USO DEL ESPACIO POR EL
LOBO
Las poblaciones no
están fragmentadas sino que son continuas. Es decir, las manadas de los lobos
radiomarcados no sólo ocupan los bosques isla y sus aledaños sino que se extienden
por todo el medio, incluyendo las zonas de cultivo, los baldíos, etc. Los territorios de
las manadas tienen límites contiguos o incluso se solapan, y apenas hay espacios vacíos
sin lobos.
En este contexto, el
término de corredores ecológicos -entendidos como elementos lineares que permiten la
conexión a través de medios inhóspitos- hay que relativizarlo en el caso de los
lobos, pues sus necesidades de hábitat son muy distintas, por ejemplo, a las de los
linces. De acuerdo con las investigaciones Delibes, Palomares, los linces en
dispersión -aunque ocupan hábitats de peor calidad- raramente penetran más de dos
kilómetros en campo abierto y llegan a atravesar medios despejados de hasta 5 km sólo si
encuentran setos u otros pasillos de vegetación, como los que bordean a los arroyos o a
algunas carreteras.
Nada que ver con los lobos, amparados en la oscuridad, recorren paisajes absolutamente desarbolados en sus desplazamientos rutinarios. Los lobos se saben los dueños de la noche, tienen un perfecto conocimiento de su medio y aceptan la presencia humana con una pasmosa naturalidad, como hemos comprobado en numerosas ocasiones durante los seguimientos de 24 horas
La agenda típica de un lobo podría empezar una hora
después de la puesta del sol, cuando -solo o con otros miembros de la manada- se
dirigiría a alguno de los muladares de los que es cliente habitual. Allí comería
durante una o dos horas y luego se echaría una siestecita a mitad de la noche. Luego, en
ocasiones inician desplazamientos de hasta varias decenas de kilómetros, sin otro
objetivo aparente que explorar y patrullar el territorio. Durante estos viajes -quizá
más frecuentes en invierno y primavera- es posible que los lobos adquieran información
sobre otras zonas de alimento, sobre otros lobos y sobre rasgos del terreno que en algún
momento les resultarán de utilidad.
Sin embargo, es obvio
que ciertos tipos de hábitat son utilizados con mucha mayor frecuencia que otros;
además, el patrón de uso del espacio puede ser muy distinto en el periodo de mayo a
octubre -cuando los cachorros son menores de 6 meses- y de noviembre a mayo, cuando los
lobatos son ya grandes y no limitan los movimientos de la manada.
En la temporada de cría, la manada precisa medios forestales o cultivos que actúen de sucedáneos -como los maizales-, pues cuanto más impenetrables, remotos y protegidos sean los lugares donde crecen los cachorros más probabilidades tendrán de llegar a adultos. Hay que considerar que los lobeznos muestran en ocasiones una candidez que les hace muy vulnerables. FUENTE (BIOLOGICA 23: 30-36, 1998)
LOBOS FLOTANTES EN LA LLANURA CEREALISTA
Cada primavera, la manada produce nuevos lobeznos, y en su territorio se hacinan los lobos nacidos en años anteriores. Entonces, algunos jóvenes de entre uno y tres años se dispersan, es decir, abandonan la manada para establecerse en un nuevo territorio. Los dispersantes intentarán integrarse en una manada donde haya una vacante o formarán su propia manada. Pero en hábitats saturados, muchos dispersantes se verán obligados a vagar por los territorios de otras manadas o por áreas de baja calidad poco utilizadas: son los flotantes o transeúntes, los lobos que no logran culminar su proceso de dispersión.
En verano, todos los lobos, incluyendo los machos, elevan de forma muy notable sus niveles de prolactina -la hormona de la maternidad, que en la mayoría de las especies es exclusiva de las hembras-, lo que les induce a cuidar y a alimentar a los cachorros.
En los vertebrados territoriales, los flotantes son típicos de las poblaciones saturadas, y tienen un éxito reproductor y una supervivencia muy inferiores a los residentes. Los flotantes forman un colchón amortiguador de las poblaciones, parecen tener menos acceso a los recursos, son los primeros en desaparecer cuando la población está en declive. Los flotantes se caracterizan por utilizar medios de baja calidad. el medio más frecuentado por lobos flotantes es la estepa desarbolada. En primavera, los cereales proporcionan un refugio eficaz, pero en invierno son zonas completamente desprovistas de cobijo.
Los lobos flotantes de nuestro usan medios más desarbolados y accesibles -y, por tanto, más peligrosos- que los territoriales. Es más, cuando un lobo joven madura y se ve obligado a abandonar su manada, el nuevo hábitat utilizado es de peor calidad. En este sentido, es lógico pensar que la mortalidad está relacionada con el estatus social. El biólogo americano David Mech -en un estudio de 10 años realizado en Minnesota, demostró que la mortalidad anual de los adultos territoriales (18%) era muy inferior a la de los solitarios periféricos y flotantes (34%) y a la de las parejas recién formadas (71%), que intentaban establecerse en hábitats marginales. En la mayoría de los casos, el causante directo de las muertes fue el hombre, pero los lobos dominantes fueron los que empujaron a los de menor rango social a los lugares más peligrosos. Este fenómeno se conoce en ecología como distribución despótica, y describe la regulación de las poblaciones por medio de la competencia intraespecífica, que obliga a los individuos subordinados a usar hábitats de menor calidad.
Con alimento abundante y sin una persecución
particularmente severa, el factor que parece regular la población de la llanura
cerealista es el hábitat. Al saturarse las manadas de los montes isla, muchos lobos se
ven relegados a zonas desarboladas o densamente humanizadas, donde mueren atropellados o
en encuentros fortuitos con cazadores. Al mismo tiempo, el sector flotante de esta
población funciona como un amortiguador que rellena de inmediato los huecos en las
manadas y asegura la comunicación a pesar de las autovías o la presencia de otras
barreras. Esta dinámica ha permitido a los lobos aumentar en esta zona durante la última
década y expandirse ligeramente hacia el sur del Duero.
Fuente: BIOLOGICA 35: 40-47 (1999).