SEGUIMOS NECESITANDO CANCIONES DE AHORA.-


Cuando en la lejanía de los primeros años sesenta, Lluís Serrahima publicó
su artículo -Ens calen cançons d´ara (necesitamos canciones de ahora)- aquello
fue sin duda el punto de partida indiscutible de un movimiento cívico-musical, que más
tarde se convertiría en lo que se llamó Nova Cançó Catalana, que posteriormente fue espejo de otros movimientos como la canción castellana, la vasca e incluso la Nueva Trova Cubana.
Pero vamos por partes, a raíz de artículo una serie de ciudadanos profesionales liberales
de clase media tuvieron el acierto de empezar una dura tarea de articulación en base
al ya mencionado articulo. Josep María Espinàs, escritor, Miquel Porter i Moix, librero, y experto en cine, Delfí Abella, psiquiatra, se reunian, conversaban y buscaban fervientemente otros artistas que cantasen en catalán -y todo esto durante los años más oscuros del regimen de Franco-, en una Barcelona gris dentro de una Catalunya medio muerta, sin brazos y con una escasa capacidad real de respuesta. Y así se fueron creando las bases de lo que serían Els Setze Jutges. (dieciséis jueces, conocido refrán catalán)
Pero mientras tanto, hacía tiempo que nos llegaban en la distancia los ecos de una voz
de València que gritaba Al vent, (al viento), cantaba las esperanzas y lloraba la poca fe,
lamentaba la oscura noche de la dictadura y nos recordaba, con su voz vehemente que, efectivamente, nosotros no eramos de ese mundo. (nosaltres no sóm d´eixe món.)
Joan Manuel Serrat, Lluís Llach, Ovidi Montllor, Quico Pi de la Serra y tantos y tantos buenos cantantes iban apareciendo, cada uno con su talante y se unieron y se articularon según el espíritu inicial que diseñaron los pioneros y así se rebelaron con las
unicas armas que disponian, la guitarra, la voz y la lengua catalana cómo vehículo.
Pudieron superar todo tipo de obstáculos, la censura y las constantes prohibiciones, y
poco a poco llegaron a disponer de sus propios canales de difusión.
Muy pronto todo aquel revuelo se convirtió en una autentica catarsis ciudadana en
la lucha por las libertades individuales y colectivas y por el reconocimiento al derecho a la diferencia.
Alla donde iban llenaban los teatros y salas, incluso fuera de los límites de Catalunya y del area de los Paises Catalanes (todo el ámbito geografico de lengua catalana) cómo
Madrid, París, etc.
La oscura, oscurisima noche iba aclarando y de repente unos pequeños rayos de luz
iluminaban nuestra vida, parecía que empezaba a amanecer i nos llegó esta democracia nuestra. Súbitamente se pensó que aquellos que, a su manera pero con tanta eficacia,
habian luchado por los derechos y libertades ahora ya no eran necesarios.
Ahora nos encontramos en el año 2002, la canción catalana yace contrahecha en las más oscuras catacumbas de esta democracia nuestra que nos embarga. Seguimos necesitando canciones de ahora, canciones que nos hablen de la soledad del hombre moderno, ansioso y atrapado en una cruda espiral de prisas, angustias, rarezas y
dudas, pero también de esperanzas, canciones que nos hablen de la inmensa soledad
de nuestra estimada lengua catalana, que permanece mareada y medio perdida bajo
la presión inaguantable de las lenguas imperialistas y los estados que las apoyan.
A la lengua, la cultura, la canción, la identidad, las hemos de defender con las uñas y con
los dientes, a golpes de rabia pero también con ilusión, muy contentos de saber quienes somos y lo que queremos.
Sin duda lo conseguiremos.


Antoni Garcia Iranzo


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