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Pedro Campos

 

Socialismo y reconciliación en Cuba. Un libro de Félix Sautié.

El hecho de que un comunista-católico aborde el tema, en la Cuba de hoy, donde cada vez más se va imponiendo la tolerancia a todas las diferencias y crece el espíritu de discusión y diálogo entre los revolucionarios para enfrentar nuestros problemas, es algo que merece la atención de todos los interesados en el tema, dentro y fuera de Cuba

Como casi todos los jóvenes comunistas de mi generación, conocía de la existencia de un dirigente de la UJC de apellido Sautié, que luego fue director de Juventud Rebelde y al que, más tarde, perdimos de vista, como a muchos otros de los que nunca más supimos.

En ocasión del intercambio de correos en enero pasado entre distintos intelectuales, relacionado con el “quinquenio gris”, salió a relucir el nombre de Félix Sautié, quien había sido vice Presidente del Consejo Nacional de Cultura en la época de Pavón. Es en ese contexto que Sautié me escribe para identificarse como partidario de la Autogestión social socialista, como el camino a seguir por la sociedad cubana para poder seguir avanzando económica, política y socialmente.

A partir de entonces, se produce entre nosotros un fructífero intercambio de correos y criterios, donde se pusieron de manifiesto nuestras diferencias e identidades, en un clima de absoluto respeto que ha llevado al surgimiento de una amistad fundada en principios socialistas compartidos.

Felix Sautié fue miembro de la Juventud Católica antes del triunfo de la Revolución y desarrolló su actividad revolucionaria en la UJC y luego en el PCC, desde su religiosidad que hoy mantiene, identificada con la teología de la liberación. Tales creencias, contrariamente a lo que pudieran suponer algunos, no han sido obstáculos, sino por el contrario, vehículos para la comprensión de los modernos conceptos del socialismo en el nuevo siglo.

Esta doble condición de católico y socialista, vinculado a la Iglesia y la Revolución le posibilitan una atalaya especial para poder valorar como pocos, las relaciones contradictorias de los problemas que aborda en este texto: Socialismo y reconciliación en Cuba.

El autor sigue siendo militante del PCC, labora como profesor de Ética cristina y gestión de proyectos en un Instituto teológico ecuménico, mientras escribe para publicaciones mexicanas y españolas sobreel cotidiano cubano.

La esencia de la propuesta de este libro, es la realización de un diálogo entre todas las partes de la sociedad cubana, partiendo de una ética en el debate que permita la creación de un consenso nacional, hasta ahora impedido por las políticas agresivas de Estados Unidos y las circunstancias del agudo enfrentamiento clasista que ha tenido lugar en la Revolución. Lo nuevo en su propuesta es la idea de que la “reconciliación nacional” sólo será posible con el desarrollo y consolidación de un nuevo socialismo participativo y democrático, en el que primen las relaciones socialistas de producción, basadas en el cooperativismo yla autogestión.

Podemos estar de acuerdo o no con un diálogo nacional en una sociedad que ha tenido ya varias polarizaciones, fracturas y deslindes, tan influidos por la acción del enemigo imperialista; pero la idea de que se realice en los marcos del socialismo participativo y democrático, brinda una nueva perspectiva que podría ser contemplada por tirios y troyanos. Mi observación más importante sería esperar a la consolidación de ese marco perspectivo.

Ya a fines de los años 70, Fidel inició un diálogo con la emigración cuya continuidad fue truncada precisamente por la agresividad del Imperialismo y los sectores más reaccionarios del exilio. En los últimos años, con menos rimbombancia pero quizás con mayor efectividad, la política cubana fue de mayor apertura hacia la emigración, pero las manipulaciones políticas y electoreras de la derecha conservadora miamense, la aprobación de las leyes Torricelli y Helms-Burton y más recientemente los planes Bush “para la transición cubana” y especialmente la ley de ajuste cubano, han limitado los viajes de los cubano-americanos a Cuba, complicado la reunificación familiar y las posibilidades de reinserción de la comunidad en la vida socio-cultural y política de Cuba.

La emigración cubana y la propia oposición interna no se parecen ya a la de los años 60 y 70, los sectores más reaccionarios están aislados y aunque tengan mucha influencia en la Administración Bush, son minoría y no representan los intereses mayoritarios de los cubanos que están fuera del país. La Revolución Cubana tampoco se encuentra en la misma situación de entonces.

En algún momento, aquella idea de Fidel tendrá que ser retomada y valorada en las nuevas condiciones.

El libro transcurre a través de ocho capítulos en los que va haciendo una crítica exhaustiva de la sociedad cubana actual y del sistema estato-centrista de dirección económica y social, demanda el necesario debate colectivo imprescindible para encontrar la solución de los problemas actuales y presenta ideas centrales de lo que será el nuevo proyecto socialista que por la buena voluntad de los cubanos, podrá llegar a regir en el Siglo XXI en nuestro país.

El hecho de que un comunista-católico cubano, comprometido a la vez con la Revolución Socialista y la Iglesia de Cristo, aborde el tema, en la Cuba de hoy, donde cada vez más se va imponiendo la tolerancia a todas las diferencias y crece el espíritu de discusión y diálogo entre los revolucionarios para enfrentar nuestros problemas, es algo que merece la atención de todos los interesados en el tema, dentro y fuera de Cuba.

La Habana, 24 de diciembre de 2007