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Pedro Campos

 
El inmovilismo, sus palancas y su necesaria derrota

10 palancas concretas del inmovilismo que deben ser desactivadas, modificadas o cambiadas de mano. El caso cubano. La experiencia demuestra que es necesario derrotar al inmovilismo sin dar espacio a la contrarrevolución y cerrando el paso, al mismo tiempo, a los liberales burgueses incrustados en el aparato estatal.

“Siempre es bueno ser, aún en los casos graves, lo menos hipócrita posible”                                                                                                                                                                             José Martí

 
El inmovilismo que ha caracterizado las fases medias y terminales de los procesos del “socialismo de estado”,  por naturaleza propia fue desarrollando mecanismos y palancas para tratar de mantener el status quo, las cuales se han manifestado como regularidades históricas. La práctica ha demostrado fehacientemente, que sin la derrota total y plena del inmovilismo y sus palancas de poder, que pasa por la socialización de los medios de producción,  se avanza inevitablemente hacia la restauración capitalista, de forma simulada y gradual, como en China    o en forma brusca, consecuencia de la crisis económica y política, como en la URSS y la Europa Oriental, ya antes experimentada en  Nicaragua y Granada.

Estos “mandos” se han ejercido contra el común de la sociedad, pero especialmente contra las fuerzas internas que han intentado promover cambios, sin hacer distinción sobre sus formas y objetivos. Cambios, son cambios, vengan de donde vengan, no importan sus significados pues todos son contrarios al  inmovilismo.

Los procesos revolucionarios iniciados bajo el signo de la Revolución de Octubre que debieron conducir a la instauración de una dictadura revolucionaria del proletariado devinieron, como explicó con toda claridad Rosa Luxemburgo en dictaduras del Partido, del Comité Central, del Buró Político y finalmente del Secretario General por efecto del excesivo centralismo que primó sobre la democracia. Se estableció un culto a la personalidad de los máximos dirigentes, abierto o encubierto, no necesariamente inducido, que dificultaba cualquier propuesta del resto de la dirección o de la militancia.

Entre las regularidades, palancas y mecanismos, más importantes que se forjó el inmovilismo en casi todas partes, destacan:

1-La formación de sistemas gubernamentales al estilo burgués con formas presidenciales y parlamentarias representativas, fue una de las palancas de mando que tempranamente fue asumiendo el inmovilismo, la cual convirtió el ejercicio directo de la democracia de los primeros tiempos, en formas delegadas, representativas, cada vez más distantes de las bases.

2-No respeto a los antídotos que estableció la Comuna de París contra el burocratismo, tales como: elección de todos los cargos, revocabilidad permanente y salarios promedios de los trabajadores. (1) Estas prácticas eran tenidas en cuenta solo de nombre, pues ni siquiera existían en muchos estatutos ni constituciones, o eran metamorfoseadas.

3-Sustitución paulatina de la palabra “elección” por la “designación”. Se instauró el “dedazo”. Los sistemas que se fueron imponiendo posteriormente en todos los gobiernos del “socialismo de estado”, fueron violando el principio de elección desde abajo hacia arriba, buscando las maneras de hacer cada vez más permanentes el control de los cargos, que con el tiempo se adosaban más prebendas extrasalariales. Los que defendían las posiciones del pueblo fueron catalogados de “populistas”. Se dio así cabida, al arribismo, a la caza de cargos y al clientelismo.

4-El centralismo se fue imponiendo sobre la democracia en el seno de los partidos, y las discusiones y confrontaciones de criterios fueron cediendo a las directivas y decisiones de los órganos superiores, siempre dominados por los mismos dirigentes muchas “electos” bajo formas de imposición y  por “funcionarios” que jamás fueron elegidos sino “nombrados” desde  las posiciones superiores. Eso de que las decisiones de los órganos superiores fueran acatadas por los inferiores, fue desde siempre el traslado del autoritarismo a lo que debió ser un sistema democrático, pues todo debió ser siempre al revés: las decisiones de las Asambleas debieron ser mandatos de obligatorio cumplimiento por  los elegidos para dirigir, ningún dirigente debió ser jamás ni siquiera propuesto por los organismos superiores y todas las propuestas debieron siempre partir de la base.

5- La crítica se fue cercenando, se instauró la censura, hasta convertir el sistema informativo en invariable apología a las posiciones del poder, única forma de mantenerse dentro de la “nomenclatura”, junto al seguimiento de los cursos  de “orientación política ideológica” en las escuelas de los respectivos partidos, donde se impartía la concepción del socialismo de estado, explicada en los manuales estalinistas, como la única y verdaderamente revolucionaria y en las que se desacreditaba todo tipo de diferencia por “revisionista”, “divisionista” o “diversionista”. Trotski, Bujarin, Preobachesky, Rosa, Gramsci y otros teóricos del socialismo eran desconocidos por los graduados de esas escuelas y Marx y Lenin eran cercenados. Así se maniató –también- a las Ciencias Sociales.

6-La intelectualidad y sus formas creativas eran “reguladas” y sus manifestaciones que rozaran la diferencia o sugirieran disidencia eran simplemente excluidas.

7-La prensa gubernamental y del partido se fue convirtiendo, paulatinamente, en la prensa de las posiciones oficiales, en la medida en que el centralismo y el verticalismo fueron sustituyendo el intercambio horizontal, cerrando las posibilidades internas a la crítica revolucionaria. Cualquier crítica al sistema estatal, era considerada anti-socialista,  neo-revolucionaria  o contrarrevolucionaria.

8-Los comunistas que se salían de estas “normas” eran criticados y sancionados y en los países de mayor represión terminaban en la cárcel, expulsados del Partido y de sus trabajos, expatriados y hasta asesinados con o sin amañados procesos judiciales por todos conocidos.

9-Los órganos de la seguridad del estado, de instituciones al servicio de la Revolución, se pusieron en función de garantizar los intereses y posiciones de las principales figuras y terminaron dedicando más recursos al “control interno” y a la represión de los propios revolucionarios discrepantes que a la lucha contra los enemigos de clases y el imperialismo. Los órganos de la seguridad llegaron a controlar la sociedad por encima del Partido, y respondían directamente a la figura del Secretario General.

Como consecuencia de todos estos fenómenos aumentó la separación entre  las cúpulas gobernantes y la realidad. Los análisis de la sociedad  eran subjetivos y cargados de idealismo. Las condiciones de vida de las masas eran desconocidas o sobrevaloradas.

10- El control sobre los puestos de trabajo a través de la propiedad estatal y la designación por los “ministros del gobierno y sus subordinados” de prácticamente todas las plazas fue la más efectiva palanca, sobre la cual se sustentaba todo el sistema del inmovilismo. Por esta vía, los eventuales discrepantes, disidentes y desafectos,  se convertían en rehenes de su subsistencia o se arriesgaban a perder sus medios de vida. Los sindicatos se transformaron en auxiliares de la administración,  las “poleas de transmisión”.

Consecuencia de todo ese control sobre la sociedad, se engendraba una de las más brutales represiones: la auto represión,  generadora de una doble moral pública que caracterizó la vida social de aquellos sistemas y que llevó a la gente a tener solo dos opciones: asumir esa doble moral o emigrar.

Tal proceso de burocratización que surgió con la extensión inconveniente de la primera fase política de la Revolución fue creciendo en dirección contraria a la necesidad de avanzar a la fase social, que implicaba  la socialización de los medios y recursos de producción y todas las relaciones subsecuentes de cambio, distribución y consumo y, desde luego, determinando la transformación socialista correspondiente en toda la superestructura  de la sociedad. La dirección del PCUS vino a entender esto tarde y mal, como se ha explicado en otros artículos.

El caso cubano.

De una u otra forma, en mayor o menor medida, directa o indirectamente, estas desviaciones han estado presentes en la Revolución Cubana pues el avance a la segunda fase social se ha estancado. No obstante, la tolerancia y la herejía han encontrado espacios debido al peculiar carácter de nuestro propio proceso revolucionario, la complejidad y el papel de sus fuerzas promotoras que siempre mostraron diferencias en cuanto a maneras concretas, enfoques tácticos tanto en materia de economía como política y conducción social, que han garantizado más una cohesión interna que la supuesta unanimidad proyectada con la instauración del partido único, encabezado por un líder aceptado por todos .

En el caso específico de Cuba, la doble moneda (fueron las Bolutas y tiendas especiales en la URSS) se ha convertido en un instrumento  extraordinario de coacción social  y en un excelentemente encubridor de la expropiación del plus trabajo a las clases trabajadoras y a los medios económicos de los ciudadanos, a favor de la acumulación centralizada para los fines del estado, no discutidos, aprobados ni compartidos con el pueblo. Esta palanca del inmovilismo que favorece las diferencias sociales, acrecienta la distancia entre el estado y el pueblo, propicia el control sobre la sociedad y favorece la restauración capitalista debe eliminarse en cuanto sea posible. Las bondades igualitaristas pequeño burguesas derivadas de ese engendro ya han sido apologetizadas por algún tecleador en estas mismas páginas.

En algunos países los altos mandos de las Fuerzas Armadas jugaron catastróficos papeles contra la renovación del socialismo, como en la URSS y en China aunque de forma distinta en cada caso.  En Cuba, las FAR son una garantía de la continuidad y profundización de la Revolución Socialista. De allí salieron las propuestas del Perfeccionamiento Empresarial y las UBPC, caminos a los paradigmas del socialismo autogestionario, que habrían contribuido incalculablemente a nuestra economía y sus fines sociales, si no hubieran sido víctimas de tantas trabas y cercenamientos burocráticos.

Otra ventaja del proceso revolucionario cubano ha sido la persistente política de agresión y bloqueo del Imperialismo, permanente acicate para la confrontación y el trabajo político-ideológico que, en cambio, ha servido diversionistamente –también- para subestimar y dejar en un segundo plano, nuestra primera tarea: realizar las transformaciones socialistas necesarias que consoliden la Revolución y garanticen, bajo cualquier circunstancia su supervivencia y el goce de la felicidad racional por nuestro pueblo. Sin pretender los absurdos niveles consumistas que el imperio brinda a sus clases medias, nuestro sistema, a pesar del bloqueo, debe ser capaz de garantizar la satisfacción de las necesidades básicas materiales y espirituales de la población, en forma racional. Pero ya se ha demostrado que eso siempre será imposible bajo el actual esquema estato-centrista de acumulación, basado en la propiedad estatal, la planificación centralizada  (no democrática) y el trabajo asalariado, además mal pagado.

Muchos revolucionarios cubanos, concientes de que estas realidades están llevando al abismo a la Revolución -que es de todos- y de la necesidad de superarlas, decidimos enfrentarlas a cualquier precio. Pero por respeto y confianza en la dirección histórica y por una valoración de la coyuntura internacional no salimos al combate público hasta la arrancada que esperábamos de los Jefes históricos, Fidel y Raúl, la cual fue dada en el discurso de la Universidad  el 17 de noviembre de 2005. Hemos estado escribiendo  en medios alternativos porque se nos ha impedido el acceso a los medios oficiales donde se siguen defendiendo sin contrapartida las posiciones del inmovilismo,  las que –diferentemente- no han sido rechazadas en los medios a nuestro alcance. Lo seguiremos haciendo hasta que se abra esa posibilidad en nuestra prensa.

De paso reconozcamos que estos procesos internos de crítica, a pesar de sus limitaciones, han dejado al enemigo histórico y a sus acólitos, totalmente desarmados ante la Revolución, pues sus diatribas principales sobre la supuesta falta de libertad de discusión y de derechos en Cuba han demostrado carecer de todo sentido. Libertad de crítica para hacer Revolución sí tenemos, para hacer contrarrevolución y restaurar el capitalismo, no la tendrán nunca. A quienes más dañan nuestras críticas al inmovilismo, son precisamente al enemigo imperialista y a sus secuaces internos. Eso explica el silencio en sus órganos de prensa sobre nuestros debates. Prefieren ignorarnos, como igual, hace una parte del inmovilismo.

Todo lo que hemos venido planteando es de conocimiento público. No hay un solo elemento que afecte nuestra seguridad nacional y no se trata precisamente de compañeros que hemos trabajado en lugares sin acceso a información clasificada. Hemos venido planteando todo sin ofender a nadie, ni criticar a ningún compañero por su nombre, respetando la ética de la crítica revolucionaria que asumimos a pesar de la censura no declarada que existe en nuestros medios contra estas posiciones. Otros muchos fenómenos de consecuencias negativas para la Revolución, no serán analizados públicamente nunca. Siempre hemos sabido discernir entre lo que se puede y lo que no se debe discutir públicamente. Allá los que confunden todo. Hay quienes no desean discutir nada, para que nada cambie. Sabemos lo que hacemos, a qué nos enfrentamos y lo seguiremos haciendo hasta la derrota ideológica definitiva del inmovilismo. También entendemos que éste se defienda, pero cuidado en intentar ponernos en la acera contraria. No hemos partido nunca de posiciones que no estén basadas en los principios de la Revolución y en función de su consolidación. ¿Que no están de acuerdo con tal o más cual aspecto del socialismo participativo y democrático, o no lo entienden? Bien, debatamos, pero no es necesario ofender. Abran al debate los espacios que controla el inmovilismo. Hagan lo mismo que Kaosenlared, excluyendo a la crítica contrarrevolucionaria, que está muy definida, y publiquen ambas posiciones. ¿A qué temen?

Hemos llamado al debate revolucionario, efectivo y leal, pero hemos constatado que algunos de nuestros planteamientos se tergiversan y otros, desde luego, simplemente el inmovilismo no los acepta y como no tiene como contrarrestarlos, hace como que no existen, los ignoran y opta por seguir evitando la publicación interna de nuestros argumentos. Pretender que la crítica del inmovilismo va contra la Revolución, es suponer a ésta inmovilista: nada más contradictorio.

Lo hemos explicado otras veces, no  está dirigido contra nadie en particular este combate que no es bélico, que se da con las armas de la razón, el conocimiento y las ciencias, contra un sistema de actuar y pensar, burocrático, idealista, retardatario y por esencia anti-obrero, que llega  a negar las bases principales, los medios y métodos del marxismo cuando se siente desarmado y que, además, compromete gravemente nuestro futuro, incluso como nación, únicas cosas que defendemos, pues otras no tenemos ni nos interesan.

Muchos no empezamos a hacer revolución ayer, más bien volvemos de complicadas batallas, aunque algunos -conocidos en su entorno- ahora se desayunen con nuestros nombres. Lo hacemos desde aquí dentro, con mínimos recursos, sin ayuda alguna ni vínculos con los enemigos internos o externos de la Revolución; abiertamente, sin usar seudónimos, participando en los espacios que se nos permitan y aquí seguiremos, pues concientes estamos que, en esta lucha nos va el socialismo y la Revolución por los que venimos entregando nuestras vidas hace muchos años. Nuestros únicos apoyos son la razón y nuestras historias de entrega sin reservas.

Por sus propias características históricas, especialmente los disímiles orígenes de las fuerzas revolucionarias que confluyeron en la Revolución y a pesar de la permanente presencia de la amenaza imperialista, el socialismo cubano ha empezado a identificar sus debilidades internas y con todas las limitaciones impuestas por sus circunstancias, ha arribado a su madurez  en medio de un saludable proceso de discusiones, inspirado por la propia dirección histórica, especialmente con los debates del discurso de Raúl el 26 de Julio, que fueron más apoyados desde estos medios alternativos que por toda la prensa oficial junta.

La intervención del Presidente en funciones en la última sesión de la Asamblea Nacional, ha dejado el camino abierto para la continuación y profundización de este proceso que para consolidar la Revolución, deberá, precisamente, ir desmontando, transformando o cambiando de mano todas esas palancas que, en diverso grado, han servido al inmovilismo en nuestro país y reasumiendo las formas de la democracia directa y participativa de los trabajadores y especialmente, la socialización de los medios de producción, hacia la sociedad sin explotadores ni explotados.

Nada de esto tiene que ver con privatizaciones de empresas, “libertad burguesa” para explotar trabajo ajeno, ni desmontar la obra de la Revolución y restaurar el capitalismo anexionista. En todo caso son la ausencia de debate revolucionario, el excesivo estatismo, la super-centralización y los mecanismos inmovilistas, los mejores aliados  del enemigo imperialista y sus acólitos internos, pues como ha demostrado la práctica, estos fenómenos encubren al burocratismo, éste a la corrupción  y entre todos le preparan el terreno a la vuelta del capitalismo y provocan las constantes violaciones y restricciones a los derechos de los cubanos consagrados en su propia constitución, que dan pié a las acusaciones del enemigo y de la oposición interna.

Entre la mayoría de los revolucionarios hay consenso de que tenemos que  cambiar el viejo sistema esquematizado y hacer cambios trascendentales para más socialismo, pero estamos concientes de que no podemos caer en el desorden incontrolable a que condujeron la glassnot y la perestroika en la URSS.  Las experiencias están claras: el inmovilismo debe ser derrotado sin dar espacio a  la oposición contrarrevolucionaria y cerrando el paso, al mismo tiempo, a los liberales burgueses incrustado en el aparato estatal, disfrazados de “reformistas”. De paso, quede claro –una vez más- que no queremos “reformar” el “socialismo de estado”, queremos avanzar a una etapa cualitativamente nueva: el socialismo participativo, democrático, autogestionario y libertario.

Especialmente, como manifestó Raúl, el Partido, sujeto principal junto al pueblo de esta gran obra de todos, deberá democratizar sus estructuras y asumir los mecanismos que la garanticen en el futuro. El Partido deberá ser más sindicato y menos secta (2) y los sindicatos, aprovechando y optimizando las posibilidades que brinda el Perfeccionamiento Empresarial, deben proyectar plenamente su control sobre el ámbito laboral, especialmente sobre los planes de producción, costos, gastos, inversiones, aportes al presupuesto y formas de pago. ¿De quién si no, es esta Revolución?

Pero no debemos esperar a que vengan otros de arriba a resolver los graves problemas que afectan al pueblo y a los trabajadores. Las formas de derrotar el inmovilismo sus métodos y mecanismos las han venido poniendo en función los mismos  trabajadores en estos últimos tiempos en casos, como la “guerrita de los emilios” desatada por un grupo de intelectuales revolucionarios, las críticas revolucionarias efectuadas desde la red digital alternativa de izquierda, los artículos críticos de Juventud Rebelde,  las discusiones auspiciadas por el discurso de Raúl el 26 de julio y el más reciente  rechazo de los trabajadores de ACOREC a una resolución ministerial. Nos acostumbraron a esperar órdenes de arriba, ya es hora de ir dejando esa práctica. La liberación de los trabajadores, es obra de los trabajadores mismos. 
 

Estamos concientes de que no es un proceso fácil, demanda lucha, tolerancia, inteligencia, paciencia y conciencia de clase. Lo estamos haciendo desde el amor a la Revolución y el dolor por el reconocimiento de que tantos esfuerzos y sacrificios de nuestro pueblo, por más de medio siglo, pudieran ser echados por la borda, a consecuencia del empecinamiento de unos pocos que han creído suya -y no de todo el pueblo- esta gran obra. Los comunistas cubanos hemos sido capaces de derrotar política, ideológica y militarmente al imperialismo y hemos resistido sus agresiones económicas, no sin fracasos parciales. Esta gran batalla por garantizar la irreversibilidad de la Revolución y el Socialismo y hacerlos avanzar,  no será la excepción, pero estamos concientes de que pasa por la desactivación de las palancas del inmovilismo y su derrota total.

Socialismo por la vida 
   
La Habana, 28 de enero de 2007, en el 155 aniversario del natalicio del Apóstol, el más extraordinario y universal de todos los cubanos.                                                                         
perucho1949@yahoo.es

Nota. Este, como todos mis artículos anteriores, está siendo enviado también a Granma, Trabajadores, Juventud Rebelde y al Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

1- F. Engels. Introducción de  1891  a la Guerra Civil en Francia, de C. Marx.  C. Marx y F. Engels, OE  en tres Tomos. T-II. Editorial  Progreso. Moscú 1973. 
2-”Servir los intereses y aspiraciones de la clase trabajadora, es lo que da carácter de vanguardia al partido”. Rebelión, 5 de Octubre de 2006. Artículo del autor. 
Ver artículos relacionados en las siguientes páginas de Internet: 
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml
http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html