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Pedro Campos

 

El necesario debate efectivo

Si nos proponemos hacer un debate abierto y democrático, abierta y democrática tiene que ser la forma que se realice, si no queremos que sea una discusión mediatizada, finalmente burocratizada y que termine en una desilusión más para la militancia, esta vez muy peligrosa.

Los cubanos nos hemos ido desacostumbrando al debate. En círculos intelectuales se ha discutido sobre la “cultura del debate” y se han señalado muy acertadamente las causas de sus deficiencias. Hay en entre ellas hasta factores de tradición e idiosincrasia, pero incuestionablemente, el exceso de centralización de las decisiones y la costumbre burocrática de esperar todo decidido desde arriba están entre sus principales causas.

Hoy en Cuba se realiza un debate sobre el discurso de Raúl el 26 de Julio pasado, orientado por el Partido a sus núcleos, se espera realizarlo también en los sindicatos y entre los estudiantes, y posiblemente se extienda a todo el pueblo, sin embargo, este trascendental acontecimiento no está recibiendo el tratamiento que merece en la prensa del país, muchos en la población están al margen y -al menos públicamente- no se ha dado una explicación sobre el método que se ha estado siguiendo.

El documento que circula entre las estructuras del Partido expresa que sería un debate libre, donde todos deben opinar sobre lo que estimen y hacer las propuestas que consideren. Ese mismo documento no se ha publicado en la prensa del Partido y la forma en que se ha desarrollado hasta ahora el debate, que se aspira sea democrático, presenta algunas características que no favorecen ese propósito, a pesar del mucho interés que la militancia le está prestando en las bases y las esperanzas que ha despertado en los comunistas.

No se observa un tratamiento sistemático en la prensa del Partido sobre la forma en que se va conduciendo el debate, cuáles son las propuestas que están haciendo los militantes, cuáles las críticas que más se manifiestan, en qué sectores, cómo se comporta el debate en los medios directamente vinculados a la producción, cómo en el aparato de gobierno.

Está ocurriendo que nadie sabe lo que se plantea en otros núcleos, la información está compartimentada como si se tratara de Secretos de Estado, cuando lo que se está debatiendo es de la máxima importancia para todo el pueblo y no solo para los militantes del Partido, esa vieja practica burocrática sectaria del secretismo partidario.

El debate se realiza en los núcleos con la presencia de un instructor del Partido, elegido por nadie, designado por el organismo superior para “orientar” el debate, las informaciones y propuestas de los núcleos suben al Municipio, de este a la Provincia y de aquí al Comité Central, pero no se entrecruzan, con lo cual se mantiene la verticalidad burocrática que tanto daño hace al trabajo del Partido, propia de los sistemas de ordeno y mando de tipo militar que nada tienen que ver con la democracia que debe existir en el seno de la organización de vanguardia de los trabajadores.

Hasta ahora ha primado el debate libre en las reuniones efectuadas, pero ya hemos tenido noticias de que en algunos lugares los interesados en “cambiar todo para que nadie cambie”, hacen el juego al enemigo que trata de entorpecer las propuestas de soluciones desde la base, desviando las discusiones a “nuestros problemas en el centro de trabajo”, pretendiendo concentrar la discusión en temas anecdóticos como el abundante marabú y la falta de leche, o buscando culpables individuales, cuando de lo que se trata es de hurgar en las causas reales de nuestros problemas y proponer soluciones de fondo.

Algunos han llegado a endilgarle el cartelito de extremistas a los que proponen acelerar los procesos de socialización, cuando han sido precisamente los extremistas de izquierdista, los que han tratado siempre -donde quiera que han estado- de concentrar para sí el poder, las decisiones, el control de la sociedad y los recursos, los que nunca han confiado en el pueblo y en los trabajadores y entienden la revolución como obra de unos pocos vanguardistas iluminados y no como lo que es, una realización de las masas. Igual, oportunistas partidarios del estancamiento califican de populistas propuestas que son clamores de los trabajadores y el pueblo, en tanto defienden medidas igualitaristas pequeño burguesas, sí populistas, que estimulan el lumpen proletariado, el sociolismo, el nepotismo, la vagancia y la corrupción.

Los que pretendan en Cuba reeditar el desmonte de la Revolución a partir de la burocracia corrupta, para restaurar el capitalismo, correrán la misma suerte que los mercenario de Girón, los alzados en el Escambray y las bandas contrarrevolucionarias infiltradas, por las mismas razones que todos esos intentos fueron derrotados: el pueblo de Cuba ha luchado y quiere el socialismo que es decir en concreto socialización de la propiedad y el excedente y no consignas liberales burguesas adormecedoras generales de bienestar, libertad e igualdad que solo se verifican en papeles marchitos.

Sin resolver los problemas generales no se pueden resolver los particulares, decía Lenin.

El fenómeno, ya se ha dicho, no son los burócratas, sino el burocratismo. Mientras exista el sistema burocrático de organización y dirección de la sociedad y los procesos de producción, habrá burócratas. Como los mosquitos, los burócratas desaparecerán, cuando desaparezcan las condiciones que permiten su existencia. Hay que eliminar los criaderos.

Para que un debate sea verdaderamente democrático, como corresponde a los que debe realizar el Partido Comunista, es una necesidad que la prensa del Partido aborde abierta y claramente lo que está sucediendo, refleje directamente los resultados concretos de algunos de los debates en importantes centros de producción y servicios, presente a la militancia (para eso es el órgano del Partido, de todo el Partido, no de una parte de él) una estadística sistemática de cómo se van desarrollando las discusiones, temas que se abordan, tipos de propuestas, etc.

Los militantes tienen derecho a que sus criterios y propuestas no sean solo del conocimiento de su estrecho núcleo, sino de toda la militancia restante del Partido.

Igual, la prensa del Partido debe reflejar posiciones concretas de militantes y dirigentes,-no de los principales para evitar el “dirigismo y el consecuente seguidismo”- sobre lo que se viene debatiendo, de manera que se puedan conocer las posiciones que están sosteniéndose y sus argumentaciones, necesarias para el esclarecimiento de las propuestas.

Es lo que se llamaría una forma horizontal del debate, que permitiría que todas las instancias del Partido conozcan igual lo que se debate en Santiago de Cuba o en Pinar del Río, lo que manifiesta un núcleo campesino en Las Tunas, lo que señala un núcleo fabril en San Miguel de Padrón en La Habana o lo que analizó un núcleo de jubilados en Camaguey.

El periódico del Partido debería abrir un apartado específico que tenga por lo menos una página completa dedicada al debate, abierta a toda la militancia y a todos los ciudadanos, con una sección dedicada aclaraciones teóricas que pudiera estar orientada por compañeros de la Escuela Nacional del Partido Ñico López. 

Si el acceso a escribir en la prensa del Partido solo lo tienen los periodistas y escritores partidarios del socialismo de Estado, nunca podría haber una discusión real, pues predominarían los criterios de los que quieren más de lo mismo, los que no aceptan más desarrollo en la teoría revolucionaria que los de su alcance, los partidarios de “perfeccionar lo que ya tenemos”, “del socialismo posible”, de los que creen que el empirismo puede sustituir el análisis científico que integra la teoría con la práctica, los que quisieran “que todo cambie, para que todo siga igual”, los que quieren una religión en lugar de una ideología y una capilla de rezos en lugar de una discusión viva.

Corresponsales del Granma deberían estar reportando sobre las formas y los contenidos de las reuniones en los núcleos, el proceso que se efectúa en los municipios con la información que proviene de los núcleos, haciendo entrevistas a militantes y dirigentes de base, en fin creando un ambiente que contribuya a los propósitos de que sea un proceso abierto y profundamente democrático como necesitamos.

Unas normas sobre este debate deberían dejar establecido que al final del mismo, el Comité Central elaborare un informe estadístico cuantitativo y cualitativo sobre los planteamientos de las bases, las críticas y las propuestas, de manera que se garantice la transparencia del proceso. Esas normas garantizarían la confianza de todos en el debate.

Por último partiendo de todas las sugerencias presentadas por las bases del Partido, la dirección debería confeccionar un conjunto de propuestas concretas que reflejarían el consenso de la militancia y someterlas a la consideración de sus bases y luego a un referéndum nacional, toda vez que se supone que el resultado de este debate debe tener un incidencia determinante en el rumbo político económico y social que deberá seguir la Revolución en los próximos años. Socialismo queremos la mayoría, pero ¿qué socialismo?

Ya nuestro partido tuvo una muy importante experiencia en 1991 cuando el llamado democrático del compañero Raúl al IV Congreso, ocasión en que los militantes en las bases hicieron múltiples propuestas de gran trascendencia que nunca recibieron una respuesta, en algunos casos sirvieron para tomar represalias veladas contra compañeros que hicieron planteamientos que no complacieron a sectores de la burocracia, propuestas cuya consideración y aplicación la dirección del Partido decidió postergar indefinidamente a causa de la declaratoria del Periodo Especial.

Una estructura partidista marxista leninista supone que sean las bases las que tomen las decisiones y que los órganos elegidos se limiten a cumplir y ejecutar las decisiones de los organismos a los cuales responden, esencia primaria del centralismo democrático, del cual observamos mucho la primera parte en detrimento de la segunda y más importante y que este proceso pudiera ayudar rescatar en su integralidad.

Muchos militantes han manifestado su preocupación porque en esta ocasión suceda lo mismo que cuando el llamado de Raúl al IV Congreso y es una de las causas de que algunos decidan no participar y si lo hacen lo hagan con resquemores y limitaciones. Hay que ofrecer toda la confianza necesaria para evitar esas suspicacias.

Un debate democrático entre comunistas, precisa que sean tenidas en cuenta éstas y otras consideraciones metodológicas. Su carencia es caldo de cultivo para la manipulación, la desmovilización de la combatividad de los militantes y la usurpación de la soberanía política de las bases.

Entre forma y contenido debe haber una estrecha armonía. Si nos proponemos hacer un debate abierto y democrático, abierta y democrática tiene que ser la forma en que se realice, si no queremos que sea un discusión mediatizada, finalmente burocratizada y que termine en una desilusión más para la militancia, en las circunstancias actuales, muy peligrosa.

La dirección del Partido, que promovió este proceso y que por tanto está interesada en su feliz realización y las bases comunistas y trabajadoras, las que en definitiva garantizarán la consolidación y avance del socialismo en Cuba, son las encargadas de dinamizar esta importante discusión y convertirla en un fenómeno revitalizador de la actual etapa de nuestra Revolución. Bienvenida esta discusión que debe resultar en importantes consecuencias para nuestro futuro.

19 de septiembre del 2007

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