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Estrategias de conservación

La conservación de ‘especies’ concretas ha pasado de ser el objetivo básico de la conservación, a ser una parte más de un todo a conservar llamado ‘biodiversidad’.         La Biología de la Conservación es una nueva ciencia con un origen multidisciplinar, cuya finalidad es contrarrestar la pérdida de biodiversidad. Dos son los principales objetivos: 1.- investigar los impactos causados por el hombre sobre la diversidad biológica; 2.- desarrollar aproximaciones prácticas que prevengan la disminución y pérdida de la diversidad biológica.

Desde sus inicios la conservación se ha venido centrando en especies concretas, normalmente especies cinegéticas, superpredadores, especies clave en los ecosistemas o simplemente aquellas que por su valor estético, cultural o económico han llamado la atención de los gestores y los conservacionistas. Poco a poco, esta manera de salvaguardar la biodiversidad se ha ido extendiendo hacia grupos taxonómicos menos ‘famosos’ (claro ejemplo son los invertebrados y las plantas, que en conjunto tienen un valor mayor que los mamíferos o las aves respecto a la diversidad). Fruto de esta corriente de actuación son el ESA (Endangered Species Act) estadounidense, las directivas comunitarias (Directiva Aves), o el convenio internacional  conocido como CITES (Convention on International Trade in Endangered Species).

Cualquier especie está enmarcada en un ‘escenario ecológico y en otro evolutivo’, en el que forma parte de la biodiversidad, y por tanto el objeto de conservación ha de ser ese marco teniendo en cuenta:
>>El cambio evolutivo. Es el mecanismo que en el escenario ecológico a dado origen a la biodiversidad. Por ello uno de los objetivos concretos de la conservación es evitar que se pare la evolución genética, permitiendo que las poblaciones respondan a los cambios ambientales.
 >>La dinámica ecológica. La evolución actúa en un marco ecológico que es dinámico y nunca está en equilibrio  Por ello, ante un problema de conservación, es importante comprender como la interrelación entre los procesos fuera del equilibrio  y la jerarquía de las interacciones entre especies son las que determinan una estructura de la comunidad y una biodiversidad concretas

>>La presencia del hombre. El hombre es parte del sistema ecológico, y por ello ha de ser incluido en cualquier plan de conservación. Cualquier intento de conservación cuya base se establezca a modo de frontera entre ‘zona protegida’ y ‘zona de uso para el hombre’ está condenado al fracaso.

>>Definición  de especie como unidad cohesiva: aquella población de individuos que tienen el potencial para su cohesión fenotípica a través de mecanismos intrínsecos propios. (Templeton, 1989), incluyendo la variabilidad genética como valuarte de la conservación de las adaptaciones locales de las poblaciones.

Fuente:Grupo de Carnívoros de la Estación Biológica de Doñana.


LA CAZA,  EL NEGOCIO DE LA MUERTE: las subastas de lobos

Los carnívoros silvestres son parte integral y necesaria de los ecosistemas, enriquecen nuestro patrimonio biológico y tienen derecho a existir. El denominado control de depredadores, es decir, la eliminación de carnívoros silvestres, sobre todo por intereses cinegéticos, debe basarse en la legalidad vigente. La autorización del control de carnívoros silvestres no puede ser un puro trámite administrativo de carácter mecánico. En todos los casos debe justificarse su necesidad, basada en datos obtenidos en el campo sobre el seguimiento de las poblaciones que pretendan ser gestionadas y sobre los resultados de las capturas de años anteriores.

La subasta de la vida de dos lobos anuales desde 1996 en la Reserva Nacional de Caza de la Sierra de la Culebra (Zamora), representa el primer paso hacia una concepción productivista del Lobo que considera que su supervivencia dependerá del negocio que genere su muerte.

Nos encontramos ante un nuevo escenario en el que el Lobo sólo podrá sobrevivir en aquellas zonas en que sea rentable. Para justificar esta medida, determinados sectores de cazadores, la administración, y ciertos "expertos" oficialistas, han ido preparando el terreno recomendando la extinción del Lobo en determinadas zonas; insistiendo en un ficticio crecimiento de la población del Lobo; y argumentando que éste será más aceptado en función de los beneficios que genere su muerte.

Estas subastas vuelven a meter al Lobo en el círculo de los trofeos de caza. Esto supone además el incremento del furtivismo, ya que, a sabiendas de la impunidad existente, y de las ridículas 100.000 pesetas de multa en el improbable caso de que los detengan; los cazadores que no hayan podido comprar legalmente la muerte de un lobo, se echarán al monte a por su furtivo y codiciado trofeo que podrán obtener con triste facilidad.

Intentar justificar estas subastas por los supuestos beneficios para los habitantes de las zonas loberas carece de credibilidad y resulta un insulto para las gentes de los pueblos. El dinero pagado por la muerte del lobo que recibe el Ayuntamiento, no tiene ningún reflejo real y directo, ni sobre los ganaderos afectados, ni sobre las economías de la población rural, que más bien, una vez más, es expoliada de uno más de su preciado patrimonio natural.

Si el resto de los 43 pueblos de la Reserva quisieran tener este beneficio acabarían en un solo año con todos los lobos de la comarca.

Los Lobos abatidos por este sistema lo son sin ningún criterio de selección. Esto atenta a las más básicas normas de selección natural que garanticen la reproducción de los individuos más fuertes, jóvenes y mejor dotados genéticamente; lo cual agrava aún más las dificultades de supervivencia de la especie. Fuente: CICONIA

Matar es, entre nosotros, una alternativa de ocio más. Si las víctimas fueran humanas, hablaríamos de crímenes y las personas que disparan serían juzgadas por asesinato y castigadas duramente. Pero cuando los que mueren tiroteados son animales no humanos, el crimen se convierte, por arte de magia, en “gestión cinegética”, “deporte” o “afición”, y, dados los pingües beneficios que supone, su práctica pasa a ser algo perfectamente legal. Las muertes gratuitas y crueles de millones de seres se transforman en mercancía y se prescinde totalmente de hacer una valoración moral de los hechos. Sin embargo, la caza deportiva son agresiones injustificadas contra seres inocentes que no nos han hecho nada. Esta es su cruda realidad, por mucho que los aficionados disfracen y reciclen los argumentos y pasen del “instinto atávico” al ecologismo más purista, pasando por el “deporte” y la “solidaridad” con los pobres agricultores y ganaderos atacados por viles animales de los que hay que defenderse.


El ENVENAMIENTO: CRIMEN A PERSEGUIR

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SOCIEDAD ESPAÑOLA PARA LA CONSERVACIÓN Y ESTUDIO DE LOS MAMÍFEROS    meles@ono.com


PROYECTO ANTÍDOTO

En los últimos años ha vuelto a nuestros campos el uso del veneno, método de matanza masiva de antiguas épocas, en la que entonces el uso del veneno estaba incluso fomentado por la Administración a través de las tristemente famosas "Juntas de Extinción de Alimañas". Sin lugar a dudas, los carnívoros ibéricos son los más afectados por esta práctica, las consecuencias por el uso del veneno son dramáticas para la fauna.

Para hacer frente a este grave problema, las principales organizaciones conservacionistas españolas han creado el Programa Antídoto, que va desde la investigación toxicológica hasta la persecución de estos delitos ecológicos.

Los grupos que forman el Programa Antídoto son: BVCF, CODA, FAPAS, Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, GREFA, SECEM, SEO/Birlife, y WWF/Adena, y cuentan con con el auxilio de veterinarios, laboratorios, Guardia Civil (SEPRONA) así como un servicio jurídico para tramitar las correspondientes acciones legales.

Es de gran importancia una importante red de colaboradores por todo el territorio nacional para actuar en aquellos lugares donde se estén cometiendo estos delitos tan impactantes para la naturaleza. Para hacer efectiva las denuncias que se interpongan y terminen en una condena de los infractores se ha creado un protocolo de actuación.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN:

Es importante seguir este protocolo para finalizar con una condena por un delito ecológico. Una vez encontrado un cadáver o cebo(s) supuestamente envenenando deben seguirse los siguientes pasos:

  Avisar a la Guardia Civil (SEPRONA, tlf.: 062) más próximo para que sea quien levante el cadáver y/o recojan los cebos envenenados y hagan un acta o atestado, donde se reflejarán todos los datos disponibles. También los miembros de la Guardería Forestal (SECONA, tlf.: 112) pueden levantar acta o hacer informe del caso, pero lo más aconsejable es llamar a la Guardia Civil, para evitar cualquier problema legal posterior que invalide el proceso penal por su condición legal de agentes de la autoridad. Pueden levantar Acta también la policía local y las policías autonómicas. También se puede llamar a este teléfono gratuito 900-71.31.82 para solicitar información.

  No tocar nada. No deberá tocarse ni mover el cadáver o el cebo envenenado hasta que se persone la Autoridad competente. La manipulación de estos animales o cebos puede ser peligrosa y podría invalidar la prueba jurídicamente. Una vez levantada el Acta, hay que precintar la prueba, pero solo la autoridad competente que se encuentre en el lugar de los hechos.

  Es importante comunicar los casos que se conozcan al Programa Antídoto para que realice un seguimiento de la denuncia.

Este protocolo, promovido por el Programa Antídoto, ha sido consensuado por los grupos conservacionistas citados, la Guardia Civil, el Ministerio de Medio Ambiente, las Comunidades Autónomas, los Centros de Recuperación de Fauna y el Instituto de Toxicología Carlos III, y se encuentra en constante modificación según la jurisprudencia que vaya apareciendo.

Recordar:


FICHA DESCRIPTIVA DE  ESPECIE   AMENAZADA DEL MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE REFERENTE AL LOBO.

CATEGORIA DE AMENAZA Canis lupus Linnaeus, 1758

ESPAÑA:VULNERABLE

CE:VULNERABLE

MUNDO: VULNERABLE

Fuente : El libro rojo de los vertebrados de España.

 

DISTRIBUCION   FUENTE: Ministerio de Medio Ambiente

ESPAÑA: En 1988 se extiende por unos 100.000 Km2 fundamentalmente en el cuadrante noroccidental del país. Se distribuye de forma continua por la mayor parte de Galicia, la porción meridional de Asturias y Cantabria, la mitad septentrional de Castilla y León y algunas zonas de La Rioja y el País Vasco. Además, hay dos núcleos residuales y aislados en Extremadura y Sierra Morena (Jaén y Ciudad Real) (1).

CE: Portugal, Italia y Grecia. En Portugal ocupa el norte y noroeste del país, en zonas fronterizas con España (2). En Italia, a mediados de los ochenta, las poblaciones se extienden de forma discontinuo por unos 13.500 Km2 en la parte central y meridional de los Apeninos, aunque en los últimos años se han visto ejemplares en el norte de dicha cadena (3, 4). La situación en Grecia no se conoce con precisión pero, al parecer, la especie es abundante en el noreste del país -en los montés Rhodope, en las fronteras con Bulgaria y Turquía- y mantiene presencia regular o esporádica en la mayor parte de la Grecia continental (5).

MUNDO: Eurasia y Norteamérica. Antiguamente el lobo se extendía a lo largo del hemisferio Norte por encima de los 2011 de latitud, excepto en los desiertos y la alta montaña

HABITAT

En la Península Ibérica ocupa gran variedad de hábitats. En Galicia vive en medios con alta densidad de población humana, alimentándose fundamentalmente de restos de basureros y ganado. En la Cordillera Cantábrica ocupa medios mixtos de matorral (Erica spp.), bosques (Fagus sylvatica, Quercus spp.) y pastizales. En la región subcantábrica, donde alcanza las mayores densidades, vive en terrenos donde se mezclan los robledales (Quercus pyrenaica) y los cultivos de cereal. En la meseta norte ocupa bosquetes residuales de encina (Quercus rotundifolia) situados en llanuras cerealistas. En Extremadura y Sierra Morena vive en grandes fincas privadas, cubiertas de bosque y matorral mediterráneo, dedicadas a la caza mayor (1).

POBLACION

ESPAÑA: En 1988 la población se estimó en unas 300 parejas reproductoras, lo que supondría unos 1.500 ejemplares a principios de primavera -antes de los partos- y 2.000 a mediados de otoño. Casi el 90% de la población española se encuentra en Castilla y León (el 54,1 %) y en Galicia (34%). La densidad media en España oscila entre 1,5 y 2,0 individuos/100 Km2 antes de los partos y a mitad de¡ ciclo anual, respectivamente). Las mayores densidades locales se encuentran en un área situada al noroeste de Zamora (5-7 lobos /100 km2) y en una zona que incluye porciones de las provincias de León, Palencia y Burgos (3,0-4,2 lobos/100 km2) . Las densidades mínimas se encuentran en la llanura cerealista del centro de Castilla y León (0,40,6 lobos/1 00 km2) . La población de la mitad norte de España ha aumentado en los últimos veinte años, mientras que los núcleos de la mitad sur muestran una tendencia regresiva, encontrándose en peligro de extinción (1).

CE: En Portugal, en 1988 se evaluó la población entre 90 y 200 ejemplares (2). En Italia, en 1989, Boitani estimó una población de 250-300 individuos, que aumenta lentamente (6). En Grecia la información existente es contradictoria, pero las estimaciones más creíbles hablan de unos cientos de ejemplares para todo el país; la tendencia parece ser regresiva (7).

MUNDO: Las mayores poblaciones están en la antigua URSS (67.000 ejemplares en 1983) (8) y Canadá (50.000 en 1988) (9). La población mundial podría superar los 150.000 ejemplares. Después de la drástica regresión sufrida durante todo este siglo, las poblaciones de la URSS, Norteamérica y Europa oriental se han recuperado en las últimas décadas (1).

AMENAZAS

En la mitad sur de España, el lobo está en peligro de extinción a causa de la persecución ilegal para prevenir supuestos daños a la caza mayor en las grandes fincas privadas, a pesar de haberse demostrado que tales daños no pasan de ser anecdóticos.

En la mitad septentrional, la especie no tiene amenazas que pongan en peligro su supervivencia a corto plazo, aunque sí tiene importantes problemas de gestión:

- Falta de un plan global de gestión. El lobo está considerado por la ley nacional como especie cinegética, cuya gestión se desarrolla a través de Planes de Aprovechamiento Cinegético en cada coto de caza mayor. Dichos planes, por lo reducido de su ámbito y el escaso rigor de su diseño y aplicación, no pueden asegurar una gestión racional de esta especie escasa y con gran capacidad de movimiento.

- Inadecuada política de indemnizaciones. La especie es perseguida en España -y en toda su área de distribución- por su tendencia a predar sobre el ganado doméstico. En 1988 los daños anuales a la ganadería en todo el país se estimaron en unos 120 millones de pesetas. En 1991, se indemnizó el 40% de los daños (unos 50 millones de pesetas), pero el 84% de esta cantidad fue pagada por la Comunidad de Asturias, que sólo alberga el 6% de los lobos españoles. En el resto de su área de distribución las indemnizaciones -si existen- se suelen pagar con gran retraso.

- Caza furtiva. La inadecuada política de indemnizaciones y la ausencia de planes de gestión son en gran parte responsables de que la caza ilegal sea un hecho generalizado, sin que las Administraciones hagan un esfuerzo significativo para combatirlo. En 1991, en la provincia de Valladolid, al menos 24 lobos fueron muertos furtivamente y ninguno de forma legal . Por otra parte, la ausencia o la escasez de indemnizaciones quita autoridad moral a las Administraciones para perseguir la caza ilegal.

Otros problemas, como la escasez de ungulados silvestres y la hibridación con perros, no parecen tener en España una importancia grande en relación con otros países de Europa occidental. Las hibridaciones, aunque se producen de forma esporádica, no parecen un fenómeno generalizado; en cualquier caso, es posible que los lobos europeos se hayan cruzado con perros desde tiempos remotos. El aislamiento parcial de las poblaciones causado por autopistas y autovías valladas es una amenaza potencial con visos de ganar importancia en el futuro.

MEDIDAS DE CONSERVACION

En la mitad norte de España, el lobo no necesita una protección estricta, aunque sí se debe mejorar notablemente la gestión. Es recomendable catalogar legalmente al lobo en una nueva categoría del Catálogo de Especies Amenazadas que, permitiendo el control de las poblaciones y la caza, exija planes de gestión globales (desarrollados a escala autonómica o, mejor aún, a escala nacional) basados en estudios científicos. La gestión racional y transparente de la especie, que precisa un esfuerzo real para controlar la caza ilegal, no es posible sin el pago rápido de indemnizaciones a los ganaderos; esta medida, además de modificar la actitud del mundo rural hacia el lobo, confiere a las administraciones autoridad moral para perseguir a los infractores. Cualquier plan de gestión del lobo ha de ser flexible y tener en cuenta a los sectores afectados. Dado que el lobo siempre será una especie conflictiva, son necesarias campañas periódicas de sensibilización que aseguren la existencia de una opinión pública dispuesta a aceptar los gastos económicos que conlleva su conservación. Dichas campañas deben ser diseñadas y dirigidas por expertos en comunicación.

En la mitad sur de España, se necesitan planes de recuperación, con el objeto fundamental de acabar con la caza ¡legal. Tales planes deberían ir englobados en medidas de gestión más amplias que intenten conciliar los intereses de los propietarios de grandes fincas cinegéticas con la conservación de la fauna


>>> INFORME LA DISTRIBUCIÓN DEL LOBO EN ESPAÑA  ESTUDIOS APLICADOS PARA PALIAR EL EFECTO DE LAS AUTOVÍAS


>>>INFORME SEMINARIO INTERNACIONAL SOBRE CONSERVACIÓN Y GESTIÓN DEL LOBO EN ESPAÑA San Lorenzo de El Escorial, 8-10 de junio de 1999


EL LOBO (Canis Lupus) EN ESPAÑA.
SITUACION, PROBLEMATICA Y APUNTES SOBRE SU ECOLOGIA.
JUAN CARLOS BLANCO, LUIS CUESTA y SANTIAGO REIG
FUENTE: Ministerio de Medio Ambiente

INTRODUCCION

Conforme avanzaba la década de los 80, las opiniones sobre la situación del lobo (Canis lupus L, 1758) se hacían más contradictorias. Resultaba evidente que la distribución, el tamaño de la población y la problemática de la especie estaban cambiando, y los estudios realizados en la década de los 70 necesitaban una revisión.

De forma casi simultánea coincidieron las iniciativas de biólogos, naturalistas, diversas comunidades autónomas y el ICONA para realizar o patrocinar estudios que actualizaran la información existente sobre la especie y permitieran tomar decisiones referentes a su conservación y gestión. Cuando en 1987 los editores de este trabajo aceptamos la proposición del ICONA de llevar a cabo un estudio sobre la situación del lobo a escala nacional, ya se encontraba en marcha un trabajo provincial de iguales características promovido por la Consejería de Agricultura y Pesca del Principado de Asturias, y casi simultáneamente comenzó otro estudio similar en Cantabria, sin olvidar los trabajos locales que se venían desarrollando por parte de biólogos y naturalistas particulares. Nuestra misión consistió en aprovechar los datos que se estaban recogiendo en Asturias y Cantabria –que fueron generosamente cedidos por sus autores-, coordinar las iniciativas particulares y elaborar una estrategia que permitiera obtener información en el resto de España utilizando una metodología comparable.

El fruto de estos trabajos, realizados en 1986 (en Asturias), 1987 y 1988 (en el resto del país), se recoge en los artículos que configuran esta monografía, donde se ofrece una visión regional sobre la situación y problemática del lobo (capítulos 1 a 6), para terminar con una síntesis nacional (capítulo 7).

La división regional del trabajo no obedece a consideraciones biológicas o administrativas, sino que responde a criterios puramente funcionales. Los colaboradores y las áreas prospectadas por los diferentes grupos de trabajo se han elegido atendiendo a la experiencia previa en la zona y a las posibilidades existentes a la hora de comenzar el estudio. La metodología utilizada por los distintos grupos de trabajo ha sido muy similar, pero no idéntica, como hubiera sido deseable. Las pequeñas diferencias metodológicas -que no impiden obtener unas conclusiones generales para todo el país- han estado impuestas por las características del medio, la información previa existente al comenzar el estudio y las diferentes especializaciones de los colaboradores.

Los capítulos 1 a 6 incluyen la misma información básica: distribución, tamaño y evolución de la población, daños a la ganadería, mortalidad causada por el hombre y sugerencias para la gestión. La profundidad con que se trata cada uno de estos apartados depende de la calidad de los resultados obtenidos por cada grupo de trabajo; marginalmente, se incluyen otros datos de interés.

En el capítulo 7, basándonos en los datos presentados por los distintos grupos de trabajo, ofrecemos una visión sintética de estas cuestiones a escala nacional, homogeneizando totalmente la metodología.

Además, hemos querido incluir los primeros datos sobre la ecología del lobo obtenidos mediante medios telemétricos en España,- aunque la temática del capítulo 8 se aleja de la de los otros capítulos de este volumen, su indudable interés justifica sobradamente su inclusión.

En conjunto, esta publicación pretende ofrecer una síntesis actualizada de los conocimientos existentes sobre el lobo en España. Pero somos conscientes de que -aparte de las inevitables insuficiencias e incorrecciones que pueda contener- está destinada a quedarse anticuada en un plazo relativamente corto. La información que aquí se incluye debe ser la base para estudios cada vez más numerosos y profundos sobre el lobo, tanto en lo referente a su situación y problemática como a su ecología. Sólo así podremos asegurarnos de que las medidas que se tomen para conservar esta joya de nuestra fauna serán las adecuadas. En este sentido, cuanto menos tiempo tarde este estudio en quedarse anticuado, mejor habrá cumplido su función.


1. EL LOBO EN GALICIA Por FELIPE BARCENA

1.1. INTRODUCCION

Galicia es una región densamente poblada y tiene un medio natural severamente transformado. Con 29.434 km2 y casi 2.800.000 habitantes, su densidad media de población (94,6 habitantes/km2) es superior a la media nacional. No obstante, la densidad de población y la presión antropógena disminuyen gradualmente hacia el este de la Comunidad. Así, todos los ayuntamientos de las sierras orientales (Ancares, Caurel), surorientales (Queija, Eje) y del norte de Lugo (Gistral) tienen densidades inferiores a 20 habitantes/km2. En la mayor parte de la Galicia central, la densidad oscila entre 21 y 60 habitantes/km2, mientras que la parte occidental está mucho más densamente poblada, superándose los 300 habitantes/km2 en algunas áreas de las provincias de Pontevedra y La Coruña. Por otra parte, en toda la región la población humana se encuentra muy dispersa; de hecho, Galicia tiene, por término medio, un asentamiento de población/km2 (Torres, 1989), lo que hace difícil encontrar amplios espacios deshabitados.

Más del 46 % de la población gallega se dedica a la agricultura y la ganadería. En 1986, la cabaña ganadera estaba constituida por 1.150.000 cabezas de vacuno, 310.000 de ovino, 85.000 de caprino y 75.000 de caballar (Torres, 1989); de estos últimos, unos 44.000 ejemplares viven en estado salvaje (Bárcena, 1987).

Galicia participa de dos dominios florísticos, el atlántico de la región eurosiberiana y el carpetano-ibérico-leonés de la región mediterránea (Torres, 1989). No obstante, el paisaje está altamente transformado por la acción del hombre, que ha creado un medio heterogéneo y muy compartimentado. El corzo y el jabalí son abundantes en la parte más oriental de la región, ramificándose a medida que avanzamos hacia el oeste. Ambas especies han aumentado considerablemente en los últimos quince años; el corzo se ha incrementado en número, y el jabalí ha ampliado además su distribución. El primero se encuentra en toda Galicia exceptuando el cuadrante suroccidental y el segundo falta sólo de pequeñas áreas del cuadrante noroccidental.

La situación del lobo en Galicia ha sufrido notables variaciones a lo largo del presente siglo. El lobo aumentó en la región a partir de los años cuarenta, al menos en su parte occidental. Tras la Guerra Civil, la especie se estableció en muchas zonas de La Coruña y Pontevedra, donde antes era rara o inexistente. Antes de 1970, el lobo era objeto de sañuda persecución, hasta que la entrada en vigor de la Ley de Caza -que pasaba a considerarlo especie cinegética- supuso un alivio para el cánido, aunque de escasa duración. En 1974, tras la muerte de dos niños en Orense que fue atribuida a una loba, la persecución se recrudeció, y a finales de la década de los setenta, se pudo comprobar una disminución en los macizos orientales y, sobre todo, en el centro de la comunidad (Bárcena, 1979, 1987).

El objeto de este trabajo es dar una visión actualizada de la situación y la problemática del lobo en Galicia. Se estudia la distribución, el tamaño poblacional, la mortalidad causada por el hombre y los daños a la ganadería, para terminar haciendo algunas consideraciones sobre su gestión.

1.2. METODOLOGIA

Parte de la información que se aporta en este capítulo procede de datos obtenidos desde 1974, fecha en la que el autor inició sus estudios sobre la especie; no obstante, la mayoría de los datos se han recogido entre 1987 y 1988. El estudio se ha basado en prospecciones de campo y en entrevistas personales a guardas, cazadores, ganaderos y lugareños. En total, se llevaron a cabo entrevistas personales en 85 ayuntamientos, realizándose prospecciones de campo en 40 de ellos.

Para la estimación del número de lobos, se han individualizado núcleos familiares intentando comprobar la presencia de cachorros. La existencia de parideras, de rastros de lobeznos, la observación directa de cachorros o su captura se han considerado pruebas concluyentes de cría.

La estimación de daños a la ganadería se ha realizado por medio de entrevistas personales, que, en ocasiones, se han acompañado de comprobaciones in situ.

Los datos de mortalidad se han basado en entrevistas personales y en el análisis de los expedientes de batidas autorizadas (1987/88), revisados en las Jefaturas Provinciales del Medio Ambiente Natural de la Xunta de Galicia. Otros datos complementarios han sido recogidos a lo largo de las prospecciones de campo.

1.3. DISTRIBUCION, TAMAÑO DE POBLACION Y EVOLUCION RECIENTE

El lobo se extiende en Galicia por unos 26.500 km2, aproximadamente, el 90 % de la región. Sólo falta permanentemente en algunas zonas litorales del oeste de Pontevedra y, sobre todo, del norte de la provincia de La Coruña (Fig. l). En general, se trata de las áreas más densamente pobladas de Galicia.

El área de distribución que se muestra en la figura 1 incluye las zonas donde se ha constatado la presencia del lobo desde 1984. Hay que considerar, no obstante, que los límites de la distribución pueden variar de año en año, dependiendo fundamentalmente de la presión cinegética; además, en algunas zonas la densidad es muy baja.

En 1988 se han localizado 71 puntos de cría, distribuidos de la siguiente forma: 10 en La Coruña, 8 en Pontevedra, 25 en Lugo y 28 en Orense. Teniendo en cuenta que la cobertura del censo no ha alcanzado la totalidad de la región, se puede estimar que la población real sería un 30-50 % superior. Por tanto, podríamos hablar aproximadamente de unos 100 puntos de cría para toda Galicia.

Considerando que a cada pareja reproductora le corresponde una media de 10 lobos en la época de máxima densidad (en primavera, tras los partos), para mayo de 1988 obtendríamos una cifra aproximada de 1.000 ejemplares. Hay que tener en cuenta que el mínimo poblacional se presenta inmediatamente antes de la época de cría, lo que supondría, en una situación de equilibrio y de bajas constantes a lo largo del año, que el número se reduce a la mitad. Aceptando estas cifras, la densidad media en Galicia oscila entre 3,8 y 1,9 lobos/100 km2, a finales y principios de primavera, respectivamente. En general, las densidades son superiores en las provincias de Lugo y Orense.

Con respecto a la evolución reciente del área de distribución, se advierte una regresión en toda la franja occidental, mientras que en la zona más oriental se observa estabilidad o un ligero incremento.

En la provincia de La Coruña, el lobo desapareció en 1986 de la península de Barbanza y de la zona comprendida entre el curso bajo de los ríos Tambre y Ulla. Asimismo, falta del resto: de las penínsulas de las Rías Bajas. Además, los núcleos existentes en el noroeste de la provincia corren el riesgo de quedar aislados del resto de la población gallega, debido a los escasos efectivos existentes en la zona central de la provincia. Hay que tener en cuenta que, tras desaparecer de las zonas costeras, la especie tiene más dificultades en recolonizarlas. Esta población del noroeste peninsular tiene el interés de ser posiblemente la población europea más próxima al mar.

También se detecta una disminución generalizada en la provincia de Pontevedra. Desde 1984 la especie falta de los Montes de Castrove y Xiabre, y desde 1986, de la península del Morrazo. No obstante, en estas últimas zonas su presencia nunca fue continuada.

Por otra parte, las poblaciones de las provincias de Orense y Lugo se pueden considerar estables. En esta última se aprecia una notable recuperación en las sierra situadas al norte de Terracha (Tierra Llana), de donde había estado ausente entre los años 1981 y 1985 aproximadamente.

En cuanto a la evolución numérica, la población parece haber disminuido de forma notable -quizá, a la mitad- con respecto a la existente en 1974, época en la que el lobo alcanzó, probablemente, su máxima prosperidad en Galicia. No obstante, la problación actual se considera suficiente para el normal desarrollo y supervivencia de la especie.

1.4. MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE

Entre 1987 y 1988 hemos recogido datos de 126 lobos muertos por el hombre. No obstante, la cifra real de lobos abatidos en la región gallega en este período debió de ser sensiblemente superior. De los ejemplares controlados, 36 fueron muertos en La Coruña, 40 en Lugo, 46 en Orense y 4 en Pontevedra. De esta última provincia, se tienen datos de otros 26 ejemplares cazados en 1986.

Entre las causas de mortalidad identificadas, destacan las armas de fuego (Tabla l). Sólo se han conocido 6 casos de lobos envenenados. No obstante, el empleo de veneno es una práctica muy arraigada entre los ganaderos de caballos y vacas de monte, particularmente en la provincia de Pontevedra. 

TABLA 1

CAUSAS DE MORTALIDAD IDENTIFICADAS  

  n TI TR A V
La Coruña 36 97,2 -- -- 2,8
Lugo 37 86,5 8,1 -- 5,4
Orense 38 36,8 44,7 13,2 5,3
Pontevedra 3 66,6 -- -- 33-3
TOTAL 114 72,8 17,5 4,4 5,3

Casi todos los lobos cazados en las sierras centrales que separan las provincias de La Coruña y Lugo lo han sido en batidas, autorizadas o no.

Con respecto al número de batidas, destaca la provincia de Lugo, con un total de 70 autorizadas entre enero de 1987 y septiembre de 1988; en Orense no se solicitó ninguna en dicho periodo; en La Coruña se autorizaron 6 en 1987 (carecemos de datos de 1988); en Pontevedra sólo se celebró una en 1987, siguiéndose en la actualidad una política de no concesión de batidas por parte de los responsables provinciales.

Hay que destacar también la escasa eficacia real de las batidas. De 76 batidas controladas, sólo en 6 (7,9%) se cazaron lobos (8 ejemplares en total), y en 10 casos más se vieron individuos. En 60 (78,9 %) ni siquiera hubo oportunidad de disparar.

1.5. DAÑOS A LA GANADERIA

En la tabla 2 se muestran los daños a la ganadería conocidos entre enero y octubre de 1988. Debido a que no se ha cubierto la totalidad del territorio (aunque sí se han prospectado los ayuntamientos que más daños padecieron) ni todo el período anual, las cifras que ofrecernos deben considerarse mínimas, estimándose que representan un 80 % del total. Valorando los potros a 10.000-15.000 pesetas, los terneros a 40.000 y el ganado menor a 7.000 pesetas, podemos estimar los daños totales en unos 25 ó 30 millones de pesetas anuales. 

TABLA 2

DAÑOS CONOCIDOS DE LOBO ENTRE ENERO Y OCTUBRE DE 1988  

  Vacuno Equino Ovino Caprino Ov./Capr.
La Coruña 66 90 7 -- 20
Lugo >114 >214 >58 38 152
Orense 19 >5 >105 11 51
Pontevedra 6 >21 28 29 14
TOTAL >205 >330 >198 78 237


Casi todas las bajas producidas a la ganadería caballar y vacuna son potros y terneros. Teniendo en cuenta los datos expuestos, las áreas no prospectadas y la parte del ejercicio no cubierta, calculamos que los daños ocasionados a la ganadería libre afectan aproximadamente a un 1% de su producción.

La mayor concentración de daños se produce en los ayuntamientos con ganadería libre (semisalvajes) de caballos y vacas. Se han delimitado unas áreas de máxima densidad de daños, que corresponden a la zona de Mondoñedo (norte de Lugo), a la Serra da Loba y la Serra da Cova da Serpe (entre La Coruña y Lugo) y a otras áreas situadas entre Pontevedra y Orense (Serra de Candán, Montes do Testeiro, Serra do Suido, etc.) (Fig. l).

No parece existir una relación directa entre la cuantía de los daños y el número de lobos presentes en una determinada zona. Esto se puede deber al mayor control que se ejerce en las áreas donde se producen los mayores daños, así como a los hábitos básicamente carroñeros de una parte importante de la población y a la presencia de caza mayor en una parte de su área de distribución. 

1.6. PROBLEMATICA Y GESTION DEL LOBO EN GALICIA

Como se ha dicho anteriormente, la población lobuna gallega no parece tener problemas que pongan en peligro su supervivencia, aunque los núcleos que se encuentran en el noroeste de La Coruña corren el riesgo de quedar aislados.

Probablemente, el mayor problema del lobo en Galicia es la dependencia que muestran hacia el hombre en lo referente a la alimentación en gran parte de la región. Otros estudios previos han mostrado que dicha dependencia aumenta, en términos generales, en dirección oeste y norte (Valverde, 1971; Bárcena, 1976; Guitián et al., 1979); es decir, es mayor en las áreas más densamente pobladas. Las características ecológicas de los lobos que viven en estas zonas severamente transformadas podrían asemejarse mucho a las descritas por Boitani (1982, 1986) en Italia; por el contrario, los lobos de las áreas más orientales y meridionales se parecerían más a los de la Cordillera Cantábrica, y tendrían unos rasgos ecológicos más próximos a los descritos por Vilá et al. en el último capítulo de este volumen, Probablemente, la emigración rural que se está constatando en ciertas áreas de Galicia y el aumento de las poblaciones de corzo y jabalí podrían permitir en un futuro próximo la «mejora» ecológica del lobo en algunas zonas de la región.

Otro problema que se ha atribuido generalmente al lobo gallego es su hibridación generalizada con perros. Sin embargo, desde 1974, hemos podido examinar unos 250 cadáveres de lobo sin constatar jamás tal tipo de cruzamientos.

En Galicia, el lobo está considerado corno especie cinegética. Hasta 1988 no se había pagado ningún tipo de indemnización por los daños originados por el predador. A partir de 1989 se empezaron a poner al día las indemnízaciones por daños causados en la Reserva Nacional de los Ancares, que probablemente representan menos del 1% de los daños totales de la Comunidad Autónoma. En 1990 hemos tenido noticias de que la Administración Autónoma está empezando a desarrollar una política de indemnizaciones mucho más amplia. Si el pago generalizado de indemnizaciones se consolidara, la gestión del lobo en Galicia experimentaría una mejora radical.

El lobo, debido a sus hábitos predadores, causa graves daños a la cabaña ganadera, lo que, unido a la falta de enemigos naturales y a la alta tasa de natalidad, hace necesario el control de sus poblaciones.

Descartando la utilización de cebos envenenados y trampas, por el peligro que suponen y por su nula selectividad, el único procedimiento para realizar la labor de control es la caza con armas de fuego. La batida es, sin duda, el sistema más recomendable, pues con su utilización se consigue, además de la finalidad principal, una satisfacción psicológica a los ganaderos damnificados. Siempre que la Administración comprobase daños de importancia a la ganadería en una determinada comarca, debería autorizar este tipo de cacerías a la mayor brevedad posible, con el fin de aumentar su eficacia. .

En el momento de afrontar una política de indemnizaciones, se plantean dos posibles soluciones: el pago directo por res muerta al ganadero perjudicado, o el pago indirecto, por medio de subvenciones, a la colectividad de propietarios de ganadería extensiva de los ayuntamientos con existencia probada de lobos. Se recomienda la segunda opción por considerarse más barata, justa, útil y beneficiosa para la especie. Barata, porque evita complicados procesos burocráticos, así como equipos de investigación y control. Justa, porque soslaya la picaresca en posibles simulaciones de daños a reses enfermas o muertas y evita las situaciones de difícil verificación cuando no quedan vestigios de las presas. Util, porque sale más beneficiado el ganadero que mejor cuida y vigila su hacienda, dificultando que el ganado quede sin control y haga daño a los cultivos. Beneficiosa para la especie, porque los ganaderos serán los primeros interesados en que existan lobos en su comarca para poder cobrar las indemnizaciones. Dichas subvenciones podrían encauzarse a través del Reglamento 882/86 de la CEE, que ya prima en la actualidad a los ganaderos de ovino y caprino.

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, quiero agradecer a Juan Carlos Blanco su inestimable ayuda en la redacción de este trabajo. En segundo lugar, a la Dirección General de lo Forestal y del Medio Ambiente Natural de la Consellería de Agricultura de la Xunta de Galicia, en la persona de su Director General D. Joaquín Buergo del Río, por toda la ayuda prestada por la guardería y el personal de las Jefaturas Provinciales. Por último, mi agradecimiento a los muchos amigos que han colaborado en el trabajo de campo, cuyos nombres sería prolijo citar.

RESUMEN

El lobo ocupa unos 26.500 km2 de la superficie gallega, aproximadamente, el 90 % de la región. En 1988 se estimó la existencia de unos 100 núcleos de cría, es decir, de unos 1.000 lobos justo después de los partos y unos 500 al principio de primavera, antes de los partos. Los lobos son más abundantes en las provincias de Lugo y Orense. En los últimos años, los núcleos más occidentales han mostrado una tendencia regresiva, y los orientales se mantienen estables o aumentan ligeramente. Entre 1987 y 1988 se conocieron 126 casos de lobos muertos por el hombre, destacando las armas de fuego como primera causa de mortalidad identificada. El valor de los daños a la ganadería en 1988 se estimó en 25 ó 30 millones de pesetas; los daños más elevados se producen en áreas de ganado libre. Se discuten algunos aspectos de la ecología de los lobos gallegos y se dan sugerencias para la gestión.

BIBLIOGRAFIA

BÁRCENA, F. (1976). Censo de camadas de lobos en la mitad norte de la provincia de Lugo (año 1975) y algunos datos sobre la población de los mismos. Bol. Est. Cent. Ecol., 5 (9): 45-54.

- (1979). Evolución actual del lobo en Galicia. Trofeo, 109: 29-32.

- (1987). La problemática del lobo en un área de alta densidad de población urbana. En «El lobo ibérico». II Jornadas de Estudio y Debate. Salamanca, 9 y 10 de mayo de 1987.

BOITANI, L. (1982). Wolf management in intensiva use areas in Italy. En «Wolves oflhe Wordh>. Harrington, F. H., y Paquet, P. C. (eds.): 158-172. Noyes Publications, New Jersey.

- (1986). Dalla parte del lupo. L'Airone di Giorgio Mondadori e Associati. Milano.

GUITIÁN, J.; DE CASTRO, A.; BAS, A., y SÁNCHEZ, J. L. (1979). Nota sobre la dieta del lobo (Canis lupus L.) en Galicia. Trabajos Compostelanos de Biología, 8: 95-104.

TORRES, M. P. (1989). Galicia. En «Gran Atlas de España, Vol. 1». Planeta. Madrid.

VALVERDE, J. A. (1971). El lobo español. Montes, 159: 229-241.


2. EL LOBO EN ASTURIAS
Por JOSE FELIX GARCIA-GAONA, FELIX GONZALEZ,
ORENCIO HERNANDEZ-PALACIOS, JAVIER NAVES,
GUILLERMO PALOMERO y SERGIO SOLANO

2.1. INTRODUCCION

Asturias está situada en la vertiente exterior de la Cordillera Cantábrica, ocupando un estrecho corredor de 30 a 60 km de ancho por 200 km de largo, con una superficie total de 10.565 km2.

Enclavada en la España Atlántica, su vegetación potencial corresponde principalmente a bosques caducifolios.

A pesar de que la mayor parte de la población humana se ubica en la zona central (en el 14 % de la superficie regional se congrega el 72 % de los habitantes) el paisaje natural del conjunto ha sido profundamente transformado. En la actualidad sólo el 23,73 % del total regional corresponde a superficie arbolada, siendo buena parte de la misma cultivos forestales de pinos y eucaliptos.

La superficie apropiada para la agricultura es pequeña, concentrándose en el fondo de los valles. La principal producción se obtiene en cultivos forrajeros, destinados a la alimentación de una vasta cabaña ganadera, que en 1984 alcanzaba casi 415.000 cabezas de vacuno, 55.000 de ovino, 27.000 de caprino, 115.000 de porcino y 46.000 de equino (Sadei, 1986).

Con esta ganadería, el lobo (Canis lupus) es inevitablemente una especie polémica. A pesar de ello, los estudios realizados son escasos.

Valverde (1971) consideró que la población cantábrica del lobo no existía como tal, recibiendo individuos procedentes de la población castellano-leonesa, pero que no se establecían ni reproducían con regularidad. Garzón (1974) y Castroviejo et al. (1975) ya se refieren a una población estable y con características propias en la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica. Braña et al. (1982) abordaron distintos aspectos sobre distribución, biología y relaciones con el hombre, referidos específicamente a Cantabria y Asturias. García-Gaona y Hernández-Palacios (1986) analizaron los daños sobre la ganadería atribuidos a la especie durante el período 1979 a 1985, aunque refiriéndose sólo a los terrenos cinegéticos gestionados directamente por la Administración.

Con posterioridad, la Consejería de Agricultura y Pesca del Principado de Asturias financió un trabajo sobre distribución, situación, alimentación y daños del lobo, cuyos resultados fueron presentados en las «Jornadas sobre el Lobo Ibérico» organizadas por la Diputación Provincial de Salamanca en 1987 y que constituyen el grueso del presente artículo.

2.2. DISTRIBUCION

Para la recopilación de datos sobre distribución, abundancia y otros parámetros demográficos se enviaron cuestionarios a la guardería de la Consejería de Agricultura y Pesca y a los guardas de caza de los cotos privados.

Se recibieron 103 cuestionarios contestados, cuya información se contrastó y completó con encuestas orales a lugareños realizadas en 170 localidades. Se recolectaron así 240 observaciones de lobos o grupos de lobos, comprendidas entre enero de 1986 y febrero de 1987, de las que 218 fueron fechadas con exactitud.

Para la confección del mapa de distribución (Fig. 1) también fue utilizada la localización de los daños causados por los lobos.

El lobo habita en Asturias en unos 5.100 km2, lo que supone casi el 50 % de la superficie regional. La especie es habitual, es decir, se comprueba su presencia en todas las estaciones del año, en cerca de 2.800 km2, que en general corresponden a las zonas altas de los sistemas montañosos.

Atendiendo a este área de presencia habitual se puede considerar la existencia de seis núcleos poblacionales, más o menos comunicados entre sí y definidos por los grandes ejes o cordales montañosos.

En el mapa de distribución (Fig. 1) se identifican estos núcleos con las letras de la A a la F, que corresponden a las siguientes zonas:

- Núcleo A: localizado en torno a la Sierra de la Bobia y sus cordales hacia el Navia y al Alto del Acebo, quedando enmarcado por los ríos Eo y Navia.

Zona de fuertes pendientes pero sin grandes altitudes (menos de 1.200 m).

Población humana pequeña y dispersa. Pocos restos de bosque autóctono.

Repoblaciones importantes de pinos. Ganadería vacuna, principalmente. Los artiodáctilos silvestres son el corzo y el jabalí, aunque no muy numerosos.

- Núcleo B.- centrado en la Sierra del Palo y adyacentes. Delimitado por los ríos Navia al oeste y Narcea y Esva al este.

Altitud máxima de 1.400 m. Baja densidad de población humana. Las plantaciones de pinos configuran gran parte del paisaje. Importancia del ganado equino. Artiodáctilos silvestres representados por el corzo y el jabalí.

- Núcleo C.- ocupa las cabeceras de los ríos Naviego, Ibias y Narcea.

Máxima altitud de 2.000 m. Extensas manchas de bosque caducifolio.

Incluye la Reserva Biológica de Muniellos y la Reserva de Caza de Degaña. Escasa cabaña ganadera. Baja densidad de población humana, a pesar de la existencia de minería del carbón. Abundancia de corzo y presencia de jabali y rebeco, aunque éste sea muy escaso.

- Núcleo D: definido por las Sierras de Tineo y Los Vientos, así como por las plataformas altimontanas situadas al sur de éstas.

Relieve relativamente suave y sin grandes altitudes (menos de 1.000 m).

Población humana más densa que en los núcleos anteriores. Importante ganadería estabulada. Abundancia de corzo y presencia de jabalí.

- Núcleo E.- corresponde a las montañas de la divisoria cantábrica desde el Puerto de Leitariegos hasta el de Pajares, así como a los cordales perpendiculares de la misma.

Se trata de la zona más extensa con presencia habitual de lobo. Incluye áreas de alta montaña (hasta 2.400 m). Localmente conserva manchas importantes de bosque autóctono. Incluye el Parque Natural de Somiedo y la Reserva de Caza del mismo nombre. Importante cabaña ganadera, con especialización hacia distinto tipo de ganado según localidades. Abundancia de corzo, venado, rebeco y jabalí, aunque desigualmente distribuidos.

- Núcleo F. asentado en las montañas cantábricas que van desde el Puerto de Pajares hasta las estribaciones de los Picos de Europa.

Accidentada orografía y altitudes elevadas (hasta 2.150 m). Bastante superficie de bosque de frondosas caducifolias. De gran importancia ganadera en vacuno, caprino y ovino. Abundancia de rebeco, corzo, venado y jabalí.
 

2.3. ABUNDANCIA

Las limitaciones metodológicas hacen que la estima poblacional tenga sólo un valor orientativo. La estimación se realizó a partir de las observaciones de grupos de lobos en los meses de julio, agosto, septiembre y octubre, y en aquellas otras, sean o no de estas fechas, referentes a lobos pequeños o crías.

Se trataba de diferenciar grupos familiares. A cada uno de éstos le atribuimos ocho individuos: cinco crías (ver apartado 5), dos adultos y un individuo más, que representaría a inmaduros y otros adultos. De esta forma obtuvimos una estimación que corresponde a los efectivos teóricos en la época de partos. En toda la provincia se estimó la presencia de 16-20 grupos familiares, lo que supondría un total de 128-160 lobos, quedando los resultados detallados por zonas reflejados en la tabla 1.

TABLA 1
NUMERO DE CAMADAS ESTIMADAS POR NUCLEO (ver fig. 1).
 

Núcleo A B C D E F Total
Camadas 2 3-4 1-2 1 7-8 2-3 16-20
Lobos primavera-verano 16 24-32 8-16 8 56-64 16-22 128-160

El número total de lobos se ha obtenido multiplicando el número de camadas por 8 individuos.

Tomando en consideración los datos obtenidos, la densidad estimada, a finales de primavera, es de 2,5-3,1 lobos/100 km2.

El lobo ocupó en Asturias un área sensiblemente mayor que la actual. En 1498 existía en Oviedo el cargo de «alcalde de montería» y sus habitantes estaban obligados a participar en las batidas contra el cánido por él organizadas (Uría, 1976). Un acuerdo del Ayuntamiento de esta ciudad, de 1605, dictando normas para la organización de monterías de lobo es citado por Vigil (1889), mientras que Tolivar (1963) y Uría (1976) señalan la existencia de varias trampas de lobo de los siglos XVII y XVIII ubicadas en sus afueras.

En la figura 2 se recogen los lugares donde Madoz (1848-1850) cita la presencia de lobos en Asturias. Destaca, en comparación con la actualidad, su existencia en el centro y en el oriente de la región, como en el municipio de Llanes donde, según el autor, «en el invierno bajan y llegan hasta los arenales inmediatos al mar».

 Fig. 2.-Localidades con lobo a mediados del siglo XIX según información obtenida del diccionario de Madoz. * Parroquias donde se cita la presencia del lobo. o Capitales de municipios donde se cita el lobo de loma genérica, sin figurar parroquia concreta.

Pese a las limitaciones de las reconstrucciones de áreas de distribución de especies a partir de documentos no especializados, la información contenida en obras como la de González (1897), nos hace pensar que la disminución más fuerte tuvo lugar a lo largo del presente siglo. En el primer cuarto había desaparecido ya de Illas (Villalaín, 1925), aunque todavía estaba presente en Langreo (Jove, 1925) y en San Martín del Rey Aurelio (Jove, 1923), municipios del centro de la región donde hoy no existe. Las últimas capturas conocidas en las Sierras del Sueve y del Cuera, en el oriente de Asturias, tuvieron lugar al principio de la década de los cuarenta (Garzón, 1974), mientras que las últimas camadas recogidas en la vertiente septentrional de los Picos de Europa lo fueron hacia 1950 en Cabrales y 1963 en los límites del Parque Nacional de Covadonga (Braña et al., 1982).

Están lejos los tiempos en que, como en 1817, se cazaban en Asturias hasta 575 lobos al año, según se refleja en un documento de la Junta del Principado de la época, referente al abono de premios por la captura de «fieras». Sin embargo, de la comparación de nuestros resultados con los de Braña et al. (1982), se concluye un aumento del área de distribución en el oriente asturiano y también, aunque en menor grado, en el centro de la región.

2.4. DAÑOS A LA GANADERIA

La estimación de los daños producidos por el lobo en la cabaña ganadera se ha centrado en 1986, habiéndose recurrido a dos fuentes de información:

A) En los terrenos cinegéticos gestionados directamente por la Administración, así como en los terrenos de aprovechamiento cinegético común (zonas libres), se ha contado con los expedientes de indemnización tramitados por la Administración Regional, que se hace cargo de su abono.

B) En los cotos privados se realizaron entrevistas con guardas, ganaderos y titulares, recabando datos que únicamente fue posible verificar contrastando opiniones.

El grado de fiabilidad en un caso y otro es muy distinto. En los cotos privados no existe una comprobación fehaciente de los datos, al no ser verificados para su indemnización. Las cifras obtenidas en estos terrenos hay que considerarlas como orientativas de la magnitud que alcanzan.

La cuantía total de los daños estimados supera los 43 millones de pesetas. Su reparto según las zonas consideradas anteriormente, el tipo de terreno cinegético y el de ganado, figura en la tabla 2.

TABLA 2

DISTRIBUCION DE LOS DAÑOS PRODUCIDOS POR EL LOBO EN ASTURIAS
 

Zona Terreno Ovino Caprino Equino Vacuno Nº total
Reses
Importe daños(ptas)
A Cotos privados 
Administración 
Subtotal


0
14 

14
36 

39
10 

10
60 

60
2.686.000 
130.000 
2.816.000
B Cotos privados 
Administración 
Subtotal


5


9
364 
36 
400


4
380 
38 
418
17.351.000 
1.124.500 
18.475.500
C Cotos privados 
Administración 
Subtotal


4


6


2
0

0


12
42.000 
210.000 
252.000
D Cotos privados 
Administración 
Subtotal

11 
12


5
71 

72


3
80 
12 
92
3.223.500 
214.000 
3.437.500
E Cotos privados 
Administración 
Subtotal

126 
126

156 
159
11 
179 
190

49 
49
14 
510 
524
552.000 
16.282.246 
16.834.240
F Cotos privados 
Administración 
Subtotal

89 
90
66 
26 
92


2


8
67 
125 
192
576.000 
1.467.000 
2.043.000 

 

Total cotos privados  11 96 483 16 606 24.430.500
Total Administración 226 189 222 58 692 19.427.746
TOTAL ASTURIAS 237 285 705 74 1.298 43.858.246

Distribución de los daños según zonas, tipo de ganado y tipo de terreno cinegético. El término <<Administración>> comprende reservas y cotos de caza gestionados por la Administración y zonas de aprovechamiento común (ver texto)

Dos de las zonas, la B y la E, concentran entre sí más del 80 % de los daños computados. El área de menor incidencia se localiza en la Reserva de Caza de Degaña y su entorno (zona C).

En la tabla 3 se expresa, en porcentaje, el número de cabezas afectadas por los lobos frente al censo ganadero (IR) y el importe de los daños por ganadero (IP). Ambos parámetros los tomamos como indicadores de la incidencia social del lobo en las diferentes zonas consideradas. Existen marcadas diferencias de unas zonas a otras; mientras que en la zona C a cada ganadero le «cuesta» mantener al lobo unas 145 pesetas, la zona E alcanza las 2.200 pesetas y la B supera las 3.500 pesetas. De la misma manera, la zona C es la de menor porcentaje de reses afectadas con el 0,09 % mientras que la zona B es la más afectada con el 1,84 %.

TABLA 3

RELACIONES ENTRE <<DISPONIBILIDAD>> DE GANADO DOMESTICO, <<PREDACION>>, DENSIDAD DE LOBOS E INCIDENCIA SOCIAL DEL LOBO EN LAS DIFERENTES AREAS POBLACIONALES DEL LOBO CONSIDERADAS EN ASTURIAS

  DG DR DL IR IP
Zona A 26,57 0,056 0,056 0,83 907,59
Zona B 33,90 0,625 0,035-0,047 1,84 3.521,08
Zona C 33,59 0,031 0,021-0,042 0,09 144,37
Zona D 32,62 0,436 0,037 1,33 1.349,46
ZonaE 37,15 0,405 0,043-0,051 1,09 2.244,26
Zona F 34,54 0,426 0,035-0,053 1,23 1.930,05

DG=Núm. de cabezas de ganado doméstico/km2.
DR=Núm. de cabezas afectadas/km2.
DL=Núm. de lobos/km2.
IR=Núm. de Cabezas afectadas/censo ganadero en %.
IP=Importe de los daños en pesetas/censo ganadero.

Es difícil buscar una explicación de las diferencias existentes entre unas zonas y otras. Cabe pensar que en ello intervienen diferentes factores tales como el tipo de ganado afectado, el manejo de la cabaña, la disponibilidad de presas silvestres, etc.

En las gráficas 1 y 2 se ha representado, respectivamente, la distribución mensual de las reses matadas por los lobos e indemnizadas por la Administración, y el número de expedientes de indemnización tramitados (que, en principio, podría resultar equiparable al número de ataques con resultado positivo sobre el ganado doméstico) en el período comprendido entre 1979 y 1986.

En ambas gráficas se observan sendos máximos en mayo y en octubre-noviembre. El primero de ellos, que coincide básicamente con la época de partos de la especie, determinada por Braña et al. (1982) para la Cordillera Cantábrica entre principios de abril y junio, podría tener una relación con el recurso alimentario que deben suponer los potros, ya que es también coincidente con los partos del ganado caballar, convirtiéndose éste en presa doméstica preferencial.

GRAFICA 1.
GRAFICA 2.

El segundo máximo podría corresponder a la incorporación a la caza de los lobatos (García-Gaona y Hernández-Palacios, 1986), aunque en su explicación hay que tener en consideración otros factores, como la mayor facilidad de captura de las presas domésticas frente a las salvajes en esta época del año.

A pesar de la existencia de un tercer máximo en la gráfica 2 durante el mes de agosto, la tendencia general entre junio y septiembre es hacia la disminución de los daños en el ganado doméstico. Debe tenerse en cuenta que en estos meses existen presas silvestres de muy fácil acceso para el lobo, como son las crías de los artiodáctilos salvajes.

Aunque algunos autores (Braña et al, 1982; García-Gaona y Hemández-Palacios, 1986) han analizado la preferencia de presa en lugares concretos, a nivel general parece venir determinada por el tipo de ganado existente en la zona y sus crías. La única característica común es la clara desproporción entre el volumen de vacuno en el censo ganadero y el bajo número de estos animales muertos por los lobos; cuestión que no puede ser explicada enteramente por el diferente tipo de manejo del vacuno, que sólo pace en libertad en los pastos más aislados en la época estival, y en la que deben intervenir factores relacionados con el tamaño de estas presas y su predisposición a la defensa contra los lobos.

2.5. NATALIDAD, SEX-RATIO, TAMAÑO DE GRUPO Y MORTALIDAD

Durante el desarrollo de los trabajos se ha recogido información sobre 15 lobas preñadas y camadas capturadas en Asturias en el período comprendido entre 1975 y 1986 (Gráfica 3).

El tamaño medio de las camadas es de 5,066 individuos, valor próximo a los 5,77 individuos/camada (n =22) obtenidos por Braña el al. (1982) para la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica.

GRAFICA 3.- Distribución del número de crías por camada en el período 1975-1986

Por otra parte, se han sexado 37 lobeznos, de los que 19 eran machos y 18 hembras, lo que supone una relación sexual de 1,055. Braña et al. (1982), con una muestra de 43 lobeznos, encontraron una relación sexual de 0,954, lo que parece indicar un equilibrio próximo a 1 en esta fase de la vida.

En la gráfica 4 se representa la frecuencia de las observaciones según el tamaño de grupo. La observación más habitual es de 2 individuos. Los datos referentes a observaciones de 1 a 3 lobos suponen más del 80 % del total. La media se sitúa en 2,509 (± 1,488; o - 218) y el intervalo de variación es de 1 a 8.

GRAFICA 4.- Frecuencia del tamaño de los grupos observados entre enero de 1986 y febrero de 1987

GRAFICA 5.- Evolución del tamaño de los grupos observados según trimestres

En la gráfica 5 se han agrupado las observaciones de lobos en dos clases, de 1 a 3 y de 4 a 8 individuos, representándose por trimestres la frecuencia relativa. Se aprecia un incremento, desde la primavera hasta el invierno, en la frecuencia de observaciones de la clase de 4-8 individuos. Este hecho puede explicarse teniendo en cuenta que a partir del segundo trimestre se comienzan a detectar los grupos familiares y posteriormente los grupos invernales.

Se obtuvo información sobre 73 lobos muertos, sin contar 17 fetos de lobas preñadas, por la acción del hombre en el período 1980-86. Las principales causas de mortalidad debida al hombre son la caza con armas de fuego y la captura de camadas (Tabla 4). Destaca el hecho de que, aunque de forma minoritaria, el veneno se sigue empleando en Asturias, localizándose su uso en la zona más occidental (núcleo A).

Los autores de este trabajo hemos examinado directamente los cuerpos de 17 ejemplares de lobos, muertos entre 1983 y 1990 sin que hayamos encontrado en ellos ninguna característica que sugiera la posible existencia de hibridación con perros. Sin embargo, hemos reunido información sobre dos casos que parecen indicar que ésta pudiera existir.

El primero corresponde a un animal cazado en 1981 en el municipio de Piloña, y del que sólo fue posible examinar una fotografía realizada por Jaime García Córdoba y publicada por Braña et al. (1982). En ella aparece un animal con ciertas características (orejas largas, patas delgadas y pelo muy negro) que pudieran hacer sospechar de la existencia de un cruce, máxime cuando este ejemplar fue cazado en las inmediaciones de otro con caracteres netamente lobunos y que también aparece en la misma fotografía.

La información sobre el segundo nos ha sido suministrada por Juan Carlos del Campo, quien examinó un animal cazado en el municipio de Coaña en 1982 y que, a su juicio, reunía características suficientes como para ser definido como un caso de hibridación entre lobo y perro.

TABLA 4

MORTALIDAD INDUCIDA POR EL HOMBRE EN EL PERIODO 1980-1986 Y CAUSA DE LAS MUERTES
 

Causas Número %
Armas de fuego 21 28,76
Captura de camadas 20 27,39
Lazos 9 12,32
Cepos 3 4,10
Veneno 3 4,10
Atropello 1 1,36
Sin precisar 16 21,91
TOTAL 73 100,00

2.6. ALGUNOS ASPECTOS DE LA GESTION DEL LOBO EN ASTURIAS

Desde que en 1984 la Administración Regional se hiciera cargo de las competencias en materia de conservación de la naturaleza, diversas disposiciones han ido regularizando el pago de daños producidos por las especies de la fauna vertebrada silvestre en las haciendas campesinas.

En la actualidad, la Administración se hace cargo de las indemnizaciones por los daños de lobo en las Reservas y Cotos gestionados directamente por ella, así como en los terrenos de aprovechamiento cinegético común (zonas libres). Ello supone cubrir cerca del 60 % del área de distribución de la especie en la región y del orden del 50 % de los daños que produce. La tasación de las indemnizaciones se apoya en un baremo orientativo, de elaboración trimestral en función de los precios de mercado del ganado. Los trámites administrativos han sido simplificados, de forma que se ha reducido el lapso de tiempo entre que se produce el daño y el ganadero cobra la indemnización a 30-40 días. Es requisito imprescindible acreditar el saneamiento del ganado (Resolución de 23 de septiembre de 1987, de la Consejería de Agricultura y Pesca, por la que se establecen normas para la solicitud de indemnizaciones por daños producidos por especies cinegéticas o salvajes de la Comunidad Autónoma «Principado de Asturias»).

En los Cotos Privados la realidad es muy distinta. La gran mayoría no abona ningún tipo de indemnizaciones y la práctica demuestra que es muy difícil que los afectados puedan exigirla, incluso por la vía judicial, al amparo de la Ley de Caza de 1970.

En 1987, la Administración Regional abrió una línea de subvenciones a titulares de Cotos Privados que, entre otros supuestos, podían cubrir hasta el 50 % del importe de las cantidades abonadas por daños. Sin embargo, de hecho esta medida no ha dado resultados para el caso del lobo, puesto que ningún titular ha solicitado ayudas con tal fin.

Para el futuro, el pago de daños en Asturias presenta una casuística particular. El Principado se ha dotado de una Ley de Caza propia (Ley 2/1989, de 6 de junio, de Caza) que, entre otras novedades, distribuye la responsabilidad por daños en función del tipo de especie y de la titularidad de los terrenos a efectos cinegéticos. Si el lobo es declarado especie cinegética, las indemnizaciones deberán ser inexcusablemente abonadas por los titulares en cada caso y por la Administración en las zonas libres, aunque ello conllevará la obligación, con las regulaciones que se consideren precisas, de permitir el aprovechamiento. En el caso contrario, si no se efectúa tal declaración expresa, será la Administración quien estará obligada al pago del conjunto de los daños, se produzcan en el tipo de terreno que sea.

En los últimos años la situación cinegética del lobo en Asturias ha sido un tanto indefinida. Por una parte, ningún año ha sido incluido como especie cinegética en las correspondientes Ordenes de Vedas, pero tampoco se procedió a su declaración como especie protegida o vedada anualmente. En la práctica ha venido a ser casi como una especie vedada de forma permanente, aunque se ha autorizado la captura de ejemplares por diversos medios cuando, localmente, los daños alcanzaban cifras muy elevadas.

Para el control poblacional se ha recurrido con preferencia a las batidas, aunque muy controladas (presencia obligatoria de la guardería de caza y habitual de la Guardia Civil) y habiendo eliminado de ellas la parafernalia que solía acompañarlas anteriormente (limitación a diez escopetas por batida, prohibición del empleo de cohetes y voladores, retirada inmediata del producto de la cacería impidiendo la exhibición pública por los pueblos de la comarca, etc.). Estas batidas se han autorizado principalmente en las zonas A, B y D definidas antes, donde casi todo el territorio corresponde a Cotos Privados, sólo ocasionalmente en las zonas E y F, y nunca en la zona C, donde el nivel de daños es bajísimo.

A veces, puntualmente, por razones de eficacia se ha recurrido a otros sistemas de control, como aguardos realizados por la guardería en algunas Reservas, o incluso al empleo de trampas en lugares de paso de lobos. En todo caso, el empleo de estos sistemas ha estado totalmente localizado y controlado de forma muy estricta.

La incidencia de todos estos métodos sobre la población de lobos en Asturias es muy baja, ya que la media de lobos cazados «legalmente» en la región, en el período 1985-1988, es de cuatro al año.

RESUMEN

El lobo (Canis lupus) ocupa en Asturias unos 5.100 km2, siendo habitual en 2.800 km2 y esporádico en el resto. Dentro del área de distribución se puede considerar la existencia de 6 núcleos poblacionales, con unos efectivos estimados en conjunto, tras la época de partos de 1986, en 16-20 grupos familiares, lo que supondría un total de 128-160 lobos, calculando una media de 8 ejemplares por grupo.

Los lobos ocasionaron, en 1986, unos daños en la ganadería evaluados en 43.728.246 pesetas, correspondientes a 1.298 reses muertas, de las que 720 eran équidos, principalmente potros. No se ha encontrado una relación clara entre abundancia de ganado en un lugar y nivel de predación del mismo por el lobo, por lo que se piensa que una explicación global debería tener en cuenta la cantidad de animales silvestres disponibles para la predación. Tampoco se detecta una preferencia de presa de ganado doméstico, aunque sobresale la escasa predación sobre el ganado vacuno, a pesar de que éste es mayoritario en la región.

Partiendo de 15 camadas capturadas y lobas preñadas muertas entre 1975 y 1986, se ha calculado que el tamaño medio de camada es de 5,066 individuos. Además, se han sexado 37 lobeznos, encontrándose una razón sexual de 1,055 para esta fase de la vida.

Se dedica un capítulo del artículo a comentar algunos aspectos de la gestión del lobo en Asturias, entre los que destacan la situación del pago de indemnizaciones por daños, que cubren del orden del 50 % de los que se producen en la región, y la baja incidencia en la actualidad de las batidas y otros métodos legales de control de la población, puesto que la media de lobos cazados legalmente, en el período 1985-1988, es de 4 al año.

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3. EL LOBO EN CANTABRIA Por ALBERTO FERNANDEZ, JOSE MARIA FERNANDEZ y GUILLERMO PALOMERO

 
3.1. INTRODUCCION

A través de documentos de los siglos XVI a XVIII, que detallan aspectos de la lucha mantenida por aquel entonces con el lobo (construcción y reparación de loberas, organización de cacerías comunitarias, pago de recompensas por lobos abatidos... ), se constata la presencia del lobo en todo el ámbito de Cantabria, incluida la franja costera. Tal presencia parece seguir siendo generalizada en el siglo XIX, y así, en el Diccionario Geográfico de Madoz (1 848), se cita la existencia de lobos en municipios repartidos por toda la región.

En los inicios de la segunda mitad de este siglo, los lobos ocupan la mitad meridional de Cantabria, acercándose por el occidente a la costa (ver mapa l). En 1943, se funda en Cantabria la Junta para la Extinción de Animales Dañinos, que aglutina esfuerzos a la hora de combatir al lobo, premiando hasta 1968 la muerte de un total de 555 ejemplares. La presión sobre el lobo a lo largo de la década de los sesenta consigue que desaparezca del extremo oriental de la región y pase a ser esporádico en el extremo occidental, mientras que la reproducción se vuelve escasa e irregular en el resto del área de distribución. En torno a 1970, la población lobuna se limita a algunos ejemplares en la cuenca alta del Ebro (ver mapa 2), siendo seguramente entonces cuando su presencia es menor en la historia de esta especie en Cantabria.

Se inician en torno a 1975 continuados intentos de asentamiento de grupos de lobos en los montes de la cuenca alta del Ebro, especialmente en los del término municipal de Campoó de Suso, que son rápidamente combatidos, abatiéndose hasta 1981 al menos 42 ejemplares. A partir de 1982 la presencia del lobo se vuelve gradualmente más importante. Reaparecen, sin ausentarse desde entonces, en el extremo occidental, y se conforma la actual área de distribución descrita en el apartado siguiente.

En el período de tiempo de marzo de 1987 a febrero de 1988, se desarrolla en todo el ámbito de la Comunidad Autónoma de Cantabria un proyecto de investigación aplicada a la gestión de una especie conflictiva como es el lobo (Fernández et al., 1988). El trabajo es financiado por la Consejería de Ganadería de la Diputación Regional de Cantabria, responsable tanto de la gestión del lobo, como de los intereses ganaderos de la región. Parte de los resultados obtenidos durante este estudio, los referidos a aspectos demográficos y espaciales y a las interacciones entre el hombre y el lobo, se expondrán a continuación.

Mapa 1.-Area de distribución aproximada del lobo en 1950.

Mapa 2.-Area de distribución aproximada del lobo en 1970.

3.2. DISTRIBUCION ACTUAL Y TAMAÑO DE LA POBLACION

3.2.1. Area de distribución

Para delimitar el área de distribución actual del lobo en Cantabria (referida a 1987), se han cartografiado todas las observaciones confirmadas sobre la presencia de lobos entre marzo y diciembre de 1987, utilizando como fuentes de información la localización geográfica de lobos abatidos y lobos observados directamente (exclusivamente observaciones propias o de la guardería del Servicio de Montes). También se han utilizado las localizaciones de los daños del lobo a la ganadería. El límite del área de distribución engloba de una forma amplia los datos así obtenidos.

El área de distribución actual (ver mapa 3) se extiende por aproximadamente 2.130 km2, lo que supone el 40 % de la superficie de la región. Afecta total o parcialmente a 27 de los 102 términos municipales, a los que hay que añadir los terrenos de la Mancomunidad de Campoó-Cabuérniga. Se advierte una presencia esporádica de lobos en la zona suroriental colindante con Burgos. La distribución actual recuerda a la que el lobo presentaba a mediados de este siglo (ver mapa 3). No se trata de una distribución cerrada y circunscrita al ámbito regional, existiendo trasvase de ejemplares por el noroccidente con Asturias y un movimiento continuado de ejemplares en ambas direcciones entre Cantabria y Castilla-León. De hecho, el área de distribución del lobo en Cantabria debe considerarse como parte de la población lobuna de León, Palencia y Burgos.

Con respecto a la clasificación de los terrenos a efectos cinegéticos, es interesante reseñar, con vistas a los programas de gestión de la especie, que aproximadamente el 56 % de la superficie regional ocupada por el lobo está incluida en la Reserva Nacional de Caza de Saja (parcialmente declarada Parque Natural por Decreto 25/1988, de 2 de mayo), repartiéndose el resto en cotos privados (25 %), áreas de caza controlada (4 %) y terrenos cinegéticos de aprovechamiento común (15 %).

Las comarcas ocupadas actualmente por el lobo en Cantabria se sitúan fundamentalmente en la región Eurosiberiana, y dentro de ella, en la provincia Orocantábrica, sí bien algunas zonas del límite norte alcanzan la provincia Cántabro-Atlántica. También ocupa el lobo los terrenos de Valderredible, incluibles dentro de la región Mediterránea.

Desde el punto de vista paisajístico se distinguen dos ambientes bien diferenciados. Por una parte los montes al sur del Embalse del Ebro (t. m. Valderredible, Valdeolea, Valdeprado del Río y Las Rozas), de relieve poco acusado, presentan extensiones importantes de tocio (Quercus pyrenaica) y cultivos de coníferas, conformando un paisaje más próximo a los montes colindantes burgaleses y palentinos que a los restantes sectores loberos de Cantabria. En estos municipios, la densidad humana es muy baja (en Valdeprado y Valderredible no supera los 10 habitantes/km2, según datos de 1981) y el despoblamiento es acusado y progresivo (García y Reques, 1985). Al aumento de la cobertura arbustivo y arbórea, hay que añadir la fuerte recuperación que ha experimentado la fauna cinegética en las dos últimas décadas, estando hoy presente el jabalí en toda la zona y siendo el corzo común o abundante según sectores (sobre 22 excrementos de lobo analizados procedente de Valderredible, el corzo aparecía en 14 de ellos).

El otro sector se caracteriza, en términos generales (excluyendo los municipios más próximos a la costa del noroccidente y los más orientales al norte del Embalse del Ebro con un alto grado de antropización), por un relieve muy acusado, con desniveles importantes y claros contrastes entre laderas umbrías y las solanas. En las zonas altas domina un mosaico de pastizales y matorrales, salpicados en muchos casos de abedulares. El efecto solana/umbría afecta a la distribución de los bosques y a su manejo por parte del hombre. Los hayedos, ubicados preferentemente en las orientaciones norte, se conservan en mayor medida que los robledales, de tendencias más heliófilas, que han sido transformados con frecuencia en pastizales y extensiones de matorral. La densidad humana es baja y el despoblamiento, progresivo. Existe una presencia estival importante de ganadería doméstica en régimen extensivo y de pastoreo libre y están presentes los ungulados silvestres de media y gran talla. Son comunes en toda la zona el corzo y el jabalí, localmente común el rebeco y común y localmente abundante el venado.

MAPA 3
 

3.2.2. Tamaño de la población

Para determinar el status del lobo en Cantabria, se han individualizado las camadas a partir del cartografiado y fechado de las observaciones directas sobre grupos con cachorros, bien propias u obtenidas por la guardería. Con carácter excepcional, se ha incluido una localización de un grupo con cachorros por sus huellas. El agrupamiento de las localizaciones, el pequeño número de camadas obtenido y el distanciamiento entre ellas, ha permitido una diferenciación segura.

Durante el período de estudio se localizan tres camadas diferentes. Considerando el grupo familiar en la época posterior a los partos, formado por 8 ó 10 ejemplares (García-Gaona et al., este volumen; Bárcena y Varela, 1984) obtendríamos para Cantabria y para dicho periodo un número de lobos que oscilarla entre 24 y 30.

La recuperación del lobo en Cantabria a partir de 1982 está avalada por la existencia continuada de lobas preñadas y camadas, si bien en escaso número. En años próximos al período de estudio se tiene constancia de una camada en 1984 y 1985 y de dos en 1986.

3.3. TAMAÑO DE CAMADA, TAMAÑO DE GRUPO Y MORTALIDAD INDUCIDA POR EL HOMBRE

3.3.1. Tamaño de camada

Las tres camadas aportan un total de 7 cachorros (1, 2 y 4 lobeznos, respectivamente). Estas cifras hay que manejarlas con prudencia, por la posibilidad de no haber detectado el total de la camada en el momento de las observaciones, recogidas entre junio y octubre, y realizadas en ocasiones en el transcurso de batidas.

Una camada, observada por un tiempo prolongado el 21 de agosto de 1986, constaba de 4 lobeznos. Por otra parte, una loba gestante con 5 fetos fue abatida a finales de febrero de 1982.

3.3.2. Tamaño de grupo

El tamaño medio de grupo observado durante el período de estudio ha sido de 1,71 (n =24: s.d.=0,84), oscilando el número de ejemplares entre 1 y 4 (sólo hay una observación de 4 lobos, correspondiente a 4 lobeznos levantados en una cacería), siendo la observación más frecuente 1 solo ejemplar (n=12). Para este cálculo, en el caso de grupos de lobeznos visualizados sin la presencia de los adultos, no ha sido añadido el número de adultos que probablemente les acompañarían.

3.3.3. Mortalidad

Se sabe de la muerte de 42 lobos abatidos entre 1973 y 198 1, a través de información extraída de los archivos del actual Servicio de Montes, Caza y Conservación de la Naturaleza. Posteriormente, mediante encuestas y recogida directa de los ejemplares abatidos en operaciones de control, se conoce la muerte de 13 lobos en 1985, de otros tantos más un lobezno capturado vivo en 1986 y de 16 lobos a lo largo de 1987.

Las causas de mortalidad se exponen en la tabla 1. El cepo y las armas de fuego son las causas de mortalidad no natural más importantes en el período 1973-1981, mientras que en el segundo período los lobos fueron abatidos principalmente a tiros. La diferencia entre un período y otro se debe a la actividad en el primero de un trampero eficaz (guarda mayor de la Reserva Nacional de Caza de Saja) y al desuso de esta modalidad de captura en el segundo. TABLA 1
CAUSAS DE MORTALIDAD DEL LOBO  

  1973-1981   1985-1987  
 

 N 

%

N

 %

Tiros

19

45,24

36

83,73
Cepos 20 47,62  1 2,33
Lazos -- -- 2 4,64
Captura de camadas 3 7,14 1 2,33
Atropellos -- -- 1 2,33
Causas desconocidas -- -- 2 4,64
TOTAL 42 100 43 100

Si bien los intentos de asentamiento en Cantabria son cada vez más frecuentes, no parece que la natalidad pueda compensar por sí misma, sin un aporte de ejemplares castellano-leoneses, la extracción anual de lobos.
 

3.4. DAÑOS ATRIBUIDOS AL LOBO

3.4.1. Estimación de los daños

La información sobre la alimentación del lobo en Cantabria es escasa, aunque los datos existentes ponen de manifiesto sus tendencias tróficas. Como se observa en la tabla 2, la dieta del lobo es variada, con un predominio de los ungulados silvestres y domésticos. Es posible que la frecuencia de consumo de carroña esté infravalorada, por la dificultad en ocasiones de diferenciar si el animal consumido ha sido matado por el lobo o aprovechado una vez muerto por otras causas.

  TABLA 2 COMPOSICION DE LA DIETA DEL LOBO EN CANTABRIA, POR TIPOS DE ALIMENTOS AGRUPADOS
 

TRACTOS DIGESTIVOS  N=23

EXCREMENTOS N=32

 

TIPOS DE ALIMENTO  P %P P %P
Micromamíferos y lagomorfos -- -- 4 12,50
Carnívoros 1 4,34 2 6,25
Artiodáctilos silvestres  8 34,78 21 65,62
Ganado doméstico 10 43,47 7 21,87
Mamíferos sin identificar  -- -- 2 6,25
Otras presas (aves e insectos)  1 4,34 2 6,25
Material vegetal 4 17,39 10 31,25
Carroña 2 8,69 1 3,12
Basura 1 4,34 1 3,12u

P=Núm. de excrementos o estómagos que contienen cada tipo de alimento.
%P=Porcentaje de presencia sobre la muestra.

El ganado doméstico abatido por el lobo se compensa económicamente en Cantabria desde 1987. La Administración cántabra se responsabiliza de los daños ocurridos en terrenos cinegéticos bajo su gestión (Reserva Nacional de Caza de Saja y áreas de caza controlada), terrenos de aprovechamiento cinegético común y en cotos privados de caza cuando se consideraba que los lobos procedían de los anteriores.

Para estimar los daños del lobo a la ganadería local, se han consultado los expedientes de daños relativos al período comprendido entre marzo de 1987 y febrero de 1988. La información contenida en estos expedientes debe ser considerada con cautela, por la dificultad en determinar el autor de un daño (lobo o perro) o incluso, si realmente el ganado devorado ha muerto por causas naturales o por el lobo.

Los datos referidos a la ganadería de los municipios con presencia de lobo provienen del censo ganadero de 1986, considerándose las clases de ganado caballar, ovino, caprino y vacuno. En cuanto a este último se han tenido en cuenta los tipos pardo-alpino, tudanco y cruces, como susceptibles de ser atacados por el lobo por su manejo en régimen extensivo. No se han estimado movimientos de entrada o salida de ganado en dichos municipios.

La relación de reses afectadas, que incluye algunos animales heridos, se expone en la tabla 3.

El porcentaje del total de las reses manejadas en régimen extensivo afectadas por ataques atribuidos al lobo, en el período anual considerado, ha sido el 0,63 %, lo que ha supuesto un desembolso a la Administración cántabra de 6.096.550 pesetas, de las que 483.000 pesetas se refieren a daños producidos en cotos privados de caza, asumiendo la procedencia de los lobos desde terrenos bajo la responsabilidad de la Administración. A la cantidad global habría que añadir el importe (desconocido, pero de cualquier forma escaso) de los expedientes de daños producidos en cotos privados y no abonados por sus titulares, concretamente 5 expedientes en Valderredible, 1 en Valdeprado y 1 en Luena, para conocer el coste total de las indemnizaciones por daños atribuidos al lobo en Cantabria. TABLA 3 DAÑOS ATRIBUIDOS AL LOBO  

 

Ovino

Caprino

Vacuno

Equipo

Total

Reses afectadas 1987-1988(A) 456 92 22 31 601
Censo ganadero 1986 (B) 36.430 13.335 37.899 6.995 94.659
A/B 1,2% 0,69% 0,06% 0,44% 0,63%

Se localizan daños en todo el ámbito de la distribución regional, repartiéndose de forma desigual, con concentraciones importantes en sectores concretos. La variación de la distribución espacial de los daños dependerá de la intensidad del control ejercido sobre los lobos y del trasiego de ejemplares entre Castilla-León y Cantabria. Durante el período de estudio las concentraciones de daños se han localizado preferentemente en los sectores menos idóneos para mantener núcleos poblacionales de lobos, los sectores nororiental y noroccidental del actual área de distribución, caracterizados por una fuerte antropización y una escasa presencia de herbívoros silvestres de media y gran talla.

3.4.2. Selección de presa

Dos aspectos son destacables del análisis de la figura 1. La preferencia del lobo por el ganado ovino, que soporta el porcentaje más elevado de ataques (54,37%) y de reses afectadas (75,87%), y la escasa predación ejercida sobre el vacuno, 12,50% de ataques y 3,36% de reses afectadas, que resulta llamativa teniendo en cuenta su presencia mayoritaria (40,03%). El hecho de que el vacuno permanezca en los pastizales altos por un período de tiempo menor que otros tipos de ganado no explicaría tal desproporción. Por otra parte, el asentamiento de grupos de lobos en los sectores nororiental y noroccidental, descritos anteriormente, con rebaños de ovejas manejados en régimen extensivo y escasamente vigilados, ha coadyuvado al alto porcentaje de ataques y reses afectadas encontrado en el ovino.

En cuanto a reses afectadas, al ganado ovino le sigue el caprino con un porcentaje netamente inferior (15,30%), aunque distanciado del equino (5,15%) y del vacuno. Sin embargo, el número de ataques es más frecuente al ganado caballar (18,12%) que al caprino (15,00%) que cuenta con un censo mayor, lo que se puede interpretar como una mayor preferencia por el primero.

Los ataques a los dos tipos de ganado que pueden proporcionar presas de gran tamaño, vacas y caballos, se centran en los ejemplares más jóvenes. En el caso del vacuno, el 63,63% de los animales afectados tienen menos de 1 año, porcentaje que se eleva al 74,19% en el equino dentro de la misma clase de edad. Esta tendencia a atacar ganado doméstico de talla media, similar a la encontrada por Fernández et al. (1988) en los herbívoros salvajes predados en la región, podría estar relacionada con el reducido tamaño de los grupos de lobos observados durante el período de estudio (ver apartado 3.3.2).

3.4.3. Estacionalidad de los daños

Para determinar la estacionalidad de los daños, se analiza la distribución mensual del número total de ataques, apreciándose un máximo en mayo y otro en octubre (ver Fig. 2). En la estacionalidad de los daños se refleja, en cierta forma, el manejo de los diferentes tipos de ganado considerados.

FIGURA 1

El pico de mayo coincide con el acceso de un importante contingente de ganado doméstico a los pastos de altura; en general el equino lo hace ya en el mes de abril, con buena parte de las yeguas recién paridas, y el vacuno a partir de mediados de mayo, en los que se mantendrán durante el verano y parte del otoño en régimen de pastoreo libre. El descenso de la presión predadora sobre el ganado doméstico en junio y julio podría tener una explicación en la disponibilidad de presas salvajes fácilmente accesibles para el lobo, como son las crías de corzos, ciervos y rebecos. En una muestra de 20 excrementos recogidos en el mes de agosto en Valderredible, apareció el corzo en 12 de ellos, identificándose con seguridad la mitad como crías. A partir de agosto aumenta de nuevo el número de ataques, alcanzando el máximo en octubre. La incorporación de los lobeznos a las acciones de caza (Grande del Brío, 1984) podría contribuir a este segundo máximo. El número de ataques disminuye en el período invernal, coincidiendo con una menor presencia de ganado.

La estacionalidad de los daños descrita se refleja en los tipos de ganado (Fig. 2) con las variaciones propias de las diferencias de manejo y las que se derivan de las especiales características de algunos sectores anteriormente citados.

FIGURA 2
FIGURA 3

3.5. LA GESTION DEL LOBO EN CANTABRIA

El lobo siempre ha sido combatido en Cantabria. Su consideración como especie cinegética en la Ley de Caza de 1970 no significó ningún cambio, se persistió en la intención de exterminarlo y se infringió sistemáticamente lo dispuesto en la Ley en lo que respecta a las indemnizaciones por los daños causados por el lobo. La Comunidad Autónoma adquiere competencias en materias de conservación de la naturaleza en 1984, La ratificación por el Estado Español del Convenio de Berna, que entra en vigor en 1986, y una creciente sensibilización de la opinión pública, propician un cambio de actitud en las autoridades autonómicas responsables de la gestión del lobo, que se refleja en la elaboración de normativa acorde con las nuevas necesidades.

Se promulga la Orden de 13 de febrero de 1987, por la que se establece la responsabilidad por los daños causados por el lobo en los terrenos de aprovechamiento cinegético común y la Orden de 31 de agosto de 1987, por la que se actualizan las valoraciones de las especies cinegéticas y protegidas en el territorio de Cantabria, asignando como indemnización por lobo cobrado ilegalmente la cantidad de 35.000 pesetas. Al tiempo se inicia en 1987 el pago de los daños en las Reservas Nacionales de Caza, en las áreas de caza controlada y en algunos cotos privados de caza.

La Administración cántabra comienza la gestión del lobo apoyada en informes técnicos, asumiendo directamente la regulación del número de lobos a través de su personal de guardería (al menos en lo que respecta a las Reservas Nacionales de Caza). La mayor disponibilidad de presas salvajes, la densidad y manejo de ganado doméstico y el interés de algunos parajes naturales, determinarían una zonificación que condicionaría, al tiempo que la densidad de daños, la intensidad del control sobre el lobo. Sin embargo, la presión de algunos sectores ganaderos se impone en ocasiones a estas directrices. El perfeccionamiento de la política de indemnizaciones, esencialmente en lo que se refiere a su aplicación, la resolución de la presencia frecuente de perros incontrolados (provenientes habitualmente de los propios núcleos rurales) en las áreas loberas y una mínima coordinación con las autoridades responsables del manejo del lobo en Castilla-León y en otras Comunidades Autónomas, facilitarían una gestión más racional del lobo en Cantabria.

RESUMEN

Una política de exterminio sitúa al lobo, en torno a 1970, en un mínimo poblacional histórico en Cantabria. A partir de entonces se detecta un flujo continuado de ejemplares desde Castilla-León hacia Cantabria, que ha supuesto una recuperación de prácticamente su área de distribución de mediados de siglo y un incremento progresivo de sus efectivos. El área de distribución de 1987 se extiende por aproximadamente el 40% de la superficie regional y es parte de la población lobuna castellano-leonesa.

Durante el período de estudio (marzo de 1987 a febrero de 1988) se individualizan 3 camadas, lo que podría suponer la presencia de 24 a 30 lobos en la época posterior a los partos. Sin embargo, la elevada mortalidad y el tránsito continuado de ejemplares entre Cantabria y Castilla-León, hacen estas cifras muy variables. En este tiempo los ataques atribuidos al lobo han afectado al 0,63 % de la cabaña ganadera manejada en régimen extensivo, de los municipios con presencia lobuna. A lo largo del periodo considerado, se han abatido al menos 16 lobos. Se observa un mayor número de ataques al ganado en mayo y octubre y una preferencia por las presas domésticas de mediana talla, predominando el ganado ovino y siendo escasamente predado el vacuno, cuya presencia es mayoritaria.

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4. EL LOBO EN CASTILLA-LEON Por JUAN CARLOS BLANCO, SANTIAGO REIG, LUIS CUESTA, LUIS MARIANO BARRIENTOS, JUAN SEIJAS, LUIS BARRIOS y RAMON GRANDE DEL BRIO  

4.1. INTRODUCCION Y METODOLOGIA

El área geográfica tratada en este capítulo incluye la Comunidad Autónoma de Castilla-León y pequeñas zonas limítrofes de las provincias de La Rioja y Alava, donde el lobo ha aparecido recientemente.

La Comunidad de Castilla-León tiene unos 94.000 km2 y 2.600.000 habitantes. La densidad media de población es, por tanto, de 27,4 habitantes/km2, casi tres veces inferior a la media española y cinco veces por debajo de la media de la CEE. Casi la mitad de esta población vive en núcleos urbanos, con lo cual, el 49,8% de la superficie regional tiene menos de 10 habitantes/km2, y el 28,2%, entre 10 y 20 habitantes/km2. La tendencia de la población es descendente (entre 1960 y 1985 ha perdido 263.000 habitantes), y el progresivo abandono del medio rural es evidente. El 53% de la superficie agraria está ocupada por montes, herbazales y terrenos improductivos. En 1985, la Comunidad tenía una cabaña de 3,9 millones de cabezas de ganado ovino y 950.000 de vacuno (AMBITO, 1987). La ganadería se explota generalmente en régimen extensivo en las áreas montañosas, localizadas en los bordes de la región. En el centro de la Comunidad, el ganado ovino se suele manejar en régimen de pastoreo, y el vacuno en régimen de estabulación, por lo que en general resulta poco accesible para el lobo.

El trabajo se realizó durante los años 1987 y 1988. En una primera fase, se enviaron encuestas -tramitadas por la Consejería de Agricultura y Montes de Castilla-León- a todos los celadores de las Reservas, guardas de caza, pesca y forestales de la Comunidad. En total, se recibieron más de 1.000 encuestas contestadas. Posteriormente, se recorrió de forma exhaustiva toda el área de distribución del lobo realizando entrevistas personales a pastores, ganaderos, cazadores, guardas y otra gente de campo. En total, se prospectaron personalmente unas 900 localidades del área de estudio.

Los datos referentes a puntos de cría se tomaron en base a las informaciones sobre avistamientos de cachorros y sobre jóvenes menores de un año cazados antes del mes de noviembre. En amplias áreas con presencia estable de lobos donde no se han detectado cachorros, se ha estimado conservativamente el número de grupos familiares comparando con otras áreas donde existía información más precisa. Para estimar el tamaño de la población, se ha multiplicado el número de camadas por 5 (cifra correspondiente al número de lobos en primavera, antes de los partos) y por 7 (cifra correspondiente a la población en otoño, a mediados del ciclo anual). En el capítulo 7 de este volumen se ofrece información más detallada sobre este aspecto.

En cuanto a los daños a la ganadería, en las zonas donde se pagan indemnizaciones por daños de lobo (en el Parque Nacional de Covadonga, en las Reservas Nacionales de Caza de Castilla-León y en toda La Rioja), se han aceptado las cifras oficiales. En el resto del área de estudio, los datos se han basado exclusivamente en entrevistas personales, desechándose la información obtenida por encuestas postales. Se ha intentando verificar la fiabilidad de los datos contrastándolos con informadores diferentes, y a la hora de tomar y cuantificar los datos se ha considerado la tendencia que muestran los ganaderos a exagerar las pérdidas y que, a veces, daños hechos por perros son atribuidos al lobo. En los puntos no prospectados, se han extrapolado los resultados de zonas limítrofes con las mismas características. Los resultados se refieren al período de 12 meses (entre 1987 y 1988) de los que hemos conseguido información más precisa en cada zona. Debido a las dificultades que presenta la obtención de datos fiables sobre daños al ganado, los resultados obtenidos pueden no ser muy exactos, pero en cualquier caso resultarían altamente orientativos.

4.2. DISTRIBUCION

En 1988 el lobo se extiende de forma estable por la mitad norte de la Comunidad castellano-leonesa, encontrando su límite meridional en el río Duero, aunque en la parte más occidental de la región -en las provincias de Valladolid y Zamora- lo sobrepasa ligeramente. Existe, además, un núcleo al sur de Salamanca, en la Sierra de Gata y sus alrededores, que podría estar parcial o totalmente aislado. Por el norte y el oeste, el límite de la distribución del lobo coincide con el de la Comunidad Autónoma. Por el este, se encuentra aproximadamente en el limite de la provincia de Burgos, entrando ligeramente en el sur de Alava y en Soria y La Rioja por la Sierra de Cameros. Exceptuando el núcleo de la Sierra de Gata, la distribución del lobo en el área de estudio es continua, ocupando unos 55.500 km2 (Fig. l).

Esporádicamente se matan lobos en puntos bastante alejados de su área de distribución habitual. Estas citas se han considerado anecdóticas, y se presentan en el capítulo séptimo de este volumen.

A grandes rasgos, podemos dividir el área de distribución del lobo en el área de estudio en tres zonas. Una zona de montaña, que se extiende fundamentalmente a lo largo de la Cordillera Cantábrica -aunque también incluya la Sierra Segundera (Zamora) y una parte del Sistema Ibérico-, definida por su relieve accidentado, altitudes medias que oscilan entre 1.200 y 2.000 metros y baja densidad de población humana. El paisaje está relativamente poco transformado, y se caracteriza por la alternancia de bosques caducifolios, brezales, piornales y pastizales de montaña. Los ungulados silvestres son abundantes y la ganadería se maneja en régimen extensivo. Esta zona ocupa aproximadamente el 16% del área de distribución del lobo en la región.

En la franja central, se localiza una zona de transición -o de presierra- entre la montaña y la llanura cerealista, que ocupa aproximadamente el 45% del área de distribución del lobo en la región.

La llanura cerealista, cuyo paisaje se encuentra deforestado y profundamente transformado, se extiende por la franja más meridional, ocupando aproximadamente el 39% del área de distribución del lobo.

Fig. 1.- Distribución del lobo en Castilla-León, La Rioja y el País Vasco en 1988. Las zonas rayadas y punteadas muestran, respectivamente, las áreas de máxima y mínima densidad de lobos.

De los 55.500 km2 habitados por el lobo, unos 5.200 (el 9,4% del total) están ocupados por Reservas Nacionales de Caza o por Parques Naturales. El 87,3% de estos espacios se encuentran en el área que hemos denominado zona de montaña.

4.3. TAMAÑO DE POBLACION, DENSIDADES Y EVOLUCION

En el área considerada se ha estimado la presencia de unos 159 grupos familiares de lobos en 1988. Asumiendo los supuestos de la metodología expuestos en el capítulo 7, podemos decir que en Castilla-León habría unos 800 lobos mayores de un año antes de los partos, a principios de primavera, y unos 1.100 ejemplares a mediados del otoño, entre los que se incluyen jóvenes menores de un año. En términos generales, los grupos familiares estarían distribuidos de la siguiente forma: 50 en León, 45 en Zamora, 26 en Palencia, 5 en Salamanca, 4 en Valladolid, 27 en Burgos, 1 en La Rioja y 1 en Soria.

De acuerdo con estos datos, la densidad media en el área considerada a mediados de otoño seria de 2,00 lobos/ 100 km2. Sin embargo, las densidades no son homogéneas.

Basándonos en la distribución de las camadas, hemos definido dos áreas de máxima densidad: la primera se localiza en la provincia de Zamora, y comprende la mayor parte de la reserva Nacional de Caza de la Sierra de la Culebra, una parte de Aliste, una zona de la Cabrera y la Carballeda y el Valle de Valverde. En una extensión de 2.000 km2 se han localizado 20 camadas, lo que supone una densidad de 1 grupo familiar/ 100 km2, es decir, entre 5 y 7 lobos 100 km2. La otra zona de máxima densidad comprende un área subcantábrica de unos 5.200 km2, que incluye una porción del oriente leonés -entre Cistierna y Sahagún-, una parte de la mitad septentrional de la provincia de Palencia -que abarca las comarcas de Guardo, Aguilar, Boedo-Ojeda y Saldaña-Valdavia- y una zona del occidente burgalés, que incluye la comarca del Pisuerga y la mitad occidental de la comarca de los Páramos. En esta extensión se ha estimado la presencia de 31 camadas, lo que supone una densidad de 0,6 grupos familiares/100 km2, decir, entre 3,0 y 4,2 ejemplares/100 km2 (Fig. l).

El área de máxima densidad zamorana tiene una población humana ligeramente inferior a 10 habitantes/km2, que muestra una tendencia descendente, con una economía rural primitiva basada en la agricultura y la ganadería en régimen de pastoreo. La altitud oscila entre 700 y 1.000 m, el paisaje es ondulado y diverso, alternándose los cultivos cerealistas con extensas manchas forestales de robles (Quercus pyrenaica), encinas (Quercus rotundifolia), pinares de repoblación, brezales y piornales. Los jabalíes y los corzos son abundantes, y en la Reserva de la Culebra (que ocupa aproximadamente el 30 % de esta área) existen altas densidades de ciervos.

El área de máxima densidad subcantábrica es bastante heterogéneo. Las densidades de población humana oscilan entre 10,2 y 12 habitantes/ km2, y la economía es similar a la del área zamorana. La población tiende igualmente a disminuir. La altitud media oscila entre los 700 y los 1.200 m, alcanzándose localmente (en la Sierra del Brezo, en Palencia) altitudes próximas a los 2.000 m. El paisaje suele ser ondulado o con montañas de escasa altitud, y la vegetación es igualmente heterogénea, predominando la alternancia de grandes manchas de roble con cultivos cerealistas. En medios muy similares, Tellería y Sáez-Royuela (1984) han calculado densidades de corzos y jabalíes de 170 y 210 ejemplares/100 km2, respectivamente. En esta área, no existen Reservas Nacionales de Caza ni otros espacios protegidos.

En Castilla-León, los lobos alcanzan menores densidades en la llanura cerealista, al sur de su área de distribución. Hemos definido una zona de mínima densidad, que abarca una extensión de unos 19.000 km2 e incluye el sureste de la provincia de León, el este y sur de Zamora, la provincia de Valladolid, el sur de Palencia y el suroeste de Burgos (Fig. l). En esta extensión se han localizado 15 camadas, lo que supone una densidad de casi 0,08 grupos familares/100 km2, es decir, entre 0,40 y 0,55 lobos/100 km2. Esta es una región llana, que se encuentra a unos 700 m sobre el nivel del mar, esencialmente deforestada, transformada en su mayor parte en cultivos de secano, con una densidad de población humana que oscila entre 10 y 20 habitantes/km2. Los lobos se reparten de forma irregular, utilizando para refugiarse y criar el interior -o los alrededores- de pinares de repoblación y pequeñas masas residuales de encinas, enclavadas por lo general en propiedades privadas; de forma excepcional se han encontrado parideras en terrenos totalmente deforestados, entre los cereales. El corzo es casi inexistente y el jabalí y el conejo son localmente abundantes. La última especie apareció en el 26,4% de 212 excrementos de lobo colectados en esta área (Barrientos, 1989).

En las dos últimas décadas, la población castellano-leonesa de lobos ha mostrado una tendencia creciente, que se ha manifestado en una expansión de su área de distribución hacia el este y hacia el sur. Muchas zonas de la Meseta castellana donde el lobo era esporádico o inexistente a principios de los setenta albergan actualmente poblaciones estables del cánido. En la provincia de Valladolid, donde la última noticia de lobo se remontaba a mediados de los años cuarenta, han sido abatidos al menos 76 individuos entre 1980 y abril de 1989 (Barrientos, 1989). De acuerdo con Tellería y Sáez-Royuela (1989), en una zona de 8.000 km2 del Sistema Ibérico Septentrional (Burgos), los lobos cazados aumentaron casi un 80% entre la temporada de 1981-1982 y la de 1984-1985. Asimismo, la especie ha hecho recientemente acto de presencia en las provincias de La Rioja, Soria y Alava (esporádicamente, también en Vizcaya), donde no se tenían noticias suyas en las últimas décadas. Analizaremos las causas de esta expansión en el capítulo 7 de este volumen.

4.4. DAÑOS A LA GANADERIA

De acuerdo con nuestros datos, los daños anuales producidos por el lobo en la Comunidad (incluyendo la porción riojana de la Sierra de Cameros) ascienden a unas 3.400 cabezas de ovino/caprino, unas 100 de vacuno y unas 70 de equino. El valor económico de estos daños se ha estimado en unos 40 millones de pesetas (tasando el ovino/caprino a 9.000, el vacuno a 60.000 y el equino a 45.000 pesetas).

Los resultados, desglosados por provincias, se muestran en la tabla 1.

La provincia de León es la que más daños padece dentro de la Comunidad. Dos razones parecen ser responsables de este hecho: por un lado, es la provincia más grande y la que mayor número de lobos alberga. Por otra parte, es la que tiene mayor extensión de zona montañosa, donde el ganado se maneja en régimen extensivo, siendo por tanto más accesible para el lobo. En este sentido, hay que destacar que en la porción de dicha provincia situada en la Cordillera Cantábrica (que incluye la franja montañosa que limita con Asturias, los Ancares, las Omañas, Riaño y Cistierna), donde se ha estimado la presencia de 10 grupos de lobos, se producen daños por valor de 12.846.000 pesetas; es decir, el 20 % de los lobos de la provincia provocarían el 71,7 % de las pérdidas al ganado. Por el contrario, en el área de máxima densidad de lobos de Sahagún y Almanza donde se ha estimado la presencia de 7 camadas, el 14 % de los lobos de la provincia las pérdidas ascenderían a unas 600.000 pesetas, es decir, sólo el 3,3 % de los daños de León.

En la provincia de Zamora, los daños se reparten de una forma relativamente homogénea. Las mayores pérdidas se producen quizá en la comarca de Aliste. En Sayago y en los alrededores de Toro, tienen lugar daños desproporcionadamente altos en relación al número de lobos existentes. Este hecho suele estar causado por la inadecuada protección del ganado -que con buen tiempo pernocta en el campo, protegido sólo por teleras-, lo cual es habitual en lugares donde el lobo es raro o ha hecho su aparición recientemente. Cabe destacar también los escasos daños que se producen en la Reserva Nacional de la Sierra de la Culebra, donde los lobos son muy abundantes (en 1986: 52 ovejas y un burro; en 1987: 15 ovejas; según datos cedidos por la administración de la Reserva). TABLA 1 DAÑOS ANUALES A LA GANADERIA (ENTRE 1987 Y 1988)  

 

Importe(*)

Ov./Capr.

Vacuno

Equino

León 17.922 1.436 44 47
Palencia 4.125 300 23 1
Burgos(**) 7.275 700 5 15
Zamora 7.740 760 12 --
Valladolid 2.715 215 13 --
Salamanca 483 27 4 --
TOTAL 40.260 3.438 101 67

 

  (*) En miles de pesetas.
(**) Incluye porciones limítrofes de Alava, La Rioja y Soria

En Palencia, los mayores daños se producen en el norte de la provincia, en las áreas montañosas. En la zona de la llanura cerealista, donde los lobos ocupan zonas muy localizadas, las pérdidas son muy escasas (el 0,03% del censo ganadero), pero se suelen concentrar sobre un pequeño número de propietarios, por lo que los grupos de lobos que viven en estas áreas pueden resultar conflictivos.

En Burgos, los daños más importantes se producen en las zonas montañosas del norte de la provincia y en la Sierra de la Demanda. En este último lugar, se ha estimado que las pérdidas causadas por el lobo afectan a un 0,3% del censo de la cabaña ovina. En el resto de la provincia, si extrapolamos los datos exhaustivos obtenidos en un área piloto situada en la Comarca del Pisuerga -en la llanura cerealista-, los daños afectarían al 0,1% de la cabaña ovina. En la porción riojana de la Sierra de Cameros, en 1987, tenemos datos de 186 ovejas cuya muerte fue atribuida al lobo. En esta zona, por manejarse el ganado en régimen extensivo y por haber aparecido el cánido recientemente, el lobo resulta especialmente conflictivo.

En Valladolid, los daños son de escasa magnitud. No obstante, cabe resaltar que, en el período en el que fueron recogidos estos datos (entre septiembre de 1987 y agosto de 1988), el 93,5% de las pérdidas de la provincia se concentraron en unas pocas localidades centradas en torno a Castronuño, en el oeste de la provincia. En esta área, el ganado no se encuentra suficientemente protegido por haber aparecido el lobo a principios de la presente década. Este hecho, sin embargo, no explica suficientemente tal desproporción.

En la Sierra de Gata y sus proximidades (Salamanca), los daños son escasos, debido a que el lobo es asimismo poco abundante.

A modo de resumen, podemos decir que cada lobo de Castilla-León (considerando 1.100 ejemplares) provocaría pérdidas por valor de 36.600 pesetas. Sin embargo, la distribución de estos daños es muy irregular. El 49,5% de las pérdidas producidas por el lobo en Castilla-León corresponden a las áreas de montaña -fundamentalmente la Cordillera Cantábrica-, donde sólo vive el 12,5% (20 grupos familiares) de los lobos de la Comunidad. En el capítulo 7 veremos que este patrón se repite también a escala nacional. Por el contrario, en la zona de alta densidad de Zamora, cada lobo costaría unas 15.500 pesetas, y en la zona de alta densidad subcantábrica, cada ejemplar produciría daños por valor de unas 9.900 pesetas. Aun admitiendo que estas cifras pueden tener un error considerable, las diferencias son muy llamativas.

Además de las zonas de montaña, existen otras áreas que, en menor medida, resultan conflictivas. En los bordes del área de distribución del cánido, donde éste ha aparecido recientemente, se producen con frecuencia importantes lobadas causadas por la desprotección del ganado contra el predador. Por otra parte, en la meseta cerealista -donde los lobos se reparten de forma muy irregular-, los daños son escasos, pero se concentran sobre un pequeño número de propietarios.

En 1988, en Castilla y León, se abonan las indemnizaciones correspondientes a los daños efectuados en las Reservas Nacionales de Caza, el municipio Ercina-Valsemana y en el Parque Nacional de Covadonga. En la tabla 2 se resume la información referente a estas indemnizaciones, cedida por el Servicio de Montes de la Consejería de Agricultura de Castilla-León y por el Parque Nacional de Covadonga (ICONA). 


TABLA 2 INDEMNIZACIONES PAGADAS POR DAÑOS DE LOBO (AÑOS 1986-1987)  

León

Pesetas

Reservas Nacionales de Caza (R.N.C)  
Ancares Leoneses (1986) 195.000
Mampodre (1986) 530.000
Mampodre (1987) 380.500
Riaño (1986) 2.391.951
Riaño (1987) 1.867.500
Municipio Ercina-Valsemana(1987) 257.000
Parque Nacional de Covadonga (1987) 141.000

 

Zamora Pesetas
R.N.C de la Sierra de la Culebra (1986)

562.000

R.N.C de la Sierra de la Culebra (1987) 177.800

 

Palencia Pesetas
R.N.C. de Fuentes Carrionas (1987)

872.000

 

Burgos Pesetas
R.N.C. de la Sierra de la Demanda (1987)

1.130.000

La Rioja (1987) 547.000

 

4.5. MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE Y TAMAÑO DE CAMADA

Durante el año 1987, hemos tenido noticias de 174 lobos muertos por el hombre en el área de estudio: 49 en León, 50 en Zamora, 3 en Salamanca, 17 en Palencia, 10 en Valladolid, 29 en Burgos, 8 en Soria, 1 en Segovia, 2 en La Rioja y 1 en Alava. No obstante, estimamos que la cifra real de lobos muertos anualmente por el hombre en la zona podría oscilar alrededor de los 300 ejemplares.

Entre 1984 y 1988, tenemos datos de 284 lobos muertos en el área de estudio por causas conocidas (Tabla 3).

Como observamos en la tabla, la principal causa de mortalidad identificada se produjo por armas de fuego (59,9%), siguiendo en importancia la captura de cachorros en las parideras (26,4%).Las restantes causas de mortalidad identificada tienen escasa importancia. Todos los lobos muertos por causas distintas a las armas de fuego o los atropellos han sido abatidos ilegalmente; es decir, al menos el 34,5% de los lobos han sido muertos de forma ilegal. No obstante, el porcentaje real debe de ser muy superior, probablemente próximo al doble de esta cifra. TABLA 3 MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE  

  N Ti Tr A C V O
León 104 27,9 8,7 1,9 61,5 -- --
Zamora 84 89,3 2,4 5,9 -- -- 2,4
Salamanca 3 100,0 -- -- -- -- --
Palencia 17 35,3 5,9 5,9 47,1 -- 5,9
Valladolid 30 66,7 6,7 10,0 10,0 3,3 3,3
Burgos 28 75,0 3,6 10,7 -- 10,7 --
Alava 2 100,0 -- -- -- -- --
La Rioja 5 80,0 -- 20,0 -- -- --
Soria 8 100,0 -- -- -- -- --
Segovia 3 66,7 -- 33,3 -- -- --
TOTAL 284 59,9 5,3 5,6 26,4 1,4 1,4

 

N: Lobos muertos por causas conocidas entre 1986 y 1988.
Ti: Porcentaje de N muertos a tiros.
Tr: Porcentaje de N muertos con trampas (lazos, cepos).
A: Porcentaje de N muertos atropellados.
C: Porcentaje de N capturados de cachorros en las madrigueras.
V: Porcentaje de N muertos por veneno.
O: Porcentaje de N muertos por otras causas de origen humano

En cuanto al tamaño de camada, tenemos datos de 74 camadas de pequeños cachorros, capturadas u observadas en primavera, entre 1980 y 1989. El tamaño medio de camada es de 5,15 (±1,67), el valor modal es 5 y el rango es 3-12. La camada de 12 cachorros fue capturada en 1980 en Valderas (León), y puede considerarse un caso excepcional. Los datos se desglosan en la figura 2.

Los resultados expuestos son similares a los obtenidos por Braña et al. (1982) en Astucias (X: 5,90 ± 1,55; moda: 6; rango: 3-9; n=21), García-Gaona et al. (este volumen) en Asturias (X: 5,07 ± 1,33; moda: 4; rango: 3-8; n=15) y Grande del Brío (1984) en Zamora y León (Ñ: 5,63 ± 2,45; moda: 4; rango: 2-10; n=19).

En la llanura cerealista -en el área de mínima densidad (véase Fig, 1)- tenemos observaciones de 47 camadas de cachorros acompañando a un adulto entre los meses de julio y septiembre. La media de cachorros es 2,85 (±1,29), el valor modal es 3 y el rango, 1-10. Si aceptamos que el tamaño de camada depende de la disponibilidad de alimento per capita, como han sugerido Van Ballenberghe y Mech (1 975) y Keith (1983) -no obstante, véase la crítica de Fuller (1989: 21)-, es posible que en la llanura cerealista el tamaño de camada al nacimiento sea menor que en otras áreas castellanas. Dado que apenas disponemos de datos sobre camadas en las primeras semanas de vida en la llanura cerealista, no podemos sacar conclusiones acerca de la supervivencia de los cachorros en sus primeros meses de vida.

4.6. PROBLEMATICA DEL LOBO EN CASTILLA-LEON Y CONSIDERACIONES SOBRE SU GESTION

Hoy por hoy, el lobo en Castilla-León no parece presentar amenazas que pongan en peligro su supervivencia, como indica el aumento que ha experimentado la población en los últimos años. Hay que considerar que este incremento se ha visto favorecido por el aumento de ungulados silvestres -como veremos en el capítulo 7-, por lo que la presión sobre el ganado doméstico no ha aumentado de forma proporcional.

Fig. 2.-Tamaño de las camadas conocidas en Castilla-León. Los resultados se expresan en porcentajes.

La hibridación de lobos con perros, que frecuentemente se ha citado como el gran problema de nuestra especie en España, no ha sido nunca comprobada en Castilla-León. Los autores de este capitulo hemos podido ver unos 300 cadáveres de lobo en los últimos 15 años, sin que hayamos observado un solo caso que permita afirmar concluyentemente la existencia de tales hibridaciones. No obstante, en tres ejemplares cazados en la provincia de Valladolid, hemos encontrado caracteres que nos inducen a no descartar totalmente esta posibilidad.

Cuestiones como la caza ilegal de la especie -que constituye un hecho generalizado-, el empleo esporádico de venenos o la explotación forestal -inadecuada, desde la perspectiva de la conservación del lobo- de los bosquetes residuales de la llanura cerealista, sin ser problemas desdeñables, no constituyen amenazas que pongan en serio peligro a la población lobuna castellano-leonesa. La construcción de autovías atravesando zonas importantes para el lobo podría suponer un problema en el futuro. En especial, la autovía Madrid-La Coruña, que en la provincia de Zamora separa las zonas de alta densidad de lobos del oeste de la provincia de las áreas de baja densidad de la llanura cerealista, podría llegar a dificultar -en una medida que desconocemos el trasiego de ejemplares. No obstante, parece improbable que las autovías puedan llegar a aislar totalmente poblaciones lobunas prósperas.

En la Comunidad de Castilla-León, el lobo es una especie cinegética. De acuerdo con la Orden General de Vedas de 26 de junio de 1990, publicada el 3 de julio del mismo año, el período en el que se puede cazar el lobo se extiende entre el segundo domingo de octubre y el tercer domingo de febrero. El control por daños se realizará en la última semana de febrero, en marzo, septiembre y las dos primeras semanas de octubre. En caso «de daños de muy especial gravedad», se podrían tomar medidas muy restrictivas de control entre los meses de abril y agosto. La multa por cazar un lobo ilegalmente es de 100.000 pesetas (Orden de 6 de septiembre de 1985). Dentro de este esquema general, cada provincia puede dictar normas adicionales. En general, las condiciones en las que se permite la caza del lobo son muy restrictivas. Sin embargo, la caza ilegal está generalizada, y hasta el momento no conocemos ni un solo caso en que los infractores hayan sido sancionados.

La situación óptima sería que el lobo se gestionara de acuerdo con un Plan de Manejo. Al planear las medidas a tomar sobre la especie en la región, habría que tener en consideración las tres zonas que hemos definido anteriormente: la zona de montaña, la de transición y la llanura cerealista. En la primera, la relación número de lobos/daños a la ganadería es máxima; en la segunda, esta relación es mínima, por lo que constituye un área óptima para potenciar la especie. En la llanura cerealista hay que tener en cuenta la que los daños son poco cuantiosos pero se suelen concentrar sobre escaso número de propietarios, por lo que su indemnización no costaría mucho dinero y solucionaría muchos problemas; por otra parte, el lobo en esta zona, por refugiarse en montes muy localizados y de escasa extensión, resulta especialmente vulnerable.

En cuanto al pago de indemnizaciones, es evidente que el porcentaje de los daños indemnizados (el 14% de los daños totales estimados) es totalmente insuficiente. Además, el proceso administrativo utilizado hasta el momento es tan lento (frecuentemente transcurre más de un año entre la notificación y el pago del daño) que resta eficacia a esta medida.

En términos generales, las medidas que sugerimos para la gestión del lobo en Castilla-León coinciden con las señaladas en el capítulo 7. Es decir, la puesta en práctica de un sistema generoso y rápido de indemnizaciones, que cubra toda o la mayor parte de la Comunidad, y que legitime moralmente la represión de la caza ilegal. Si se consigue al menos, en gran medida- el control del furtivismo, se podría estudiar la posibilidad de aumentar el número de licencias de caza. Se deberían también estudiar las ventajas e inconvenientes de llevar a cabo la caza del lobo considerándolo como un trofeo de alto valor económico, teniendo siempre en cuenta las diferencias locales que presenta una región tan diversa. En cualquier caso, es necesario llevar a cabo un monitoreo continuo de las poblaciones lobunas, que permita basar en criterios científicos cualquier decisión relacionada con el pago de indemnizaciones, las campañas cinegéticas o de control.

RESUMEN

En 1988, el área de distribución del lobo en Castilla-León, La Rioja y el País Vasco cubre unos 55.500 km2, fundamentalmente en la mitad norte de la primera comunidad. El área de distribución es continua, exceptuando un núcleo residual en la Sierra de Gata (Salamanca), y en los últimos años ha mostrado una tendencia expansiva, sobre todo en dirección este y sur.

En 1988 se ha estimado la presencia aproximada de unas 159 parejas reproductoras, lo que supondría la existencia de unos 800 y 1.100 ejemplares, a principios de primavera y mediados de otoño, respectivamente. La densidad media oscila entre 1,4 y 2,0 lobos/100 km2 en las dos épocas consideradas. Se han definido dos áreas de máxima densidad, una en el noroeste de Zamora (5-7 lobos/100 km2) y otra situada al sur de la Cordillera Cantábrica, que incluye porciones de la provincia de León, Palencia y Burgos (3,0-4,2 lobos/100 km2). Las mínimas densidades (0,4-0,6 lobos/100 km2) se encuentran en la llanura cerealista, al sur de su área de distribución.

Los daños a la ganadería se han evaluado en unos 40 millones de pesetas. El 49,5% de las pérdidas se producen en las áreas de montaña, donde sólo vive el 12,5% de los lobos del área de estudio. En 1987 se pagaron indemnizaciones por valor de 5 millones y medio de pesetas, es decir, el 14% de los daños totales estimados.

En 1987 se conoció la muerte de 174 lobos por el hombre. Entre las causas de mortalidad identificada destacan las armas de fuego (59,9%) y la captura de camadas (26,4%).

El lobo en Castilla-León no presenta problemas que amenacen su supervivencia. Se discuten algunos aspectos relacionados con su gestión y se sugiere llevar a cabo una política de indemnizaciones más amplia y eficaz, reprimir en lo posible la caza furtiva y basar las decisiones referentes a la caza y el control en los datos resultantes de un monitoreo permanente de las poblaciones.

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5. EL LOBO EN EXTREMADURA Por RAMON GRANDE DEL BRIO

 
5.1. INTRODUCCION Y METODOLOGIA

El lobo ocupaba casi la totalidad de la región extremeña hasta finales del primer tercio de siglo. La especie fue disminuyendo progresivamente, y hacia 1972 habían desaparecido ya los últimos ejemplares de la Sierra de Altamira -en el sudeste de Cáceres-, como consecuencia de la extinción de la población de los Montes de Toledo.

A finales de la década de los setenta, los últimos lobos extremeños se hallaban confinados en las sierras de San Pedro y San Mamed, desde donde efectuaban desplazamientos hacia tierras portuguesas. En dicha época, la especie se dejaba ver también en la Sierra de Gata, en la parte más septentrional de Extremadura. No obstante, este hecho parecía deberse más a la presencia esporádica de ejemplares procedentes de la provincia de Salamanca que a la existencia de núcleos estables en la Alta Extremadura (Grande del Brío, 1984).

El presente trabajo se planteó con la finalidad de conocer la situación actual del lobo en Extremadura, y se realizó entre 1986 y 1988. En una primera fase se recorrió toda la región para delimitar el área de distribución de la especie. Posteriormente, los esfuerzos se concentraron en la Sierra de San Pedro y aledaños. La localización de camadas se realizó en 1986 y 1987, prospectando directamente el terreno mediante el examen de rastros e indicios, ayudados también de la información suministrada por los habitantes de la zona. Los datos de mortalidad y daños a la ganadería se obtuvieron como consecuencia de estas prospecciones. La pequeña extensión del área de distribución de la especie en Extremadura facilitó el acceso a esta información.

5.2. DISTRIBUCION, STATUS, MORTALIDAD Y DAÑOS A LA GANADERIA

En 1988, el lobo se localizaba de forma estable en una franja de unos 2.000 km2 situada en la Sierra de San Pedro, fundamentalmente al sur del río Tajo. No obstante, si consideramos también el área donde la especie se presenta de forma más o menos esporádica, obtenemos una extensión de 4.600 km2 (Fig. l).

En su mayor parte, el área de distribución del lobo está constituida por grandes fincas privadas dedicadas a la explotación de la caza mayor, donde los ciervos (Cervus elaphus) son muy abundantes. La densidad media de población humana es inferior a 15 habitantes/km2, y en algunas zonas no llega a 5 habitantes/km2. El paisaje típico está formado por bosque mediterráneo -con encinas (Quercus rotundifolia) y alcornoques (Quercus suber) como especies dominantes- y matorral de retamas o jaras. En algunas zonas, sobre todo en el área central de la Sierra de San Pedro, hay grandes extensiones descarnadas con escasa vegetación. En ciertos parajes existen también plantaciones de eucaliptos y pinos.

Fig. 1.-Area de distribución del lobo en Extremadura (1988). La zona punteada señala el área de presencia constante.

En 1986 se localizaron tres puntos de cría, y en 1987, cuatro. No obstante, la ubicación de estos puntos sugiere que podría haber hasta 5 camadas. Si aceptamos esta cifra y la multiplicamos por 5 y 7, de acuerdo con la metodología descrita en el capítulo 7 de este volumen, obtendríamos un número de 25 y 35 ejemplares, en primavera -antes de los partes- y otoño, respectivamente. En cualquier caso, estas cifras deben considerarse orientativas.

De acuerdo con estos datos, la densidad de lobos en el área de estudio oscilaría entre 1,3 y 1,8/100 km2, si consideramos el área de máxima densidad, y entre 0,5 y 0,8/100 km2 considerando el área total de distribución.

Dada la escasez de datos sobre el status de la especie en un pasado reciente, es difícil conocer la tendencia de la población extremeña. Lo cierto es que no parece haberse producido un incremento evidente en su área de distribución, lo que hubiera constituido un síntoma de recuperación.

Entre 1986 y 1988, hemos tenido noticias de 4 lobos muertos por el hombre; tres de ellos con armas de fuego y el cuarto, aparentemente, envenenado.

Los daños a la ganadería durante el período de estudio han sido despreciables: 6 ovejas y una vaca. No obstante, se han atribuido al lobo daños de los que, según todos los indicios, eran responsables perros. En el período de estudio no se pagaron indemnizaciones por daños de lobo, ya que, según fuentes de la Administración extremeña, no hubo solicitudes en este sentido.

5.3. SOBRE LA CONSERVACION DEL LOBO EN EXTREMADURA

La población extremeña de lobos se encuentra en una situación muy delicada. El escaso número de ejemplares y su aislamiento son los principales motivos de preocupación.

Sobre este último punto, cabe hacer varias consideraciones. Podría existir una comunicación entre la Sierra de Gata y la de San Pedro, pero, en el mejor de los casos, este trasiego sería muy esporádico. De todas formas, teniendo en cuenta los pocos ejemplares que sobreviven en Gata, esta comunicación, de existir, tampoco podría favorecer notablemente al núcleo extremeño. También es posible que existiera contacto con los lobos portugueses, pero los datos que tenemos de este país no nos permiten ser optimistas. A mediados de la década de los setenta, Magalhaes (1975) consideraba que el lobo era esporádico en las áreas fronterizas a la Sierra de San Pedro. De acuerdo con los datos más recientes, la especie parece haberse extinguido en esta zona (Lyle, 1988). Además, hay que tener en cuenta que, aunque los ríos no suelen constituir un obstáculo insalvable para los lobos, la anchura que alcanza el Tajo y, en algunos puntos, el Sever, podrían dificultar notablemente la comunicación entre la Sierra de San Pedro y Portugal.

Otro problema grave es la proliferación de perros asilvestrados en el área de distribución del lobo y sus alrededores. Dejando a un lado los daños que estos animales causan a la caza y a la ganadería, los perros asilvestrados pueden llegar a dificultar la expansión de los lobos (Boitani, 1983).

Debemos considerar también las progresivas transformaciones que se están operando en las fincas privadas ocupadas por el lobo, donde las vallas cinegéticas son cada vez más abundantes. Ya que este tema será tratado en el capítulo 6 de este volumen, no insistiremos en los perjuicios que causan estas cercas. Baste decir que en una finca de Membrio (Cáceres), entre enero y octubre de 1987, se encontraron los restos de 60 ciervos que los lobos habían matado ayudándose de las vallas. Estos hechos no favorecen la existencia de una actitud positiva hacia el lobo por parte de los propietarios.

Legalmente, el lobo es una especie protegida en la Comunidad Autónoma de Extremadura (Orden de 2 de julio de 1985). No obstante, su supervivencia a largo plazo exige la puesta en marcha de un plan de recuperación. Por lo demás, las consideraciones sobre la conservación del lobo en Sierra Morena (capítulo 6 de este volumen) pueden aplicarse, en términos generales, a Extremadura.

RESUMEN

El lobo en Extremadura está restringido a una extensión de unos 4.600 km2 en la Sierra de San Pedro y sus alrededores. El tamaño de la población podría oscilar entre 25 y 35 ejemplares. Entre 1986 y 1988 hemos tenido noticias de 4 lobos muertos por el hombre y los daños a la ganadería son despreciables. Lo reducido de la población, su aislamiento, la presencia de gran cantidad de perros asilvestrados y las transformaciones encaminadas a conseguir un mayor rendimiento cinegético en las fincas privadas constituyen los mayores peligros para el lobo. Su supervivencia a largo plazo exige la puesta en marcha de medidas activas de conservación.

BIBLIOGRAFIA

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VALVERDE, J. A. (1971). El lobo español. Montes, 159: 229-241.


6. EL LOBO EN SIERRA MORENA Por JUAN CARLOS BLANCO, ALEJANDRO RODRIGUEZ, LUIS CUESTA, SANTIAGO REIG y JUAN CARLOS DEL OLMO

 

6.1. INTRODUCCION

Las especiales características de Sierra Morena -que, en esencia, coinciden con las de gran parte de Extremadura y de los Montes de Toledo convierten a esta zona en un área singular. Encontramos aquí enormes extensiones desprovistas de carreteras y núcleos de población, prácticamente deshabitadas. Amplias áreas cubiertas de intrincado bosque y matorral mediterráneos, que se han librado de las severas transformaciones sufridas por la mayor parte del territorio peninsular, donde los ungulados silvestres -fundamentalmente, los ciervos- alcanzan grandes densidades.

A primera vista podría parecer que nos encontramos ante uno de los últimos lugares vírgenes de Europa, pero la realidad es bien diferente. Sierra Morena está constituida por grandes fincas privadas, dedicadas a la obtención del máximo rendimiento económico de la caza mayor. Gran parte de las fincas se encuentran totalmente valladas para impedir el libre trasiego de los venados, a los que se alimenta artificialmente en épocas desfavorables; el manejo de la vegetación está también encaminado a conseguir la mayor productividad posible de caza mayor, cuya gestión podría compararse a la de la ganadería extensiva. Todas estas características deben ser tenidas en cuenta a la hora de valorar las consideraciones que hagamos sobre la conservación del lobo.

El estudio del lobo en Sierra Morena se ha basado en entrevistas personales, mediante las cuales se han obtenido datos sobre distribución, localización de los lugares de cría y mortalidad inducida por el hombre. La desconfianza de guardas y propietarios, unida a las restricciones para recorrer las fincas privadas, han sido las principales dificultades del estudio. Hay que resaltar sin embargo, que se han recorrido casi todas las fincas susceptibles de albergar lobos, por lo que es muy improbable que existan núcleos con presencia estable de la especie que no hayan sido localizados. En Andalucía, los datos de daños a la ganadería han sido cedidos por la Agencia de Medio Ambiente. En Ciudad Real, se han extrapolado los datos de Andalucía.

6.2. DISTRIBUCION

La distribución del lobo en Sierra Morena es discontinua, típica de una población fragmentada en fase de regresión. Se han detectado tres núcleos donde existe o puede existir aún la especie (Fig. l).

Fig. 1.- En la parte superior se muestra el área de distribución del lobo en Sierra Morena (1988). En la parte inferior, el área de distribución en Sierra Morena Oriental; en las zonas rayadas la especie cría habitualmente.

Núcleo 1. Localizado en Sierra Morena Oriental; es, con diferencia, el más importante. Los lobos se encuentran principalmente en los límites de Jaén y Ciudad Real, y su presencia es habitual entre Fuencaliente (Ciudad Real) y Despeñaperros. Por el este atraviesan esporádicamente la carretera nacional IV, habiéndose observado su presencia entre Aldeaquemada, Santisteban del Puerto y Montizón (Jaén). Por el noroeste llegan el puerto de Niefla (Ciudad Real), bajan hacia el sur por el río Yeguas, penetrando en Córdoba -entre Montoro y Adamuz-, donde alcanzarían su límite suroccidental. En Jaén, su distribución meridional está delimitada aproximadamente por la línea que une Lugarnuevo (el Santuario de la Virgen de la Cabeza) con la Carolina. La zona de máxima abundancia -la única donde se ha constatado la cría en los últimos años- se encuentra en lo alto de la Sierra, en el límite entre Ciudad Real y Jaén; al alejarnos de la cuerda, sobre todo hacia el sur, el lobo se hace más escaso. La extensión total que ocupa este núcleo se ha estimado en unos 2.800 km2

Por ser éste el núcleo más importante -quizás el único que tiene alguna posibilidad de supervivencia a largo plazo-, nos referiremos especialmente a él.

Núcleo 2. Situado en el extremo suroccidental de Córdoba. Se trata de un núcleo residual, con escasas probabilidades de supervivencia a largo plazo, a no ser que la situación cambie radicalmente. Los lobos se localizan en la Sierra de Hornachuelos, entre la Cardenchosa y San Calixto, y a lo largo del río Bembézar. Por el oeste, los lobos podrían llegar hasta Alanis y las Navas de la Concepción (Sevilla), y por el este, hasta Villaviciosa de Córdoba y quizá hasta el embalse de la Breña. Desconocemos el tamaño de este núcleo, pero creemos que debe de estar constituido por un número muy escaso de ejemplares, quizá un par de grupos familiares. Aunque la distancia que separa los núcleos 1 y 2 no es muy grande, el hecho de que el espacio intermedio se encuentre severamente transformado reduce las probabilidades de que exista trasiego habitual de lobos entre ambos, por lo que podrían considerarse virtualmente aislados. Por esta razón, creemos que la especie cría habitualmente en este núcleo, cuya extensión se ha estimado en unos 1.600 km2

Núcleo 3. Situado en Sierra Morena 0ccidental, en la provincia de Huelva junto a su límite con Sevilla. Se puede considerar virtualmente extinguido. El último dato conocido de reproducción data de 1974 -entre Calanas y Zalamea la Real-, y la última evidencia de la presencia de lobo es de un ejemplar muerto el 8 de diciembre de 1985 en el Coto Nacional de Caza de la Pata del Caballo. Aunque nunca se puede asegurar que un animal como el lobo haya desaparecido, su presencia actual en la provincia de Huelva es bastante dudosa. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la especie en el sur de Portugal parece ya extinguida (Lyle, 1988), por lo que no existirían posibilidades de que se asentaran ejemplares procedentes de este país.

6.3. EL LOBO EN SIERRA MORENA ORIENTAL

En Sierra Morena Oriental, el área de distribución del lobo se extiende entre las provincias de Jaén y Ciudad Real, entrando marginalmente en Córdoba. En la parte de Ciudad Real, la densidad de población humana oscila entre 4,7 y 7,4 habitantes/km2, siendo la media de 6 babitantes/km2. En Jaén, existe una extensión de más de 1.000 km2 donde no existe ningún pueblo, por lo que puede considerarse prácticamente deshabitada. Por tanto, en el área de distribución del lobo en Sierra Morena Oriental, la densidad media de población es de unos 3 habitantes/km2

La zona está ocupada principalmente por grandes fincas privadas dedicadas al aprovechamiento de la caza mayor. En el extremo norte, en Ciudad Real, se explota también la caza menor, y en el extremo meridional, en Jaén, hay alguna finca dedicada a la cría de ganado bravo. En las fincas de Ciudad Real, la densidad media de venados es de 10-20 cabezas/100 ha, aunque en ciertas zonas se alcanzan densidades de 25-30 ciervos/100 ha (información cedida por Junta de Castilla-La Mancha). No tenemos datos concretos en la zona de Jaén, pero en una muestra de 18 fincas, la media de venados cazados anualmente es de 3,58/100 ha. Teniendo en cuenta que el número de reses cobradas raramente excede el 10 % de la población total, estimamos que la densidad media de ciervos en la parte norte de esta provincia podría superar los 36 individuos/ 100 ha. Muchas de estas fincas están cercadas con mallas de caza.

Entre 1985 y 1987, hemos tenido noticias de cría en dos zonas, una occidental y otra oriental, muy próximas entre sí. La zona occidental se extiende por la Sierra de Quintana, la Sierra de Navalmanzano y a lo largo del río Valmayor, entre Fuencaliente y Solana del Pino. Al sur de la Sierra de Quintana, siguiendo el río Yeguas, hay varias fincas donde, al parecer, el lobo ha dejado de criar habitualmente en los últimos cinco años.

Hacia el este, en la porción de terreno que se extiende al sur de la línea delimitada por Solana del Pino y Solanilla del Tamaral, la presencia del lobo es habitual, pero no parece haber criado en los últimos años.

Entre el Hoyo de Mestanza y las proximidades de Despeñaperros, el lobo cría habitualmente en una zona que incluye la Sierra de Herruzo, la Sierra de San Andrés, las proximidades del embalse del Río Grande y las del río Magaña.

La tendencia poblacional del lobo en Sierra Morena Oriental parece ser claramente regresiva. Todas las opiniones consultadas coinciden en afirmar que el lobo ha dejado de criar en fincas donde hace 10 años lo hacía habitualmente y que los indicios de su presencia son cada vez menos frecuentes.

En 1988, entre Fuencaliente y Despeñaperros, nos inclinamos a pensar que habría entre 6 y 10 grupos familiares de lobos, a pesar de las opiniones que hablan de números más reducidos (Ruiz, 1987). En cualquier caso, poco importa la cifra exacta. Parece haber un número lo suficientemente alto como para permitir la recuperación de la especie si se atajan de forma drástica los factores que influyen negativamente, y lo suficientemente bajo como para prever su extinción si la tendencia actual se mantiene. Teniendo en cuenta que la población de Sierra Morena se encuentra aislada, su extinción podría considerarse definitiva.

6.4. MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE

La información referente a la mortalidad se ha obtenido mediante entrevistas personales; se ha procurado siempre contrastar estos datos por dos o más informadores diferentes. Entre 1985 y 1987 hemos tenido conocimiento de 29 lobos muertos por el hombre en Sierra Morena. De ellos, 17 corresponden a 1985, 5 a 1986 y 7 a 1987 (Tabla l). La falta de noticias sobre lobos muertos en Andalucía a partir de 1985 podría deberse más a la ocultación de datos (la especie está protegida en esta Comunidad por Decreto de 22 de enero de 1986) que a la ausencia real de mortalidad causada por el hombre.

Estas cifras mínimas nos dan una idea de la fuerte presión a que está sometida la población de Sierra Morena; por otra parte, para que pueda producirse una mortalidad de esta magnitud, el número real de lobos existentes debe de ser mayor al de las cifras que normalmente se barajan.

En cuanto a la causas de muerte, de 26 casos conocidos, predominaron la caza legal en montería (todos ellos en Andalucía en 1985, excepto uno en Ciudad Real en 1986) y los lazos (Tabla l). En la actualidad la caza del lobo está prohibida, definitivamente en Andalucía e indefinidamente en Ciudad Real.

Como podemos observar en la tabla, para perseguir a los lobos se utiliza cualquier método, incluido el veneno, como se pudo comprobar en la necropsia que se realizó a un cadáver hallado casualmente en el Viso del Marqués. Además, tenemos noticias de 12 perros envenenados junto a San Lorenzo de Calatrava y 3 más junto al Hoyo de Mestanza, todos en 1988. Parece evidente, por tanto, que en Sierra Morena se usa habitualmente el veneno, sobre todo en las fincas de caza menor situadas en el límite norte del área de distribución del lobo, en Ciudad Real. 

TABLA 1 DATOS CONOCIDOS SOBRE LOBOS MUERTOS EN SIERRA MORENA (1985-1987)   

AÑOS    CAUSAS MORTALIDAD

 

  1985 1986 1987 M T L Ce Ca V ¿
Sierra de Quintana(*) 7 -- -- 4 2 -- 1 -- -- --
Fuencaliente(**) 7 2 2 2 -- 2 -- 5 -- 2
El Hoyo(**) -- -- 1 -- -- 1 -- -- -- --
Viso del Marqués(**) 1 2 3 1 -- 4 -- -- 1 --
Sierra de Hornachuelos(***) 1 1 3 1 1 -- -- -- -- 1
C.N. Pata del Caballo(****) 1 -- -- 1 -- -- -- -- -- --
% mortalidad identificada (n=26)       34,6 11,5 26,9 3,9 19,2 3,9  

(*) Jaén (Andújar).
(**) Ciudad Real.
(***) Córdoba.
(****) Huelva.
Causas: M, montería; T, a tiros fuera de montería; L, lazo; Ce, cepo; Ca, captura de camada; V, veneno.

6.5. DAÑOS A LA GANADERIA

Por la escasez del lobo y por vivir en áreas con abundantísima caza mayor, los daños a la ganadería son raros. De acuerdo con la información suministrada por la Junta de Andalucía -donde, al contrario que en Ciudad Real, se abonan los daños atribuidos al lobo-, en el período de dos años comprendido entre el 13 de septiembre de 1986 y el 5 de septiembre de 1988, éstos ascendieron a 18 cabezas de ovino y 15 de caprino, todos los cuales se produjeron en la Sierra de Quintana (Andújar). El valor estimado es de unas 300.000 pesetas (150.000 pesetas por año). Si suponemos que en Ciudad Real los daños son dos veces superiores a los de Andalucía -ya que hay más lobos que en Jaén- obtenemos para toda Sierra Morena una cifra de 450.000 pesetas.

Pero en Sierra Morena, al contrario que en el norte de España, el verdadero problema es la presión que se atribuye al cánido sobre la caza mayor, que -de acuerdo con guardas y propietarios- produce un perjuicio económico que justifica su persecución sistemática.

6.6. SOBRE LA CONSERVACION DEL LOBO EN SIERRA MORENA

La constante regresión que muestra el lobo en Sierra Morena y el total aislamiento de esta población le amenazan con una desaparición definitiva. Por este motivo, parece oportuno hacer algunas consideraciones sobre su conservación, muchas de las cuales podrían aplicarse al lobo extremeño, que también está prácticamente restringido a grandes fincas privadas dedicadas a la caza mayor.

Las exhaustivas campañas de envenenamiento llevadas a cabo durante los cincuenta y los sesenta, unidas a las alteraciones de los montes realizadas en los setenta, sobre todo en la vertiente sur de la Sierra de Aracena (Huelva) y en la línea imaginaria que uniría la Cardenchosa (Córdoba) con el Santuario de Santa María de la Cabeza (Jaén), fragmentaron la población que, probablemente, se extendía ininterrumpidamente desde Alcaraz a Portugal, haciendo a los supervivientes más vulnerables. En la actualidad, los lobos de Sierra Morena se concentran en un área aparentemente óptima, en un hábitat ideal con superabundancia de caza mayor, a pesar de lo cual prosigue la regresión, que se ha manifestado quizá de forma más evidente en Jaén, donde el lobo ya sólo está presente de forma habitual en unas pocas fincas.

Actualmente, los guardas de Sierra Morena atribuyen la reciente rarificación de la especie a una enfermedad canina. No se puede descartar tal posibilidad. Se ha demostrado que la parvovirosis canina puede también afectar a los lobos. En Minnesota, esta enfermedad entró en el área de distribución del lobo hacia 1979. En 1983 mató a 11 de los 12 lobeznos y lobatos que se encontraban cautivos en un recinto de experimentación, y los estudios serológicos efectuados sobre individuos salvajes permiten concluir que aproximadamente la mitad de los lobos del estado habían sido infectados por la enfermedad, aunque no se tienen datos relativos a su mortalidad (Mech y Fritts, 1987). No podemos olvidar tampoco que una población formada por un escaso número de individuos -que presumiblemente estarían sometidos a los efectos deletéreos de una baja variabilidad genética- es más vulnerable a las enfermedades.

En Sierra Morena, aunque no se deba descartar tal posibilidad, lo cierto es que no existen pruebas de la existencia de enfermedades. Hoy por hoy, creemos que la principal causa -desde luego, la única evidente- de la disminución continua del lobo es la implacable persecución por parte del hombre, que se lleva a cabo con todos los medios disponibles, como acabamos de ver. El hecho de que esta persecución sea tan eficaz se puede deber a que los guardas de las fincas privadas se distribuyen homogéneamente por toda la Sierra y tienen una gran experiencia en la erradicación de «alimañas». Por otra parte, las mallas cinegéticas, al obligar a los lobos a utilizar pasos fijos, delatan su presencia y facilitan su captura; además, los lobos utilizan estas cercas para acorralar a los venados, haciendo a veces matanzas que resultan indignantes para guardas y propietarios.

En cualquier caso, las acusaciones que pesan sobre el predador, cuya presencia se considera incompatible con la rentabilización de la caza mayor, no parecen justificadas. Es sencillo hacer un simple cálculo para demostrar lo contrario. En los 4.400 km2 por donde se distribuye el lobo existen unos 56 ejemplares, y hay unas densidades mínimas de 10 a 20 venados/100 ha. Si aceptamos que cada lobo necesita comer diariamente el 6% de su peso (Fuller, 1989) y que el peso medio de un lobo y un ciervo serían 20 y 80 kg, respectivamente (Tellería y Sáez-Royuela, 1984), aunque la dieta del lobo estuviera integrada exclusivamente por venados, la población total de lobos consumiría como máximo anualmente entre el 0,7 y el 0,3% de la biomasa de ciervos existente en la zona. Aun admitiendo que estos cálculos pueden tener un considerable margen de error, que los lobos pueden matar más de lo que necesitan para comer (aunque también consumen mucha carroña) y que la predación se puede concentrar en zonas concretas, estas cifras son lo suficientemente expresivas como para desmantelar el razonamiento de guardas y propietarios. De hecho, en la mayor parte de las fincas la densidad de ciervos se mantiene artificialmente por encima de la capacidad de carga del medio, lo que obliga a efectuar descastes periódicos en los que se sacrifican cientos de reses.

El lobo fue declarado especie protegida en Andalucía por Decreto de 22 de febrero de 1986, y en Ciudad Real se vedó su caza en 1987. Además, la mayor parte del área de distribución de la especie en Andalucía se ha incluido en el interior de tres parques naturales de reciente creación. Pero esta protección oficial de que goza el cánido en Sierra Morena es sólo teórica. Actualmente, resulta imposible en la práctica vigilar adecuadamente las grandes fincas de caza, donde el futuro del lobo está, de hecho, en manos de propietarios y guardas. Estos no parecen dispuestos a conservar en sus criaderos de venados una especie que puede causar daños económicos y de la que no se puede obtener rentabilidad.

Teniendo en cuenta esta situación, se ha sugerido que el potenciar su caza controlada podría incrementar el interés de las fincas, animando a sus dueños a fomentar la especie. Esta posibilidad se enfrenta, sin embargo, con varios problemas, algunos de los cuales, de orden político. Por una parte, podría resultar escandaloso permitir la caza -aun con grandes restricciones- de una población en peligro de extinción. Por otra, la aceptación de este «chantaje» podría crear un precedente nefasto de cara a la conservación de otras especies notables que viven en el mismo área, como, por ejemplo, el lince. Además, en Andalucía, las competencias en materia de caza y conservación se hallan en manos de diferentes organismos (IARA y AMA, respectivamente), lo que en la práctica hace casi imposible volver a declarar al lobo especie de caza.

Atendiendo a otro tipo de razonamientos, cabe preguntarse si, en un país donde se matan al año varios centenares de lobos, la posibilidad de permitir la caza de un escasísimo número de individuos en toda Sierra Morena resultaría un aliciente suficiente para los propietarios. Por otra parte, en Ciudad Real la caza del lobo ha estado permitida hasta 1987; a pesar de ser más abundante que en Jaén, su evolución no ha sido favorable y su caza ilegal ha estado tan generalizada como en el sitio que más. La suma de la caza legal y la furtiva podría empeorar la situación, si cabe.

En resumen, el tema es complicado. Sólo si el problema se aborda con decisión, se puede evitar la extinción del lobo en la zona. Para empezar, convendría indemnizar los escasos daños a la ganadería que se producen en la provincia de Ciudad Real. El resto de las medidas de protección deberían detallarse en Planes de Recuperación, en los que colaboraran estrechamente las comunidades de Andalucía y Castilla-La Mancha.

Por último, cabe preguntarse si merece la pena realizar un gran esfuerzo para conservar el lobo en Sierra Morena, cuando, en la actualidad, la especie en España atraviesa un buen momento, Creemos que esta población meridional de lobos tiene una significación cultural -y quizás, ecológica- muy especial. Dado que su desaparición sería definitiva, el esfuerzo merecería la pena.

AGRADECIMIENTOS

Queremos expresar nuestro agradecimiento a José Luis González, que nos guió por el laberinto de las fincas privadas de Jaén y Ciudad Real. Luis Barrios colaboró en el trabajo de campo. Charo Pintos (de la AMA de Andalucía) y José Jiménez (de la Junta de Castilla-La Mancha) nos proporcionaron amablemente datos sobre daños a la ganaderia y densidades de venados en las fincas privadas.

RESUMEN

La mayor parte de los lobos de Sierra Morena se encuentran en Sierra Morena Oriental, fundamentalmente entre las provincias de Ciudad Real y Jaén, ocupando una franja que se extiende entre Fuencaliente y el puerto de Despeñaperros. Unos pocos ejemplares sobreviven en la Sierra de Hornachuelos (Córdoba), mientras que en Sierra Morena Occidental podrían haberse extinguido definitivamente. Hemos estimado la existencia de 6-10 parejas reproductoras, lo que podría significar la presencia de medio centenar de ejemplares aproximadamente. La tendencia es regresiva; considerando su aislamiento, la población de lobos en Sierra Morena debe considerarse en peligro de extinción. Entre 1985 y 1987 hemos sabido de 29 lobos muertos por el hombre, y los daños a la ganadería en 1987 han sido evaluados en unas 450.000 pesetas.

La única causa evidente de su regresión es la caza ilegal, que se lleva en las fincas privadas con el fin de evitar pérdidas a las especies cinegéticas. No obstante, hemos estimado que, en Sierra Morena, la predación de los lobos afectaría como máximo al 0,3-0,7 % de los venados existentes en su área de distribución. Se discute la problemática del cánido en las fincas privadas y se destaca la conveniencia de indemnizar los escasos daños a la ganadería en Ciudad Real y la necesidad de poner en marcha Planes de Recuperación en las Comunidades de Castilla-La Mancha y Andalucía.

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7. EL LOBO EN ESPAÑA: UNA VISION GLOBAL Por JUAN CARLOS BLANCO, LUIS CUESTA y SANTIAGO REIG

 
7.1. INTRODUCCION Y METODOLOGIA

El objeto del presente capítulo es ofrecer una visión global de la situación y problemática del lobo en España en 1988. Se estudiará la distribución, las densidades, la evolución de la población, las relaciones entre el lobo y el hombre y otros aspectos de la problemática de la especie, para acabar haciendo unas breves consideraciones sobre su gestión a escala nacional. Este capítulo constituye una síntesis de los anteriores, y se basa en los datos aportados en ellos. No obstante describiremos a grandes rasgos la metodología utilizada.

El trabajo se ha realizado durante los años 1987 y 1988, aunque en Asturias comenzó en 1986. En Asturias y Castilla-León, en una fase previa, se mandaron cuestionarios a la guardería de caza, cuyas contestaciones sirvieron de base para planificar el trabajo de campo. En todas las regiones, los datos se han obtenido mediante entrevistas personales a gente de campo, fundamentalmente pastores, ganaderos, cazadores y guardas. En total, se han muestreado personalmente unos 1.430 puntos diferentes en el área de distribución de la especie.

7.1.1. Estimación del número de lobos

El área de distribución del lobo incluye las localidades donde existen evidencias de su presencia estable, obtenidas como consecuencia de la recogida de información para otros aspectos más concretos de este trabajo. El principal esfuerzo se ha dirigido a colectar datos que permitieran estimar densidades de lobos y, consecuentemente, el tamaño de la población. Para ello, se ha intentado individualizar el número de camadas, multiplicando posteriormente esta cifra por el número medio de lobos que suponemos que corresponden a cada camada localizada.

La individualización de camadas se ha basado en la observación de lobeznos en primavera y en verano. Estos, durante los primeros meses de vida, suelen ser relativamente conspicuos, y su presencia e indicios son detectados con frecuencia por la gente de campo. Los lobos menores de un año muertos antes de noviembre se han considerado indicadores de la presencia de un grupo familiar, pues la dispersión no tiene lugar antes de los 10 meses de edad (Mech, 1987). En amplias zonas con presencia estable de lobos donde no se han detectado cachorros, se ha estimado de forma conservativa el número de grupos familiares existentes. Del total de grupos estimados para todo el país, en el 79,3 % de los casos se ha comprobado la presencia de cachorros y en el 20,7 % restante, los cachorros no han sido observados.

El tamaño de la población oscila a lo largo del año. En la época de máxima abundancia de lobos, tras los partos en primavera, hemos considerado que cada camada habría que multiplicarla por 9 ó 10 individuos: la pareja reproductora, 5 crías y 2 ó 3 ejemplares no reproductores, asociados al grupo o solitarios. En una población estable o ligeramente creciente, durante el ciclo anual moriría un número de individuos igual o ligeramente inferior a la producción anual (5 cachorros), por lo que en la época de mínima abundancia -a principios de primavera, antes de los partos habría que considerar 5 ejemplares por cada camada. A mediados del ciclo anual -en otoño-, tras la mortalidad natural e inducida por el hombre de los cachorros, hemos considerado que habría unos 7 ejemplares por cada camada, entre los que se incluyen jóvenes de unos 6 meses. Para las estimaciones de densidad hemos multiplicado el número de camadas por 5 (que representa un número mínimo de lobos, a principios de primavera) y por 7 (en otoño), siguiendo la metodología utilizada habitualmente en este tipo de estudios (véase Fuller, 1989). A la hora de dar cifras de densidades, no hemos considerado el tamaño máximo de la población porque de esta forma incluiríamos un gran porcentaje de lobeznos que no desempeñan un papel importante desde el punto de vista ecológico ni de relación con el hombre -no matan corzos ni ovejas y no son pieza de caza-. A continuación exponemos los argumentos en los que, nos hemos basado para estimar el número medio de lobos correspondientes a cada camada.

Por una parte, los estudios realizados en América del Norte muestran que, en poblaciones sometidas a una severa mortalidad inducida por el hombre -como es el caso de la española-, los lobeznos representan el 50 % del conjunto de la población (Piralott et al, 1969; Carbyn, 1988). Dado que en España, el tamaño medio de camada es ligeramente superior a 5 (Braña et al., 1982; Grande del Brío, 1984; García-Gaona et al., este volumen; Blanco et al., este volumen, cap. 4), en la época de máxima abundancia habría unos 10 ejemplares por cada camada. Por otra parte, observaciones esporádicas sugieren que los lobos vivirían en España en unidades familiares compuestas por la pareja reproductora, los cachorros del año -al menos, hasta mediados del otoño- y, en muchos casos, otros ejemplares subadultos o adultos que no tendrían acceso a la reproducción, ligados laxamente al grupo familiiar o solitarios. En base a esto, Bárcena (1984) adscribe a cada camada localizada 10 individuos tras la época de partos. García-Gaona et al. (este volumen) consideran 8 ejemplares por grupo en el mismo período. Garzón (1979) estima que a cada pareja reproductora le corresponderían entre 5,5 y 7 individuos, aunque no especifica en qué momento del ciclo anual.

7.1.2. Otros métodos

En cuanto a los daños a la ganadería, en las zonas donde se pagan indemnizaciones (en la mitad de Asturias, la mayor parte de Cantabria, las Reservas Nacionales de Caza de Castilla-León, toda La Rioja y Andalucía) se han aceptado las cifras oficiales. En el resto del área de distribución del lobo, los datos se han basado en entrevistas personales; en las escasas zonas no cubiertas, se han extrapolado datos de áreas contiguas con iguales características. Por las dificultades que presenta la obtención de s a este respecto, los resultados sobre daños podrían tener un cierto deben considerarse altamente orientativos.

La recogida de otro tipo de datos información sobre lobos muertos, presencia de perros asilvestrados o vagabundos, factores que pueden afectar positiva o negativamente a la especie, etc.- se ha realizado por medio de entrevistas personales.

7.2. DISTRIBUCION

A finales de 1988, el área de distribución del lobo es de unos 100.000 km2, aproximadamente la quinta parte del país. La especie ocupa de forma estable gran parte del cuadrante noroccidental de España, desde el Atlántico hasta la Sierra de Cameros (La Rioja), y desde las proximidades de la costa cantábrica hasta el Duero, extendiéndose al sur de este río en las provincias de Valladolid y Zamora. Existe también un núcleo en la Sierra de Gata (Salamanca), que podría estar parcialmente aislado del núcleo principal español, pero que está probablemente conectado con la población portuguesa. Con esta excepción, la distribución del lobo en la mitad norte del país es continua, aun cuando existen zonas donde la densidad es muy baja. En la mitad septentrional de España, la especie muestra una tendencia expansiva, lo cual se refleja en una progresiva extensión del área de distribución por los bordes, fundamentalmente, por su extremo occidental, hacia La Rioja y el País Vasco.

En la mitad sur, encontramos un núcleo en la Sierra de San Pedro (Extremadura), que parece estar aislado del de la Sierra de Gata. Por otra parte, en la zona portuguesa que linda con la Sierra de San Pedro, el lobo es accidental o está extinguido (Lyle, 1988). La tendencia de este núcleo es estable o regresiva.

Por fin, en Sierra Morena, el lobo se encuentra en dos núcleos separados -entre los cuales no parece existir un intercambio habitual de individuos, aunque sí podría darse algún contacto ocasional- que presentan una tendencia regresiva (Fig. l).

Esporádicamente, se matan lobos fuera de su área de distribución habitual. En la tabla 1 se recogen los datos de este tipo comprobados entre 1980 y 1988.

El caso más espectacular es el de un macho cazado en Morella (Castellón), a unos 50 km del Mediterráneo y a más de 200 km del límite del área de distribución estable. La aparición de ejemplares en puntos muy alejados del área de distribución habitual se podría explicar por los movimientos de dispersión característicos de los individuos que alcanzan la madurez entre su primer y segundo año (Valverde e Hidalgo, 1979). En este sentido, cabe destacar que el único ejemplar cuya edad fue estimada -el de Morella-, tenía un año y medio (V. Urios, com. pers.); por otra parte, 6 de los 7 ejemplares de sexo conocido eran machos, los cuales suelen realizar mayores desplazamientos de dispersión (Mech, 1987). Tampoco se puede descartar que, en algún caso, se tratara de lobos procedentes de cautividad.

El área de distribución obtenida en este trabajo para la mitad norte de España es entre dos y tres veces más extensa que la estimada por Valverde (1971) y Grande del Brío (1984). Creemos, sin embargo, que en 1983 año al que se refieren los datos de Grande del Brío- el área de distribución se aproximaba más a la actual que a la que aparece en el mapa de este autor, aunque probablemente existían grandes zonas donde la especie no estaba estabilizado. No obstante, los dos autores dieron un área de distribución mayor para Sierra Morena, aunque ambos subrayaron ya su tendencia regresiva.

Fig. 1.-Distribución del lobo en España en 1988. Zonas rayadas: área de máximos daños a la ganadería. Punteado denso: áreas de máxima densidad de lobos. Punteado fino: área de mínima densidad de lobos. Puntos gruesos: datos de lobos fuera de su área de distribución habitual (1980-1988). 

TABLA 1 LOBOS MUERTOS FUERA DE SU AREA DE DISTRIBUCION HABITUAL  

Localidad Fecha N Sexo Método
Riaza (Segovia) 11-5-1977 1 M Tiro
Peguerinos (Avila) 27-1-1980 1 M Tiro
La Hinojosa (Soria) 15-8-8-1983 1 M Tiro
Ambel (Zaragoza) 1/15-11-1983 1 M Tiro
Navafría (Segovia) 9-10-1984 1 -- Tiro
Valsaín (Segovia) 15-4-1986 1 M Atropello
Biota (Zaragoza) 8-1986 1 M Tiro
Morella (Castellón) 17-11-1987 1 M Tiro
Gallegos (Segovia) 1-1988 1 -- Tiro
Carranza (Vizcaya) 1-7-1988 1 H Tiro
Castro Urdiales (Cantabria) 1/15-10-1988 2 -- Tiro


En Portugal, de acuerdo con Lyle (1988), el lobo se encuentra en la parte septentrional de la provincia del Minho -que linda con Galicia- y el noreste de la provincia de Tras-os-Montes -vecina a la de Zamora donde se localizan la mayor parte de los efectivos, Existen también algunos ejemplares cerca de Viseu -a la altura de Salamanca- y en la Sierra de la Estrela. La especie parece haberse extinguido del Algarve -que limita con Huelva- y del Alentejo, vecino a Extremadura. Hacia 1974, el área distribución de la especie se extendía por unos 15.000 km2, de los cuales el animal ocupaba habitualmente sólo el 17 % (Garzón, 1974; Zimen, 1981). De acuerdo con Lyle (1988), en 1988 se apreciaba una reducción aún mayor, lo que parece indicar que el lobo continúa su regresión en Portugal.

7.3. TAMAÑO DE POBLACION Y DENSIDADES

Hemos estimado conservativamente la existencia aproximada de unos 294 grupos familiares en toda España, lo que -asumiendo los supuestos de la metodología- supondría la presencia de unos 1.470 lobos a principios de primavera (considerando la existencia de 5 ejemplares por cada camada localizada) y unos 2.058 ejemplares durante el otoño (considerando 7 ejemplares). Se podría decir, por tanto, que la población española oscilaría entre 1.500 y 2.000 ejemplares. En la tabla 2 desglosamos las cifras aproximadas estimadas.

A estas cifras le podemos sumar los 100-120 ejemplares estimados en Portugal (Lyle, 1988) para obtener la situación del lobo en la Península Ibérica.

Hay que resaltar que casi el 90 % de los lobos españoles se encuentran en las Comunidades de Castilla-León y Galicia, un hecho a tener en cuenta a la hora de planificar la gestión de la especie a escala nacional o ibérica.

De acuerdo con estos datos, la densidad media de lobos en su área de distribución española oscilaría entre 1,5 y 2,0 ejemplares/100 km2. En Galicia, habría entre 1,8 y 2,6 ejemplares/100 km2; en Asturias, entre 1,6 y 2,3, y en Castilla-León, entre 1,4 y 2,0 lobos/100 km2.

Atendiendo a los diferentes medios paisajísticos, las densidades máximas se alcanzan en la franja de transición que separa la Cordillera Cantábrica de las llanuras cerealistas de Castilla-León, franja que se extiende en dirección este-oeste. Concretamente, hemos delimitado dos áreas de máxima densidad: una en el noroeste de Zamora, donde, en una zona de 2.000 km2 encontramos densidades mínimas de 5 lobos/100 km2, y otra que abarca porciones contiguas de las provincias de León, Palencia y Burgos, con una extensión de unos 5.200 km2, donde la densidad oscila entre 3,0 y 4,2 lobos/100 km2 (véase capítulo 4). En algunas zonas de Galicia es probable que la especie alcance densidades próximas a las mencionadas, aunque los datos que tenemos no son lo suficientemente detallados para precisarlo.

TABLA 2 NUMERO APROXIMADO DE LOBOS EN ESPAÑA  

Zona Camadas Nº de lobos Porcentaje
Galicia 100 500-700 34,0
Asturias 18 90-126 6,1
Cantabria 3 15-21 1,0
La Rioja 1 5-7 0,3
León 50 250-350 17,0
Zamora 45 225-315 15,3
Palencia 26 130-182 8,9
Burgos 28 140-196 9,6
Soria 1 5-7 0,3
Valladolid 4 20-28 1,4
Salamanca 5 25-35 1,7
(Castilla-León) (159) (795-1.113) (54,2)
Extremadura 5 25-35 1,7
Sierra Morena 8 40-56 2,7


Las densidades mínimas se obtienen en la llanura cerealista castellana, donde, en un área de unos 19.000 km2, habría entre 0,4 y 0,6 lobos/100 km2 (Fig. l).

7.3.1. Valoración de los resultados

Como es lógico, la fiabilidad del método empleado para estimar el número de lobos puede ponerse en duda, ya que podrían existir errores de muestreo aunque en la mayoría de los casos serían por defecto- e incluye generalizaciones y valoraciones subjetivas.

La única forma de valorar la fiabilidad de estos resultados es por medio de comparaciones indirectas. Comparando las densidades obtenidas por personas que han recogido datos de forma independiente en áreas con características ecológicas y sociales parecidas, obtenemos resultados muy similares. Los datos de Asturias (18 camadas en 5.100 km2) y los de la zona de montaña de León limítrofe con aquella provincia (10 camadas en 2.969 km2) han sido recogidos y elaborados por personas diferentes, y dan resultados muy parecidos: 2,47 y 2,36 lobos/100 km2 en otoño, respectivamente.

En las provincias de León (50 camadas en 15.468 km2) y Palencia (26 camadas en 8.029 km2, que tienen aproximadamente la misma proporción de los principales medios, los datos de campo fueron recogidos por personas diferentes y dan resultados idénticos: 2,26 lobos/100 km2. Estas similitudes parecen indicar que la aplicación del método por distintos grupos de trabajo da resultados muy homogéneos.

Queda por saber si la estimación del número medio de lobos que hemos hecho corresponder a cada camada es correcta. La única forma de hacer una valoración fiable es la de comparar nuestros resultados con los obtenidos por medio de una metodología totalmente diferente. La única estimación del número de lobos en un área española extensa ha sido realizada por Tellería y Sáez-Royuela (1989), basándose en encuestas de caza. Los citados autores trabajaron durante la temporada de caza en una extensión de 8.000 km2 del Sistema Ibérico Septentrional, que incluye más de la mitad de la provincia de Burgos. Conociendo el número de lobos cazados en el área durante un año y relacionando el número de individuos muertos en batidas con el número de ejemplares avistados (basándose en una muestra de 52 batidas en las que se cazaron 34 lobos y se observaron 179) estimaron una densidad mínima de 2 lobos/100 km2. Esta es exactamente la densidad que nosotros hemos obtenido para Castilla-León y para el área de distribución española en otoño.

Por otra parte, Purroy et al. (1988), utilizando este mismo método, estimaron el número de lobos (entre 13 y 22 ejemplares) existentes en la Reserva de Riaño (715 km2) durante la temporada de caza. A pesar de lo reducido del área de estudio y del amplio rango de los resultados, la densidad media (2,44 lobos/100 km2) es muy similar a la obtenida en este estudio para Asturias (2,47) y para la zona de montaña de la provincia de León (2,36 lobos/ 100 km2) en otoño.

Estas notables coincidencias sugieren que las cifras que ofrecemos en este trabajo (y las obtenidas con la metodología descrita por Tellería y Sáez-Royuela) dan una imagen bastante exacta de la realidad.

7.3.2. Comparación con otras áreas

A la hora de comparar las densidades obtenidas en diferentes estudios, debemos tener en cuenta que los valores deben referirse a grandes áreas. Al ir disminuyendo el ámbito de aplicación, los datos van perdiendo valor hasta convertirse en anecdóticos.

En términos generales, la densidad de lobos en España (2 ejemplares/100 km2) es superior a la de ecosistemas más septentrionales y similar o inferior a la de latitudes parecidas. De 22 trabajos realizados en Alaska y Canadá a los que hemos tenido acceso, en 17 se obtenían densidades inferiores a 1,5 lobos/100 km2 siendo superiores en los restantes, hasta alcanzar 3,9 individuos/km2 en el Parque Nacional Algonquin, en Ontario (datos extraídos de Carbyn, 1983a; Ballard y Larsen, 1987; Fuller, 1989). La escasa productividad de los medios boreales parece ser la causa de la existencia de estas bajas densidades. Así, Bergerud (1988) estima que, en la tundra, las poblaciones de renos y caribúes (Rangifer tarandus) empiezan a declinar con densidades de lobos superiores a 0,65 ejemplares/100 km2, y Pulliainen (1985) considera que la población de la Karelia soviética está saturada con densidades de 0,5-0,7 lobos/100 km2.

Sin embargo, al revisar estudios realizados en latitudes similares a la española, encontramos densidades parecidas o superiores: en los Abruzzos, se ha estimado la existencia de 1,5 lobos/100 km2 (Zimen y Boitani, 1975); en el Cáucaso, 3 lobos/100 km2 (Bibikow, 1975) y en Minnesota, 3 lobos/100 km2 (valor medio de los datos aportados por siete estudios realizados en diferentes partes de dicho estado; rango: 1,7-4,2; véase bibliografía en Fuller, 1989).

Al valorar la densidad media de lobos en España, hay que considerar la variedad de recursos disponibles para el cánido. A las especies de caza mayor y menor, hay que sumar los recursos que se derivan de la humanización del medio, que suponen una parte importante de la dieta del lobo (Reig et al., 1985). En este sentido, podemos destacar que en Europa existen poblaciones de lobos que casi no consumen animales silvestres, viviendo fundamentalmente de basura, carroña y ganado, como ocurre en Italia (Boitani, 1982) y en gran parte de Galicia (Bárcena, este volumen). Tellería y Sáez-Royuela (1989) aportan numerosos datos cuantitativos sobre los recursos utilizables por los lobos en su área de estudio de Burgos, demostrando que la disponibilidad de cualquiera de estas clases de alimento es superior a los requerimientos de la población allí existente.

Las densidades máximas que hemos encontrado en algunas zonas de Castilla-León resultan verdaderamente elevadas comparándolas a los datos que encontramos en la literatura, pero no debemos olvidar que se refieren a áreas de pequeña extensión. Rozando ya el terreno de lo anecdótico, encontramos también en la bibliografía densidades locales muy altas: entre 5 y 6,7 lobos/100 km2 en el Lago Winnipeg, Manitoba (Stardom, 1983); entre 6 y 8,6 en la Isla de Vancouver, en la Columbia Británica (Trompa, 1983); hasta 9,2 lobos/100 km2 en la fluctuante población de Isle Royale, Michigan (Peterson y Page, 1988); y por fin, los 15,6 lobos/100 km2 (250 ejemplares en un área de 1.600 km2) existentes en una zona con alta densidad de caribúes de los Territorios del Noroeste (Canadá), un estado que, considerado en su totalidad, presenta una densidad de lobos de sólo 0,11 ejemplares/100 km2 (Heard, 1983).

7.4. DAÑOS A LA GANADERIA

En la tabla 3 resumimos las estimaciones realizadas sobre daños a la ganadería en el periodo de un año. En Asturias, los datos se refieren a 1986. En las demás regiones hemos elegido el período de 12 meses entre 1987 y 1988 del que existían datos más completos. Hemos estimado el valor de cada cabeza de ganado menor (ovejas y cabras) en 9.000 pesetas, en 60.000 el vacuno y en 45.000 el equino. En Galicia, hemos aceptado las tasaciones estimadas por Bárcena. 9.000 pesetas el ovino/caprino, 40.000 el vacuno y 17.500 el caballar. En Asturias y Cantabria se han aceptado las valoraciones oficiales.

En resumen, podemos decir que los daños atribuidos al lobo en España ascienden a unos 100 millones de pesetas largos al año (aproximadamente, un millón de dólares). Es posible que en estas cifras se incluya un porcentaje indeterminado de daños realizados por perros y otros atribuibles a la picaresca, pero como es casi imposible determinar estos porcentajes, en la práctica, esto es lo que habría que pagar si se decidiese abonar indemnizaciones en toda el área de distribución del lobo. Esta cifra es insignificante en relación a las pérdidas que sufre el sector agropecuario habitualmente por otras causas naturales, incluyendo la mortalidad natural del ganado.

En estos resultados, existe una desproporción muy acusada entre los daños estimados en Galicia y en Asturias, aun admitiendo la existencia de grandes diferencias en el valor del ganado en las dos comunidades. Es posible que las cifras en Asturias estén sobrevaloradas (hay que tener en cuenta que el 55,5 % de las pérdidas se producirían en cotos privados de caza, donde el esfuerzo por comprobar y valorar los daños ha sido muy inferior al realizado en los terrenos gestionados por la Administración) y en Galicia estén infravaloradas.

Si aceptamos a grandes rasgos estos resultados a escala nacional, cada lobo (calculando 2.000 para España) costaría por término medio unas 60.000 pesetas al año. Sin embargo, resulta evidente que la distribución de los daños es muy irregular, no existiendo una proporcionalidad entre la densidad de lobos y la de daños. En la figura 1 hemos delimitado aproximadamente el área de máximos daños, que corresponde a las montañas de la Cordillera Cantábrica (Asturias, Cantabria y las partes septentrionales de León, Palencia y Burgos), las del Sistema Ibérico y parte de Galicia. Las áreas de mínimo daño corresponden a Extremadura y Sierra Morena, En las zonas de daño medio -las áreas de presierra y la meseta castellana- existen numerosos puntos conflictivos, que pueden variar de unos años a otros. En general, en los bordes del área de distribución, se suelen producir daños superiores a los de otras áreas similares, quizá porque los ganaderos no están preparados para proteger el ganado eficazmente. 

TABLA 3 DAÑOS ANUALES A LA GANADERIA  

  Importe (*) Ov./Capr. Vacuno Equino
Galicia 30.000 615 246 396
Asturias 43.728 522 74 702
Cantabria 6.500 548 22 31
León 17.922 1.436 44 47
Palencia 4.125 300 23 1
Burgos (**) 7.275 700 5 15
Zamora 7.740 760 12 4
Valladolid 2.715 215 13 --
Salamanca 483 27 4 --
Extremadura 114 6 1 --
Sierra Morena 450 50 -- --
TOTAL 121.052 5.179 444 1.196

(*) En miles de pesetas.
(**) Incluye porciones limítrofes de Alava, Logroño y Soria.

Excluyendo Galicia de los cálculos, en el área de montaña de máxima intensidad de daños, éstos alcanzarían unos 70 millones y medio de pesetas, es decir, el 77 % de los daños totales del país. Teniendo en cuenta que en esta zona se concentran sólo el 20,6 % de los lobos, podemos apreciar la desproporción a que hemos aludido. En estas áreas de montaña, cada lobo (calculando 280 individuos) vendría a costar por término medio unas 250.000 pesetas al año, mientras que en el resto del país, cada lobo (en total, 1.078) costaría de media unas 20.400 pesetas. En las zonas de máxima densidad de Castilla-León, cada lobo costaría solamente entre 10.000 y 15.000 pesetas (véase capítulo 4): quizá por esta razón los lobos alcanzan tan elevadas densidades. En Galicia, aceptando la valoración del ganado realizada por Bárcena (este volumen), cada lobo (700) costaría unas 43.000 pesetas. Aun admitiendo que nuestras cifras pueden tener un error considerable, las diferencias que aquí se muestran son impresionantes. Por otra parte, esta desproporción entre los daños causados por el lobo en zonas de montaña y en otras áreas se repite de forma significativamente similar considerando los datos a escala nacional, regional o provincial (véase capítulo 4).

La razón por la cual los daños son mucho más altos en las áreas de montaña parece clara: la superior accesibilidad del ganado en régimen extensivo con respecto al que se maneja en régimen de pastoreo (además de la mayor abundancia de vacuno y equino, mucho más caro que el lanar). Hay que destacar que un gran porcentaje de la Cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico están ocupados por Reservas Nacionales de Caza, donde existen elevadas densidades de ungulados silvestres. Esto no hace descender notablemente los ataques al ganado, que es mucho más fácil de capturar que la caza mayor, Por tanto, la única forma de disminuir los daños parece ser la vigilancia del ganado por parte del hombre.

Las cifras que hemos dado tienen escaso valor si no hacernos un esfuerzo por comprender el significado que tienen para los ganaderos. En la mayoría de los lugares donde el ganado está en régimen de pastoreo en general, fuera de las montañas-, los daños suelen consistir en ovejas sueltas, muchas de las cuales están rezagadas por estar enfermas o ser viejas, con lo que el lobo se comportaría en muchos casos como un carroñero anticipado. Sin embargo, en zonas de ganadería extensiva -en general, áreas de montaña-, se suelen producir lobadas, con la consiguiente concentración de daños sobre el mismo propietario, lo cual puede resultar muy gravoso para sus economías. A este respecto, Tellería y Sáez-Royuela (1989) constatan que de 78 ataques realizados por los lobos en la Reserva Nacional de Caza «Sierra de la Demanda», el número medio de ovejas muertas por ataque fue de 7,6.

El único país de características similares de donde tenemos datos sobre daños al ganado es Italia, donde los 250 lobos existentes causan pérdidas por valor de unos 800.000 dólares anuales (L. Boitani, com. pers, 1989). Esto significa que cada lobo italiano sería, por término medio, unas 6,4 veces más gravoso que cada lobo español.

Para situar en su justo nivel la problemática del lobo europeo, podemos decir que los 50.000 lobos canadienses (Carbyn, 1988) causan unos daños máximos a la ganadería de unos 200.000 dólares anuales (Gunson, en Carbyn, 1983b).

7.5. MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE

El lobo en España está sometido a una alta mortalidad causada por el hombre. En la tabla 3 se especifica la información existente sobre lobos muertos por el hombre en el período de un año (1987, excepto en Galicia) y las principales causas de mortalidad.

Durante 1987, hemos tenido conocimiento de 309 lobos muertos en España (la provincia de Asturias no ha sido incluida, por no tener información concreta referida a dicho año). Creemos que el número real de lobos muertos por el hombre puede ser muy superior. Si estimamos que en la temporada de caza se mata a tiros el 19 % de la población existente en dicho periodo (Tellería y Sáez-Royuela, 1989), y que esta causa supone sólo el 60 % de la mortalidad causada por el hombre -de acuerdo con los datos de la tabla 4-, obtenemos una cifra de 550 lobos muertos anualmente. Esta estimación da resultados mínimos, pues se asume que todas las muertes causadas por armas de fuego tienen lugar en la temporada de caza y, además, se aplica el porcentaje correspondiente a las demás causas de mortalidad -incluyendo la recogida de camadas- a la población existente a mediados del ciclo anual. 

TABLA 4 MORTALIDAD CAUSADA POR EL HOMBRE  

n N CAUSAS (%)

 

      Ti Tr A C V O
La Coruña 33 36 97.2 -- -- -- 2.8 --
Lugo 35 37 86.5 8.1 -- -- 5.4 --
Orense 36 38 36.8 44.7 13.2 -- 5.3 --
Pontevedra 4 3 66.6 -- -- -- 33.3 --
Asturias ¿ 57 36.8 21.0 1.8 35.1 5.3 --
Cantabria 16 16 87.5 6.3 6.3 -- -- --
Lueón 49 104 17.9 8.7 1.9 61.5 -- --
Zamora 50 84 98.3 2.4 5.9 -- -- 2.4
Palencia 17 17 35.3 5.9 5.9 47.1 -- 5.9
Valladolid 10 30 66.7 6.7 10.0 10.0 3.3 3.3
Burgos 29 28 75.0 3.6 10.7 -- 10.7 --
Alava 2 2 100.0 -- -- -- -- --
La Rioja 5 5 80.0 -- 20.0 -- -- --
Soria 8 8 100.0 -- -- -- -- --
Salamanca 3 3 100.0 -- -- -- -- --
Segovia 1 3 66.7 -- 33.3 -- -- --
Extremadura 3 5 60.0 20.0 -- -- 20.0 --
Ciudad Real 6 15 20.0 40.0 -- 33.3 6.7 --
Andalucía 1 12 91.7 8.3 -- -- -- --
TOTAL 309 503 60.0 11.5 -- 19.7 3.0 1.2

N: Lobos muertos de que se ha tenido conocimiento en el año 1987 (en Galicia se ha elegido desde julio de 1987 a junio de 1988)
N: Lobos mueros por causa conocida en los últimos años.
Ti: Porcentaje de N muertos a tiros.
Tr: Porcentaje deN muertos con trampas (lazos y cepos)
A: Porcentaje de N muertos atropellados.
C: Porcentaje de N capturados de cachorros en la madriguera.
V: Porcentaje de N envenenados.
C: Porcentaje de N muertos por otras causas.

Por otra parte, Reig et al. (en prensa), con datos recogidos en una pequeña área de Burgos, estiman que la mortalidad causada por el hombre afecta al 25 % de la población existente tras los partos. Si generalizáramos estos datos a toda España, obtendríamos una cifra de unos 750 lobos muertos anualmente por el hombre.

En la tabla 4 se recogen las causas de mortalidad en los casos conocidos en los últimos -generalmente tres- años. De acuerdo con estos datos, los lobos se matan a tiros en la mayoría de las ocasiones, siguiendo en importancia la recogida de camadas y las trampas. El veneno supone sólo un 3 % de los casos conocidos, un porcentaje menor al de los atropellos. Sin embargo, hay que considerar que la metodología empleada para obtener los datos -las entrevistas personales- puede haber seleccionado las causas legales con respecto a las ilegales. Por tanto, es posible que los métodos más «sucios» tengan mayor importancia en la realidad que en los resultados que aquí exponemos.

7.6. LAS POBLACIONES ECOLOGICAS DEL LOBO EN ESPAÑA

Valverde (197l), en un artículo pionero, definía tres grupos ecológicos o poblaciones ecológicas de lobo en España: la castellano-leonesa, la galaica y la andaluza. Grande del Brío (1984) distinguió 7 poblaciones o zonas loberas en la Península. En la actualidad, dada la distribución continua del lobo en la mayor parte de su área de distribución y el cambio que han manifestado muchos ecosistemas españoles, tales clasificaciones merecen ser revisadas.

Estrictamente hablando, una población se define por su aislamiento en cuanto a la reproducción. En este sentido, en el norte de España habría una sola población -el núcleo de Gata podría tener un alto grado de aislamiento, pero no parece total-, ya que el área de distribución es continua, existiendo comunicación entre sus individuos. La situación de los lobos extremeños parece ser similar a los de Gata. Sin embargo, los lobos de Sierra Morena sí parecen estar totalmente aislados de los del resto de la Península.

Si consideramos las distintas características ecológicas del lobo y, sobre todo, su relación con el hombre (véase Reig et al., en prensa), podemos hacer una clasificación muy amplia del área de distribución del animal. Dada la versatilidad de la especie y la parcelación de la mayoría de los medios ibéricos -que hace difícil encontrar grandes áreas homogéneas-, tenemos que aceptar que tal división se basa en gruesas generalizaciones y es, inevitablemente, subjetiva.

En España, podríamos, a grandes rasgos, distinguir cinco medios diferenciados.

1. Areas antropógenas. En gran parte de Galicia, el lobo prospera en un medio altamente humanizado, con gran escasez de presas salvajes, constituyendo el ganado doméstico y los desperdicios de instalaciones pecuarias la base de su dieta (Bárcena, 1979). Estas circunstancias se reproducen localmente a lo largo de toda su área de distribución donde el medio está altamente transformado, sobre todo, quizás, en el noroeste asturiano. En estas áreas humanizadas, el lobo puede alcanzar altas densidades. El patrón que hemos descrito se reproduce en la mayor parte de Italia (Boitani, 1982) y Portugal (Lyle, 1988).

2. La montaña. Representada fundamentalmente por toda la Cordillera Cantábrica, incluyendo la parte más oriental de Galicia. Aquí, el lobo -que no suele alcanzar densidades muy elevadas- compagina la caza de herbívoros salvajes con la de ganado doméstico. Teniendo en cuenta que gran parte de la Cordillera Cantábrica incluye Reservas Nacionales de Caza, los ungulados silvestres suelen ser abundantes. Sin embargo, esta zona es la que presenta -como hemos visto los daños más cuantiosos al ganado. Por esta razón, el lobo alcanza su máximo grado de impopularidad.

3. Zonas de presierra en Castilla-León. Se trata de una amplia franja -poco definida- que se extendería en dirección este-oeste entre la Cordillera Cantábrica y la llanura cerealista propiamente dicha. Ocupa gran parte del tercio norte de León, Palencia y Burgos, incluyendo zonas de piedemonte del Sistema Ibérico septentrional y otras sierras bajas con un paisaje intermedio entre la montaña propiamente dicha y las llanuras cultivadas de cereal (parte del Bierzo, la Maragatería y la Cabrera, en León; cuadrante noroccidental de Zamora).

En esta zona, coincide la presencia de varios tipos de recursos que permiten a los lobos alcanzar las máximas densidades. Las especies de caza mayor han aumentado mucho en los últimos años; existe una importante actividad ganadera, de la que se benefician los lobos, fundamentalmente por las carroñas del ganado muerto por causas naturales, que son abandonadas en el campo; los basureros ayudan a complementar la dieta del cánido (Tellería y Sáez-Royuela, 1989). En esta amplia zona, el régimen de pastoreo hace al ganado poco accesible, evitando los daños elevados. La relación abundancia de lobos/daños a la ganadería es máxima; la especie pasa, en gran medida, desapercibida y su nivel de impopularidad es mínimo. Por estos motivos, en el área de distribución ibérica de la especie, esta franja debe considerarse óptima.

4. Llanura cerealista. Ocupa la parte meridional de su área de distribución en la mitad norte de España. Aquí los lobos se distribuyen de forma irregular, ocupando montes residuales de quercineas -generalmente, privados- o pinares de repoblación. Más raramente llegan a criar en zonas totalmente desarboladas, entre los cereales. En general, no alcanzan grandes densidades, aunque sí pueden ser localmente abundantes. Los recursos tróficos disponibles para el lobo son los mismos que en el área anterior, con la diferencia fundamental de las especies de caza. La caza mayor es mucho menos abundante, estando restringida al jabalí, ya que el corzo es casi inexistente. Sin embargo, el conejo suele ser más abundante que en la zona de presierra, desempeñando un papel importante en la dieta del lobo (Barrientos, 1989). La presión sobre el ganado doméstico -considerando el censo ganadero- es mínima. Sin embargo, a causa de la distribución irregular del lobo, los daños a veces se concentran en puntos localizados y, en ocasiones, afectan a reses vacunas de gran valor económico que se crían en fincas privadas, por lo que a menudo existen en la llanura cerealista puntos conflictivos.

5. Sierra de San Pedro y Sierra Morena. Los lobos de estas regiones, al vivir en extensas fincas privadas dedicadas a la explotación de la caza mayor, se diferencian de los del resto de España y se asemejan muchísimo entre sí. La dieta de estos animales podría estar formada casi exclusivamente por ungulados silvestres, sobre todo venados, y los daños al ganado son mínimos. Pero, desgraciadamente, la caza mayor de estas fincas es un ganado muy caro, de ahí que el perjuicio económico que se atribuye a estos lobos les haya llevado al borde de la extinción. Es paradójico que estos animales, que podrían considerarse los más «puros» desde un punto de vista ecológico, sean despiadadamente perseguidos por cumplir en la naturaleza el papel que todos estamos de acuerdo que deben desempeñar los lobos: seleccionar y hacer evolucionar a los herbívoros salvajes.

7.7. OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LA PROBLEMÁTICA DEL LOBO

De cara a su conservación, los principales problemas que plantea el lobo en su relación con el hombre en la mitad septentrional de España están relacionados con los daños que causa a la ganadería. En la mitad meridional, se le atribuye una incidencia negativa sobre especies cinegéticas que producen una alta rentabilidad económica. En ambos casos, las consecuencias se traducen en la caza ilegal de la especie, actividad que en la mitad norte de España no amenaza su supervivencia, mientras que en la mitad sur sí lo hace.

Ya que estos temas han sido suficientemente tratados, nos centraremos en este apartado en otro tipo de problemática: el papel nocivo de los perros errantes y asílvestrados, la hibridación entre perros y lobos, los aspectos genéticos de su conservación y la supuesta peligrosidad de la especie para el hombre.

7.7.1. Perros errantes y asilvestrados

Desde un punto de vista estricto, podemos considerar perros asilvestrados a los que no tienen dueño, crían en el campo, viven generalmente en manadas incidiendo sobre la caza y los animales domésticos y temen al hombre. Además de los asilvestrados, muchos otros perros procedentes de pueblos, caseríos y pastores se mueven en libertad por el campo, cazando y atacando ocasionalmente al ganado. En la práctica, resulta difícil y de escasa utilidad distinguir entre los distintos tipos de perros, ya que sus correrías se manifiestan igualmente en daños a la caza y al ganado.

El problema de los perros errantes y asilvestrados es mayor en los países mediterráneos, donde el clima benigno y diversas circunstancias sociales facilitan su proliferación. La presencia nociva de perros asilvestrados ha sido constatada en Portugal (Fonseca, 1982; Van Haaften, 1982) y se ha estudiado con cierto detenimiento en Italia. Boitani (1983) estima que de los 3,5 millones de perros existentes en Italia, unos 850.000 andan más o menos libremente por el campo y, de éstos, 80.000 son asilvestrados. Este autor calcula que en las áreas con una densidad media de 1 lobo/100 km2 existen 150-310 perros sueltos y 24-82 perros asilvestrados/100 km2. Los perros asilvestrados compiten con los lobos por el alimento y el espacio, limitando los movimientos de los jóvenes y los ejemplares solitarios cuando aquéllos forman manadas de 20-25 individuos. Aunque es probable que en España las densidades de perros asilvestrados no sean tan altas como en Italia, los datos de Boitani nos permiten comprender la magnitud del problema.

Bibikow (1988: 159) aporta datos recogidos en la URSS que parecen demostrar que la presencia de lobos limita la existencia de perros asilvestrados. Nosotros hemos intentado comprobar esta presunta incompatibilidad mediante encuestas enviadas a la guardería de Castilla-León. En ellas se preguntaba por la presencia de perros asilvestrados (considerando «asilvestrados» a los que se ajustan a la definición que hemos dado más arriba) en los municipios controlados por los encuestados. El 9,8 % de los encuestados que vivían en el área de distribución del lobo (n=213) habían detectado la presencia de perros asilvestrados, mientras que en las localidades sin lobos este porcentaje subió al 38,0 % (n=149). Las diferencias son altamente significativas (G=21,71; g.1.=1; p < 0,001). Estos resultados permiten afirmar sin correr grandes riesgos que, en términos generales, donde hay lobos existen menos perros asilvestrados. Teniendo en cuenta las grandes similitudes en cuanto a comportamiento (Boitani, 1983). no es descabellado pensar que al desaparecer los primeros, su nicho ecológico podría ser ocupado más fácilmente por los segundos, con lo que el impacto negativo sobre la caza y la cabaña ganadera pasarían a realizarlo -parcial o totalmente- los perros en vez de los lobos. Creemos que los datos que se aportan en este apartado son de gran importancia para modificar las actitudes de los que se oponen a la conservación del lobo basándose en criterios económicos.

En cualquier caso, el problema de los perros asilvestrados no debe hacernos olvidar la incidencia sobre el ganado y la caza -que, presumiblemente, es muy considerable- de los perros libres o errantes, es decir, los que, teniendo dueño, campean ocasional o habitualmente sin control. Las campañas de educación junto con la penalización de los propietarios irresponsables pueden ayudar a mitigar este problema, que en cualquier caso, tiene difícil solución, ya que, mientras sea un animal de compañía, siempre habrá perros en el campo.

7.7.2. Hibridación de lobos y perros

Las especies del género Canis muestran una gran tendencia a hibridarse entre sí produciendo descendientes fértiles, hecho que puede estar propiciado por la baja tasa de especiación existente dentro del género, corno sugiere el hecho de que todas las especies de Canis cuyo cariotipo ha sido estudiado tengan el mismo número de cromosomas (2N=78; Theberge, 1983). En estas condiciones, los cambios inducidos por acciones antropógenas pueden tener consecuencias impredecibles, como se ha constatado en América del Norte. Los lobos americanos y el coyote (Canis latrans) han evolucionado en alopatría; la gran expansión que ha experimentado el coyote durante el último siglo y medio -favorecida por las modificaciones del medio- le ha permitido hibridarse de forma generalizada con los últimos ejemplares de lobo rojo (Canis rufus) supervivientes en el sureste de los Estados Unidos, hasta el punto de que actualmente se considera que esta especie sólo existe ya en cautividad (Carbyn, 1988), Por otra parte, la hibridación generalizada del coyote con el lobo común (Canis lupus) ha originado dos nuevas formas geográficas de cánidos: el lobo tipo «Tweed» de Ontario (Kolenosky y Standfield, 1975) y el «coy-dog» de Nueva Inglaterra (Schmitz y Kolenosky, 1985).

Los lobos se hibridan ocasionalmente con perros cuando aquéllos están en densidades muy bajas (normalmente, perro con loba: Boitani, 1983, Bibikow, 1988). Esta polución genética puede haberse producido desde siempre en España, donde los lobos han convivido históricamente con perros. A largo plazo, estos cruces esporádicos aparentemente no afectan a la población salvaje de lobos, que seria capaz de absorber las hibridaciones en un período muy corto (Boitani, 1982). El problema se produce cuando estos procesos de hibridación se generalizan.

En España, se ha corrido la voz de que los lobos se encuentran cada vez más bastardeados con perros; esta opinión se ha consolidado en los ambientes zoológicos nacionales e internacionales. Sin embargo, las evidencias existentes no apoyan esta suposición. Entre todos los autores de los distintos capítulos de este libro hemos examinado personalmente alrededor de 600 cadáveres de lobo durante la última década sin obtener pruebas concluyentes de la existencia de hibridaciones. No obstante, existen tres ejemplares colectados en la provincia de Valladolid que presentan rasgos extraños, aunque no hemos sido capaces de decidir si son el producto de un cruce o se deben a la variabilidad natural de la especie. Por otra parte, García-Gaona et al. (este volumen) aluden a dos posibles casos de hibridación en Asturias, aunque ninguno de los autores ha observado personalmente los cadáveres, y las fotografías no resultan suficientemente ilustrativas.

A principios de la década de los setenta, se mataron en la Sierra de San Pedro (Extremadura) varios ejemplares híbridos (véase Valverde e Hidalgo, 1979), cuyos restos se conservan en la Estación Biológica de Doñana (Sevilla). Estos individuos se colectaron en una época en la que el lobo estaba prácticamente extinguido en aquella región. Por lo poco que sabemos sobre los procesos de hibridación entre lobos y perros (Boitani, 1982, 1983; Bibikow, 1988), suponemos que éstos tienen lugar cuando los lobos se encuentran en bajísimas densidades y no son capaces de encontrar pareja de su propia especie, por lo que, en realidad, constituirían una fase previa a la extinción de la especie. Si admitimos este razonamiento es lógico pensar que el peligro de que actualmente se produzcan procesos generalizados de hibridación en la mitad norte de España es mínimo. Sin embargo, el riesgo existente en los núcleos de Extremadura y Sierra Morena puede ser superior.

En este sentido, de cara a la gestión de la especie, hay que subrayar que siempre será preferible mantener poblaciones interconectadas y densas a tener numerosos núcleos pequeños y aislados.

7.7.3. Consideraciones genéticas sobre la conservación del lobo

En la década de los ochenta se han popularizado algunos conceptos genéticos aplicados a la conservación, como el de la «mínima población viable». Estas teorías deben ser tenidas en consideración a la hora de planificar la gestión de cualquier especie, pero, dada su base especulativa, su aplicación «ciega» a casos reales podría resultar muy negativa (Frankel y Soulé, 1981).

La mínima población de lobos que asegure su viabilidad genética a corto plazo se ha estimado en 100-500 ejemplares, que deberían extenderse por un área continua de 12.000-60.000 km2 (según Soulé, 1980, 1982) o de 39.000-78.000 km2 (según Frankel y Soulé, 1981). Otros trabajos más profundos sobre la conservación genética del lobo -aunque no dejan de ser especulativos han sido realizados por Theberge (1983), Shields (1983) y Boitani (1984), a los que remitimos al lector interesado en este tema.

Boitani (1984) estima que, en el caso concreto de una población de lobos sometida a una intensa presión de caza como ocurre en Italia y en España-, el tamaño de la población efectiva» (Ne) es 4 ó 5 veces menor que el de la población total (N). Dado que, para asegurar la supervivencia y la continuidad del potencial evolutivo a largo plazo, Ne=500 (Franklin, 1980), la población total no debería ser inferior a 2.000 ejemplares.

La población lobuna de la mitad septentrional de nuestro país, que contaría con 1.400-1.950 ejemplares a los que habría que añadir un centenar más de lobos portugueses distribuidos por un área continua, está por encima de la mínima población que presumiblemente asegura su viabilidad genética a corto plazo, y cerca de la mínima población que asegura la continuidad de su potencial evolutivo a largo plazo. Pero, ¿qué se debe hacer con las pequeñas poblaciones parcial o totalmente aisladas de Extremadura y Sierra Morena?

Theberge (1983), asumiendo los postulados clásicos de la genética de la conservación, se muestra partidario de un manejo que ponga en contacto a individuos de poblaciones aisladas para permitir el flujo genético. Shields (1983), apoyándose también en una sólida base teórica, da una interpretación alternativa, poniendo en duda la afirmación clásica de que «es obvio que el conservacionista debe considerar la endogamia corno anatema» (Soulé, 1980). Shields, refiriéndose a especies filopátricas -entre las cuales incluye al lobo-, subraya la importancia de conservar el alto valor adaptativo de poblaciones con baja variabilidad genética cuando ésta conlleva una gran aptitud mantenida por homozigosis favorable. Insiste, además, en que tales especies sufren la depresión ligada a la fuerte endogamia con una intensidad muy inferior a la de las especies que no son habitualmente consanguíneas, ya que aquéllas acumulan los recesivos deletéreos con mucha menor frecuencia que éstas. Sin embargo, coincide con los demás autores en que un flujo genético moderado podría ser positivo para la conservación de poblaciones absolutamente aisladas, siempre que se introdujeran individuos lo más cercanos posible a los que se pretende favorecer.

7.7.4. El lobo como peligro para el ser humano

El lobo ha sido considerado tradicionalmente como una especie peligrosa para el hombre, hasta que la divulgación de los trabajos científicos ha logrado desmantelar este mito. Sin embargo, en las décadas de los sesenta y los setenta, se han producido al menos dos muertes de niños en Galicia, cuyo causante parece haber sido el lobo (Valverde e Hidalgo, 1979). La fascinación morbosa que producen los sucesos de este tipo ha sido responsable de que estos hechos se hayan divulgado ampliamente. Teniendo en cuenta que el lobo vive en Europa en estrecho contacto con el hombre y que los casos comprobados de ataques a personas son escasísimos, se puede concluir que la muerte de seres humanos -sobre todo de niños (véase también Shahi, 1983) por lobos es una amenaza absolutamente remota, pero existe. Como sugiere Delibes (1989), se debería admitir este riesgo y reconocer, a pesar de todo, el derecho de la especie a vivir.

7.8. EL LOBO ESPAÑOL EN EL CONTEXTO EUROPEO

En España se han descrito dos subespecies de lobo: Canis lupus deitanus Cabrera, 1907, y C. l. signatus Cabrera, 1907. La primera de ellas se considera extinguida, mientras que la segunda sería el lobo actual de la Península Ibérica.

La subespecie C. 1. deitanus fue descrita sobre dos ejemplares vivos, recién capturados en Moratalla (Murcia), que se encontraban cautivos en el zoo del Retiro de Madrid. De acuerdo con Cabrera (1907), estos animales se diferenciaban por ser «una forma pequeña, de aspecto chacaloide y coloración más brillante que la de los lobos del Norte». Ya que los ejemplares se encontraban vivos, Cabrera (1914) afirma: «no he podido observar los caracteres craneanos y dentarios, ni tampoco tomar medidas exactas». Lo cierto es que no se conserva ningún resto de estos ejemplares, ni posteriormente se han recogido individuos que puedan ser asignados a esta subespecie. Por otra parte -como hace notar Garzón (1974)-, es ilógico pensar que, en una época en la que el lobo estaba ampliamente extendido por la mayor parte de la Península, se haya producido en Murcia un aislamiento suficiente como para originar una subespecie distinta. Por todas estas razones, nosotros estamos de acuerdo con Garzón en que C. 1. deitanus no ha existido nunca.

La subespecie C. 1. signatus se encuentra generalmente aceptada en los ambientes zoológicos nacionales. Sin embargo, Pocok (1935), que ha realizado el estudio más reconocido sobre la taxonomía del lobo en Eurasia, agrupa a la mayoría de las subespecies europeas -incluyendo C. l. signatus y C. l. italicus- en la subespecie nominal, C. L lupus L., 1758. Posteriormente, Mech (1970: 353) considera que Pocock «dio buenos argumentos» para realizar esta clasificación. Tampoco Bibikow (1988) reconoce la validez de nuestra subespecie.

En cualquier caso, se acepten o no estas subespecies, cada población aislada de las penínsulas europeas está indudablemente adaptada a su hábitat desde el punto de vista genético, y su conservación es un imperativo (Delibes, 1989). Sin embargo, no está de más hacer un breve repaso de la situación del lobo en Europa para ver qué lugar ocupa el lobo español en el ámbito continental.

En la tabla 5 presentamos las cifras aproximadas de los ejemplares existentes en Europa. Carecemos de datos sobre Albania, donde suponemos que podría haber unos pocos centenares de lobos. Los datos referentes a Rumania, Yugoslavia y Grecia con especulativos.

En primer lugar, hay que resaltar que la población española forma parte de la población ibérica, ya que el área de distribución de la especie en Portugal se encuentra conectada con las provincias del noroeste español. Sin embargo, teniendo en cuenta que los lobos portugueses deben de representar poco más del 5 % de la población ibérica total -un porcentaje probablemente menor que el margen de error de nuestros resultados-, en la práctica, referirse a la población ibérica o a la española viene a resultar muy parecido.

Como vemos en la tabla 5, en España se encuentra aproximadamente el 80 % de

los lobos de la Europa occidental. Por otro lado, a parte de la URSS europea -y, probablemente, de Yugoslavia y Rumania-, España es el país con la mayor población de toda Europa. Estos datos nos pueden dar una idea de la responsabilidad internacional que tiene nuestro país en cuanto a la conservación de la especie. 

TABLA 5 POBLACION APROXIMADA DE LOBOS EN EUROPA  

Portugal (1988) 100-120 (Lyle, 1988)
España (1988) 1.500-2.00 (Este estudio)
Italia (1989) 200-300 (Boitani, com, pers., 1989)
Yugoslavia (1982) 2.000-4.000 (Mech, 1982) (*)
Albania  ¿ --
Grecia (1989) 500-1.000 (**)
Bulgaria (1989) 100-200 (Genov, 1989) (***)
Rumanía (1982) 2.000-3.000 (Mech, 1982) (*)
Suecia-Nuruega (1989) 10 (Bjarvall, vom, pers., 1989)
Finlandia (1984) 300 (Nyholm, 1985)
Polonia (1987) 1.000 (Bobek et al., en prensa)
Checoslovaquia (1982) 130-150 (Voskár, 1983)
URSS europea (1977) 7.000 (Bibikow et al., 1983)

(*) Estimaciones basadas en datos insuficientes.
(**) Cifra estimada por el Grupo de Expertos sobre el Lobo, Estrasburgo, 1989.
(***) Se refiere a lobos cazados. El tamaño de la población podría ser entre 2 y 4 veces mayor.

A título de curiosidad, podemos decir que las mayores poblaciones del mundo se encuentran en la URSS (unos 67.000 ejemplares: Bibikow et al., 1983) y en Canadá (unos 50.000: Carbyn, 1988). Aunque carecemos de datos sobre la mayor parte de los países asiáticos, podemos aventurar para todo el mundo una cifra mínima de 150.000 lobos.

7.9. SOBRE LA GESTION DEL LOBO EN ESPAÑA

España ratificó el «Convenio relativo a la conservación de la vida silvestre y del medio natural en Europa» (el «Convenio de Berna») el 13 de mayo de 1986, haciendo una reserva de acuerdo con la cual el lobo pasaba desde el anejo II (el de «Especies de fauna estrictamente protegidas»), en el que se encontraba originalmente, al anejo III (el de «Especies de fauna protegidas»). El artículo 7, párrafo 2, dice textualmente: «Cualquier explotación de la fauna silvestre enumerada en el anejo III se regulará de tal forma que mantenga la existencia de esas poblaciones fuera de peligro».

En cuanto a la legislación nacional, el Real Decreto 1.095/ 1989, de 8 de septiembre, incluye al lobo en el anejo III, el de las «especies que pueden ser objeto de caza y pesca si se autoriza expresamente por las Comunidades Autónomas», en cuyas manos se encuentran las competencias relativas a la gestión del lobo.

De las nueve comunidades autónomas que cuentan con la presencia habitual del cánido, en dos (Extremadura y Andalucía) la especie se encuentra protegida. En las restantes está considerada como especie cinegética; no obstante, en Castilla-La Mancha, su caza fue vedada indefinidamente en 1987.

En cuanto a las indemnizaciones por daños, entre marzo de 1986 y febrero de 1987, las distintas administraciones pagaron 31 millones y medio de pesetas, es decir, la cuarta parte de los daños totales estimados. De esta cifra, más del 60 % correspondió a la Administración asturiana.

Cuatro comunidades muestran una política generosa, pagando todos (Andalucía y La Rioja) o gran parte (Asturias y Cantabria) de los daños producidos por el lobo. En las dos últimas comunidades, las indemnizaciones se pagan con un retraso medio de un mes. En otras cuatro comunidades, la política de indemnizaciones es insuficiente o no existe. En Castilla-León se indemniza aproximadamente un 14 % del total de los daños, con un retraso medio de un año. En Galicia, se paga -desde 1989- menos del 1 % de los daños estimados, con un retraso de años (1). (1) Estando este libro en imprenta (septiembre de 1990) hemos sabido que el Gobierno gallego tiene la intención de extender el pago de daños a toda la Comunidad. De confirmarse esta noticia, la gestión del lobo en Galicia experimentaría una mejora radical.

En Castilla-La Mancha y en el País Vasco no se indemniza ningún daño. En Extremadura, por fin, los lobos apenas provocan pérdidas a la ganadería.

Tras la reunión de especialistas sobre el lobo celebrada en Estrasburgo en junio de 1989, el Comité Permanente del Convenio de Berna redactó una serie de recomendaciones a los países contratantes, la primera de las cuales se refiere a la necesidad de gestionar la especie de acuerdo con un plan de manejo. Por otra parte, se recomienda específicamente a España y Portugal elaborar en común, en el marco del Convenio, un plan de gestión del lobo ibérico.

Ya que en España la competencia en cuanto a la gestión de las especies se encuentra en manos de la comunidades autónomas, en la práctica, un plan de gestión nacional del lobo sería el resultante de la suma de los planes de gestión de cada una de éstas. Tal circunstancia no contribuye a facilitar la ya de por sí difícil tarea de encontrar soluciones globales a los problemas que plantea esta especie particularmente conflictiva y con unos requerimientos espaciales muy amplios.

La gestión del lobo se enfrenta con un problema de orden político. Las pasiones desmedidas y enfrentadas que provoca el cánido, tanto a favor -en el caso del sector ecologista- como en contra -capitalizadas por los ganaderos-, hacen que cualquier medida relativa a la especie cuente con la oposición de uno de estos sectores o, lo que es más común, de ambos. En muchas ocasiones se tiende a rehuir la toma de decisiones en relación con el lobo para evitar la impopularidad que, casi inevitablemente, éstas traen consigo.

A continuación, discutimos una serie de consideraciones, que en nuestra opinión, deberían ser tenidas en cuenta a la hora de planificar la conservación de la especie. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la situación del lobo en la mitad sur de España es muy diferente a la de la mitad norte. En Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía, los planes de gestión deberían ser, de hecho, planes de recuperación, cuyo objetivo sería el de aumentar los efectivos de estas poblaciones hasta el punto de alejar de ellas la amenaza de la extinción. En la mitad septentrional, la gestión del lobo que muchas veces incluye medidas de control- debería basarse en un seguimiento riguroso de su status, para asegurarse de que las actividades cinegéticas y de control no provoquen una disminución significativa de las poblaciones, como exige el Convenio de Berna.

Cualquier plan de gestión debería considerar a la especie como parte integrante de los ecosistemas naturales; por tanto, su conservación no puede restringirse al interior de la red de espacios protegidos. Por una parte, en Europa no existen espacios de este tipo suficientemente amplios como para albergar una población viable de lobos (Franklin y Soulé, 1982). De otro lado, la idea de limitar la fauna a los espacios protegidos representa una visión trasnochada de la Conservación. De cualquier modo, se debería prestar especial cuidado en evitar la fragmentación o el aislamiento de las poblaciones. Este es el primer paso en el proceso de extinción de cualquier especie y, en el caso concreto del lobo, incremento el peligro de hibridación con perros.

Dado que el lobo está considerado como especie de caza en la mayoría de las comunidades autónomas, podría considerarse la posibilidad de compatibilizar, en la medida de lo posible, el control de las poblaciones con su máxima rentabilización cinegética. Si el dinero obtenido revirtiera en los habitantes locales, podría mejorar su actitud hacia el cánido. La rentabilización cinegética del lobo presenta problemas derivados de la dificultad de su caza. Sin embargo, en las Reservas Nacionales de Caza dotadas de una guardería competente o en otros puntos favorables, sería posible implantar esta medida, que debería ir precedida de un severo control de la caza ilegal.

Creemos que es fundamental extender el pago de las indemnizaciones por daños hasta cubrir la totalidad del área de distribución del lobo. Por una parte, se trata de una cuestión de justicia social: resulta inaceptable que el peso económico de la conservación del lobo recaiga sobre los ganaderos. Por otra parte, el pago de indemnizaciones legitimaría moralmente la represión de la caza ilegal. Sobre esta cuestión se hace la vista gorda, hasta el punto de que no conocemos un solo caso de denuncia por caza furtiva de lobos, a pesar de ser éste un hecho generalizado. Es evidente que, mientras no se paguen indemnizaciones, no resulta justificable desde un punto de vista ético perseguir a ganaderos que pueden haber sufrido pérdidas cuantiosas; por otra parte, sin un control riguroso de la caza ilegal es ilusorio tratar de llevar a la práctica eficazmente un plan de gestión de la especie.

Existen varios métodos para indemnizar las pérdidas a la ganadería. Uno de ellos es el pago directo del valor del ganado, es decir, el método que tradicionalmente se utiliza. Presenta el inconveniente de que suele fomentar la picaresca y podría inducir a los ganaderos a relajar sus medidas de vigilancia.

Otro método es la indemnización a priori, es decir, el pago de subvenciones a los ganaderos que vivan en zona de lobos. De esta forma, saldrían más beneficiados los propietarios que más se preocuparan de proteger su ganado. El principal inconveniente es que la cantidad que recibiría cada ganadero sería muy pequeña, y no eliminaría la indignación de los afectados por grandes lobadas o incluso por pérdidas de mediana cuantía. Por otra parte, hay que considerar que una de las formas más eficaces de proteger el ganado del lobo es fomentar la desaparición de éste, por lo que este método podría resultar poco beneficioso para la especie.

Otra forma de indemnización es la implantación de un seguro ganadero que asuma las pérdidas causadas por lobos o por otras causas. Este método tiene la ventaja de que evitaría los conflictos que suelen tener los expedientes de daños (¿han sido lobos o perros?, ¿el ganado ha sido matado por el lobo o ha sido devorado después de estar ya muerto?). Sin embargo tiene un problema de orden económico. Considerando que la agencia de seguros debería ganar dinero en las operaciones, la cantidad que habría que pagar mediante este sistema sería muy superior a la del primer método. Por otra parte, seria difícil de poner en marcha y tampoco estimularla a los propietarios a cuidar su ganado.

Hoy por hoy, nosotros nos inclinamos por la indemnización directa. Con todos sus inconvenientes, parece el método más barato, el más eficaz y el más fácil de aplicar. Si no se pone en práctica este método sencillo, resulta difícil pensar que se vayan a utilizar otros que pueden resultar verdaderamente complejos. El hecho indiscutible de que pueda aumentar la picaresca no es un argumento suficiente para rechazar este sistema. No obstante, conviene resaltar una cuestión importante. El pago de indemnizaciones conseguirá los objetivos que persigue en la medida de la rapidez con que se lleve a cabo. Las indemnizaciones que tardan meses (o años) en ser pagadas no sólo no acallan el odio contra el lobo, sino que fomentan la indignación contra la Administración.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta es la actitud de la gente hacia el lobo. En general, la actitud de la población urbana es muy favorable, pero no ocurre lo mismo con la población rural. En las encuestas enviadas a la guardería de Castilla-León, se incluía la siguiente pregunta: «En general, ¿qué sentimientos tiene la gente del campo hacia el lobo en su zona?». Las respuestas posibles eran las siguientes: 1) «Creen que debe ser exterminado», 2) «Creen que hay que controlarlo para que haya pocos». 3) «Indiferente». 4) «Les gusta porque su presencia aumenta el interés de la zona (caza, turismo...)». De 273 encuestas contestadas, en el 50,5 % elegían la primera opción, en el 35,0 % la segunda y en el 12,0 % la tercera; nadie consideró la última respuesta. A pesar de que el lobo pasa inadvertido en gran parte de la Comunidad, los sentimientos negativos hacia la especie parecen evidentes. Si esta encuesta se hubiera realizado en Asturias, Cantabria o Galicia, los resultados, casi con seguridad, hubieran sido mucho más negativos. Desarrollar campañas de sensibilización dirigidas a las poblaciones rurales parece impensable si no se pagan previamente indemnizaciones por daños. Incluso en los casos más favorables, estas campañas deberían ser diseñadas y conducidas por sociólogos, para evitar obtener una respuesta opuesta a la deseada. Sin embargo, las campañas de sensibilización dirigidas a la población urbana sí podrían resultar eficaces, al crear un estado de opinión que impulsaría a los políticos a dedicar más dinero a estos temas, de forma que las agencias de conservación pudieran contar con los medios materiales suficientes para afrontar los problemas que se derivan de la conservación y gestión de la especie.

RESUMEN

En 1988 el área de distribución del lobo en España se extiende por unos 100.000 km2, fundamentalmente en el cuadrante noroccidental del país. El lobo se distribuye de forma continua por la mayor parte de Galicia, la porción meridional de Asturias y Cantabria, la mitad septentrional de Castilla-León y algunas zonas de La Rioja y el País Vasco. Además, hay dos núcleos residuales y aislados en Extremadura y Sierra Morena.

En 1988 la población española de lobos se estimó en unos 1.500 ejemplares a principios de primavera -antes de los partos- y 2.000 a mediados del otoño. Estos resultados muestran una coincidencia muy notable con los obtenidos en censos locales realizados con diferente metodología. Casi el 90 % de la población española se encuentra en las Comunidades de Castilla-León (el 54,1 %) y Galicia (el 34 %). La densidad media en España oscila entre 1,5 y 2,0 lobos/100 km2 (antes de los partos y a mitad del ciclo anual, respectivamente). Las mayores densidades locales se encuentran en un área situada al noroeste de Zamora (5-7 lobos/100 km2) y en una zona que incluye porciones de las provincias de León, Palencía y Burgos (3,0-4,2 lobos/100 km2). Las densidades mínimas se encuentran en la llanura cerealista del centro de Castilla-León (0,4-0,6 lobos/100 km2).

La población de la mitad septentrional de España muestra una tendencia a aumentar, mientras que los núcleos de la mitad sur del país muestran una tendencia regresiva, encontrándose en peligro de extinción. La recuperación de la población septentrional parece ser consecuencia de la nueva conciencia conservacionista y del abandono del medio rural en grandes áreas del país. En la mitad sur de España, los lobos viven en grandes fincas privadas dedicadas a la explotación de la caza mayor, donde son muertos ilegalmente para prevenir daños a las especies cinegéticas.

En 1987 se recogieron datos de 309 lobos muertos por el hombre, pero se ha estimado que la cifra real podría oscilar entre 560 y 750. Entre las causas de mortalidad identificada destacan las armas de fuego (60,0 %) y la recogida de camadas (19,7 %). Se estima que la mayoría de los lobos se matan en España ilegalmente.

En 1987, los daños a la ganadería se evaluaron en unos 120 millones de pesetas. El 77% de los daños del país se producen en áreas de montaña -fundamentalmente en la Cordillera Cantábrica-, donde sólo se encuentra el 20,6% de los lobos. La desprotección del ganado en régimen extensivo, más que la falta de presas naturales, parece ser la principal causa de este hecho. En las áreas de máxima densidad de lobos, los daños a la ganadería son mínimos.

Se comenta la problemática relacionada con los perros asilvestrados, que aparecen con una frecuencia significativamente mayor fuera del área de distribución del lobo que dentro. No se han encontrado evidencias de hibridación generalizada entre lobos y perros, aunque no se puede descartar que este fenómeno se produzca de forma esporádica.

Se discuten algunos aspectos de la conservación genética de la especie, el status taxonómico del lobo ibérico y se evalúa la importancia de la población española en el contexto europeo, para acabar haciendo unas consideraciones sobre su conservación y gestión.

La gestión del lobo es competencia de las comunidades autónomas. En las comunidades de la mitad norte de España, el lobo es considerado como especie cinegética, mientras que en las de la mitad sur, es especie protegida o su caza está vedada indefinidamente. Se sugiere que la gestión se base en Planes de Manejo, que en la mitad norte de España podrían compatibilizar la conservación con la caza y el control de las poblaciones en caso de grandes daños. En la mitad sur del país los Planes de Manejo deberían ser, de hecho, Planes de Recuperación. Se discuten los problemas relacionados con la gestión del lobo, que, en gran parte, se derivan de las pasiones enfrentadas que la especie genera entre conservacionistas y habitantes de zonas rurales. El pago rápido y generalizado de indemnizaciones es el único método para legitimar moralmente la represión de la caza ilegal, factor que, en la actualidad, restaría eficacia a los Planes de Manejo. Se subraya que dichos Planes deben basarse en los datos suministrados por un seguimiento continuo de sus poblaciones.

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8. ECOLOGIA DEL LOBO EN LA CABRERA (LEON) Y LA CARBALLEDA (ZAMORA)  Por CARLOS VILA, VICENTE URIOS y JAVIER CASTROVIEJO

8.1. INTRODUCCION

El estudio de la ecología del lobo goza de larga tradición en Norteamérica, donde a partir de los años 40 se inician una serie de trabajos que hacen que esta especie sea uno de los carnívoros del mundo sobre el que más artículos científicos se han publicado.

Cuando a principios de los años 70 se realiza en Italia un profundo estudio sobre la ecología de la especie, utilizando técnicas de radiorrastreo, aparecen grandes diferencias entre el comportamiento de estos lobos mediterráneos y el de los norteamericanos. La plasticidad y el oportunismo de este gran depredador, que le ha llevado a ocupar desde el Artico a los desiertos de Arabia, impiden aceptar las generalizaciones y exige que en cada región se realice un estudio concreto de su ecología que establezca las particulares adaptaciones de esa población a su medio.

La ecología del lobo mediterráneo se ha estudiado en tres países: Italia, Portugal y España. En Italia, el proyecto comenzó en 1972 y fue dirigido por el Dr. Boitani. Al principio se contó con la ayuda del Dr. F. Zimen. En total se marcaron con radio collar 8 ejemplares y 3 hibridos de lobo y perro. También se estableció un programa de concienciación de los pastores de los Abruzzos, lugar donde se desarrollaba el proyecto, y de indemnizaciones por los daños causados por los lobos.

La ecología de este cánido en Italia está caracterizada por la gran escasez de presas naturales, el bajísimo número de ejemplares y los cientos de miles de perros asilvestrados. La dependencia de los lobos de las basuras quedó claramente establecida.

En Portugal, el Dr. J. L. Van Haaften realiza un estudio con radio-collares de un año de duración en la zona de Bragança (Van Haaften, 1983). Se marcaron 3 ejemplares. Posteriormente Francisco Petrucci Fonseca marca más ejemplares pero todavía no se dispone de los resultados.

En España se inicia el proyecto de estudio de la ecología del lobo por medio de radiorrastreo a finales de 1986, dirigido por el Dr. J. Castroviejo. En febrero de 1988 se marcó el primer ejemplar y el estudio continúa en la actualidad con el seguimiento de 6 ejemplares marcados. A los primeros resultados de este estudio realizado en la Carballeda (N. de Zamora) y la Sierra de la Cabrera (SW. de León) nos referimos en los siguientes apartados.

En este capítulo se van a dar los datos preliminares de este estudio sobre alimentación, uso del espacio, actividad y estructura social, y se compararán estos resultados con otros europeos y norteamericanos.

8.2. ALIMENTACION

La morfología y pautas socio-etológicas de los carnívoros están principalmente al servicio de la predación y varían en función del tipo de presa y forma de cazarla.

Los cánidos que capturan presas muy grandes, que contienen carne para todos y son muy fuertes, forman grupos grandes, incluso de decenas de ejemplares, como los licaones (Lycaon pictus) para capturar cebras (Equus burchelli) o los lobos que capturan alces. Por el contrario, los cánidos que se alimentan de presas muy pequeñas son solitarios, como por ejemplo los zorros.

El lobo no es una excepción y también influye el tipo de presa en su estructura social como veremos en dicho apartado.

En la zona en que se está realizando el estudio la principal fuente de datos para conocer la alimentación del lobo es el análisis de excrementos. La presa que destaca en cuanto a frecuencia y biomasa entre unos 200 excrementos analizados es el corzo (Capreolus capreolus) que puede llegar a más del 36 % de biomasa. Le siguen la oveja, el ciervo y la cabra con porcentajes parecidos, en torno a un 15 %, y el jabalí, que viene a representar un 6 %. El resto de las presas tiene una importancia pequeña en comparación con estas anteriores, pero se han detectado perros, conejos, liebres, ratas, micromamíferos, gallinas, paseriformes, carroña y materia vegetal como uvas (Tabla l).

Pensamos que la dependencia del corzo es muy importante y además parece ser la presa preferida, con diferencia respecto a otros tipos de alimento. Así, por ejemplo, se ha observado que uno de los grupos en los que existe un ejemplar (Felisón) radiomarcado, que habita en una zona a la que se arrojan gran cantidad de cerdos y pollos muertos de granjas vecinas y que pueden comer con gran tranquilidad por lo apartado de la zona, todos los excrementos recogidos en su área de campeo muestran gran cantidad de corzo y casi nada de cerdo y pollos. Además hemos observado durante días a Felisón encamado a unos 200 metros de donde se habían arrojado cerdos, que acabaron pudriéndose sin haberlos tocado. También los lobos mataron y devoraron un corzo que habíamos marcado con radio collar, en una zona en que el grupo disponía de cerdos muertos. Aparte de esta preferencia que parece detectarse por el corzo, es evidente que Felisón también comía estos cerdos, como lo hemos visto alguna vez. 

TABLA 1 ALIMENTACION DEL LOBO EN EL AREA DE ESTUDIO  

  % biomasa (*)
Corzo 36.53
Ciervo 14.76
Jabalí 6.15
Ungulado (¿) 1.95
Oveja 16.97
Cabra 11.44
Perro 0.62
Conejo 1.45
Liebre 1.00
Lagomorfo (¿) 0.33
Rata 0.33
Micromamífero 0.27
Gallina 3.18
Passeriforme 0.39
Carroña 4.64

(*) Los resultados se han obtenido aplicando el índice de Floyd et al. (n=200)

Una de las conclusiones que se pueden obtener al revisar la literatura sobre la alimentación del lobo en la Península Ibérica es su variabilidad, pues, según la zona, se observa cómo constituyen parte de su alimentación diversas especies, corno el corzo en León (Salvador y Abad, 1987), el conejo en Valladolid (Barrientos, 1989) o el caballo en Asturias (García Gaona et al., 1987), por citar sólo unos ejemplos. Pero esta variabilidad vemos que también se produce estacionalmente, dependiendo del recurso. Así, en la Sierra de la Culebra, en época de caza, la principal aportación en biomasa es de los ciervos presumiblemente matados y abandonados, excepto el trofeo, en la Reserva de Caza. En cambio, durante el verano, los cerdos muertos de las granjas ocupan este lugar (Urios et al., 1987). También existe variabilidad en la alimentación de los distintos grupos que contienen lobos radiomarcados; concretamente llamaba la atención la gran cantidad de cabras que el grupo de Sunca consumía, hasta que nos enteramos que había dentro de su área de campeo un rebaño entero de cabras enfermas de tuberculosis, que sufrió una mortalidad exageradamente alta durante meses, y que incluso el pastor abandonaba atadas en el monte a las enfermas para que no volvieron al redil. Esto, probablemente, provocó una especialización de los jóvenes en las cabras que continuó una vez desaparecido el rebaño enfermo.

La población de lobos que estamos estudiando muestra en general una posición intermedia entre los lobos norteamericanos, que se alimentan de presas salvajes como alces (Alces alces) (Mech, 1970) o ciervos de cola blanca (Odocoileus virginianus) (Fuller, 1989), y los lobos italianos y portugueses, dependientes casi totalmente del hombre por las basuras, caso de Italia (Boitani, 1986), o la ganadería caso de Portugal (Magalhaes, 1975; Magalhaes y Fonseca, 1979; Pereira et al., 1987).

Como conclusión, podemos apuntar la gran variabilidad de la alimentación de los lobos mediterráneos (en Italia se vio a un ejemplar comer spagetti) (Boitani, 1986), que se corresponde también a un hábitat muy degradado, pobre en presas, y también variable, que sería el contrapunto de los más simplificados de Norteamérica donde unas pocas especies presas con buena densidad son suficientes para la supervivencia del lobo. Otra diferencia con Norteamérica es que en los países mediterráneos la fuerte antropización del medio conlleva una correspondiente antropización de la dieta alimenticia del lobo mediterráneo, como señalan diversos autores (Reig et al., 1987; Boitani, 1986).

8.3. ECOLOGIA ESPACIAL

Para el estudio de la ecología espacial del lobo han sido capturados seis ejemplares a los que antes de volver a dejarlos en libertad se ha equipado con un collar provisto de un radio-transmisor. Este collar permite la localización del animal en cualquier momento mediante un receptor de onda larga.

Los animales seguidos son dos hembras adultas (Marta y Poli), una hembra joven (Sunka), dos machos adultos (Felisón y Vlad) y un macho joven (Cali, hijo de Poli). Estos animales han sido localizados prácticamente a diario desde su captura, habiéndose seguido a varios de ellos durante más de dos años (Marta, la primera en ser capturada, lo fue a finales de febrero de 1988; Tabla 2). 

TABLA 2 LOBOS MARCADOS EN ESTE ESTUDIO  

Nombre Sexo Edad Dias de seguimiento (*)
Marta H 5-6 años 767
Poli H 3 años 674
Sunca H 5 meses 516
Felisón M 3 años 325
Vlad M 4 años 141
Cali M 8 meses 120

(*) Hasta el 30 de marzo de 1990

 

8.3.1. Tamaño de las áreas de campeo

El tamaño de las áreas de campeo cubiertas por los animales durante sus desplazamientos muestra una gran variabilidad, que oscila entre los 100 km2 de Cali y los 892 de Marta. Estos casos extremos se comprenden fácilmente si se tiene en cuenta que Cali actualmente tiene nueve meses de edad y sus movimientos sólo cubren una parte del territorio familiar (aunque empieza a hacer recorridos mayores). Marta, en cambio, es una loba que desde noviembre de 1988 (momento en que perdió la camada que, según todos los indicios, estaba criando) ha venido comportándose como una loba divagante, moviéndose en solitario sobre una gran superficie que se superpone al «territorio» de otros lobos (entre ellos Sunka y Felisón).

Poli, a diferencia de Marta, se ha venido moviendo siempre por la misma zona, cubriendo una superficie de 243 km2. Un comportamiento similar es el que han venido mostrando los dos machos; no obstante, al llegar el invierno, se han ampliado mucho sus dominios, probablemente debido al celo, llegando Vlad a los 291 km2 y Felisón a 568 km2.

Finalmente, Sunka presentó durante su primer año de vida un área de campeo muy pequeña (menos de 50 km2), pero a partir del año sus movimientos se han extendido hasta llegar cubrir 195 km2.

Aunque la extensión media del área de campeo para los seis animales estudiados por nosotros resulte ser 349 km2, es alrededor de 200 la superficie explotada de modo más o menos regular durante períodos de unos meses. Este valor está por debajo de los obtenidos en Alaska (8.800 km2 según Mech, 1970; 1.645 para Ballard et al., 1987) y Canadá (512 km2 para Fuller y Keith, 1980), pero un poco por encima o igual a los obtenidos en Minnesota, el único estado de los Estados Unidos que mantiene poblaciones estables de lobos (111 km2 según Van Ballemberghe et al., 1975; 120 km2 según Fuller y Snov, 1988; 166 km2 para Fuller, 1989; 260 km2 según Fritts y Mech, 1981).

En las zonas de Portugal en que se han estudiado las poblaciones loberas, las áreas de campeo medias de tres lobos son de 41 km2 (Van Haaften, 1983; Pereira et al 1987). En Italia también son bastante pequeñas, oscilando entre 120 y 150 km2 (Boitani, 1986), y sólo en un caso alcanzan los 200 km2 (Francisci, comp. pers.). Si unimos estos datos a los aportados anteriormente apreciamos que los lobos estudiados representan, al menos en este aspecto, un estado intermedio entre las poblaciones con grandes áreas de campeo de Norteamérica y las del resto del Mediterráneo, donde cubren en sus desplazamientos superficies mucho menores.

La alimentación de los cánidos en cada una de estas zonas puede explicar en buena parte los resultados mostrados. En Norteamérica se observa un gradiente por lo que respecta al tamaño de las áreas de campeo, creciendo hacia el norte. Bibikov et al (1983) encuentran también esta tendencia en la Unión Soviética. Esto podría ser consecuencia de que al mismo tiempo aumenta el tamaño de las presas y disminuye la facilidad para cazarlas y, probablemente también, su densidad por la falta de recursos tróficos. Asi en Minnesota la presa fundamental es el pequeño ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), que proporciona solamente unos 57 kg consumibles por los lobos por cada individuo adulto (Fuller, 1989), mientras que al ir hacia el norte va siendo sustituido por el caribú, bisonte y alce, todos mucho mayores, proporcionando varios cientos de kilogramos de carne por individuo adulto. El incremento de las áreas de campeo llega a su límite en Alaska y norte de Canadá, donde además se dan movimientos migratorios de algunas presas, siendo seguidas por los lobos.

En cambio, en las regiones mediterráneas estudiadas encontramos que las mayores presas salvajes que constituyen parte importante en la alimentación de los lobos, pudiendo determinar la superficie cubierta en sus desplazamientos, son los corzos, cuyos peses medios son aún inferiores a los de los ciervos de cola blanca (las zonas en que pueden depender de ciervos, jabalies u otros ungulados grandes son mínimas). Sin embargo esta situación sólo se da en España, ya que los datos de que se dispone de Portugal (Magalhaes, 1975; Magalhaes y Fonseca, 1979; Pereira et al, 1987) muestran que el ganado doméstico representa hasta el 80 % del alimento de los lobos, y al ser un recurso superabundante, consumido a menudo como carroña, los lobos tienen suficiente con un área de campeo de reducidas dimensiones (el conejo es la presa salvaje más consumida y representa sólo el 8 % del total). La situación es aún más extrema en Italia, donde se considera (Macdonald et al, 1980; Boitani, 1986) que los lobos dependen exclusivamente del hombre y en especial de sus basureros. Esto lleva a explotar áreas de campeo muy reducidas: no necesitan más.

Finalmente, visto el tipo de alimentación de los lobos ibéricos, nos podría sorprender el tamaño relativamente grande de sus áreas de campeo al compararlas con las observadas en Minnesota, donde predan fundamentalmente sobre presas sensiblemente mayores, pero no debe olvidarse que la densidad de presas salvajes (corzos) en España difícilmente alcanzará los valores encontrados en Minnesota: 6,2 ciervos de cola blanca/km2 (Fuller, 1989).

Todo lo discutido anteriormente nos permite ver a los lobos españoles (por lo menos a los de Castilla y León) como las poblaciones que retienen más sus características primitivas, de cuando no dependían exclusivamente del hombre para su alimentación, de todas las poblaciones mediterráneas. Es decir, representan un estadio intermedio entre los grandes grupos «salvajes» de Norteamérica y los más condicionados por el hombre del resto del Mediterráneo occidental, adquiriendo así un significado especial su estudio como muestra de la capacidad adaptativa de este canído a un medio progresivamente humanizado.

8.3.2. Uso del área de campeo

Si nos fijamos en la distribución sobre el espacio de las localizaciones diarias de los animales de nuestro estudio, se aprecia que suele haber una o dos zonas dentro del área de campeo por la que se mueve cada individuo donde se concentran una buena proporción de las localizaciones. Son los denominados «centros de actividad». Son los lugares preferidos, de cada ejemplar (o de su grupo) para descansar durante el día y desde allí centralizar sus movimientos y actividad. En nuestro estudio se observa una clara preferencia por parte de los lobos para encarnarse en las pocas zonas que quedan con algún tipo de cubierta arbórea, tanto encinares como robledales o pinares de repoblación, especialmente si el sotobosque presenta gran cantidad de vegetación arbustivo. En estos medios se agrupan más del 85 % del conjunto de las localizaciones pese a que no cubren mucho más del 15 % de la superficie.

En las zonas del Mediterráneo occidental, debido a que el medio es muy heterogéneo por la transformación humana desde tiempos históricos, las concentraciones de localizaciones se suelen producir en unas zonas muy concretas. Van Haaften (1983) insiste también en la importancia de las masas boscosas para los lobos en Portugal. Boitani (1986) observa que en Italia las zonas en que subsisten los lobos presentan alrededor del 43 % de su superficie cubierta de bosques, mientras que para el total de la Península Itálica apenas es de 21 %. Como este autor, somos de la opinión que los bosques no favorecen a los lobos per se, sino que es la protección que representan lo que los atrae ya que, en general, allí están a salvo de las molestias originadas por las actividades humanas.

En los estudios desarrollados en Estados Unidos, Canadá y Alaska no se observa la existencia de este tipo de concentración de las radio-localizaciones más que durante la época de cría (cerca del cubil) y cuando los cachorros son aún jóvenes (en el rendez-vous site, o lugar de reunión, donde se encuentran los miembros del grupo y los cachorros). El resto del año las localizaciones se reparten más o menos al azar por todo el área de campeo, por lo general cubierta por grandes masas forestales.

8.3.3. Desplazamientos

Los desplazamientos de los lobos, según la opinión popular, son enormes, de más de 50 ó 100 km cada noche. La morfología de los lobos está preparada para largas carreras por la tundra en persecución de sus presas o siguiendo sus migraciones. Mech (1966), siguiendo rastros en la nieve, observa desplazamientos de 14,5 km diarios en un grupo de Isla Real durante un mes, pero si considera sólo los días en que se dio un desplazamiento significativo, la media se incremento hasta 24,8 km. En nuestro estudio observamos desplazamientos medios diarios de 10-12 kilómetros, aunque la variabilidad es muy grande y pueden recorrer en 24 horas entre 0 y ¡casi 60 km! Sin embargo, los datos obtenidos en Italia por Boitani (1986) muestran unas enormes diferencias con los nuestros: en el 50 % de las ocasiones, los desplazamientos efectuados en 24 horas eran inferiores a un km, en el 21 % no llegaban a 3 km, en el 27 % oscilaban entre 3 y 10 y, finalmente, en el 3 % de las ocasiones superaban los 10 km (excluye en los cálculos los datos de jóvenes en dispersión). Para este autor la cosa estaba clara: ¿para qué andar más?; vista la repetividad del medio, ¿para qué malgastar la energía si cerca de su encame hay un basurero bien «provisto»?

Aunque no disponemos de datos referentes a Portugal, dada la importancia que para los lobos allí estudiados tienen los lagomorfos, carroñas y animales domésticos, esperaríamos encontrar unos resultados similares a los observados en Italia (aunque probablemente sin llegar a esos extremos). Esto vuelve a situar claramente a la población objeto de este estudio a medio camino, con características intermedias, de transición, entre las poblaciones americanas y el resto de las mediterráneas.

8.4. ACTIVIDAD

Los collares con que se ha equipado a los seis lobos capturados van provistos de un emisor de ondas de radio y de un sensor de actividad que permite saber si el animal está activo o en reposo, atendiendo a los movimientos de la cabeza y cuello. Aunque no se puede asegurar con esto el tipo de actividad desarrollada (desplazamientos, juego, rascarse, ...), al comparar la infamación obtenida con los movimientos que se observan se pueden precisar tres niveles de actividad: reposo, actividad en un lugar fijo y desplazamiento.

El estudio de los ritmos diarios de actividad se basa en seguimiento de 24 horas, durante las cuales se tomaba la posición del lobo cada media hora y se anotaba cualquier cambio de actividad/ reposo que se detectaba mediante el sensor.

Nuestros resultados muestran que se trata de animales casi exclusivamente nocturnos, Su actividad se inicia entre una y cuatro horas después de la puesta del sol, llegándose en poco tiempo al máximo de actividad, que se mantiene hasta las primeras horas de la madrugada. Entonces se observa que muy frecuentemente presentan un período de reposo nocturno de corta duración, 2-4 horas. A continuación se presenta otro período de actividad que puede representar la reanudación de las actividades de caza durante unas horas más o simplemente el desplazamiento a una zona más resguardada para pasar el día, ya que el reposo nocturno puede hacerse en cualquier lugar, incluso muy cerca de los pueblos y cultivos, mientras que durante el día prefieren zonas mucho más resguardadas. El día lo pasan encamados, pudiendo invertir hasta 16 ó 18 horas del tiempo diario o incluso más, en descansar, y que sólo interrumpen brevemente, sin que se den desplazamientos normalmente.

Es al inicio de la actividad nocturna y especialmente al amanecer cuando se da una mayor proporción de actividad no acompañada de desplazamientos; esto lleva a pensar que es en estos momentos cuando tienen mayor importancia las relaciones sociales.

Estos resultados pueden sorprender a muchos paisanos debido a que todas las observaciones de lobos las hacen durante el día, especialmente cuanto atacan al ganado. Pero por lo que vemos, estos movimientos son muy raros. En nuestra zona de estudio, es excepcional que los lobos se muestren activos durante el día y ataquen a los rebaños. Posiblemente deben de estar muy acuciados por el hambre para que presenten niveles importantes de actividad diurna. En esta línea, en una ocasión, siguiendo a Marta, se la encontró comiendo desperdicios de una granja a 5 metros de las últimas casas del pueblo a la una del mediodía. En varias ocasiones había ido allí durante la noche, pero es la primera vez que seguía allí al hacerse de día tras dos años de seguirla.

En Italia se observa la misma marcada nocturnidad del lobo. Durante el día, el 60 % de las localizaciones de los lobos radio-marcados por Boitani (1986) corresponden a animales en reposo y en sólo el 3 % de las ocasiones se observó algún tipo de desplazamiento. En cambio, durante la noche observó reposo en el 17 % de las localizaciones y desplazamientos en el 30 %, correspondiendo el 53 % restante a actividad no acompañada de cambios de posición significativos (por ejemplo, todo el tiempo que pasan buscando desperdicios en un basurero). En Portugal, el lobo es asimismo nocturno (Van Haaften, 1983).

A este patrón, que se repite en esencia para todos los lobos mediterráneos, habrá que superponerle una gran variabilidad. Así, los jóvenes en dispersión y adultos divagantes presentan mayores niveles de actividad diurna; según los datos obtenidos para Cali y Sunca, los juveniles muestran mucha actividad sin cambios de posición importantes; durante la crianza de los cachorros, las hembras Poli y Marta prácticamente no presentan ningún desplazamiento y sólo son activas durante el día...

Mech (1970) opina que los lobos son claramente nocturnos, prolongando su actividad por la mañana, durante el verano en Norteamérica. Esto coincide con lo que observamos en Europa. Sin embargo dice que en invierno presentan actividad a todas las horas del día, aunque la metodología que usa es muy distinta de la nuestra, basándose en observaciones recogidas de la población local en verano y a las suyas desde avioneta en invierno.

Para explicar estas diferencias podría argumentarse que las bajas temperaturas que sufren los lobos durante el invierno en el norte de Estados Unidos, Canadá y Alaska les obliga a desarrollar más actividad durante el día para aprovechar el calor del sol y para compensar el déficit energético, que exige un mayor consumo alimenticio diario. El hecho de que en Arabia Gasperetti et al. (1985) opinen que los lobos son eminentemente nocturnos parece apoyar esta hipótesis. Otra explicación, que nosotros consideramos aún más importante es que la presión humana sufrida por las poblaciones loberas mediterráneas durante miles de años les ha obligado a ser estrictamente nocturnas, mientras que en Norteamérica se han librado de esta presión y se muestran más plásticos. Boitani (1986) cuenta algunos ejemplos de esta posible sincronización entre las actividades y uso del espacio de lobos para evitar la influencia humana.

La actividad diaria de los lobos en Estados Unidos y Canadá presenta una variabilidad mucho mayor que aquí. Un reflejo de esto es que Mech (1966), en Isla Real y durante un mes en invierno, encuentra un recorrido medio diario de 14,5 km, pero en realidad sólo se dieron desplazamientos en 9 días, permaneciendo el resto totalmente en reposo. Esto es una consecuencia de predar sobre presas grandes: los lobos permanecen junto al animal que han cazado hasta que lo consumen por completo y vuelven a tener hambre. Así, Ballard et al. (1987) observan que los grupos por ellos estudiados mataban un alce cada 5,4 días por término medio. Fuller y Keith (1980), en Alberta (Canadá), estiman que pasan 5,8 días entre capturas de alces adultos y 3,6 para jóvenes en una manada con 8-13 lobos a lo largo de dos años.

Ritmos supradiarios de esta magnitud es muy difícil que se puedan dar en las poblaciones mediterráneas. Sin embargo haciendo seguimientos de los lobos durante 48 y 72 horas hemos observado que se da una cierta complementariedad entre el comportamiento de un día y el del siguiente: si un día se dan grandes desplazamientos y mucha actividad, al día siguiente se da lo contrario, predominio del reposo. También las localizaciones diarias de los animales muestran que suelen estar 3 ó 4 días en una zona antes de hacer desplazamientos importantes para encamarse en otro lugar, donde también suelen pasarse más de un día. Esto sugiere que en España también se dan en parte estos ciclos supradiarios, quedando limitada a unos pocos días por el pequeño tamaño de las presas aquí existentes y superponiéndose al ciclo muy marcado descrito más arriba.

En Italia parece que no se da este fenómeno: los encames son una zona muy limitada, desde la que se desplazan radialmente a diario. Como el alimento fundamental son desperdicios humanos, de pequeño tamaño y siempre disponibles, cerca de zonas humanizadas, se llegan a dar casos en que un lobo repite exactamente el mismo recorrido cada noche, pasando por los mismos basureros o granjas (Boitani, 1986). No se sabe nada preciso sobre lo que sucede en las zonas estudiadas de Portugal en este sentido, pero al predar mucho sobre lagomorfos y basuras (Pereira et al., 1987) se esperaría un patrón similar al italiano. Esto ratificaría el papel intermedio de los lobos estudiados en España entre el resto de los mediterráneos y los americanos (y presumiblemente del resto del Paleártico).

8.5. ESTRUCTURA SOCIAL

8.5.1. Tamaño de grupo

El lobo es el carnívoro social por excelencia de los ecosistemas mediterráneos. Su capacidad para formar y mantener grupos organizados le permite cazar con éxito presas más pesadas que él (por ejemplo el alce, hasta 16-20 veces más pesado), a pesar de no ser un matador superespecializado como los félidos y ser una forma bastante primitiva (Crusafont Pairo y Truyols-Santonja, 1957).

El hecho de vivir en grupos ha originado el desarrollo de una serie de pautas de conducta y sistemas de comunicación únicos entre los carnívoros y que han sido objeto de muchos estudios en cautividad, algunos de ellos verdaderos clásicos en la etología (Schenkel, 1947, 1967; Lorenz, 1963; Zimen, 1981; Aguilera et al., 1982). Es asi cómo se ha conocido la existencia de dos jerarquías independientes dentro de cada manada, una para los machos y otra para las hembras. Se ha estudiado el significado de sus expresiones faciales, juntamente con las posiciones de su cuerpo e incluso sus vocalizaciones, como mecanismos destinados a establecer y mantener el orden jerárquico, evitar disputas, coordinar las acciones del grupo y mantener su cohesión.

Los estudios sobre lobos en libertad, dada la diferente metodología utilizada, se basan en la profundización en el conocimiento de la estructura social más que en el del comportamiento social, al que pueden aportar sólo una información marginal. En este sentido, los lobos de las regiones mediterráneas son unos grandes desconocidos y, por lo poco que se sabe, parecen ser totalmente diferentes de los americanos.

El mayor grupo de lobos que hemos podido observar es uno de siete ejemplares visto en febrero de 1990. Aparte de éste y de una camada de cinco lobeznos avistada en septiembre de 1989, nunca hemos visto más de tres lobos juntos. Los datos recogidos por otras personas en nuestra zona, entre Zamora y León, apuntan en el mismo sentido: los grupos mayores que se pueden ver de forma más o menos regular están compuestos por tres o cuatro lobos antes de la época de partos, en algunos casos hasta cinco y sólo de manera muy esporádica se superan estos valores, pudiendo llegar hasta 10 ó 12, aunque en más del 80 % de las ocasiones sólo se ve a uno o dos ejemplares. A partir de estos niveles se empieza a confundir la realidad con la fantasía y hemos llegado a oír hablar de grupos de hasta 24 lobos vistos hace muchos años. Boitani (1986) muestra unos datos prácticamente idénticos a los nuestros para los grupos italianos. Portugal parece estar también en esta línea (Van Haaften, 1983).

Estos resultados difieren en gran medida de la idea que tiene la mayor parte de la gente sobre los grupos o manadas de lobos y discrepan totalmente de lo que se observa en Norteamérica. Allí los grupos suelen ser mucho mayores, con valores medios a menudo entre 8 y 15 lobos. Mech (1966) estudió en Isla Real durante varios inviernos consecutivos una manada cuyo tamaño fluctuaba año tras año entre los 15 y los 21 lobos. Hayes y Bowers (1987) relatan la observación aérea en varias ocasiones de una manada formada por 39 individuos en el Yukón.

El tamaño de los grupos no es resultado del azar ni de «caprichos» de la naturaleza. Como dice Boitani (1986, pág 65): «el lobo tiene en el grupo uno de los instrumentos más eficaces y flexibles que le permitirán adaptarse a las más diversas situaciones ecológicas». Zimen (1976, 1981) analiza los factores que regulan este tamaño. Influyen multitud de factores, pero entre ellos puede ser especialmente significativo el tamaño de las presas. Zimen observa cómo en Norteamérica aumentó el peso de las presas, incrementando el tamaño del grupo, al desplazarnos hacia el norte. Así, en Mount Mckinley, donde cazan alces y caribúes, los grupos son mayores que en zonas donde se alimentan de ciervos como en Minnesota. En la Isla Real, situada dentro del Lago Superior, donde sólo hay alces, los grupos de lobos se han hecho mayores. Tanto en Italia como en Portugal y la mayor parte de España, las presas mayores que suelen cazar son los corzos, cabras y ovejas. No resulta difícil, por tanto, comprender el pequeño tamaño de nuestros grupos.

8.5.2. Relaciones sociales

Entre los animales marcados, dos pertenecen a la misma manada: Poli y su hijo Cali. Esto nos ha permitido obtener algunos indicios de lo que pueden ser las relaciones dentro de un mismo grupo. Así observamos que hasta la edad de 9 meses, los movimientos del joven fueron siempre de pequeña magnitud, sin alejarse demasiado (menos de un kilómetro) de la zona en que se crió; al llegar a esta edad sus movimientos se fueron haciendo mayores, pudiendo permanecer indefinidamente separado del cubil y zonas aledañas. Por su parte, Poli, su madre, permanecía bastante tiempo con él hasta los 8-9 meses, pero desde entonces se han ido moviendo independientemente por el interior de una misma zona, pudiendo estar juntos durante varios días (hasta una semana) o a varios kilómetros el uno del otro durante largos períodos de tiempo.

Si a esto unimos el hecho de que durante este tiempo se hicieron varias observaciones de Poli, que en una ocasión iba con otros seis lobos, en otra con dos más y el resto de las veces iba sola, se llega a otra conclusión: los grupos de lobos de España (grupos familiares) no se muestran estables. Los animales no van siempre juntos, sino que se unen, separan y deshacen el grupo en repetidas ocasiones. El mismo fenómeno se ha visto en Italia, donde Boitani (1986), siguiendo rastros en la nieve durante varios kilómetros, observaba cómo se unían y separaban los animales, pudiendo ir en direcciones muy distintas.

Estas observaciones también parecen diferir con las informaciones procedentes de Norteamérica. Según se deduce de Mech (1966, 1970), los grupos allí son muy estables, y aunque en ocasiones se pueden dividir durante cortos períodos de tiempo (unos días), nunca muestran una falta de cohesión tan grande como hemos observado en el grupo de Poli. ¿La razón de esta falta de cohesión? Probablemente se trata otra vez de la alimentación. Más arriba hemos dicho que por el tamaño máximo de las presas habitualmente matadas por los lobos mediterráneos (corzos, cabras y ovejas), es suficiente con que el tamaño máximo de grupo sea de tres o cuatro ejemplares. Pero nos encontramos con que estas presas grandes no representan en muchas zonas la mayor parte del alimento de los lobos, que pueden comer más basuras (p.e. en Italia, según Boitani, 1986, ver apartado sobre la alimentación) y lagomorfos o, si comen ungulados, en buena parte de los casos se trata de carroña. Por tanto, ¿qué interés puede tener el desplazarse en grupos si los recursos tróficos que pueden encontrar en muchos casos son insuficientes para dar de comer a todo el grupo?

De todos modos, los lobos parecen tener una necesidad de contacto social que les impide establecerse como individuos solitarios, incluso en zonas como la Península Arábiga, en que los pequeños mamíferos pueden representar la base de su alimentación (Gasperetti et al, 1985).

Según Boitani (1986), la dispersión de los jóvenes tiene lugar antes en los lobos de Italia que en los americanos. Pendiente aún de confirmación, esto parece repetirse en la Península: de momento sólo se ha seguido la dispersión de Sunka, una hembra joven marcada también con radio-emisor, que al llegar al año de edad empezó a hacer movimientos de mayor amplitud. Este fenómeno también puede ser una consecuencia del tipo de alimentación, que podría facilitar el que aquí los grupos fueran más pequeños y menos cohesionados.

8.6. RELACION CON EL HOMBRE EN LA ZONA DE ESTUDIO

Durante los dos años y medio de trabajo de campo se ha prestado mucha atención a la relación de los habitantes de la zona con el lobo. El hecho de convivir con ellos, primero en Faramontanos de la Sierra (un pueblecito de 16 vecinos) y después en Castrocontrigo, ha facilitado unos cauces de comunicación que raramente se había establecido con anterioridad entre los investigadores y la población.

Es preciso insistir en que los resultados obtenidos en esta zona no deben ser extrapolados a otras con diferentes características.

El área que comprende los municipios del norte de la Carballeda, en Zamora, y la Sierra de la Cabrera, en León, está caracterizada por una baja densidad humana, producto de la despoblación iniciada a partir de los años cincuenta. La zona está deprimida económicamente, y la población subsiste principalmente de las pensiones (la edad media es bastante avanzada), de la ganadería, la agricultura y algunas granjas pecuarias. La cubierta vegetal está muy alterada. La despoblación ha propiciado, como en el resto de otras áreas de montaña, el aumento de la población de ungulados silvestres, principalmente corzo y jabalí.

Durante tres años se han controlado todas las cabezas de ganado correspondientes a más de 15 municipios para estimar los daños causados por el lobo. Estos ganados, en su totalidad, permanecían encerrados por la noche y eran guardados durante el día por los pastores con perros generalmente pequeños. La mortalidad media causada por los lobos fue, durante estos 3 años, del 1,2 %. La mortalidad natural en la zona, sin contar los ataques de lobo, oscila entre el 7 y el 10 %. Hay que tener en cuenta que hubo rebaños que estuvieron durante 2 años sin recibir ningún ataque pese a la alta densidad de lobos en la zona como el de Valdavido. En cambio, en Faramontanos de la Sierra, de un rebaño de 47 cabras pertenecientes a un solo particular el lobo mató en 3 meses 17 cabras. Este fue el máximo detectado, y es el caso referido en el apartado de alimentación, en el que un grupo se especializó en matar cabras por la circunstancia comentada.

A veces, los lobos han sido localizados muy cerca de rebaños, que se dirigían hacia donde éstos estaban encamados y no pasaba nada. Felisón tenía su principal área de descanso diurno en un pequeño pinar, a unos 200-300 m de donde habitualmente pastaba un rebaño que nunca sufrió ningún ataque. Los rebaños con perros grandes o mastines aún sufrían menos ataques. En la Cabrera Baja, en una zona no controlada por nosotros, se produjeron en Odollo y en Saceda dos lobadas en las que resultaron muertas 30 y 25 ovejas, respectivamente. En los dos casos había quedado olvidado en el monte un grupo de unas 135 cabezas sin guardar toda la noche. Como conclusión, podemos decir que los ataques al ganado son esporádicos. Sin embargo, es fundamental que el ganado sea guardado por la noche y vigilado durante el día, a ser posible con mastines.

En la zona de estudio, han sido matados por el hombre con arma de fuego un total de 13 lobos entre 1987 y 1989. En todos los casos, de manera ilegal y, generalmente, por cazadores extraños a la zona.

La actitud del paisanaje hacia el lobo es generalmente hostil por parte de los ganaderos, pues aunque ocasiona mínimas pérdidas de ganado obliga a una atención constante al rebaño. El resto de los habitantes es bastante indiferente, y algún sector de la juventud prefiere su presencia, en algunos casos como pieza de caza. Es un aspecto difícil de generalizar, pues hay incluso pastores que prefieren su presencia, pero éstos son entusiastas criadores de mastines.

Pensamos que lo importante es la actitud de la sociedad en general respecto de la conservación de la naturaleza. De una actitud positiva deben surgir mecanismos que indemnicen ampliamente al sector de población que ahora soporta en solitario el coste de la conservación del lobo.

Respecto a la situación general del lobo en España, consideramos que la política de su conservación debe tratarse a nivel estatal y se debe considerar su protección estricta hasta que alcance un número suficiente para evitar su extinción y todas las poblaciones de lobos estén interconectadas. La Administración debe comprender que no se trata de la conservación de una especie aislada, sino que se debe tratar la conservación del ecosistema que soporta a esta especie en su conjunto.

RESUMEN

Este artículo aporta los primeros datos sobre la ecología de seis lobos marcados con radiotransmisores en el norte de Zamora y el sur de León entre 1988 y 1990. Se estudia la alimentación, la actividad, el uso del espacio, algunos aspectos de la estructura social de los lobos y sus relaciones con el hombre en el área de estudio, comparando estos resultados con los obtenidos en otros trabajos similares realizados en Italia, Portugal y Norteamérica.

En el área de estudio, el corzo es la especie-presa que más biomasa (36,5 %) aporta a la dieta del lobo, seguido de otros ungulados domésticos y silvestres. El tamaño de las áreas de campeo ha oscilado entre 100 y 892 km2, apreciándose una gran variabilidad individual. Los ejemplares marcados han mostrado una clara tendencia a encamarse durante el día en zonas con densa cobertura vegetal, donde, presumiblemente, buscan protección frente al hombre. Los desplazamientos medios diarios fueron de 10-12 km, con un rango de 0-60 km. La actividad fue casi exclusivamente nocturna; existen datos que sugieren la posible existencia de ciclos supradiarios de actividad. El tamaño de grupo no supera normalmente los 3-4 ejemplares; el mayor grupo observado constaba de 7 individuos. Las relaciones entre una hembra y su hijo (ambos marcados) se hicieron más laxas cuando el segundo alcanzó los 8 - 9 meses de edad. Las relaciones entre los miembros de los grupos Familiares parecen ser inestables.

Se discute la influencia de las modificaciones antropógenas y del tamaño de las presas principales en las características ecológicas de los lobos marcados, que, en términos generales, están a medio camino entre las de las poblaciones de Norteamérica -muy poco influidas por el hombre y dependientes de presas de gran tamaño- y las italianas y portuguesas -que viven en un medio altamente transformado con escasez de presas silvestres.

En el área de estudio, la predación sobre el ganado doméstico reviste escasa importancia, pues éste se halla encerrado por la noche y vigilado por pastores y perros durante el día. Se discuten aspectos relacionados con la conservación del lobo a escala nacional.

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