No
necesitamos la “generosidad” del imperio, nos
basta con la de nuestros burócratas
Derechos
laborales en Cuba: ironías, realidad y
solución. Mientras no avancemos en la
dirección del socialismo participativo,
democrático y autogestionario, existirán
elementos que darán pié al cinismo
imperialista, para “venderse” como “defensor
de los derechos humanos, los derechos de los
trabajadores y la democracia” en Cuba.
“Todos somos ignorantes, lo que
ocurre es que no todos ignoramos las mismas
cosas.”
Albert Einstein.
La sub Secretaria
de Estado del Hemisferior Occidental, Kirsten
Madison exteriorizó el interés de su gobierno
en ayudar a mejorar el “respeto a los derechos
laborales de los trabajadores cubanos”, en una
de las manifestaciones más cínicas e irónicas
que recuerda la historia de las declaraciones
del imperio representante de los peores
intereses del capital internacional y enemigo,
por principio de todos los trabajadores,
especialmente los cubanos. “EE.UU. exige
respeto de los derechos laborales”, se
intitula un artículo diversionista del Miami
Herald.
“La defensa
imperialista de los derechos de los
trabajadores cubanos”, paradójicamente, está
basada en hechos manipulados, pero reales. En
una reunión el pasado sábado 12 de enero en La
Habana, un grupo de dirigentes del sector
empresarial vinculados a firmas extranjeras
plantearon que los trabajadores deberían en lo
sucesivo declarar las regalías que recibían de
sus empleadores extranjeros y pagar impuestos
sobre las mismas, inscribirse como
contribuyentes y hacer un pago inicial en
divisa cubana.
La esencia del
problema estriba en que las empresas estatales
vinculadas al capital foráneo reciben el monto
total de los emolumentos en divisa que pagan
los extranjeros por los servicios de sus
empleados, de lo cual, dichas empresas pagan a
los trabajadores sólo un por ciento menor y en
moneda nacional. Muchos empresarios
extranjeros, reconociendo que tales pagos en
moneda nacional son insuficientes para la
reproducción de sus empleados cubanos, dada
nuestra realidad, han acudido a la entrega
“por debajo de la mesa” de algunas regalías a
una cantidad indeterminada de trabajadores,
como formas de garantizar sus servicios,
muchos de alto valor técnico-profesional.
Apercibidos de esta situación, algunos en el
aparato burocrático recaudador de divisas para
el gobierno, pretenden ahora que los montos
de estas regalías sean declarados y por ellos
se pague impuestos.
Los trabajadores
cubanos presentes en la reunión, rechazaron
tajantemente estas exigencias, pues no todos
reciben esas regalías, recordaron el
“funcionamiento” salarial ya explicado y la
firma por todos ellos de un “código de ética
laboral” que les impediría aceptar tales pagos
extrasalariales. Se dijeron allí muchas otras
cosas que evidencian la insatisfacción de los
trabajadores y empresarios cubanos con las
acciones de los aparatos burocráticos que cada
vez más vienen distanciando al estado de los
trabajadores y el pueblo, como se ha venido
planteando en distintos artículos.
La reunión resultó
en una “sublevación pacífica”, especialmente
contra ACOREX, según testimonian algunos que
estuvieron presentes, pues por primera vez en
la historia de esa institución los
trabajadores masivamente rechazaron
vehementemente, tanto por la forma como por el
contenido, una directiva administrativa, como
se dice en el argot cubano: “plantaron” y no
aceptaron las imposiciones del aparato
gubernamental. La reunión fue mucho más que un
rechazo a esas medidas, fue una muestra de la
indisposición de los trabajadores a seguir
acatando la filosofía burocrática del actual
sistema estatista que los esquilma. Con esta
actitud han dado una buena lección de cómo
defender sus intereses, dentro de la
Revolución.
Algo similar
ocurrió en otra reunión con los trabajadores
de CUBALSE.
De manera que los
trabajadores cubanos no necesitamos del
“apoyo” del Departamento de Estado
reivindicando nuestros intereses ante nuestro
gobierno, que ciertamente está gravemente
infectado de burocratismo, problema que
compete resolver a los trabajadores y
revolucionarios cubanos lo cual venimos
enfrentando y vamos a solucionar, preservando
la Revolución, lo cual pasa necesariamente por
una serie de cambios en el sistema burocrático
dirigista, la organización del trabajo, la
forma de pago a los trabajadores, la libertad
de critica revolucionaria, el control del
excedente o plus trabajo, el esquema de
acumulación, las relaciones laborales y otros.
La “intervención”
de los voceros imperialistas en este asunto,
como ocurre siempre que introducen sus
extremidades inferiores, solo sirve para
complicar las cosas a los trabajadores cubanos
y en todo caso hacer el juego y fortalecer las
posiciones de los burócratas e inmovilistas,
toda vez que todo lo “defendido” por los del
Norte es visto negativamente aquí, de donde
-una vez más- se coliga la existencia de una
conexión, más real que virtual entre los
intereses imperialistas y la parte corrupta de
la burocracia, enfilada contra la Revolución y
sus trabajadores que son una y la misma cosa.
Es comprensible, hace rato el imperialismo
apostó a la autodestrucción de la Revolución y
busca la manera de que algunos en el patio
identifiquen como opuestos a la Revolución a
quienes critican al estatismo burocrático.
Pretenden que pase aquí lo mismo que en la
URSS y los ex países socialistas, donde los
burócratas con poder aplastaron a la izquierda
de la Revolución y luego se quedaron a merced
de la contrarrevolución, vieja táctica que
siempre es bueno recordar.
Este tipo de
medidas, como muchas otras absurdas
prohibiciones, represiones, excesos,
controles, limitaciones y otras
anticonstitucionales por el estilo que afectan
los intereses directos de los trabajadores y
el pueblo, lo mismo parecen obra de auténticos
inmovilistas que de emisarios del
imperialismo, pagados o voluntarios,
oportunistamente deslizados en las estructuras
de gobierno, que provocan iguales resultados:
acrecentar los problemas que enfrenta la
Revolución y agudizar sus contradicciones
internas. No sería difícil identificarlos, si
el principio de análisis fuera valorar cuánto
y cómo afectan sus acciones a los intereses de
los trabajadores y no –como se hace en algunos
informes- cuánto y cómo benefician al aparato
burocrático del estado. En fin, cuál es el
centro de atención de la sociedad, quién está
en función del otro: ¿el ser humano o el
estado?
Habría que ver si
la directora de ACOREX actuó por iniciativa
propia, de algún Ministro o de algún “equipo
económico” y qué sustentaba esta decisión. Se
conoce que todo parte de la Resolución
277/2007 del Ministerio de Finanzas y Precios.
Aunque otros
grupos de trabajadores tienen mayores ingresos
reales, ciertamente no es éste el de los más
bajos entre los cubanos, pero ya se está
tomando conciencia de que no se trata de
elevar el nivel de vida de unos trabajadores a
costa de bajar el de los otros, idea
igualitarista en la que se sustentan las
tiendas que venden en divisa, el
sobre-impuesto a las remesas, el super-impuesto
a los trabajadores cubanos que realizan
colaboración en el exterior, los altos precios
en las tiendas de divisa, el pago de elevados
impuestos a los cubanos para poder salir del
país (carta de invitación y permiso de salida,
250 dólares) y mantenerse fuera (40 dólares
por mes), los altos impuestos al trabajo por
cuenta propia, a los artistas y deportistas y
otros de este tipo. Busque el estado sus
entradas más en los impuestos mesurados y no
restrictivos a las ganancias de las empresas
de producción y servicios, sobre las
importaciones y exportaciones y en las
actividades mercantiles y lucrativas, que en
los ya menguados ingresos personales de los
trabajadores y ciudadanos y encuentre la
manera de reducir sus gastos y déficits en la
compactación y eficiencia de sus estructuras.
Como es sabido,
todos los “inventos” capitalistas del periodo
especial, que han generado el aumento del más
vulgar mercantilismo, el consumismo, el
burocratismo y la corrupción fueron partes de
las medidas tomados por el estado para
“recaudar divisas”, lograr su subsistencia y
continuar con su enfoque distributivo del
socialismo y sus logros principales, cuando lo
que debió priorizarse fue el estimulo al
trabajo, pagando por su aporte, liberar todas
las trabas que frenaban la producción
agrícola, artesanal e industrial de todo tipo,
repartir mejor la tierra, permitir el libre
intercambio de productos y mercancías internas
entre todas las empresas y sectores,
desarrollar especialmente el sector socialista
de la economía (cooperativas, empresas
autogestionadas y cogestionadas -entre el
estado y los trabajadores- de propiedad
colectiva, comunal y social) en fin, poner en
manos del pueblo y los trabajadores las
palancas de la economía y guiarse por lo que
plantearon las bases en el IV Congreso del
Partido y no lo que predominó: dejar todo en
manos de “tecnócratas” que han sido muy buenos
en mal administrar el capitalismo estatal y a
quienes lo “mejor” que se les ocurrió fue
organizar como “sacarle el dinero al pueblo”,
interpretación callejera del eufemismo
“recaudación de divisas”.
No es un simple
problema de un impuesto, o de la incapacidad
de una funcionaria o un grupo de ellos para
“imponer” medidas anti-obreras; es un asunto
de fondo en la sociedad cubana actual, de
supervivencia de la Revolución: acabamos
con el burocratismo y la corrupción o estos
fenómenos acabaran con nosotros. Se trata
de la concepción del socialismo visto como
capitalismo de estado, que sólo debe ser parte
inicial del proceso, para el cual los
trabajadores son asalariados, generadores de
ingresos, productores de ganancias, igual que
en el capitalismo, solo que ahora no para un
capitalista individual, sino para el estado
“bienintencionado y buen repartidor”, que le
permita a su aparato burocrático concentrar
fondos para su acumulación centralizada en
función de “sus planes”, no discutidos,
compartidos ni aprobados por los trabajadores
y el pueblo.
Tal esquema
general que ha resultado un fracaso donde
quiera que se ha aplicado, nada tiene que ver
con la concepción científica de Marx y Engels
sobre el desarrollo de la sociedad socialista,
por cuanto continúa la separación entre los
trabajadores, los medios de producción y el
control del excedente, y considera el
socialismo como un sistema de distribución y
no de producción, fundado en repartir entre
todos –por igual- de lo que sólo una parte
produce; principio igualitarista pequeño
burgués introducido en el movimiento obrero a
mediados del Siglo XIX por el francés
Ferdinand Lassalle, lo cual viola la ley
socialista de pago por trabajo, factor
económico que explica en gran medida los
fracasos socialistas del Siglo XX. (*). Al
respecto Fidel acaba de señalar:
“En la
nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve
ni como instrumento. Es como un árbol con
raíces podridas del que sólo brotan las peores
formas de individualismo, corrupción y
desigualdad. Tampoco debe regalarse nada a los
que pueden producir y no producen o producen
poco. Prémiese el mérito de los que trabajan
con sus manos o su inteligencia.” (**).
La complejidad del
tema es mayor por la existencia de dos monedas
que, como ya se ha explicado, distorsiona
todas las relaciones monetario-mercantiles,
donde aparece la “pesca” inescrupulosa, crea
diferencias sociales y de acceso a las
riquezas, dificulta la integración y armonía
de la economía, sus sectores y regiones y trae
otro remanente interminable de problemas. Raúl
dijo ya, el 28 de diciembre, que se estudiará
una solución a este desaguisado.
Estos hechos
evidencian la urgencia de tratar estos asuntos
con la mayor celeridad posible, pues están
precipitando graves descontentos en sectores
incluso de incuestionable calidad
revolucionaria, como el caso de la mayoría de
los trabajadores que laboran para firmas
extranjeras y en las embajadas, a los que
normalmente se le exigen infinidad de
requisitos y son “tamizados”, en lo que
pudiera ser considerada otra violación más de
los derechos laborales, junto a la falta de
contrato, la forma de pago, la no
sindicalización y otras muchas, asuntos todos
que nos compete a nosotros resolver sin
interferencia extranjera.
Mientras no seamos
capaces de hacer los audaces cambios
necesarios -ilusorios para los cansados-, que
acaben de echar a un lado al sistema estatista
burocrático, basado en el trabajo asalariado,
la propiedad estatal y el dirigismo centrista
de la economía y la sociedad y avancemos en la
dirección del socialismo participativo y
democrático, existirán elementos que darán pié
al cinismo imperialista, para “venderse” como
“defensor de los derechos humanos, los
derechos de los trabajadores y la democracia”
en el país que más ha batallado y hecho en
defensa de todo esto, y seguiremos encarando
el peligro de que las luchas de los
trabajadores y el pueblo por sacudirse las
coyundas burocráticas sean mal interpretadas
como enfrentamientos a la Revolución.
Algunos no acaban
de entender que esta Revolución -“de los
humildes, por los humildes y para los
humildes”- tiene que estar en función de
los intereses y de lo que consideran el
pueblo, los trabajadores de la ciudad y el
campo -manuales e intelectuales-, los
soldados, los estudiantes y no de lo que
piensa o crea un grupo, aparato estatal o su
burocracia. Otros confían en “resolver” las
insuficiencias del viejo sistema con campañas
de propaganda política y no faltan los que,
vueltos conformistas, han perdido la ilusión
comunista. Pero la profundización de la
Revolución y los cambios “estructurales” para
más socialismo son inevitables. Lo confirman
esta reacción de los trabajadores y los
últimos discursos de Raúl. El nuevo gobierno
los acometerá.
No señores
imperialistas, no necesitamos su
“generosidad”, nos basta con la de nuestros
burócratas.
Socialismo por la
vida.
La Habana, 21 de
enero de 2007
perucho1949@yahoo.es
** Ver artículo
del autor “El socialismo de estado es inviable
económica y socialmente”.
*Reflexiones de
Fidel Castro el 14 de enero de 2008.
Ver artículos
relacionados en las siguientes páginas de
Internet:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml
http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html