El
inmovilismo, sus palancas y su necesaria
derrota
10
palancas concretas del inmovilismo que
deben ser desactivadas, modificadas o
cambiadas de mano. El caso cubano. La
experiencia demuestra que es necesario
derrotar al inmovilismo sin dar espacio a
la contrarrevolución y cerrando el paso,
al mismo tiempo, a los liberales burgueses
incrustados en el aparato estatal.
“Siempre es bueno ser, aún en los casos
graves, lo menos hipócrita posible”
José Martí
El inmovilismo que ha caracterizado las
fases medias y terminales de los procesos
del “socialismo de estado”, por
naturaleza propia fue desarrollando
mecanismos y palancas para tratar de
mantener el status quo, las cuales se han
manifestado como regularidades históricas.
La práctica ha demostrado fehacientemente,
que sin la derrota total y plena del
inmovilismo y sus palancas de poder, que
pasa por la socialización de los medios de
producción, se avanza inevitablemente
hacia la restauración capitalista, de
forma simulada y gradual, como en China
o en forma brusca, consecuencia de la
crisis económica y política, como en la
URSS y la Europa Oriental, ya antes
experimentada en Nicaragua y Granada.
Estos “mandos” se han ejercido contra el
común de la sociedad, pero especialmente
contra las fuerzas internas que han
intentado promover cambios, sin hacer
distinción sobre sus formas y objetivos.
Cambios, son cambios, vengan de donde
vengan, no importan sus significados pues
todos son contrarios al inmovilismo.
Los
procesos revolucionarios iniciados bajo el
signo de la Revolución de Octubre que
debieron conducir a la instauración de una
dictadura revolucionaria del proletariado
devinieron, como explicó con toda claridad
Rosa Luxemburgo en dictaduras del Partido,
del Comité Central, del Buró Político y
finalmente del Secretario General por
efecto del excesivo centralismo que primó
sobre la democracia. Se estableció un
culto a la personalidad de los máximos
dirigentes, abierto o encubierto, no
necesariamente inducido, que dificultaba
cualquier propuesta del resto de la
dirección o de la militancia.
Entre las regularidades, palancas y
mecanismos, más importantes que se forjó
el inmovilismo en casi todas partes,
destacan:
1-La
formación de sistemas gubernamentales al
estilo burgués con formas presidenciales y
parlamentarias representativas, fue una de
las palancas de mando que tempranamente
fue asumiendo el inmovilismo, la cual
convirtió el ejercicio directo de la
democracia de los primeros tiempos, en
formas delegadas, representativas, cada
vez más distantes de las bases.
2-No
respeto a los antídotos que estableció la
Comuna de París contra el burocratismo,
tales como: elección de todos los cargos,
revocabilidad permanente y salarios
promedios de los trabajadores. (1) Estas
prácticas eran tenidas en cuenta solo de
nombre, pues ni siquiera existían en
muchos estatutos ni constituciones, o eran
metamorfoseadas.
3-Sustitución paulatina de la palabra
“elección” por la “designación”. Se
instauró el “dedazo”. Los sistemas que se
fueron imponiendo posteriormente en todos
los gobiernos del “socialismo de estado”,
fueron violando el principio de elección
desde abajo hacia arriba, buscando las
maneras de hacer cada vez más permanentes
el control de los cargos, que con el
tiempo se adosaban más prebendas
extrasalariales. Los que defendían las
posiciones del pueblo fueron catalogados
de “populistas”. Se dio así cabida, al
arribismo, a la caza de cargos y al
clientelismo.
4-El
centralismo se fue imponiendo sobre la
democracia en el seno de los partidos, y
las discusiones y confrontaciones de
criterios fueron cediendo a las directivas
y decisiones de los órganos superiores,
siempre dominados por los mismos
dirigentes muchas “electos” bajo formas de
imposición y por “funcionarios” que jamás
fueron elegidos sino “nombrados” desde
las posiciones superiores. Eso de que las
decisiones de los órganos superiores
fueran acatadas por los inferiores, fue
desde siempre el traslado del
autoritarismo a lo que debió ser un
sistema democrático, pues todo debió ser
siempre al revés: las decisiones de las
Asambleas debieron ser mandatos de
obligatorio cumplimiento por los elegidos
para dirigir, ningún dirigente debió ser
jamás ni siquiera propuesto por los
organismos superiores y todas las
propuestas debieron siempre partir de la
base.
5-
La crítica se fue cercenando, se instauró
la censura, hasta convertir el sistema
informativo en invariable apología a las
posiciones del poder, única forma de
mantenerse dentro de la “nomenclatura”,
junto al seguimiento de los cursos de
“orientación política ideológica” en las
escuelas de los respectivos partidos,
donde se impartía la concepción del
socialismo de estado, explicada en los
manuales estalinistas, como la única y
verdaderamente revolucionaria y en las que
se desacreditaba todo tipo de diferencia
por “revisionista”, “divisionista” o
“diversionista”. Trotski, Bujarin,
Preobachesky, Rosa, Gramsci y otros
teóricos del socialismo eran desconocidos
por los graduados de esas escuelas y Marx
y Lenin eran cercenados. Así se maniató
–también- a las Ciencias Sociales.
6-La
intelectualidad y sus formas creativas
eran “reguladas” y sus manifestaciones que
rozaran la diferencia o sugirieran
disidencia eran simplemente excluidas.
7-La
prensa gubernamental y del partido se fue
convirtiendo, paulatinamente, en la prensa
de las posiciones oficiales, en la medida
en que el centralismo y el verticalismo
fueron sustituyendo el intercambio
horizontal, cerrando las posibilidades
internas a la crítica revolucionaria.
Cualquier crítica al sistema estatal, era
considerada anti-socialista,
neo-revolucionaria o
contrarrevolucionaria.
8-Los comunistas que se salían de estas
“normas” eran criticados y sancionados y
en los países de mayor represión
terminaban en la cárcel, expulsados del
Partido y de sus trabajos, expatriados y
hasta asesinados con o sin amañados
procesos judiciales por todos conocidos.
9-Los órganos de la seguridad del estado,
de instituciones al servicio de la
Revolución, se pusieron en función de
garantizar los intereses y posiciones de
las principales figuras y terminaron
dedicando más recursos al “control
interno” y a la represión de los propios
revolucionarios discrepantes que a la
lucha contra los enemigos de clases y el
imperialismo. Los órganos de la seguridad
llegaron a controlar la sociedad por
encima del Partido, y respondían
directamente a la figura del Secretario
General.
Como
consecuencia de todos estos fenómenos
aumentó la separación entre las cúpulas
gobernantes y la realidad. Los análisis de
la sociedad eran subjetivos y cargados de
idealismo. Las condiciones de vida de las
masas eran desconocidas o sobrevaloradas.
10-
El control sobre los puestos de trabajo a
través de la propiedad estatal y la
designación por los “ministros del
gobierno y sus subordinados” de
prácticamente todas las plazas fue la más
efectiva palanca, sobre la cual se
sustentaba todo el sistema del
inmovilismo. Por esta vía, los eventuales
discrepantes, disidentes y desafectos, se
convertían en rehenes de su subsistencia o
se arriesgaban a perder sus medios de
vida. Los sindicatos se transformaron en
auxiliares de la administración, las
“poleas de transmisión”.
Consecuencia de todo ese control sobre la
sociedad, se engendraba una de las más
brutales represiones: la auto represión,
generadora de una doble moral pública que
caracterizó la vida social de aquellos
sistemas y que llevó a la gente a tener
solo dos opciones: asumir esa doble moral
o emigrar.
Tal
proceso de burocratización que surgió con
la extensión inconveniente de la primera
fase política de la Revolución fue
creciendo en dirección contraria a la
necesidad de avanzar a la fase social, que
implicaba la socialización de los medios
y recursos de producción y todas las
relaciones subsecuentes de cambio,
distribución y consumo y, desde luego,
determinando la transformación socialista
correspondiente en toda la
superestructura de la sociedad. La
dirección del PCUS vino a entender esto
tarde y mal, como se ha explicado en otros
artículos.
El
caso cubano.
De
una u otra forma, en mayor o menor medida,
directa o indirectamente, estas
desviaciones han estado presentes en la
Revolución Cubana pues el avance a la
segunda fase social se ha estancado. No
obstante, la tolerancia y la herejía han
encontrado espacios debido al peculiar
carácter de nuestro propio proceso
revolucionario, la complejidad y el papel
de sus fuerzas promotoras que siempre
mostraron diferencias en cuanto a maneras
concretas, enfoques tácticos tanto en
materia de economía como política y
conducción social, que han garantizado más
una cohesión interna que la supuesta
unanimidad proyectada con la instauración
del partido único, encabezado por un líder
aceptado por todos .
En
el caso específico de Cuba, la doble
moneda (fueron las Bolutas y tiendas
especiales en la URSS) se ha convertido en
un instrumento extraordinario de coacción
social y en un excelentemente encubridor
de la expropiación del plus trabajo a las
clases trabajadoras y a los medios
económicos de los ciudadanos, a favor de
la acumulación centralizada para los fines
del estado, no discutidos, aprobados ni
compartidos con el pueblo. Esta palanca
del inmovilismo que favorece las
diferencias sociales, acrecienta la
distancia entre el estado y el pueblo,
propicia el control sobre la sociedad y
favorece la restauración capitalista debe
eliminarse en cuanto sea posible. Las
bondades igualitaristas pequeño burguesas
derivadas de ese engendro ya han sido
apologetizadas por algún tecleador en
estas mismas páginas.
En
algunos países los altos mandos de las
Fuerzas Armadas jugaron catastróficos
papeles contra la renovación del
socialismo, como en la URSS y en China
aunque de forma distinta en cada caso. En
Cuba, las FAR son una garantía de la
continuidad y profundización de la
Revolución Socialista. De allí salieron
las propuestas del Perfeccionamiento
Empresarial y las UBPC, caminos a los
paradigmas del socialismo autogestionario,
que habrían contribuido incalculablemente
a nuestra economía y sus fines sociales,
si no hubieran sido víctimas de tantas
trabas y cercenamientos burocráticos.
Otra
ventaja del proceso revolucionario cubano
ha sido la persistente política de
agresión y bloqueo del Imperialismo,
permanente acicate para la confrontación y
el trabajo político-ideológico que, en
cambio, ha servido diversionistamente
–también- para subestimar y dejar en un
segundo plano, nuestra primera tarea:
realizar las transformaciones socialistas
necesarias que consoliden la Revolución y
garanticen, bajo cualquier circunstancia
su supervivencia y el goce de la felicidad
racional por nuestro pueblo. Sin pretender
los absurdos niveles consumistas que el
imperio brinda a sus clases medias,
nuestro sistema, a pesar del bloqueo, debe
ser capaz de garantizar la satisfacción de
las necesidades básicas materiales y
espirituales de la población, en forma
racional. Pero ya se ha demostrado que eso
siempre será imposible bajo el actual
esquema estato-centrista de acumulación,
basado en la propiedad estatal, la
planificación centralizada (no
democrática) y el trabajo asalariado,
además mal pagado.
Muchos revolucionarios cubanos, concientes
de que estas realidades están llevando al
abismo a la Revolución -que es de todos- y
de la necesidad de superarlas, decidimos
enfrentarlas a cualquier precio. Pero por
respeto y confianza en la dirección
histórica y por una valoración de la
coyuntura internacional no salimos al
combate público hasta la arrancada que
esperábamos de los Jefes históricos, Fidel
y Raúl, la cual fue dada en el discurso de
la Universidad el 17 de noviembre de
2005. Hemos estado escribiendo en medios
alternativos porque se nos ha impedido el
acceso a los medios oficiales donde se
siguen defendiendo sin contrapartida las
posiciones del inmovilismo, las que
–diferentemente- no han sido rechazadas en
los medios a nuestro alcance. Lo
seguiremos haciendo hasta que se abra esa
posibilidad en nuestra prensa.
De
paso reconozcamos que estos procesos
internos de crítica, a pesar de sus
limitaciones, han dejado al enemigo
histórico y a sus acólitos, totalmente
desarmados ante la Revolución, pues sus
diatribas principales sobre la supuesta
falta de libertad de discusión y de
derechos en Cuba han demostrado carecer de
todo sentido. Libertad de crítica para
hacer Revolución sí tenemos, para hacer
contrarrevolución y restaurar el
capitalismo, no la tendrán nunca. A
quienes más dañan nuestras críticas al
inmovilismo, son precisamente al enemigo
imperialista y a sus secuaces internos.
Eso explica el silencio en sus órganos de
prensa sobre nuestros debates. Prefieren
ignorarnos, como igual, hace una parte del
inmovilismo.
Todo
lo que hemos venido planteando es de
conocimiento público. No hay un solo
elemento que afecte nuestra seguridad
nacional y no se trata precisamente de
compañeros que hemos trabajado en lugares
sin acceso a información clasificada.
Hemos venido planteando todo sin ofender a
nadie, ni criticar a ningún compañero por
su nombre, respetando la ética de la
crítica revolucionaria que asumimos a
pesar de la censura no declarada que
existe en nuestros medios contra estas
posiciones. Otros muchos fenómenos de
consecuencias negativas para la
Revolución, no serán analizados
públicamente nunca. Siempre hemos sabido
discernir entre lo que se puede y lo que
no se debe discutir públicamente. Allá los
que confunden todo. Hay quienes no desean
discutir nada, para que nada cambie.
Sabemos lo que hacemos, a qué nos
enfrentamos y lo seguiremos haciendo hasta
la derrota ideológica definitiva del
inmovilismo. También entendemos que éste
se defienda, pero cuidado en intentar
ponernos en la acera contraria. No hemos
partido nunca de posiciones que no estén
basadas en los principios de la Revolución
y en función de su consolidación. ¿Que no
están de acuerdo con tal o más cual
aspecto del socialismo participativo y
democrático, o no lo entienden? Bien,
debatamos, pero no es necesario ofender.
Abran al debate los espacios que controla
el inmovilismo. Hagan lo mismo que
Kaosenlared, excluyendo a la crítica
contrarrevolucionaria, que está muy
definida, y publiquen ambas posiciones. ¿A
qué temen?
Hemos llamado al debate revolucionario,
efectivo y leal, pero hemos constatado que
algunos de nuestros planteamientos se
tergiversan y otros, desde luego,
simplemente el inmovilismo no los acepta y
como no tiene como contrarrestarlos, hace
como que no existen, los ignoran y opta
por seguir evitando la publicación interna
de nuestros argumentos. Pretender que la
crítica del inmovilismo va contra la
Revolución, es suponer a ésta inmovilista:
nada más contradictorio.
Lo
hemos explicado otras veces, no está
dirigido contra nadie en particular este
combate que no es bélico, que se da con
las armas de la razón, el conocimiento y
las ciencias, contra un sistema de actuar
y pensar, burocrático, idealista,
retardatario y por esencia anti-obrero,
que llega a negar las bases principales,
los medios y métodos del marxismo cuando
se siente desarmado y que, además,
compromete gravemente nuestro futuro,
incluso como nación, únicas cosas que
defendemos, pues otras no tenemos ni nos
interesan.
Muchos no empezamos a hacer revolución
ayer, más bien volvemos de complicadas
batallas, aunque algunos -conocidos en su
entorno- ahora se desayunen con nuestros
nombres. Lo hacemos desde aquí dentro, con
mínimos recursos, sin ayuda alguna ni
vínculos con los enemigos internos o
externos de la Revolución; abiertamente,
sin usar seudónimos, participando en los
espacios que se nos permitan y aquí
seguiremos, pues concientes estamos que,
en esta lucha nos va el socialismo y la
Revolución por los que venimos entregando
nuestras vidas hace muchos años. Nuestros
únicos apoyos son la razón y nuestras
historias de entrega sin reservas.
Por
sus propias características históricas,
especialmente los disímiles orígenes de
las fuerzas revolucionarias que
confluyeron en la Revolución y a pesar de
la permanente presencia de la amenaza
imperialista, el socialismo cubano ha
empezado a identificar sus debilidades
internas y con todas las limitaciones
impuestas por sus circunstancias, ha
arribado a su madurez en medio de un
saludable proceso de discusiones,
inspirado por la propia dirección
histórica, especialmente con los debates
del discurso de Raúl el 26 de Julio, que
fueron más apoyados desde estos medios
alternativos que por toda la prensa
oficial junta.
La
intervención del Presidente en funciones
en la última sesión de la Asamblea
Nacional, ha dejado el camino abierto para
la continuación y profundización de este
proceso que para consolidar la Revolución,
deberá, precisamente, ir desmontando,
transformando o cambiando de mano todas
esas palancas que, en diverso grado, han
servido al inmovilismo en nuestro país y
reasumiendo las formas de la democracia
directa y participativa de los
trabajadores y especialmente, la
socialización de los medios de producción,
hacia la sociedad sin explotadores ni
explotados.
Nada
de esto tiene que ver con privatizaciones
de empresas, “libertad burguesa” para
explotar trabajo ajeno, ni desmontar la
obra de la Revolución y restaurar el
capitalismo anexionista. En todo caso son
la ausencia de debate revolucionario, el
excesivo estatismo, la
super-centralización y los mecanismos
inmovilistas, los mejores aliados del
enemigo imperialista y sus acólitos
internos, pues como ha demostrado la
práctica, estos fenómenos encubren al
burocratismo, éste a la corrupción y
entre todos le preparan el terreno a la
vuelta del capitalismo y provocan las
constantes violaciones y restricciones a
los derechos de los cubanos consagrados en
su propia constitución, que dan pié a las
acusaciones del enemigo y de la oposición
interna.
Entre la mayoría de los revolucionarios
hay consenso de que tenemos que cambiar
el viejo sistema esquematizado y hacer
cambios trascendentales para más
socialismo, pero estamos concientes de que
no podemos caer en el desorden
incontrolable a que condujeron la glassnot
y la perestroika en la URSS. Las
experiencias están claras: el inmovilismo
debe ser derrotado sin dar espacio a la
oposición contrarrevolucionaria y cerrando
el paso, al mismo tiempo, a los liberales
burgueses incrustado en el aparato
estatal, disfrazados de “reformistas”. De
paso, quede claro –una vez más- que no
queremos “reformar” el “socialismo de
estado”, queremos avanzar a una etapa
cualitativamente nueva: el socialismo
participativo, democrático,
autogestionario y libertario.
Especialmente, como manifestó Raúl, el
Partido, sujeto principal junto al pueblo
de esta gran obra de todos, deberá
democratizar sus estructuras y asumir los
mecanismos que la garanticen en el futuro.
El Partido deberá ser más sindicato y
menos secta (2) y los sindicatos,
aprovechando y optimizando las
posibilidades que brinda el
Perfeccionamiento Empresarial, deben
proyectar plenamente su control sobre el
ámbito laboral, especialmente sobre los
planes de producción, costos, gastos,
inversiones, aportes al presupuesto y
formas de pago. ¿De quién si no, es esta
Revolución?
Pero
no debemos esperar a que vengan otros de
arriba a resolver los graves problemas que
afectan al pueblo y a los trabajadores.
Las formas de derrotar el inmovilismo sus
métodos y mecanismos las han venido
poniendo en función los mismos
trabajadores en estos últimos tiempos en
casos, como la “guerrita de los emilios”
desatada por un grupo de intelectuales
revolucionarios, las críticas
revolucionarias efectuadas desde la red
digital alternativa de izquierda, los
artículos críticos de Juventud Rebelde,
las discusiones auspiciadas por el
discurso de Raúl el 26 de julio y el más
reciente rechazo de los trabajadores de
ACOREC a una resolución ministerial. Nos
acostumbraron a esperar órdenes de arriba,
ya es hora de ir dejando esa práctica. La
liberación de los trabajadores, es obra de
los trabajadores mismos.
Estamos concientes de que no es un proceso
fácil, demanda lucha, tolerancia,
inteligencia, paciencia y conciencia de
clase. Lo estamos haciendo desde el amor a
la Revolución y el dolor por el
reconocimiento de que tantos esfuerzos y
sacrificios de nuestro pueblo, por más de
medio siglo, pudieran ser echados por la
borda, a consecuencia del empecinamiento
de unos pocos que han creído suya -y no de
todo el pueblo- esta gran obra. Los
comunistas cubanos hemos sido capaces de
derrotar política, ideológica y
militarmente al imperialismo y hemos
resistido sus agresiones económicas, no
sin fracasos parciales. Esta gran batalla
por garantizar la irreversibilidad de la
Revolución y el Socialismo y hacerlos
avanzar, no será la excepción, pero
estamos concientes de que pasa por la
desactivación de las palancas del
inmovilismo y su derrota total.
Socialismo por la vida
La Habana, 28 de enero de 2007, en el 155
aniversario del natalicio del Apóstol, el
más extraordinario y universal de todos
los cubanos.
perucho1949@yahoo.es
Nota. Este, como todos mis artículos
anteriores, está siendo enviado también a
Granma, Trabajadores, Juventud Rebelde y
al Comité Central del Partido Comunista de
Cuba.
1- F. Engels. Introducción de 1891 a la
Guerra Civil en Francia, de C. Marx. C.
Marx y F. Engels, OE en tres Tomos. T-II.
Editorial Progreso. Moscú 1973.
2-”Servir los intereses y aspiraciones de
la clase trabajadora, es lo que da
carácter de vanguardia al partido”.
Rebelión, 5 de Octubre de 2006. Artículo
del autor.
Ver artículos relacionados en las
siguientes páginas de Internet:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml
http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html