CARACTERÍSTICAS DE LOS BILLETES LOCALES

Para el estudio de las características de los billetes locales nos remitimos a este largo extracto del  excelente estudio que realiza el profesor Rafael Abella en su libro La vida cotidiana durante la guerra civil editada por Planeta, una obra magnifica, imparcial, amena y fácil de leer para todos los públicos: 

En la imposibilidad de resolver de inmediato el gravísimo problema, (la escasez de moneda fraccionaria) el Gobierno republicano no tuvo más remedio  que autorizar a los municipios para la emisión de papel moneda. Y de los municipios se pasó a una tolerancia de acuñaciones en las fabricas de material de guerra, en las cooperativas, en los sindicatos. Y de aquí se saltó a las industrias, a los transportes, a los economatos y a los almacenes. Y aunque la moneda aparecida era únicamente de circulación interna, muchas llegaron a ser aceptadas por centros ajenos a los que fue emitida.

El hecho real fue que a lo largo de 1937, la zona republicana se convirtió en un auténtico muestrario de piezas convencionales... Pero la pérdida del sentido reverencial del dinero fue espeluznante. Las raras fichas acuñadas eran el hazme reír de la gente. Los chiquillos las coleccionaban, las intercambiaban como si fueran tapones corona de la gaseosa “El Rayo” o de la cerveza “EL Águila”. Ante aquella pérdida absoluta del valor de la moneda, el afán de acaparar la plata se redobló... Otros ocultaban billetes de emisiones de preguerra, especulando con su posible validez en el caso de una eventual derrota republicana...

A mediados de 1937 era posible en un viaje por la zona republicana efectuar transacciones con billetes o talones hechos de papel fino, de estraza, de pergamino, de cartulina, de cartón fino, de cartón grueso y hasta de cartón cuero y de madera. La procedencia del papel podía ser pautada, rayado, de cuadernos escolares y hasta de tarjetas de visita. El muestrario era de lo más sorprendente.

Los valores extendidos abarcaban según las localidades, desde cinco céntimos hasta cincuenta pesetas. La moda se daba en los valores entre veinticinco céntimos y una peseta (sin duda alguna los más afectados para los cambios de compras menores). La forma solía ser rectangular, aunque hubo quien los hizo cuadrados, y hasta circulares. Su confección podía ir desde lo más tosco hasta lo artesano. La impresión tipográfica representaba monumentos locales, alegorías, emblemas y hasta personajes políticos e históricos. En algún caso se deslizó un error ortográfico de bulto. El aval era variadísimo. Unos llevaban estampillado que acreditaba la entidad emisora; otros lo llevaban impreso. Algunos ostentaban la firma del responsable, otros lucían la huella dactilar del mismo, tal vez pensando benévolamente, como garantía irrecusable de su identidad. Su vigencia podía ser  indefinida o limitada. Algunos fijaban la fecha exacta del vencimiento y hasta hubo un municipio de Lérida a quien se le escapó fijarla  en el inexistente día 31 de septiembre. La cobertura también fue variable. En unos se hacía constar su condición de canjeable por billetes del Banco de España, en otros no se daba indicación alguna y en algún caso curioso se presentaba como garantía que respondía  del valor en circulación, a “las fincas incautadas en la localidad”. En otros, y el detalle es definitivo, campeaba un valor en el anverso y otro distinto en el reverso. El ámbito solía estar reducido al termino municipal, aunque la norma podía soslayarse si en la proximidad tenían aceptación los papeles foráneos.

El profesor Abella termina (al menos en este extracto) con la consecuencia social y moral que tuvieron estas emisiones. La puesta en circulación de esta variopinta serie de papeles tuvo enorme trascendencia sobre las ideas y sobre la vida de los españoles a quienes tocó comprar, vender y traficar con dichos bonos. La desacralización del dinero hizo perder todo el aprecio hacia él. La perdida del valor precipitó el dispendio, ridiculizó el ahorro, menospreció su posesión. La inflación hizo crecer los precios y aumentar los gastos. Y todo a un ritmo vertiginoso, galopante. El dinero se hizo papel volandero y sin valor, las emisiones se sucedieron. La circulación fiduciaria experimentó un crecimiento gigantesco, llegando hasta triplicarse. Las emisiones incontroladas hicieron el resto. La anarquía llegó a lo inenarrable.

En el largo extracto que hemos tomado del profesor R. Abella  se elabora un resumen de las principales características de los billetes locales, a nivel del país, y la repercusión en la sociedad de su época. Sin embargo, no es del todo completo, la base principal de su estudio suponemos que esta basada en Cataluña, una región muy al interior de la retaguardia republicana y, que no conoció los frentes hasta mediados de 1938 y por lo tanto no trata otras regiones que desde el principio hasta el final de la guerra fueron frente de combate, con pérdidas escalonadas de su territorio, como es el caso de la provincia de Córdoba. A estas provincias “fronterizas” hay que añadirle otras características, dadas las dificultades y necesidades que se le presentaban en cada momento. Sus vales más que billetes son muy rústicos, bastantes de ellos escritos a mano y los más impresos solamente con letras y sin dibujos. El único billete impreso con calidad es el de Pozoblanco realizado por relieves Basa y Pages de Barcelona. Por otra parte, no estamos del todo de acuerdo con el profesor Abella ni con K. Graeber en el sentido de que la mitad de los vales locales se emitieran en Cataluña. Si hasta ahora se considera así, se debe a que el nacionalismo catalán en defensa de su historia y de su idioma (lo que es muy loable) se ha preocupado por estudiar y recuperar los billetes locales de su región; cosa que no ha sucedido en otras regiones, salvo raras excepciones. En Andalucía siguen sin estudiarse, y lo grave es que cada vez será mas difícil hacerlo debido a la falta de testimonios orales - la mayoría de las personas que lo vivieron están ya fallecidas - la falta de organización y de la dispersión de la documentación y sobre todo la falta de estimulo - como el que tienen los catalanes - para poder llevarlo a cabo. A lo sumo se están realizando catálogos numismáticos al nivel de todo el país para uso de los coleccionistas.


Vale de Metro Barcelona

í
Vale de 50 grados
Colectividad Binefar
Unidad Monetaria Grados


Vale 2 Ptas de Belalcazar
Escrito a mano, papel cuartilla. Comercio de Justo Riballo


Vale de 10 Cts
Cartón fino cuadrado 
F.P. de Bujalance


Vale de 5 Ptas
Cartón grueso circular
F. P. Cañete de las Torres


Billete de 25 Ptas
Papel grueso 
F. P. Cañete de las Torres


Vale 1 Pta.
Cartulina
Economato
Montoro


Vales de Gasolina
Papel rayado. 
Comercio M. Manosalbas
Pedroche


Vale de alpargatas
Papel timbrado. 
Comercio M. Manosalbas
Pedroche


Vale arroba vino
Papel cuaderno
Ayunt. Dos Torres


Vale 1 Pta.
Cartulina eliptico
F.P:Bujalance


Vale 5 Ptas
Cartón grueso firmado
F.P. Villa del Río

 

 

 

 


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