Nota de/para los amigos que me escriben:
De: Isaac
Bigio
Analista internacional
Asunto: Bye Blair
Mientras en las
repúblicas americanas el jefe de Estado es electo directamente por la población
y por un periodo definido, en Reino Unido este cargo es hereditario y vitalicio.
Elizabeth II lleva casi 55 años como reina. Su país tiene dos cámaras; una es
electa (la de los comunes) y otra no (la de los lores).
El primer ministro es quien gobierna, aunque no es elegido directamente
por la población. Es la reina quien le nombra escogiendo al líder del partido
que obtuvo mayoría en el parlamento.
Como no hay
representación proporcional sino uninominal, un partido (como hoy pasa con el
laborismo), puede tener menos del 40% de los votantes pero controlar un 60% del
parlamento.
Blair, como todos los parlamentarios, solo ha sido votado en su distrito.
El siempre ha tenido menos de 40,000 votos.
La única instancia que podría removerlo no es el pueblo ni el parlamento sino
la conferencia de su partido laborista (24-28 Septiembre), pues si ésta decide
ir a cambiar de líder, la reina debería designar como premier al nuevo jefe
que el partido mayoritario adopte.
El
fin de Blair
Por
Isaac Bigio
Analista
internacional
Un nuevo bombazo
se ha producido en Reino Unido en la víspera del 11 de septiembre. No se trata
de un atentado de Al Qaeda sino de una nueva guerra civil: la que se está
abriendo dentro del gobernante partido laborista. Como resultado de ello el
mayor socio de George W. Bush se ha visto obligado a declarar que en 12 meses ya
no seguirá gobernando el país.
Tony Blair se ufana de ser el hombre que sacó al laborismo de estar 18 años
en la oposición para haberlo hecho elegir por primera vez durante 3 mandatos
consecutivos. Desde Mayo 1997 él es primer ministro. Nunca otro ‘rojo’ ha
durado tanto en dicho puesto. Su ‘secreto’ para ello es el haberse
desrrojizado tanto y acercado tanto al thatcherismo y a Bush que le quitó
espacio a los conservadores. Sin embargo, es ese acercamiento a la Casa Blanca
(y sobre todo la guerra iraquí) la que a la postre le está costando su cabeza.
Blair se ufana de haber logrado que la economía crezca y haya estado
ordenada así como haber logrado que Londres pueda por primera vez elegir
directamente a su alcalde y que Escocia y Gales elijan a sus respectivas
asambleas. Los recortes que él hizo a los estudiantes, madres solteras y otros
sectores tradicionalmente bastiones del laborismo le afectaron, pero no mucho,
pues podía argumentar que así se saneaba a la economía.
Iraq tumba a Blair
Sin embargo, la invasión a Iraq, produjo la mayor marcha en la historia británica.
Dos millones protestaron en Londres bajo la batuta de disidentes y miembros del
laborismo. El hecho que no se encontrasen las armas de destrucción masivas y
que se mostrase falso el argumento para la guerra, le restó mucha credibilidad.
Una reciente encuesta muestra que la mayoría de los británicos cree que
esa guerra ha acentuado la inseguridad del país. Esta semana militantes islámicos
han matado a británicos en tres distintos países en un solo día y también en
Afganistán murieron una docena de uniformados británicos en un solo
‘accidente’.
Muchos de los laboristas que han pedido a Blair que se vayan son aquellos
quienes por primera vez llegaron al parlamento gracias a él. Ellos temen que en
dus distritos electorales puedan acabar siendo desplazados por los
conservadores. Mientras muchos electores tradicionales del laborismo ya no
quieren ir a sufragar, los conservadores han electo a un nuevo joven líder (Cameron),
el mismo que ha movido a los ‘tories’ desde la derecha dura y xenofóbica a
una centro derecha ‘humanista’ y ‘ecologista’. De esta forma, por
primera vez en más de una década un líder azul es más popular que uno rojo.
El laborismo tiene pánico a que la sucesión de Blair genere una guerra
interna como la que tuvieron los conservadores cuando sacaron a Margaret
Thatcher tras 11 años de haber sido primera ministra. Mientras los tories
estaban divididos sobre Europa, el euro y otros agudos puntos, el grueso del
partido respalda al ‘nuevo laborismo’ de Blair.
Blair vs Brown
La pugna por el poder enfrenta a Blair con su secretario del
tesoro Gordon Brown, a quien él quiere dejarle el puesto. Ambos han hecho que
el laborismo abandone sus iniciales propuestas pro desarme nuclear unilateral y
pro extension de los beneficios sociales para desarrollar el monetarismo y una
política exterior pro-Bush.
Si bien la diferencia ideological entre blairistas y brownistas es casi
nula, en el primer campo se hayan quienes quieren ahondar las reformas
monetaristas y la alianza con EEUU y en el segundo quienes creen que se debe
volver a hacer concesiones sociales a sus electores pobres y mantener cierta
distancia de Bush.
Blair plantea que él quisiera una transición gradual y pacífica del
premierato hacia Brown. Sin embargo, una fuerte presión de los brownistas está
haciendo que crezca la idea que a Blair se le quiere tumbar con un golpe
sindical. Una agudeza de la pelea haría que los blairistas se animasen a lanzar
un candidato interno propio para la sucesión de Blair (como, por ejemplo, puede
ser John Reed). Brown quiere evitar ello para no heredar un partido partido.
En medio de esa pugna entre ‘nuevos laboristas’ hay un sector que
quiere que el laborismo vuelva a sus bases históricas. Se trata del ala
‘socialista’ que quiere salirse de Iraq y retornar al proteccionismo social.
John McDonald, representando a esa corriente, es el único que se ha proclamado
candidato a líder laborista para remplazar a Blair y no dejarle a Brown la
posibilidad de recibir el premierato sin ningún desafío interno.
Mientras los brownistas quieren presionar a Blair para que fije una fecha
exacta, los socialistas quieren que esta salida se produzca lo más rápido
posible.
En Mayo se han de realizar elecciones locales y regionales. La tendencia
es a que el laborismo pierda. Una guerra interna agudizaría dicha derrota.
Mientras los socialistas quisieran que Blair se vaya ahora para que un nuevo
liderazgo entusiasme a las bases laborales apáticas, los brownistas están
dispuestos a aceptar que Blair se quede hasta apenas pasen esos comicios y
cumpla así 10 años en el premierato, pero no mucho más.
La conferencia laborista del 24-28 de Septiembre puede obligar a Blair a
fijar una fecha para su partida o abrir las puertas para una dura guerra
interna.
Sin que Londres haya sufrido un nuevo macro-atentado, Blair viene desplomándose.
No es una bomba de Al Qaeda quien le mina, sino haber seguido tan fiel a Bush en
sus guerras.
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