Pedro Campos |
Tres
años pueden ser tres siglos
Pedro Campos Santos.
El pueblo
cubano votó por el socialismo, pero no se le preguntó ¿por cuál
socialismo?
El periódico
de la Juventud Cubana, Juventud Rebelde, (Trabajadores y Granma,
órganos de la Central de Trabajadores de Cuba y del Partido
Comunista no se refieren al tema) informó recientemente
que la Comisión de Instituto de Filosofía de la Academia de
Ciencias dará a conocer los primeros resultados de sus
investigaciones sobre el problema de la propiedad en el
Socialismo, dentro de… tres años.
William
Thompson publicó en 1830, hace 177 años, "Directrices prácticas
para el establecimiento de comunidades" donde, de
manera muy sintética aunque algo primitiva pero tan avanzada
para su tiempo que todavía hoy muchos no alcanzan a
comprenderlo, señalaba ya el gran problema del capitalismo: la
superproducción y sugería la solución: el trabajo
cooperativo. Allí afirmaba: "La sociedad, tal como está
organizada actualmente, sufre ante todo escasez e inestabilidad
en el empleo de las clases trabajadoras. ¿Cuál es la primera
causa de este subempleo? Es la carencia de ventas y de mercados.
No se logra vender los productos fabricados y entonces se
malvenden a un precio inferior al coste de producción; por
ello, los fabricantes no pueden ofrecer empleo permanente y
remunerado. El único recurso evidente es un mercado seguro para
la mayoría de los productos indispensables. El sistema de
trabajo cooperativo ofrece la solución. En lugar de buscar en
vano mercados exteriores en el mundo entero, donde se encuentran
sobrecargados o inundados por la incesante competencia de
productores hambrientos, realicemos la asociación voluntaria de
las clases trabajadoras. Éstas son suficientemente numerosas
como para asegurar un mercado directo y mutuo de los bienes más
indispensables en materia de alimentos, vestidos, mobiliario y
alojamiento.”
Desde
entonces pudieran encontrarse, cientos, tal vez miles de
análisis, investigaciones de académicos de las más variadas
tendencias socialistas, más menos argumentadas científicamente,
en los Siglos XIX, XX y XXI, incluyendo desde luego a los clásicos
del Marxismo Leninismo y a muchos de sus seguidores, que
demostraron teóricamente cómo el cooperativismo social
socialista, basado en la propiedad cooperativa, una forma de
propiedad colectiva, socialista, representaba la verdadera
alternativa a la solución de los problemas del capitalismo, en
el camino hacia el futuro comunista.
En Cuba un
prestigioso grupo de académicos hace años ha investigado
el tema y tiene muy claras conclusiones. Si no son más
conocidas es por falta de divulgación y publicación.
El derrumbe
del Socialismo de Estado neocapitalista en Europa, basado
fundamentalmente en la propiedad del Estado, el trabajo
asalariado y la centralización de las decisiones sobre el uso
del excedente social, dio nuevas oportunidades a los pensadores,
para argumentar aún más, que eran necesarias unas nuevas
formas de propiedad y relaciones de producción, distintas a las
del capitalismo asalariado, basadas en el cooperativismo y la
autogestión, integradas en un sistema social con planificación
democrática, como tantas veces señaló Marx y Lenin nos indicó
en un último trabajo teórico “ Sobre la Cooperación”. Por
no avanzar de la etapa inicial de centralización hacia el
cooperativismo socialista, se perdió esencialmente el
Socialismo en Europa.
La propia
realidad cubana lo ha demostrado: El trabajo cooperativo,
apoyado por el Estado (no el cercenado, no retribuido,
atiborrado de impuestos) ha sido la forma más eficiente de
producción; fue el sistema de cooperativas cañeras fundado por
Fidel, el que a más bajo costo produjo en 1960-61 casi el 50 %
de la caña para la zafra más eficaz del período
revolucionario (6,3 millones de Toneladas de azúcar).
Posteriormente las Cooperativas de Producción Agropecuarias
(CPA) permitidas en la agricultura han sido las unidades más
eficientes y productivas en esa área de la economía cubana.
Las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC) no han
tenido mejores resultados porque el aparato burocrático estatal
las ha torpedeado más que ayudado. Lo mismo que pasó con el
Perfeccionamiento Empresarial (PE), cuya aplicación ha sido
siempre obstaculizada, a pesar de haber sido muy exitoso en sus
concepciones originales.
Las UBPC y
el Perfeccionamiento Empresarial, aprobados e impulsados por
nuestro Partido, en línea con el cooperativismo y la autogestión,
son las bases socio-económicas principales del Nuevo Socialismo
en Cuba; su constante extensión y mejoramiento hacia más
participación de los trabajadores en las decisiones sobre
confección de planes, el usufructo de los medios de
producción, la elección de los dirigentes empresariales y
repartición del excedente, con pleno respaldo del Estado es un
camino promisorio en la consolidación de las relaciones
socialistas de producción. La imbricación de las UBPC y el PE
con una mayor descentralización de las decisiones, el control y
la ejecución en relación con los presupuestos a los distintos
niveles del Poder Popular, parece un camino más socialista que
las corporaciones estatales centralizadas, dolarizadas,
mercantilizadas y asalariadas, fácilmente reversibles al
capitalismo.
Todo el
futuro puede no estar claro para todos, pero lo que si está muy
claro para la mayoría es que necesitamos avanzar hacia más
socialismo que es más socialización de la propiedad y el
excedente.
Es muy
loable el esfuerzo de los compañeros de la Comisión de la
Academia de Ciencias. El alto calibre y prestigio de los científicos
que la componen auguran resultados muy provechosos para las
Ciencias Sociales Cubanas, pero dudamos que puedan sacar alguna
nueva conclusión, distinta a la de Marx y Lenin, la que ya se
ha venido demostrando a lo largo de los tres Siglos
mencionados: la forma genérica de la propiedad socialista, es
la del colectivo de trabajadores, con sus variantes, directa o
usufructuaria, en asociación o no con el Estado y que debe
generalizarse socialmente. Otras formas de propiedad y producción
en el Socialismo también existen pero no son las genéricas. El
comunismo viene después.
Los estudios
académicos que siempre se han venido haciendo son, sin dudas,
muy importantes para el conocimiento social, pero más
importante es la disposición de la dirección política
actual a despojarse definitivamente de las todavía presentes
viejas concepciones fracasadas del socialismo excesivamente
centralizado, basadas principalmente en la propiedad del Estado,
el trabajo asalariado y las prioridades establecidas
centralmente y seguir avanzando por el camino del cooperativismo
y la autogestión abiertos con las UBPB y el PE como vías de la
organización de la producción hacia el Socialismo.
El pueblo
cubano votó por el socialismo, pero no se le preguntó ¿por cuál
socialismo?
Ya llevamos
todo este período de Revolución, tratando de hacer el
socialismo desde el predominio de la propiedad estatal y el
trabajo asalariado, del sistema de control presupuestario
estatal centralizado. ¿Porqué persistir en una concepción
demostradamente fracasada que además no cuenta con respaldo
mayoritario? Y desde luego lo que no cuenta con apoyo no es el
Socialismo sino esa manera de concebirlo.
Es evidente
que en el seno de la Revolución siempre ha existido una lucha
fraternal entre dos tendencias principales, entre las que no ha
habido una frontera específica, hacia más o hacia menos
centralización, que no ha sido una lucha entre figuras,
sino entre concepciones que los revolucionarios hemos manejado
indistintamente. Es hora de buscar el justo medio y de crear los
mecanismos que garanticen tanto los intereses nacionales, como
los regionales, los de los colectivos empresariales y los
individuales: ni el estatismo superlativo que relega los
intereses de las personas, ni el individualismo consumista
capitalista que olvida los intereses de todos.
Los
partidarios del capitalismo dentro y fuera de Cuba presentan
como única alternativa al socialismo fracasado, la privatización,
las inversiones extranjeras, la dolarización, en fin el
neoliberalismo. Todos deben saber que sí existe una alternativa
socialista verdadera al sistema fracasado del Socialismo de
Estado neocapitalista: el Nuevo Socialismo o Socialismo del
Siglo XXI, participativo, democrático, autogestionario,
inclusivo e integracionista.
Si hay
dudas, discutamos todos –libremente- sobre el socialismo que
queremos, argumentemos a favor y en contra, en los centros de
producción y servicios, en los sindicatos, en los núcleos del
Partido, en los Comités de Base de la Juventud Comunista, en
los Comités de Defensa de la Revolución y luego preguntemos a
los trabajadores y al pueblo. Ya el pueblo votó por el
Socialismo, pero no sobre el tipo de socialismo que desea,
entre: continuar con el actual, altamente centralizado, basado
–fundamentalmente- en la propiedad del Estado y el trabajo
asalariado y la concentración del excedente en el Estado o,
avanzar al nuevo Socialismo más participativo y democrático,
que priorice y apoye el cooperativismo empresarial y social y
donde el Poder Popular controle descentralizadamente los
recursos y presupuestos en los respectivos niveles. Ante tal
pegunta, lo más probable es que una gran mayoría del
pueblo y los trabajadores opten por la segunda opción.
Los
trabajadores no quieren capitalismo, ni socialismo estatal
neocapitalista, ni trabajo asalariado mal remunerado, ni
inversiones extranjeras que fomenten el capitalismo, ni
productos extranjeros que podemos producir en Cuba, ni el
consumismo aberrante y despilfarrador, ni doble moneda. Los que
en Cuba quieren eso no son precisamente los trabajadores. Estos
quieren que se les deje participar en la administración de sus
centros de producción y servicios con el apoyo del Estado, no
con su interferencia y en el reparto de las utilidades y desde
luego hacerlo dentro de un plan general de desarrollo social, la
planificación democrática, que responda a los intereses de
toda la sociedad. Por y para el socialismo se peleó en Girón,
se declaró el carácter socialista de la Revolución se combatió
en el Escambray y se ha trabajado todos estos años.
O afrontamos
el socialismo con sus nuevas formas de relaciones de producción
y propiedad para garantizar la irreversibilidad de la Revolución,
o Cuba tendrá que prepararse para enfrentar en algún momento
una crisis, una fuerte intentona de volcar definitivamente el país
hacia la restauración capitalista que, a gachas y por la
ventana de la cocina, nos ha venido entrando, con peligro para
nuestra independencia.
Podemos
estar tres años, o tres siglos más discutiendo si son galgos o
si son podencos. “Vistas en una perspectiva histórica, las
relaciones de producción y propiedad llevan tiempo para
trocarse unas en otras, a veces siglos”, me dijo uno de los
profesores a quien por cierto admiro por sus brillantes trabajos
teóricos y no deja de tener razón. De acuerdo con ese enfoque
académico, tres años serían nada, pero es que ya los
comunistas llevamos en esto más de un siglo desde que en 1871,
con la Comuna de Paris intentamos tomar el Cielo por Asalto y
establecer el cooperativismo empresarial y socialmente y además,
el proceso ya está iniciado en Cuba hace casi medio siglo y no
debe detenerse. Lo que se detiene, relativamente retrocede.
Mientras
esperamos esos tres años, el capitalismo entronizado en el
socialismo desde la NEP (Nueva Política Económica) a través
del Capitalismo de Estado y reforzado aquí con el mercantilismo
que nos trajeron el dólar, la doble circulación monetaria, el
turismo mercantilizado, las corporaciones, los enfoques crematísticos
de las inversiones, los negocios extranjeros y demás medidas
capitalistas del Periodo Especial, seguirá haciendo su trabajo
de zapa y contrarrevolución y los trabajadores y “su
socialismo” se las tendrán que seguir arreglando, sin el
apoyo y hasta en contraposición al socialismo del Estado, para
hacer su autogestión, desviada o como quieran llamarle, pero la
suya, aunque muchos no la entiendan.
No se trata
de aprobar o justificar la ilegalidad, como algunos compañeros
interpretan lo que sería reconocer una realidad objetiva que
existe independientemente de los deseos de nadie. Los desvíos
de recursos y su utilización por los trabajadores para realizar
producciones marginales es la forma encontrada por ellos para
aumentar su participación en la propiedad, la gestión y las
utilidades. Eso es lo que quieren, eso es lo que nos están
diciendo. Ese debe ser el camino. Eso no se soluciona solo con
aumentos salariales, sino con cambios integrales en la concepción
económica general de la construcción socialista.
Los científicos
sociales y los que están tomando las decisiones principales
deben esforzarse más por entender la realidad en lugar de
estarle imponiendo camisas de fuerza. Las leyes las hacen los
hombres de acuerdo con circunstancias históricas y no son para
que se cumplan las buenas ideas que surjan en sus cabezas, sino
porque se cumplen en la práctica y si en la práctica lo que se
cumple es otra cosa, ésa otra es la que debe ser legislada.
Debe
rechazarse categóricamente el criterio de que los trabajadores
están robándole al Estado. Ese concepto implica la
aceptación implícita de que el Estado no pertenece a los
trabajadores, que el Estado tanto se ha divorciado de los
trabajadores que éstos le “roban”, puesto que usted no
puede robarse a sí mismo. En todo caso el Estado no está
retribuyendo adecuadamente el trabajo. Rectifique su política
socialista el Estado, permita una mejor redistribución democrática
del excedente y entonces los trabajadores no tendrán que
desviar recursos. Si el Estado no puede pagar los salarios
correspondientes por falta de rentabilidad, entregue en
usufructo (usufructo no es propiedad) la empresa a los
trabajadores y estos se encargarán de hacerla rentable. Es lo
que quizás debió hacerse con los centrales azucareros,
liberando la iniciativa obrera y de los Municipios azucareros
del Poder Popular. Si los que tienen que rectificar son los
trabajadores, entonces tendrán que buscarse otras formas para
solventar sus necesidades. Es mejor que sea el Estado quien
rectifique.
En la Guerra Civil en
Francia, analizando la Comuna de París, Marx escribió: “Los
obreros no tienen ninguna utopía lista para implantarla por
decreto del pueblo. Saben que para conseguir su propia
emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la
que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio
desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por
toda una serie de procesos históricos, que transformarán
completamente las circunstancias y los hombres. Ellos no tienen
que realizar ningunos ideales, sino simplemente dar (rienda)
suelta a los elementos de la nueva sociedad que la vieja
sociedad burguesa agonizante lleva en su seno”.
Para los políticos
revolucionarios, los que vemos ahí al capitalismo acechándonos,
la propaganda capitalista acrítica que nos llega a través de
nuestros propios medios, que sentimos el aliento de los
trabajadores -casi agotado por el esfuerzo no recompensado de
muchos años- buscando (inventando debería decirse) soluciones
a sus problemas cotidianos, tres años es demasiado esperar para
avanzar hacia más socialismo. Para entonces ya quizás y
desgraciadamente sea muy tarde y las soluciones de las
contradicciones actuales se resuelvan en forma indeseada. Todavía
estamos a tiempo de brindar las soluciones nosotros mismos, las
hemos manejado, están en nuestro arsenal.
Hay un tipo
de elecciones que no es con el voto, que está reflejando la
insatisfacción popular con la situación actual: el
decrecimiento de la población, los insuficientes nacimientos,
la alta tasa de suicidios, la cantidad de personas que abandona
el país o solicita hacerlo por cualquier vía para buscar
mejores opciones de vida. Muchos cubanos se van para donde sea,
no ya Estados Unidos o Europa, se van para muchos países
latinoamericanos o africanos a trabajar en lo que sea, como chóferes,
técnicos de la construcción, profesionales de todo tipo, etc.
y desde allá ayudan a sus familias en Cuba. Públicamente se ha
llegado a reconocer que “en el país no hay opciones de
trabajo para todos”, cuando todos sabemos que es la economía
estatal la que no puede ofrecer opciones, la que además no
permite la apertura de otras que no sean las suyas. Socialismo
no es estatismo.
Se ha dicho
que el decrecimiento y envejecimiento de la población es típico
de las “sociedades desarrolladas”, cuando debiera decirse de
las sociedades “capitalistas” desarrolladas, enajenadas,
viciadas, con altas tasas de suicidios, donde las grandes mayorías
explotadas están insatisfechas con sus formas de vida y el
futuro, pues aunque dispongan de medios materiales de vida, no
parecen desear lo mismo que están viviendo para sus hijos
y tienen razón. Es mentira que el capitalismo desarrollado haya
resuelto las demandas del ser humano moderno. Pregunten a
nuestros compatriotas que se han ido a trabajar a los países
capitalistas si han llenado sus expectativas de vida. Trabajan
como bestias modernas explotadas, montadas sobre cuatro ruedas,
sin tiempo para cultivarse intelectualmente y disfrutar la
cultura.
El
envejecimiento y decrecimiento de la población no es un
problema de desarrollo, es un problema de enajenación, de
insatisfacción social. Quien es feliz y está contento y
esperanzado con la vida, la fomenta. Muchas sociedades que viven
con menos riqueza material, en países subdesarrollados,
se procrean más fácilmente no por incultura, sino por una
concepción distinta de la vida y el futuro.
Este país,
esta la Revolución es de todos los cubanos que hemos batallado
por el socialismo, la libertad, la independencia, en las
luchas internacionalistas y por aumentar el nivel de vida de
nuestro pueblo. Los que dentro de la Revolución y el
Socialismo, estamos presentando una opción distinta a la
fracasada, capaz de acabar con la corrupción y el burocratismo
y garantizar mejores niveles de vida para nuestra población,
debemos tener la oportunidad de ser escuchados por nuestros
dirigentes, nuestro pueblo, por los trabajadores, para
esclarecernos mutuamente las dudas y que todos conozcan si no lo
saben ya, que existe otra manera de hacer el socialismo y que,
entre todos, decidamos el camino a continuar.
No estamos
mendigando un derecho, “hacerlo es propio de cobardes,
incapaces de ejercitarlo” nos decía Maceo; lo estamos
exigiendo y además ejercitando, por eso hacemos uso de los
recursos alternativos a nuestro alcance, desde la libertad
que nos hemos dado como Estado socialista de trabajadores,
como bien reseña el compañero Armando Hart en reciente artículo
publicado en Granma. El Partido es la vanguardia de la clase
obrera, no por decreto, sino porque sabe interpretar los
intereses de los trabajadores y por ponerse al frente de ellos.
En períodos
de Revolución, unos pocos años concentran cambios que pueden
llevar Siglos. También puede ocurrir que unos pocos años,
tres, pueden significar –después- siglos de
retraso, la vuelta atrás, a la neo-colonia, al capitalismo
salvaje y peor, a la anexión.
La dilación
de las necesarias decisiones en torno a los problemas que
aquejan a nuestra sociedad, a nuestra economía y a nuestros
trabajadores, y especialmente en relación con el importante
problema de la propiedad y el usufructo en el Socialismo,
sin proponérselo, puede estar sirviendo a los intereses
contrarios al avance de nuestra Revolución. Que la Revolución
no se detenga, que se haga permanente, es una
responsabilidad de todos los revolucionarios, pero en primer
lugar de los comunistas.
La Habana,
14 de abril del 2007
perucho1949@yahoo.es
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