GARANTIAS DE
VERACIDAD
La
Versión Diplomática del Secreto,
(enviada por Juan XXIII a las
potencias mundiales en 1963), aún sin considerarlo literal e íntegramente
el texto del Secreto, tiene muchas garantías de
veracidad:
A.- Se corresponde con el
de
La Salette, (aprobado
por la Iglesia.)
B.- Con los de
Akita, (aprobados
por la Iglesia en 1988)
C.- Con los de
Kibeho, (aprobados
por la Iglesia en 2001.)
D.- Con las
declaraciones de
Juan Pablo II, 1980 en Fulda.
E.- De
Sor Lucía,
sobre el mensaje de la Virgen.
F.- Del
Cardenal Silvio Oddi,
secretario de Juan XXIII.
G.- Del
Card. Josef Ratzinger, a la revista "Jesus", en
1984.
H.- Del Card.
Alfredo Ottaviani;
Card.
Ciappi,
etc.
I.- Y, con el Tercer Secreto, revelado en
Peñablanca.
VERACIDAD COMPROBADA
Sin ánimo de ser fantasiosos,
podemos avalar al cien por cien este texto.
Además nunca fué desmentido por el Vaticano.
Al contrario:
Testimonios de quienes habían leido el
verdadero Secreto dan a
entender que éste ya había sido desvelado, por lo
menos en parte:
CARDENAL OTTAVIANI, en Roma, 1967:
"Oración y penitencia pidió
Maria, como los dos medios capaces
de evitar terribles castigos que, como en el Apocalipsis de San Juan..."
JUAN PABLO II, en Fulda, 1980:
"Mis predecesores proporcionaron
información confidencial
de manera diplomática".
CARDENAL RATZINGER, a la revista Jesus, 1984:
"El contenido del Tercer Secreto
corresponde a lo que ya ha sido
anunciado en la Sagrada Escritura... lo que ya se conoce sobre el
mensaje de Fátima."
CONCLUSIÓN
Se le denomina "Versión
Diplomática 1963", porque circuló en los ambientes
diplomáticos, en el verano de 1963. Y salió originariamente
del Vaticano, "para que, si en Europa se llegara al holocausto atómico,
no quedara en la
conciencia de la Iglesia no habernos
avisado".
Louis Emmrich, periodista alemán afincado en Roma, recibió una copia,
publicándolo el 15 de Octubre 1963 en la revista alemana "Neues Europa":
como un «Extracto del Tercer Secreto de
Fátima, enviado por el Vaticano
a las Potencias mundiales». Los principales periódicos y revistas de la época se hicieron eco,
y lo publicaron a su vez.
Nunca fué desmentido por el Vaticano.
Considerado globalmente en su contexto,
todos los argumentos, la pregunta es legítima y correcta:
¿Qué más garantías podríamos pedir?
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