BARRIO DE ARGÜELLES;  HISTORIA SENTIMENTAL

 DE CUANDO VINO  MOBY DICK.-

Deben ser muy pocos los lugares donde el lejano mar se echa tanto de menos como en Madrid. Siempre se ha hablado del puerto de mar de Madrid y de la obra titánica del siglo XIX cuando se construyó el canal del Manzanares para nada menos que llegar barcos al Tajo y de ahí a Lisboa, y de ahí... Quizás por eso sucedió lo que nunca podrían imaginar habitantes de otros lugares peninsulares ni, mucho menos, de otros barrios madrileños: la legendaria ballena asesina "Moby Dick" llega a Madrid antes que ningún Papa de Roma y poco después de que lo hiciera el presidente de los Estados unidos. Por San Antonio, el 13 de junio del año 1954, un camión trae al monstruo de leyenda y lo exhibe en la plaza de la Moncloa, entonces libre de edificaciones militares, salvo el Ministerio del Aire. Entrada a dos pesetas y con carteles explicativos de las proezas del animal. "Avanza a 35 kilómetros por hora", "fue cazada en el océano Atlántico",( como si la gente de esta tierra seca  desconociera dónde y qué es el océano ). Se le coloca un soporte de tres patas para dejar la boca abierta y que la gente mire las "barbas" de la ballena. El caso es que el el clima caluroso y seco de Madrid en esas fechas, produce y acelera la descomposición del cuerpo de la ballena, que es presa de moscas y demás fauna. Por lo visto no hay acuerdo para retirar al animal en descomposición y el barrio soporta uno de los peores olores que le han correspondido...Aún los mayores del lugar dicen la frase de "huele a ballena", y obligado es señalar que no existían aún los actuales ecologistas tan trabajadores y obcecados en la cosa de las plantas y de las bestias del Señor, que hubieran hoy, montado una bronca monumental contra tal exhibición denigrante para la familia de los cetáceos y contra el bienintencionado empresario que quería hacer negocio a la vez que instruía y enseñaba a los habitantes del interior de la península cómo era una ballena. En fin , que la ballena o lo que de ella quedase, no supimos nunca a dónde fue a parar.  Descanse en paz Moby Dick o, mejor dicho, la ballena aquella que creímos que era la auténtica y legendaria Moby Dick.



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*DE CUANDO LAS FERIAS PERMANENTES DE LA PLAZA*

 La plaza de la Moncloa era una grandísima explanada en la que se podían asentar feriantes y todo tipo de kiosquitos y merenderos. La presencia lejana de "El Laurel de Baco" restaurante para bodas, bautizos y etcéteras que poseía fábrica de gaseosas y de sifones en el numero 49 de la calle de la Princesa, en donde hoy se ubica un anexo del Corte Inglés. En la plaza de la Moncloa, hoy calle del arcipreste de Hita salían siempre comuniones con niñas vestidas de novias un poco surrealistas, en realidad eran, las pobres niñas, una especie de "Drag Queens" eclesiásticas como si se tratase el tema como un rito de iniciación en el arte de ser unas mujeres que criasen hijos para la patria...Y niños vestidos de marinero o almirante, también un uniforme carnavalesco que nos hicieron vestir sin saber ni cómo era un barco. Al fin y al cabo yo hubiera preferido, hacer la comunión vestido de jefe de la estación del Norte, cosa más sensata y lógica ya que teníamos cerquita el ferrocarril y no tendríamos que hacer tanto ritual "Kitsch". 

 Aparte de esto,  las bodas eran como siempre: mucho olor a perfume de la vecina fábrica de Gal, y a betún para abrillantar los zapatos. Los niños nos metíamos en los tiovivos y los padres quedaban conversando sobre la carrera espacial de  los cohetes. Recuerdo un atardecer en la Moncloa en la que apareció en el cielo una especie de punto brillante de color verdoso reluciente, que entonces, al no existir el negocio posterior de los OVNI y de los marcianos, entonces decía, lo tomamos como un cohete americano, que provocaba admiración en los hombres y miedo en las señoras, que se temían fuera un arma de espionaje y cosas por el estilo. A los niños nos traía sin cuidado la amenaza espacial, de la que tanta gente hizo negocio mezclándola con esoterismos, creencias medievales, imaginación deformada y muchas palabras científicas tomadas al azar. La verdad es que era mucho más enigmático el arco del triunfo, blanquecino y con su figura triste y ridícula, que no impresionaba ni a la chiquillería, como lo hacía el vecino Ministerio ( "Monasterio") del aire con sus pajarracos haciendo de veletas. Lo que sí ha sido un espectáculo del que aún hay varios seguidores diarios, es el atradecer de verano con el cielo incendiado y la muralla morada de la sierra. Los viejitos se entretenían en discutir si si las luces que había a lo lejos eran Cercedilla o no...Al fin y al cabo esto era el fin de la ciudad. La Moncloa era el abismo vacío que se sentía tras recorrer calles y plazas. Quien pasaba la Moncloa se lanzaba al vértigo de la distancia, de lo intocable. En la esquina del paseo de Moret una aguadora pasaba la tarde con dos o tres botijos que subía desde la "fuente de la salud" del vecino parque del Oeste. Era una mujer fuerte y corpulenta de la que se decía que su marido había sido comunista, razón por la cual ella tuvo que echarse a la calle. Por cierto, qué era un comunista?...La imaginación lo hacía parecer un misterio de un monstruo cavernario que sembraba el terror y la destrucción así porque si. Hacia el Clínico, aparecían las primeras estrellas, recuerdo que una vez mi padre señalando una de ellas me dijo que era la estrella Polar...Desde entonces creo que la estrella polar sólo se ve desde la Moncloa...


 


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DE CUANDO PABLO NERUDA VIVÍA EN LA CASA DE LAS FLORES.-

 Eran los prósperos años treinta y desde la residencia de estudiantes, Juan Ramón Jiménez se acercaba a Argüelles y al parque del oeste, en ese pasar ascético y pulcro de Don Juan Ramón. El tranvía le dejaba en Rosales y él seguía las sendas del parque. Lo imagino en el hoy destruido monumento a Pablo Iglesias, en la fuente de la salud, en la ría...  Pero Pablo Neruda se vino a la casa de las flores, a cantar la cotidianeidad y a vivir cada lugar como nuevo. El poeta de la calle Altamirano, Luis Rosales, le dedicó esta descripción:             

Así le he visto recorrer el barrio de Argüelles donde escogía litúrgicamente la guindilla y el apio, la fruta y el ají. La calle de la princesa de anochecida ya al retornar de la cervecería de correos con los alcorques recién regados y la estación obligada en casa Manolo y luego la llegada a la casa de las flores  (Luis Rosales, poeta y vecino de la calle Altamirano nº 34)

Parece ser que Don Pablo tuvo que marcharse fuera de esa España de terror y de odio, y el barrio de Argüelles fue "tierra de nadie" en el frente de la guerra civil...Casi todas sus casas fueron bombardeadas por la legión Cóndor que nos dejó su impronta dentro de nuestros propios tabiques. Las calles se llenaron de barricadas de sacos terreros para poder circular a salvo de la artillería nacionalista de la Casa de Campo. En fin, un desastre, agravado por esa facilidad que se tiene en vengar ojo por ojo, y si es más, pues mejor. Nuestro barrio quedó como mártir y como maldito...Legiones de evacuados se alojaron en estas casas derruidas hasta incluso, los años cincuenta avanzados...

 Puede que ningún pueblo ni región de España haya sido tan maltratado, reventado, ultrajado y olvidado como éste barrio de Argüelles. Los mártires se clasifican en olvidados y abanderados.

"Explico algunas cosas" (Pablo Neruda en su etapa de vecino del barrio de Argüelles)



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ALGUNAS RESEÑAS LITERARIAS SOBRE EL BARRIO DE ARGUELLES   

Juan Ramón Jiménez.- Varios escritos en prosa sobre el parque del Oeste y los tranvías de Rosales. Aquí reproducimos  uno de los capítulos de su "Colina de los Chopos". PUESTAS DE SOL EN ROSALES

Gabriel Miró.- Tanto en "Años y leguas" como en "El libro de Sigüenza", hay referencias madrileñas y en concreto al barrio de Argüelles. He creído que la descripción del paseo de Rosales a las horas ya vespertinas en las que salían los expresos de la vecina estación del norte, es una de páginas más logradas de la descripción ambiental que tanto se buscó en la literatura del 98.   ARGÜELLES (Gabriel Miró).

Elegía por el barrio de Pozas.-  De la escritora Coro Entreaguas. "En el tranvía"

 LA CUNA DEL PLOMO.-  El autor iberoamericano Leopoldo de Trazgnies, trae el recuerdo de las imprentas del barrio de Pozas, y nos entromete en el fantástico trabajo de descubrir los fantasmas desvelados del Corte Inglés. 

EXILIOS.- El inefable narrador de la sociedad madrileña contemporánea Moncho Alpuente hace unos comentarios sobre nuestro barrio...Interesante y contundente!.

 Y continuaremos trayendo toda literatura que sobre nuestro barrio vayamos encontrando