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Pedro Campos

Debería Cuba reconsiderar comercio unidireccional con EE.UU. y avanzar a la autosuficiencia alimentaria
Pedro Campos Santos.

Resolver los problemas de alimentación transporte y vivienda, parece tarea muy difícil de lograr si no se cambia el actual modelo de acumulación en función del Estado. La previsible carrera de precios de los alimentos por la producción de etanol, puede hacer estallar ese modelo si no logramos la autosuficiencia alimentaria.

Desde que en el año 2000, el gobierno norteamericano autorizó las ventas de medicinas y alimentos a Cuba, la isla ha erogado más de 1500 millones de dólares en comprar pollo, huevo, leche, cereales, aceite y otros alimentos a los agricultores estadounidenses. En La Habana, se acaban de firmar acuerdos para nuevas compras de alimentos a Estados Unidos por 150 millones de dólares para el año 2007.

Las leyes del embargo (bloqueo en realidad) no permiten, en cambio, que Cuba venda sus productos al vecino del Norte.

Además de aprovechar los bajos precios de los productos norteamericanos, inferiores incluso a los costos cubanos de producción -lógica peligrosa que puede llevarnos a una dependencia alimenticia de nuestro adversario histórico-  el gobierno de Cuba ha considerado que estimular estas ventas desde Estados Unidos, es un factor que contribuiría a crear una corriente importante de opinión entre los capitalistas norteamericanos en contra el bloqueo, ante la evidencia concreta de  las amplias posibilidades del mercado cubano.

Esto se ha hecho a sabiendas de que este comercio unidireccional, in-equitativo, y beneficioso –principalmente- para la economía  norteamericana, no se corresponde con lo que ha sido siempre la política histórica de la Revolución respecto a las relaciones con Estados Unidos y que ratificara Raúl el 2 de diciembre pasado, cuando expresara que estamos dispuestos a negociar el diferendo con Estados Unidos: “siempre que acepten nuestra condición de país que no tolera sombras a su independencia y sobre la base de los principios de igualdad, reciprocidad, no ingerencia y respeto mutuo.”

La ideologizada y poco pragmática administración Bush, que inicialmente no tuvo más remedio que aceptar las presiones de los granjeros norteamericanos, decidió en compensación a los apremios de los conservadores cubano-americanos, apretar las clavijas del bloqueo al imponer otras condiciones, como el pago  en efectivo inmediato, por lo cual no podría Cuba recibir préstamos de bancos ni otras facilidades financieras.

El Estado cubano se sirvió de los bajos precios de esos productos para generar divisas en su propio comercio interno y en el turismo y con esos recursos financiar y garantizar los abastecimientos  subsidiados de  la insuficiente libreta de racionamiento.  De manera que se creó una especie de ciclo: compras a Estados Unidos/mercado interno en divisas/libreta de racionamiento que, al utilizar las ganancias para los subsidios estatales al consumo, parece no haber sido capaz de generar excedentes sustanciales para el desarrollo interno de la economía.

No obstante, el haber logrado con ese ciclo subsidiar ese mínimo consumo racionado, pudiera ser considerado un triunfo de la política igualitaria de la dirección cubana.

El turismo que inicialmente fue pensado como locomotora que arrastraría al resto de la economía, al invertir una buena parte de sus ganancias en compras en el mercado exterior, tampoco pudo jugar ampliamente ese papel ni contribuir como se esperaba a tal desarrollo.

Las remesas enviadas desde el exterior que según distintos cálculos, han estado cerca del millar de millones de dólares anuales, no fueron utilizadas tampoco para incentivar el desarrollo, sino para reciclar el consumo entre los que recibían esos envíos y los que no, por medio de las Cajas de Cambio (CADECA), las tiendas recuperadoras de divisas y la doble moneda con su doble comercio que permiten al Estado, vender en divisas y  pagar los salarios en Pesos Cubanos desvalorados no convertibles.

Otras entradas de divisas al Estado cubano han provenido de corporaciones orientadas a la exportación y sus ventas de medicamentos, níquel, tabaco, ron y productos de la biotecnología y, especialmente,  los servicios médicos y educacionales, que han permitido al país el trueque por petróleo venezolano. Últimamente se hace énfasis en el ahorro, particularmente de energía,  como vía de acumulación, concepción que arrastra el peligro de que muchas producciones incosteables para el Estado se eliminen por la baja productividad, como ocurrió en la agroindustria azucarera. Los cierres de empresas y el envió  de los trabajadores a estudiar o a sus casas con salarios completos, tienen un impacto extremadamente negativo en la economía y en la sociedad, por lo cual deberían buscarse otras salidas, como la entrega de las empresas estatales no rentables y las tierras fértiles improductivas a los colectivos de trabajadores que estén dispuestos a sacarlas adelante, pero junto a las facilidades necesarias.

Ese modelo de acumulación diseñado por el aparato económico del gobierno, en función  del sostenimiento del Estado y sus políticas, sustentado en la producción para un mercado de divisas -externo e interno-  que parece ser la causa de su crecimiento económico  en los últimos años, le ha permitido en verdad subsistir, funcionar y contar con liquidez para sus operaciones financieras internacionales, pero no es menos cierto, que esto se ha logrado a costa de un menor estimulo al desarrollo del mayoritario sector de la agricultura, la industria y los servicios del país que funcionan sobre la base de la moneda nacional, y por tanto de las entradas reales de la mayoría de los trabajadores cubanos, dando por resultado las diferencias sociales ya  reconocidas, la división de los trabajadores y la población según el acceso al tipo de moneda y el continuo deterioro de la alimentación, el transporte, la vivienda y otras necesidades básicas que siguen siendo deficitarias para mayoritarios sectores de la población.

Actualmente el gobierno se propone resolver esos problemas y realiza acciones que apuntan a un mayor estímulo a la producción agropecuaria. Importantes consideraciones de Lage, en este sentido, han sido divulgadas con motivo de la reciente reunión de los Presidentes Municipales de los Poderes Populares y de Orlando Lugo Fonte, Presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en entrevista a la revista Bohemia; pero según ha evidenciado la práctica propia y la de otros países ex socialistas, parece  muy difícil que puedan lograrse esos propósitos si no se cambian el modelo de acumulación actual y las formas de organizar y estimular la producción y comercialización. Con más de lo mismo no habrá soluciones de fondo.

El patrón vigente podía tener una justificación de emergencia cuando la crisis máxima de principio de los 90, donde confluyeron políticas económicas erradas y la desaparición del sustento soviético. Quince años después de haber logrado subsistir y ya bajo diferentes condiciones internacionales, se hace necesario modificarlo y ponerlo en función de la economía popular, en lugar de la economía estatal.

Esto implica reorientar la acumulación a partir de garantizarla en la base, priorizando los recursos para la auto-reproducción ampliada de los valores creados a nivel empresarial, y su potenciación a través de las uniones de empresas, dedicar los recursos provenientes de la recaudación de impuestos y otras fuentes a estimular la producción y la gestión empresarial propias en el mayoritario y decisivo sector de moneda nacional propiciando su intercambio sin restricciones con el sector divisa, a fin de resolver los graves problemas de la agricultura, la industria y los servicios nacionales y las necesidades básica señaladas con estímulos económicos y no pretender solventarlas por medio de los subsidios estatales al consumo, que sería caer en lo mismo y “echar dinero en saco roto”. No ha sido una política sabia, productiva ni educativa dar a la gente lo que no es capaz de ganarse con su trabajo, eso es estimular la vagancia.

Las relaciones con el capital externo, deberán estar orientadas a la obtención de nuevas tecnologías, medios de producción y transporte, conocimientos y mercados estables para nuestros productos, y no a la compra de productos que pueden generar nuestros campesinos y trabajadores de la industria. Reconocida en teoría siempre ha sido la necesidad de sustituir importaciones, pero el modelo de acumulación actual desde y para el Estado,  no ha podido ser consecuente con esa premisa.

De manera que, liberado de sus trabas actuales y estimulado por un nuevo modelo de acumulación autogestionaria, el potencial enorme de todo el sector productivo de moneda nacional debe  ser capaz de generar excedentes para la acumulación social y la potenciación y diversificación de nuestra economía, a través del control progresivo de impuestos a las empresas socializadas, donde el importante papel del Estado se concentre en el apoyo crediticio y facilitador de la comercialización y el intercambio y no en la explotación directa y el control  administrativo de las empresas.

Un eventual nuevo modelo de acumulación también debería incluir -entre otras acciones centrales-  acabar de resolver el problema de la doble moneda, la desaparición de las actuales barreras entre el sector divisa y el sector moneda nacional, reordenamientos de las políticas de precios y salarios, una reconsideración sobre el valor actual de la divisa cubana y cambios en las leyes impositivas actuales.

De importancia capital en el nuevo modelo de acumulación será el estrechamiento de los todos los vínculos en los marcos de la integración bolivariana, el ALBA, y el impulso a todas las iniciativas de integración que incluyan financiamiento, moneda y pasaporte únicos, Defensa común, intercambio de equivalentes, intercambios a nivel de comunidades de base y desarrollo paulatino de todo ese tejido social que posibilitará la verdadera integración regional.

Las compras de alimentos por 1500 millones de dólares a EE.UU., equivalen a unos 30 mil millones de pesos cubanos que hubieran ayudado a financiar el desarrollo agropecuario de Cuba, el cual se ha visto  deprimido por la falta de estímulos económicos, los bajos precios de acopio, los impagos del Estado, las restricciones internas al mercado, los altos impuestos, la falta de créditos y de medios e insumos para la agricultura de los pequeños campesinos, las cooperativas y las UBPC, entre otros factores.

Cuba lleva ya varios años haciendo esas compras  de alimentos a EE.UU. y  sin embargo otras leyes del bloqueo, las que en verdad podrían beneficiar directamente a Cuba no se han relajado. Al revés, el gobierno norteamericano ha restringido aun más las posibilidades cubanas de adquisición de divisas, cortando los viajes de cubanos y norteamericanos a Cuba, persiguiendo transacciones comerciales cubanas internacionales en todas partes, ha seguido cerrando el envío de remesas, impide la participación de artistas cubanos en eventos norteamericanos, saboteó las ganancias que obtuvo el equipo cubano de pelota en el primer clásico mundial, continúa financiando a los grupos disidentes y no ha cesado en su campaña de hostilidad.

Por otra parte, la producción de etanol a base de alimentos augura una carrera de precios, advertida por Fidel,   que pudiera hacer estallar  el presente modelo de acumulación y provocar una grave crisis de alimentos dentro del país. Esto solo puede evitarse si logramos una autosuficiencia de estos suministros a través de una estimulación efectiva a la producción agropecuaria y la eliminación de todas las trabas que la frenan actualmente. Pasado mañana será tarde.

La reaparición  del Comandante en Jefe y la continuidad lograda por el equipo de sucesión, pudieran estar sugiriendo a Estados Unidos que sus planes restauradores del capitalismo, la llamada por ellos “transición” en Cuba, no tienen posibilidades inmediatas.

Informaciones de prensa y la propia actuación de la administración Bush en los últimos días, indican que en el seno de ese gobierno sigue predominando la idea de “liberar a Cuba antes  que apoyar su estabilidad como vía para lograr la transición democrática” que promueven, lo que implicaría un posible inmediato endurecimiento de las medidas de bloqueo hasta -por lo menos- meses después del cambio de gobierno resultante de las próximas elecciones en Estados Unidos en noviembre del 2008.

Considerando que el objetivo fundamental de este comercio unidireccional -incidir sensiblemente en el bloqueo de Estados Unidos- no parece estarse logrando y que ese gobierno, en todo caso, se apresta a fortalecerlo aún más; admitiendo que los beneficios económicos iniciales de esas compras necesarias para las finanzas estatales ya fueron logrados; y valorando que en la actualidad sus consecuencias para la economía del pueblo cubano y su Revolución, parecen más perjudiciales que beneficiosas, la dirección actual debería pensar en la posibilidad de disminuir a las imprescindibles o eliminar paulatinamente esas compras a Estados Unidos en beneficio de la agricultura y la industria de la nación y utilizar esos dineros para estimular la producción de los pequeños agricultores  y especialmente, financiar el progreso de las cooperativas, Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y empresas nacionales en Perfeccionamiento Empresarial, donde están las bases de las nuevas relaciones socialistas de producción.

El avance y consolidación del socialismo en Cuba y en cualquier país del mundo, no está en el desarrollismo productivista capitalista privado o estatal de empresas que laboran para obtener ganancias  en un mercado de divisas y se sustentan en el trabajo asalariado, sino en el desarrollo de asociaciones agrícolas e industriales que trabajan para la autosatisfacción de las necesidades de  sus trabajadores y de la sociedad, protegen el medio ambiente y se organizan de acuerdo con las nuevas relaciones socialistas de producción, basadas en el trabajo cooperativo, autogestionario y cogestionario.

La invulnerabilidad militar y política que necesitamos y buscamos, solo puede descansar sobre la invulnerabilidad económica, la cual debe priorizar la estrategia  auto-alimentaria. Nuestras Fuerzas Armadas, que han desarrollado las zonas de autodefensa, lo saben muy bien.

12 de Junio del 2007 Perucho1949@yahoo.es