Selección de Información Referativa y Factográfica
Servicio personalizado de Auto-Hermes
 

Links con información para amigos y conocidos

Actualmente se distribuye a periodistas, especialistas en Información y Comunicación, órganos de prensa, ONG y personal dedicado a la toma de decisiones, en Argelia, Argentina, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos de América, Francia, Italia, Kazajstán, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Turquía, Ucrania, Uruguay, Venezuela y Vietnam

INFORMACIÓN

General

Especializada

Base de datos

voltairenet.org

Telesur Net

Los 5

ESTE BOLETÍN INFORMATIVO HA SIDO ELABORADO exclusivamente para mis amigos y conocidos en la Red 
*********
Si su dirección electrónica ha sido incluida en mi base de datos, es por haberme llegado a través de un correo electrónico enviado por usted o por otro amigo o persona que ya lo recibía. Si considera que este correo no ha sido solicitado por favor comuníquelo a: autohermes03@yahoo.com indicando en el asunto (subject): Retirar de la lista.

 

Pedro Campos

Armas conjuntas del imperialismo y el estancamiento 
La disidencia y el diversionismo ideológico 
Pedro Campos Santos 

Miércoles, 14 de junio de 2006 
 
El término disidencia, fue acuñado por la propaganda imperialista en la época del “socialismo real” europeo, en la segunda mitad del siglo pasado para nombrar a grupos de personas que, por distintas razones, se oponían o criticaban las desviaciones, errores y barbaridades que se hacían en aquellas sociedades.

En la “disidencia” unían la contrarrevolución y las críticas hechas desde posiciones revolucionarias a aquellos regímenes que, después, se demostraron incapaces de hacer avanzar el socialismo, en nombre de un estancado estatismo que no pasó de ser un mal intento de construir la nueva sociedad.

La guerra sicológica de los servicios especiales del imperialismo tuvo éxito incuestionable, al lograr aquel efecto de unión, en un mismo término, a enemigos y partidarios del progreso, que, gracias a las violaciones del centralismo democrático, especialmente, la libertad de discusión, fueron cometidas por las instituciones del socialismo fracasado, donde se instauró la intolerancia como política oficial y toda visión distinta de socialismo fue tildada de diversionismo ideológico.

El imperialismo internacional, con esa contradictoria pero explosiva unión de enemigos y partidarios del socialismo en una misma palabreja, contribuyó a que los propios representantes del poder revolucionario reprimieran a la izquierda crítica, interesada en hacer avanzar al socialismo a nuevas fases en la socialización de la propiedad y la apropiación, para garantizar la continuidad y desarrollo de la nueva sociedad.

El resultado de todo aquello favoreció, conjuntamente, las posiciones traidoras de los intereses corruptos y burocráticos del estancamiento, y a la vez, los fines imperialistas contra el socialismo por vía de la autodestrucción.

Este conjunto de acciones de desinformación y manipulación sobre la “disidencia” es la más importante macro-operación de guerra sicológica en la historia de los Servicios de Inteligencia del Imperialismo, en su lucha por evitar el triunfo de las ideas del Socialismo. Tuvo peores, más devastadores e irreversibles efectos, que la más exitosa operación diversionista de la inteligencia nazi, que utilizó y guió la paranoia de Stalin y lo llevó a fusilar varios de sus principales mariscales y generales y a cientos de oficiales, con lo que prácticamente destruyó la capacidad de dirección del Ejército Rojo antes del inicio de la invasión militar fascista.

En las condiciones actuales de Cuba, el único reducto del socialismo nacido en el Siglo pasado, y contra el cual están enfiladas todas las armas ideológicas del imperialismo, es de importancia estratégica, establecer con absoluta transparencia el significado de disidencia. Pareciera una simple cuestión semántica; pero no lo es. Es asunto, de profundo contenido, implica al futuro mismo de la Revolución, como ha demostrado la historia del socialismo hasta el presente.

Según la Real Academia de la Lengua Española disidencia, significa acción y efecto de disidir, grave desacuerdo de opiniones; y diferencia, expresa, variedad entre cosas de una misma especie.

Si nos atenemos a estos conceptos que rigen nuestro lenguaje, es bien distinto disidencia que diferencia. ¿Existen en Cuba disidencia y diferencia? Si no existieran, no fuéramos cubanos.

Disidencia es la oposición contrarrevolucionaria que busca derrotar la Revolución, desviar y destruir el proyecto socialista cubano, restaurar el capitalismo, devolver las propiedades a sus antiguos dueños o entregarlas a otros nuevos para explotarlas de forma capitalista. Unos más y otros menos, buscan retrotraer a Cuba a la época neo-colonial, y los más ingenuos, creen que aquí se podría instaurar un capitalismo “democrático”, como si las leyes del capitalismo se pudieran controlar.

Una cosa bien distinta y bien distante a la disidencia, es la diferencia de opiniones en el seno de la Revolución. El contraste cualitativo entre cualquier tipo de disidencia contrarrevolucionaria, violenta o pacífica, pagada o no por el enemigo, y las diferencias de opiniones dentro de la Revolución, es concluyente y bien opuesto.

Las diferencias de opinión pueden, deben y existen entre los revolucionarios, en cuanto a cómo y qué hacer para estimular el avance y la consolidación del Socialismo. Son el motor principal del desarrollo de la Revolución. Siempre hubo diferencias. Todos conocemos las polémicas de los primeros años de la Revolución entre invertir más en industria o en agricultura, dar más o menos autonomía y autogestión a las empresas, si el Estado debía controlar más o menos tales o cuales porciones de la producción, hasta dónde permitir la extensión de los mercados internos, la libertad en las formas de la creación artística o literaria, y en otras cuestiones.

Pero todas estas discusiones –diferencias- siempre han tenido el propósito de fortalecer la Revolución. No hay en esto disidencia, puesto que las diferencias no son de fines, sino de medios. Para que haya disidencia, tiene que haber grave desacuerdo de opiniones, según la definición arriba apuntada. Cuando se trata de opiniones diversas de una misma especie, lo que hay es diferencia. Y las especies son Socialismo y Capitalismo. Ser o no, de la misma especie; perseguir o no, lo mismo, es lo que hace la distinción entre disidencia y diferencia. Esa es el agua regia para identificarlas.

El centralismo democrático que rige los principios generales organizativos de nuestra sociedad, tiene entre sus bases la unidad dialéctica entre la libertad de discusión y la unidad de acción. Pero la unidad de acción sólo es verdadera, si es precedida por la libertad de discusión que, de ser violada, pone en peligro esa unidad. El alma del centralismo democrático es la libertad de discusión, sin la cual la unidad de acción es un plagio como se demostró en el socialismo fracasado.

La Revolución Cubana tiene una responsabilidad histórica muy grande con el Movimiento Obrero y Socialista, por ser la única sobreviviente del Siglo XX. Nosotros no podemos darnos el lujo de caer en la provocación diversionista y divisionista enemiga de meter en el mismo saco de la disidencia a la contrarrevolución y a los revolucionarios partidarios del socialismo con un enfoque distinto. Hacerlo sería castrar el futuro.

Hay también diferencias entre los disidentes que, a título personal, defienden honestamente su creencia ciega en las leyes del mercado capitalista, e incluso, las contrastan con nuestras, a veces, débiles realidades socialistas, y los disidentes agentes del imperialismo, que escriben pagados por el enemigo y forman parte de su plan general para destruir la Revolución.

Esos últimos, aunque no los únicos, son los autollamados “periodistas independientes”; en realidad “USA-dependientes” por el simple hecho de que son pagados con el dinero de la NED (National Endowment For Democracy), y utilizan las computadoras o los equipos de comunicación que les ha facilitado la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba.

Ciertamente en Cuba han sido encarcelados periodistas y escritores, pero no por el simple hecho de ser tales y haber expresado desacuerdos, diferencias o críticas a la Revolución, como ha difundido la prensa capitalista. Fueron juzgados y encarcelados por haber trabajado dentro de una maquinaria político-publicitaria organizada y financiada con dinero del enemigo, con el propósito deliberado de hacer daño a la Revolución, utilizando y desvirtuando elementos más menos reales de nuestra vida cotidiana.

Otra discusión es la dureza de las sanciones, las penas de cárcel, las condiciones de encarcelamiento, las cuales pueden haber perjudicado más que beneficiado el prestigio de la Revolución. En cuestión de método y forma, puede haber diferencias, no en los fines. Sólo que a veces, los medios contravienen los fines, como lo es el caso de la pena de muerte.

¿Qué país del mundo en condiciones normales -no vamos ya a hablar de la lucha, el combate desigual que sostenemos por la sobrevivencia de la nación que en Cuba va unida a Revolución y Socialismo- puede permitir una Quinta Columna financiada por el enemigo, formada por escritores y periodistas reales o virtuales, publicando todo tipo de informaciones más menos reales, más menos tergiversadas?

En tales circunstancias, esto solo puede admitirlo el Estado que esté dispuesto a suicidarse, perder el poder y entregarlo al enemigo o sus secuaces en el patio.

En una sociedad que aspira a ser la más democrática, cabría preguntar cómo las personas que disienten honesta y pacíficamente, podrían manifestar, divulgar sus criterios en un país, donde todos los medios de comunicación social son controlados por el Estado.

Ciertamente, tales criterios en esta sociedad tienen muy pocas opciones de proliferación nacional, y si bien debieran existir más amplias posibilidades de expresión, no parece procedente ni coherente la idea de que el estado revolucionario democrático de la clase obrera, la dictadura del proletariado, facilite las posibilidades que puedan ser usadas en su contra, ni comparta con la disidencia -por honesta y pacífica que sea- sus medios masivos de comunicación.

No analizamos una sociedad cualquiera, sacada de un contexto inespecífico, ubicada en un laboratorio virtual, o donde el capitalismo no constituya la principal fuerza mundial. En la Cuba bloqueada, asediada, agredida en todas las formas posibles, la clase trabajadora no tiene porqué, ni debe, invertir un solo centavo en dar oportunidades de difusión a pensamiento alguno que favorezca la explotación capitalista y el regreso al pasado.

No es respaldo al criterio maximalista de que en una sociedad sitiada, cualquier disidencia es traición. No. A los disidentes pacíficos, no asociados al enemigo principal -el imperialismo yanqui- no hay por qué considerarlos traidores que deban ser decapitados, ni encarcelados. Esos extremos concebidos en la antigüedad, nada tienen que ver con el pensamiento humanista moderno, del cual el Socialismo es heredero.

Y si ningún perjuicio de consideración provoca a la Revolución, la tolerada presencia de la débil, inconsistente, desbasificada, desorganizada y casi inexistente disidencia pacífica -no comprometida con el imperialismo- cualquier tipo de oposición, disidencia, pacífica o violenta, subvencionada por el Imperialismo debe ser reprimida en correspondencia con sus actos. Con el enemigo imperialista y sus agentes no puede haber cuartel.

Que cuatro gatos usen sus posibilidades personales en Internet para discrepar y cuestionar no es problema. Quien diga la verdad no tiene a qué temer. Quien mienta y distorsione debe atenerse a las consecuencias de sus actos, como todos. En un mundo que tiende a la globalización de la información y al uso de las redes internacionales de comunicación, por cualquier persona, antes que perjudicar a la Revolución, constituyen posibilidades enormes para divulgar las verdades, y superioridades abrumadoras del socialismo.

El capitalismo es el sistema casi absoluto que existe en el mundo, pues de socialismo, solo tenemos intenciones, entre ellas la nuestra, con mucha fuerza moral, pero sin el control que poseen las transnacionales de la información. De manera que muchas, infinitas, son las posibilidades internacionales de difusión y ejercitación de sus derechos que tienen los defensores nacionales honestos del capitalismo, para venir nosotros también a ofertarles posibilidades aquí dentro.

¿Libertad de expresión para atacar al socialismo, sus fines, sus logros? A ese tipo de libertad le decimos, no. No podemos estar de acuerdo con una libertad de expresión en Cuba que, en las condiciones actuales de agresión y bloqueo, a 90 millas del imperialismo, sirva para destruir la Revolución, las ansias libertarias de nuestro pueblo, y sus nobles propósitos martianos de construir aquí la sociedad más bella, humana, libre, justa, culta, democrática y solidaria que haya existido jamás.

Libertad de expresión sí, para discutir cómo hacer mejor el Socialismo y lograr el bienestar de nuestro pueblo, de nuestros trabajadores, de nuestra cultura, de nuestra salud, de nuestros campos, de nuestra naturaleza; para manifestarnos en desacuerdo contra toda injusticia que se cometa en cualquier parte del mundo, y defender los derechos humanos, que es un arma natural de los revolucionarios que nos hemos dejado quitar por el enemigo para mal usarla en su batalla ideológica contra nosotros.

La sociedad en que vivimos debe ser la más democrática, la más libre, pero no se entienda por esto permitir todo tipo de libertades capitalistas de explotación o divulgación de sus ideas. Ni libertinaje ni democratismo desprovistos de contenido clasista. Debe ser la nuestra, la sociedad más democrática porque el poder, que es decir la propiedad, esté en manos de las mayorías constituidas por los trabajadores, los manuales e intelectuales, los trabajadores por cuenta propia también, todos los que producen bienes materiales, espirituales u ofrecen servicios que, igual, tienen un gran valor económico y social aunque a veces no se vea así. Y todos estos trabajadores son los que deben ejercer esta democracia en beneficio propio, de sus familias, de sus colectivos laborales y de toda la sociedad.

Por eso Marx y Lenin llamaron a esta sociedad socialista, el período de tránsito del capitalismo al comunismo, como la Dictadura del Proletariado, no por el sentido tiránico, antidemocrático y represivo del término, sino por el hecho de que todo Estado es una dictadura de la clase en el poder, que es igual a la clase dueña de los medios de producción fundamentales.

Los comunistas, los revolucionarios, tenemos nuestras diferencias internas, sobre procedimientos, formas, maneras de lograr mejor nuestros fines; pero ninguno de nuestros enfoques desiguales tiene como propósito destruir la Revolución. Todas las posiciones dentro de la Revolución, buscan fortalecer el poder de los trabajadores, el poder del Estado revolucionario de todos los trabajadores, fortalecer nuestra defensa, hacer más eficiente nuestra economía, aumentar la producción, evitar el despilfarro y las condiciones que propicien la corrupción, garantizar el mejor control de nuestras finanzas y medios, utilizar más racionalmente los recursos que, con tanto sacrificio, producen los trabajadores y le permiten al país poder adquirir materias primas, alimentos, maquinarias, medios de transporte, y otros necesarios para el desarrollo económico y social del pueblo.

Las diferencias entre revolucionarios, no están basadas en ansias de poder, ni en intereses mezquinos y egoístas. Son consecuencia de enfoques distintos acerca de lo más conveniente a los fines del socialismo. En varias intervenciones recientes, el Comandante en Jefe, el canciller y el ministro presidente del Banco, han señalado las complicaciones a que podríamos enfrentarnos, si no resolvemos y atacamos a tiempo los males que actualmente aquejan a nuestra sociedad. En la forma de enfrentar la solución de estos problemas, pueden haber distintos enfoques, pero unos pueden ser más efectivos que otros. Algunos ya demostraron su ineficacia.

La experiencia ha demostrado que por muy buenas intenciones que tuvieran los partidarios de la máxima centralización y la propiedad del Estado en los países ex socialistas de Europa, en la práctica, se enajenaron el apoyo de los trabajadores y las masas, que cada vez veían menos satisfechos y representados sus intereses.

Este factor de separación real -entre el estado burocrático todoposeedor, y las masas desposeídas y, entre la apropiación de la propiedad y los resultados de la producción de un lado y la producción cada vez más social amplia y especializada, del otro- fue causa fundamental que condujo al fracaso de las sociedades socialistas europeas.

Hechas estas aclaraciones y definiciones sobre las muy evidentes distancias, desacuerdos y contradicciones irreconciliables entre disidencia y diferencia, y los fines que persiguen en unirlas, imperialismo y estancamiento, estamos seguros de que las intenciones imperialistas de repetir acá sus exitosas mañas diversionistas en terreno europeo, fracasarán estrepitosamente.

La enjundiosa experiencia de los servicios de inteligencia del imperialismo en su lucha contra el socialismo, siempre se ha estrellado contra la muralla de la unidad revolucionaria, forjada por Fidel y nuestro Partido en torno a los fines socialistas de nuestra Revolución.