escenarios de negociación que inciden de manera profunda en la situación ambiental. Las medidas de la banca multilateral tienen mayor preponderancia sobre la naturaleza que los acuerdos establecidos en las negociaciones ambientales. En América Latina la deuda externa es el instrumento político a través del cual se impone el neoliberalismo y la globalización con graves impactos ambientales sobre la naturaleza y los pueblos del sur. producto de la presión que ejercen las economías latinoamericanas para pagar los intereses por concepto de los 800 mil millones de dólares que adeuda el continente a la banca multilateral. Las políticas de ajuste estructural impuestas por la banca multilateral deben cumplirse a cabalidad y en el menor tiempo posible por parte de los gobiernos, mientras que los procesos de negociación de temas ambientales son lentos y los alcances de los acuerdos son de débil concreción.

Además de la banca multilateral el multilateralismo ambiental debe competir en condiciones desventajosas con el multilateralismo económico de la Organización Mundial del Comercio en la cual se imponen las reglas de las multinacionales y países de Norte en temas ambientales, como acontece con el estricto control sobre las normas de propiedad intelectual a pesar de que en Río se estableciera la transferencia tecnológica. Este multilateralismo cuenta con financiación, mecanismos de cumplimiento, agilidad en la estructura decisional; Mientras los acuerdos ambientales son fácilmente bloqueados por el uní lateralismo o debilitado por las alianzas de algunos países aprovechando la dinámica del consenso en la toma de decisiones.

La mayor responsabilidad por el daño ambiental le corresponde a las empresas transnacionales sin embargo dentro del marco multilateral no existe ningún control sobre las mismas, por el contrario como plantea Martín Khor desde la cumbre de Río de Janeiro predomina la política de la autorregulación de las empresas siendo el principal actor beneficiado con los acuerdos.
El intento de mantener la regulación de las trasnacionales fuera del proceso y los documentos de la CNUMAD tuvo éxito, y fue solo una de las variadas estrategias llevadas adelante durante y después del periodo de la CNUMAD y que decisivamente colocaron a las trasnacionales fuera del alcance de la regulación gubernamental o internacional. Algunas de ellas fueron: (i) el cierre de la propia UNCTC, el cierre también de la Comisión de las Naciones Unidas sobre las Empresas Trasnacionales y con ello el fin de los prolongados esfuerzos por concluir un Código de Conducta sobre las Empresas Trasnacionales; (ii) las negociaciones y la conclusión de un Acuerdo sobre Medidas de Inversión Relacionados con el Comercio (TRIM) en el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), y (iii) las subsiguientes negociaciones sobre un Acuerdo Multilateral sobre Inversión en los países de la OCDE así como discusiones sobre la posibilidad de un tipo similar de acuerdo en la Organización Mundial de Comercio. Esto último, si culmina en Acuerdos, prohibiría a los gobiernos signatarios regular la entrada u operaciones de las trasnacionales, incluso en sus propios territorios.
El interés de las transnacionales por evitar el control se debe a su alto grado de poder económico, si bien escasas en número, intervienen en el mayor sector de la actividad económica mundial y son las principales entidades responsables de la crisis ambiental mundial:
" Las trasnacionales dedicadas a la producción petrolera, el transporte vial, la producción de clorofluorocarbonos, la generación de electricidad, la producción de metales radiactivos y la agricultura, representan aproximadamente el 50 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, según un estudio del Centro de las Naciones Unidas sobre las Empresas Trasnacionales.
" las trasnacionales dominan el comercio (y en muchos los casos la extracción o producción) de recursos naturales y productos básicos, provocando el agotamiento o degradación de los bosques, los suelos, el agua y los recursos marino y la biodiversidad a través de las actividades de minería, perforación, explotación maderera y agricultura a gran escala.
" Las trasnacionales dominan la industria y el transporte mundiales y nacionales, y participan en las actividades productivas que provocan contaminación atmosférica, peligros industriales y en el trabajo, desechos tóxicos y productos inseguros.
" Las trasnacionales también son las principales transmisoras de sistemas de producción perjudiciales para el medio ambiente y materiales peligrosos hacia el Tercer Mundo. Entre los ejemplos pueden citarse los plaguicidas y medicamentos inseguros, prohibidos en el país de origen pero exportados al Tercer Mundo; la reubicación de industrias contaminantes en el Tercer Mundo y el funcionamiento con niveles de seguridad menos rigurosos (lo que provoca accidentes tales como el desastre de Bhopal, en India); el vertido de desechos radiactivos en el Pacífico Sur; y la exportación de desechos peligrosos a África, América Latina y partes de Asia.
A todo lo anterior se suma para el multilateralismo ambiental la fragilidad institucional en materia de acuerdos que frenen el deterioro del medio ambiente; fragilidad que se evidencia en 1) El incumplimiento de las metas financieras que según solo alcanzaron un 0.22% del 0.7% establecido en los acuerdos de Río; además del continuo flujo norte-sur por concepto de la deuda externa. Además el control financiero esta en manos del Banco Mundial a pesar del cuestionamiento a esta entidad por sus políticas de ajuste estructural 2) La debilidad jurídica estructurada en especial sobre acuerdos de principios y no como normas de obligatorio cumpliminento como son la declaración de Rio, la declaración sobre bosques y la Agenda 21; estos documentos trazan sometidas a la voluntad de los gobiernos. 3) El consenso como mecanismo para debilitar los acuerdos como acontece en las distintas negociaciones; donde a pesar de la mayoria numérica de gobiernos del sur, los países supuestamente debiles numéricamente imponen gran parte de sus consideraciones en las negociaciones. 4. la inexistencia de regímenes internacionales que posibilite el cumplimiento de las metas establecidas. El grado de institucionalización de acuerdos que se establecen en negociaciones internaciones dependen de la creación de instancias que viabilizen los acuerdos que suplan la inexistencia de un gobierno mundial; sin embargo, este tema ha sido el menos debatido y uno de los de mayor oposición en las negociaciones. A pesar de que la creación de un organismo o régimen internacional no sea la solución principal al problema no existe posibilidad alguna de que esta propuesta se llegue a concretar
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"El capitalismo tiene el doble mérito histórico de haber elevado la técnica a un alto nivel y de haber ligado todas las partes del mundo con sus lazos económicos. De esa manera, ha proporcionado los prerrequisitos materiales para la utilización sistemática de todos los recursos de nuestro planeta"León TROSKY

http://www.po.org.ar/edm/edm15/globalizacion.htm

ALAIN LIPIETZ.

miembro del Grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo.

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"Au nom de la forme...", préface à B. Guibert, L'ordre marchand, Cerf, Paris.

Choisir l'audace. Une alternative pour le XXIè siècle, Ed.Trotta, Madrid, 1997.

"Ecología Política y movimiento obrero: similitudes y diferencias" en Revista de Occidente Nº 167, abril. (1995)

Las negociaciones ecológicas globales: La apuesta Norte-sur. En Ecología Política N 8: cuadernos de debate internacional. Editorial Icaria. Barcelona. 1994. Pág 41


Toda la Tierra es una sola alma, somos parte de ella.

No podrán morir nuestras almas, cambiar sí pueden pero no apagarse.

Una sola alma somos como hay un solo mundo"

Canción Mapuche

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